miércoles, 25 de febrero de 2015

Padres Jerónimos

Padres Jerónimos

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Padres Jerónimos. Gobernadores de La Española nombrados por el cardenal Cisneros, regente de la corona tras la muerte de Fernando el Católico.
Dos eran los principales problemas que confrontaba la isla en la segunda década del siglo XVI: la decadencia de la economía del oro y los abusos que los encomenderos realizaban con los indígenas. De esos abusos eran claramente conscientes el Padre Bartolome de las Casas y fray Antonio Montesinos, quienes idearon un plan para lograr la libertad de los nativos. Una vez redactado este y puesto en conocimiento del Consejo de Indias, hubo que buscar la manera de llevarlo a la práctica, para lo cual se eligió a los Padres Jerónimos, cuya orden designó a los frailes Bernardino de Manzanedo, Luis de Figueroa y Alonso de Santo Domingo, priores de la Monta Marta de Oviedo, la Mejorada y San Juan de Ortega respectivamente.
Las órdenes que recibieron los Padres Jerónimos tenían como objetivo principal otorgar la libertad a los indios y asentarlos en pueblos bajo la exclusiva autoridad de sus caciques. A su vez, los sacerdotes que los acompañasen se encargarían de adoctrinarlos y de enseñar a los niños a leer y escribir. La tierra se repartiría en lotes para su cultivo. Las yeguas, vacas y cerdos que se les darían serían de propiedad común. Las Casas recomendó el nombramiento de administradores españoles para asesorar a los caciques y obligar a los indios mayores de edad a trabajar en las minas durante un determinado horario. Además de cumplir esas órdenes, los frailes deberían quitar los indios encomendados a los funcionarios peninsulares y de la colonia que los tuviesen.
Llegaron a Santo Domingo el 20 de diciembre de 1526. Nada más tomar posesión de sus cargos, se enteraron de que los oficiales reales y los encomenderos estaban decididos a rebelarse contra las medidas radicales adoptadas por Cisneros. En vista de lo delicado de la situación, los gobernadores optaron, para disminuir las tensiones, por ordenar que los indios, que habían dejado de trabajar, regresasen a las minas. Otra medida fue suspender las confiscaciones de los indígenas, exceptuando de ella a los indígenas que poseían los altos funcionarios reales de España.
Otros problemas que encontraron los Padres Jerónimos fueron el despoblamiento de la isla, pues numerosos españoles habían emigrado al continente en procura de mayores fortunas, y la ya señalada decadencia de la economía, por lo que se propusieron mejorar la situación mediante el fomento de la agricultura abriendo nuevas tierras a los cultivos y permitiendo que los españoles y portugueses que quisieran ir a la isla pudieran hacerlo sin cortapisas. Además, incentivaron el envío de labradores andaluces y la introducción de negros bozales, es decir, importados directamente de África.
En adición a esas posibles soluciones, promovieron una encuesta para averiguar si los indios podían vivir en libertad y era, por tanto, conveniente o no mudarlos a poblaciones próximas a las españolas. Naturalmente, todos los interrogados contestaron negativamente por estar convencidos de que los Padres Jerónimos se proponían llevar adelante las órdenes de Cisneros.
Así las cosas, arribó a Santo Domingo el licenciado Alonso de Zuazo, nombrado juez de residencia para enjuiciar la conducta de los oficiales y demás autoridades de la isla. Todos ellos fueron acusados de crímenes, robos, abusos y otros delitos, siendo suspendidos de sus cargos. De esa manera, su poder disminuyó grandemente. Meses después, los Padres Jerónimos procedieron a dar cumplimiento a las instrucciones del cardenal a pesar de la oposición de los encomenderos. El proyecto consistía en construir 25 o 26 pueblos de 400 a 500 indios cada uno con sus correspondientes caciques, religiosos y administradores. En eso falleció Cisneros y la corona pasó a manos del monarca Carlos I, lo que produjo la alarma de los Padres Jerónimos, pues los cortesanos de Fernando el Católico beneficiados con encomiendas habían ganado el favor del nuevo rey. Como es de suponer, los encomenderos de la Española se apresuraron a denunciar a la corte las gestiones de los frailes.
Aprovechando su influencia en Carlos I, sus consejeros y altos funcionarios lograron que se expidiesen varias cédulas suspendiendo a los Padres Jerónimos y a Zuazo. Los primeros, cansados de tantos obstáculos, pidieron que se les relevase de sus tareas y se les permitiese volver a España, pero la corona les exigió que permaneciesen en la isla hasta la llegada del nuevo juez de residencia, Rodrigo de Figueroa.

Bibliografía
Moya Pons, Frank: La Española en el siglo XVI, Santiago, Universidad Católica Madre y Maestra, 1973.

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