La sociología de lo social: El pensamiento sociológico frente a un nuevo ciclo planetario
Publicado por: Gino Bailey BergaminAcerca de Gino Bailey Bergamin
Gino Bailey Bergamin. Revista Eltopo (www.eltopo.cl), Valparaíso,
Chile. Sociólogo, Magister en Geografía y Procesos Territoriales,
Universidad de Bolonia, Italia.
La sociología, cuantitativa –
cualitativa, ha desarrollado gran parte de su corriente de pensamiento
alojado en el lenguaje. Existe un principio epistemológico y ontológico
de la realidad social, que independiente del recorrido y de la historia
del pensamiento , se ha relacionado con el lenguaje escrito como una
manera de sintetizar descripciones y conceptualizaciones profundas del problema sociológico.
La
“articulación semántica” del lenguaje, ha escondido una selectividad de
información de lo “social”, inminentemente evidenciada por la omisión
de la conexión con “lo social”. La
objetividad del pensamiento, llevó por mucho tiempo un desgaste frente a
la concepción planimétrica de la realidad y el “hecho” durkheimiano,
confundió cientificidad con distanciamiento de lo social. Claramente,
las metodologías cuantitativas hacen gala de la enunciación de un
lenguaje acabado en una mediación científica, sin que podamos revisar el
fenómeno social de aquello que estamos cuantificando. Las encuestas aún
son efectivas, eso transparenta el hecho que lo social consta de
distanciamiento y no de objetividad.
Dentro del pensamiento Vaisésika (Vaiśeṣika Sūtra), el lenguaje, y más específicamente, la palabra, está
en constante correspondencia con lo que se dice de la palabra. Es decir
si mencionamos “hombre ” ciertamente es tan real porque el lenguaje le
da vida vibracionalmente. Por contraparte, el pensamiento sólo-conciencia
del budismo zen, ubica la articulación semántica, como un absurdo que
no se sustenta por sí mismo, porque en realidad lo que hace el lenguaje
respecto a lo que se dice es producir una abstracción atomicista y único de una realidad distanciada de la palabra. Claramente el budismo zen concibe la realidad como una articulación impermanente, frente al vacío y más precisamente al sunyata (śūnyatā), el estado originario (vacío) permanente donde todas las cosas están libremente fusionadas.
La
riqueza ontológica y epistemológica del budismo, es algo que la
sociología no se ha detenido a observar debido a lo radical de las
concepción del conocimiento. Sin embargo, existen al menos dos
cuestiones elementales en el budismo que la sociología debiera
considerar como principio de conocimiento: la dinámica de la realidad
social (1) y los conceptos relacionales fenoménicos de aquello que
llamamos social, como algo más profundo, vinculador, recíproco y
relacional (2)
La sociología se ha habituado conceptualmente a enfriar el termodinamismo de los fenómenos, la emergencia y su enacción en red. El observador se
encuentra en una relación emergente cuando investiga con el fenómeno y
jamás el ojo observador, el oído que escucha y transcribe una entrevista
o el cruce analítico bivariado por una T de student, se podrá abstraer
de eso. El distanciamiento de lo social
ha consolidado un arraigo al lenguaje sociológico – descriptivo y
analítico- que no se ha detenido a descansar sobre la interacción social
del problema sociológico, que por lo general tiene una virtud: ser un
problema social.
Desde los orígenes del pensamiento sociológico, no
podríamos entender a Marx sin un compromiso sobre el problema social de
la pauperización del trabajo , la alienación del mismo, y el gran
hallazgo frente a la acumulación del capital que le involucró. Posiblemente
conceptos como la fuerza del trabajo y la teoría del valor, quedaron
plasmado en el lenguaje sociológico por mucho tiempo, abstrayendo la
relación social del sociólogo con una realidad dinámica en constante
transformación. Igualmente, Marx no previó un distanciamiento
sino todo lo contrario, más allá de la problemática de la “articulación
semántica” sobre una realidad que en el emerger no es más que un
fenómeno y no un cristal esencial permanente.
El flujo de conciencia o
aquella unidad fenoménica del mundo como expresión, es lo que no hemos
advertido al momento de investigar y conceptualizar. Hemos hipostasiado una realidad gracias al lenguaje y al mismo tiempo omitido la relación y compromiso social frente al fenómeno.
El sunyata como
estado metafísico originario, previo al lenguaje, postula el hecho de
que la articulación del mismo no aborda la mutabilidad de los fenómenos.
Es la realización subjetiva del hombre frente al fenómeno (socióloga o
sociólogo) lo que permite conectar el fragmento de aquella realidad de
índole sacra- prelinguística. ¿Cómo hacer – entonces- sociología que
considere los fragmentos profundos de lo social?
Posiblemente,
la experimentación no escrita, más expresiva y contingente como las
artes plásticas, la música, la poesía, puede ser un punto que concentre
la intensividad de la dinámica social mutable, sin perder la relación como investigador. Siendo
un poco más exigentes, aquello que podemos estar definiendo como
“pobreza” ,”desigualdad social”, “injusticia social”, “localismos”,
desde un trasfondo analítico seguirá siendo una conjeturación
ambivalente y artificial creada por el lenguaje, salvo que al momento de
conceptualizar “pobreza” o “desigualdad social” estemos analizando la
implicación subjetiva del fenómeno en relación al ser más profundo que
conecta investigador-investigado con la “pobreza” o “desigualdad
social”. Es en esta fase que la concepción epistemológica del budismo
zen se torna fundamental.
Aquí abordamos una segunda contribución: la vinculación fenoménica entre investigador/ a y realidad social. El flujo de conciencia,
presente en eso observado como en el observante, puede encarnar lo
social de manera profunda, porque en cada cosa está contenida la
realidad social. Como diría Izutsu:
“cada cosa es un espejo que refleja la luz suprema. Y
todos los espejos, cada uno de los cuales refleja en sí mismo la luz
suprema misma, se reflejan uno a otro en modo tal que cada uno“
Ciertamente,
de cara a un mundo enactivo de lo globa-local, el desafío sociológico
que nos propone el budismo, es alcanzar la profundidad social, porque
cada cosa puede reflejarla – como los espejos- aunque nunca alcancemos
la absoluta conciencia sociológica de lo social. Investigador-investigado,
no solamente es dinámico y mutable como fenómeno, sino también un
emerger social, una relación, donde el conocer no recae solamente en el
virtuosismo de la o el investigador /a, sino en la apertura originaria
de lo social, para que pueda fluir como el flujo permanente de la conciencia del universo.
El
escenario social se presenta como fluido y dinámico. El principio
relacional vuelve al punto de fuga del saber sociológico, recobrado por
aquello que urge: el problema social, el cual es un problema
sociológico, que en el fondo también es mi problema. Los conceptos, a su
vez, son relacionales, biunívocos, y alcanzarán una apreciación
favorable de lo que se está diciendo, en la medida que puedan
involucrarse profundamente con el fenómeno relacional. El
distanciamiento se vuelve caduco y la objetividad se pone en frente, no
como un desalojo de la conciencia, sino como un “traer la conciencia”
hacia la fotografía intensiva del fenómeno intrínsecamente relacional,
que no está ni en mi ni en eso, sino circulante. Comprender la pobreza y la desigualdad, implicaría ineludiblemente abrirse al ser pobre o al ser
del fenómeno desigual, para alcanzar dicha conexión y poder simplificar
un plano de la realidad mediante el lenguaje sociológico. La
“articulación semántica” del lenguaje sociológico, será siempre un plano
fotográfico de aquello, que puede imantar a través de la imago
fragmentos de los espejos de la realidad, hallados de manera más
profunda, en una re-consideración de la investigación social como algo
re-lacional.
Una sociología de lo global-local y de las redes sería precisamente eso, comenzar a comprender los límites que nos
propone esta nueva era de la humanidad para así mutar también con ellos.
Una era contenida en los ciclos de 2.400 años del Dwapara Yuga, donde
el Dharma o virtud mental nos posiciona a la comprensión de fenómenos
más sutiles.
Fuente foto: e-torredebabel.com
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