REMEMBRAZAS....http://remembranzasnoalolvido.blogspot.com/2015/02/la-piedra-en-la-ciudad-primada.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Remembrazas+%28++++++++++++++++++++++++++++++++++REMEMBRAZAS....%29 |
Posted: 26 Feb 2015 09:00 PM PST
Gonzalo
Fernández de Oviedo, uno de los primeros cronistas de Indias, quien
describió lo que vio, desde los primeros años de fundada la Ciudad
Primada, relata: “En lo que respecta a sus edificios no hay otra ciudad
en España, ni siquiera Barcelona, que se pueda igualar a Santo Domingo.
La mayoría de sus casas son de piedra…Las paredes de las casas más
primitivas están construidas muy sólidamente con piedra, o el material
conocido como mampostería…”
En
su “Historia de la Isla Española o de Santo Domingo” (1730), escrita
particularmente sobre las memorias manuscritas del Padre Jean Baptiste
Le Pers, jesuita, misionero en Santo Domingo, y sobre los documentos
originales que se conservan en el Depósito de la Marina, el P. Pierre
Francois Xavier de Charlevoix, quien llegó a Santo Domingo en septiembre
de 1722, al referirse a la ciudad expresa: “…las calles eran anchas y
bien cortadas, y las casas alineadas en buen orden. Eran construidas en
su mayor parte con una especie de mármol, descubierto en las
inmediaciones. Las demás eran de una clase de tierra, en extremo
correosa, que se endurece al aire, y dura casi tanto como el ladrillo.”
P. Pierre Francois Xavier de Charlevoix
Por
su parte, Méderic Louis Elie Moreau de Saint-Méry, administrador y
político francés, nacido en Fort-Royal (Martinica), visitó Santo Domingo
en 1783, y escribió “Descripción de la parte Española de Santo Domingo”
(1796), en la que refiere: “La ciudad está construida a la moda de las
antiguas poblaciones de España y de Italia. La mayor parte de las casas
construidas desde su origen, son de una especie de mármol que producen
las cercanías” (Canteras de Santa Bárbara). “Las casas de Santo Domingo
son bastante hermosas…Desde hace aproximadamente quince años (1781 –
Siglo XVIII), se construye un número creciente de casas de madera y las
cubren de hojas de palma o yaguas.”
Lo
que Saint-Méry nos dice en este último párrafo no es otra cosa que lo
que he estado diciendo, cuando trato de explicar lo que era Santo
Domingo hasta finales del siglo XVII, y el ritmo de crecimiento de la
ciudad.
A
continuación párrafo de la conferencia dictada por Américo Moreta
Castillo en la Academia Dominicana de la Historia, con el título: El
Santo Domingo del Siglo XVIII a través del Libro Becerro.
“El
Libro Becerro no abarcó todos los sectores de la ciudad, y podríamos
afirmar que el mismo se limitó a la parte que se urbanizó,
fundamentalmente, a través de bohíos durante el Siglo XVIII, época en
que desaparecieron las estancias intramuros, destacadas por los antiguos
cronistas, poblándose con ciertas características de barrios humildes
los sectores de Santa Bárbara, San Antón, San Miguel, San Lázaro, La
Misericordia y los Batiportes; excepcionalmente el libro abarcó algunos
inmuebles propiedad del Cabildo en otros sectores de la Ciudad Primada…”
Continuando
con relatos de personajes que pasaron por Santo Domingo, durante los
siglos XVII, XVIII y XIX, me referiré a lo escrito por el teniente David
Dixon Porter, durante un viaje a nuestra isla en 1846, que realizara
por encargo del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Al
referirse a la ciudad de Santo Domingo, dice: “Las casas eran tan
espléndidas, en su mayoría hechas de piedra, que ningún edificio de
España podía competir con ella en magnificencia o comodidad.”
“Santo
Domingo, pinceladas y apuntes de un viaje”, es una obra del periodista
norteamericano Randolph Keim, quien visitó nuestro país en el 1860, en
busca de informaciones de primera mano que se pudieran difundir entre
los lectores de The Herald, cuya obra fuera publicada en Filadelfia, en
1870.
Al
bajar del barco que lo trajo a Santo Domingo, refiere: “Entrando por la
Puerta de la Atarazana, dirigí mis pasos hacia algunas calle
principales. Santo Domingo, según vi, es en todo su aspecto una ciudad
española…Los edificios en el centro de la ciudad eran, generalmente,
sólidos. Los que llevaban las huellas de la antigüedad estaban
construidos con piedra caliza…Todos los edificios tenían techos de
ladrillos lisos (lo que se conoce como techo romano), y la mayoría, de
los del centro de la ciudad, eran de dos plantas. Jugando por la
apariencia de estas estructuras, la mayoría de ellas eran las mismas que
se construyeron originalmente en el lugar.”
Una
comisión del gobierno norteamericano se trasladó a Santo Domingo, en
enero de 1871, para investigar el estado de los asuntos de la Isla e
informar sobre los mismos. Al referirse a la ciudad capital, Samuel
Hazard, uno de sus miembros, refiere: “Las paredes de las casas más
antiguas están construidas muy sólidamente con piedra, o el material
conocido como mampostería”…Al hacer referencia a la invasión de 1586 de
Francis Drake, Hazard dice: “A causa de desacuerdos con sus
comisionados, todas las madrugadas nos dedicábamos a quemar las casas
limítrofes con el otro sector, pero estaban tan sólidamente construidas
de piedra, con altos desvanes, que nos ocasionaba no poco trabajo el
demolerlas.”
Sobre
las acciones de estos bárbaros ingleses debo añadir, que mientras
restauraba mi casa, ubicada en la calle Arz. Meriño 263, encontramos las
paredes de piedra de la galería de la segunda planta, totalmente
ennegrecidas. Lo que indica que la piedra estaba expuesta, lo que
justifica lo de los incendios cometidos por las tropas de Drake, además
de que las paredes eran de piedra expuesta, no enlucidas.
Finalmente,
nuestro Luis E. Alemar, en su obra “Santo Domingo – Ciudad Trujillo”,
publicada en 1943, y reeditada posteriormente con el título “La Ciudad
de Santo Domingo”, nos dice: “Pasados acá todos los vecinos, hicieron
sus casas de madera y paja, pero desde algunos meses comenzaron, cada
uno según podía, a edificarlas de piedra y cal. Tiene la comarca de esta
ciudad, mejores materiales para edificios que se pueden hallar en
alguna parte, así de cantería como de piedra y cal…”
Como
hemos podido ver, algunos de los cronistas a los que hemos hecho
referencia, al relatar lo que vieron en Santo Domingo se limitan a
mencionar la piedra solo en las edificaciones civiles. Lógico, es de
presumir que las grandes edificaciones: fuertes, iglesias, palacios, y
otras, no podían estar hechas de materiales inferiores. Para ello tenían
las canteras de piedra a su disposición en el límite norte de la
ciudad. Por lo que debieron entender que no era necesario especificarlo.
En
su obra “Edificaciones de Santo Domingo” Emilio Rodríguez Demorizi,
Ciudad Trujillo, 1938, nos dice: “La historia de los monumentos
coloniales de Santo Domingo, “Museo de América”, como llamó a esta
ciudad el Maestro Dr. Federico Henríquez y Carvajal, fue tema de
encendida controversia entre Fray Cipriano de Utrera y el Lic. Leónidas
García Lluberes, y objeto de interesantes trabajos de Don Bernardo
Pichardo, Don Emilio Tejera y Don Luis E. Alemar, autor de los
interesantes libros Santo Domingo-Ciudad Trujillo, y La Catedral de
Santo Domingo.
Pero todavía no disponemos de una monografía documentada y gráfica, que comprenda, no sólo las construcciones que pueden llamarse civiles, sino también las residenciales del más alto valor histórico o arquitectónico. Estas notas, ilustradas con el plano de Santo Domingo, de 1785, tienden a contribuir a ese estudio, cuya principal finalidad debe ser la preservación de nuestras reliquias históricas, Piedra de nuestros antepasados.”
En
cuanto al estado en que se encontraba la ciudad de Santo Domingo a
finales del siglo XVIII, vale la pena entender, que debido a la
situación económica por la que atravesaba la colonia, esta se estaba
bastante despoblada, y carente de nuevas edificaciones, que no fueran
las casas de madera y paja. De ahí, que la Ciudad Primada se mantuvo,
hasta finales del siglo XVIII, y principios del XIX, como fue dejada por
los colonizadores españoles en el año 1821, cuando ocurrió su desalojo
del país. Que consistió en la extensión hacia el occidente entre las
calles Hostos (límite de la Ciudad de Ovando) y Sánchez,
aproximadamente.
Es
de ahí, que nuestro empeño en intervenir nuestro patrimonio histórico
arquitectónico consistiera en dedicarle una mayor atención a la veintena
de manzanas originales de la gloriosa Santo Domingo. Única de las
ciudades americanas auténticamente española de la primera mitad del
siglo XVI. Por lo que sus edificaciones, hechas tanto de piedra como de
tapia fuerte, deberían ser objeto de un cuidado especial. Esto, si por
un lado queremos sentirnos orgullosos de contar con el conjunto
monumental más antiguo y auténticamente español del Nuevo Mundo y, por
el otro, pretendamos venderla como una atracción turística de primer
orden
“A
partir de 1730 la colonia inició una débil recuperación a través de un
activo comercio con la colonia del oeste, se abrieron los puertos de
Santo Domingo y Montecristi y desde allí realizaron comercializaciones
con diferentes países europeos, favoreciendo de esta manera al comercio
de Santo Domingo. Cabe destacar también que las diferentes migraciones
hacia la colonia a partir de la primera década del siglo XVIII, traería
cambios sociales y económicos apreciable, los inmigrante dominarían el
poder político, social y económico de la colonia. Con ellos se va
creando la etnia de la parte este, donde el 15% correspondía a los
blancos, 60% mulatos y un 25% de esclavos. En el aspecto cultural en la
colonia se mantiene la religión católica, el idioma español y todas sus
tradiciones regionales; que darían como resultado la cultura nacional.
(Colaborado por: Raul Perez Garcia, para http://www.agendistas.com)”
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