sábado, 17 de octubre de 2015

Los Areí­tos


Los Areí­tos

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Areito taí­noLos areí­tos eran las ceremonias de los aborí­genes antillanos en las que se conmemoraban hechos pasados de la tribu o victorias recientes, siendo un importante modo de conservar y transmitir sus propias costumbres. Eran de carácter colectivo y ceremonial y en el mismo participaban todos los integrantes de la comunidad indí­gena. Se podí­a participar de dos maneras: tan solo como observador o como participantes en las danzas rituales.
Pero qué mejor que sea un testigo directo de estas ceremonias, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias, el que nos cuente con detalle como eran estos areí­tos.
“Tení­an estas gentes una buena é gentil manera de memorar las cosas pasadas é antiguas; y esto era en sus cantares é bayles, que ellos llaman areyto, que es lo mismo que nosotros llamamos baylar cantando. El qual areyto hací­an desta manera. Quando querí­a aver placer, celebrando entre ellos alguna notable fiesta, ó sin ella por su pasatiempo, juntábanse muchos indios é indias (algunas veces los hombres solamente, y otras veces las mujeres por sí­); y en las fiestas generales, assi como por una victoria ó vencimiento de los enemigos, ó casándose el cacique ó rey de la provincia, ó por otro caso en que el placer fuesse comunmente de todos, para que hombres é mujeres se mezclassen. E por más extender su alegrí­a e regocijo, tomábanse de las manos algunas veces, é también otras tratábanse brazo con brazo ensartados, ó assidos muchos en rengle (ó en corro assi mismo), é uno dellos tomaba el oficio de guiar (ora fuesse hombre ó mujer), y aquel daba ciertos passos adelante é atras, á manera de un contrapás muy ordenado, é lo mismo (y en el instante) hacen todos, é assi andan en torno, cantando en aquel tono alto é baxo que la guí­a los entones, é como lo hace é diche, muy medida é concertada la cuenta de los passos con los versos ó palabras que cantan. Y assi como aquel dice, la moltitud de todos responde con los mimos passos, é palabras, é orden; é en tanto que le responden, la guia calla, aunque no cesa de andar el contrapás. Y acabada la respuesta, que es repetir ó decir lo mismo que el guiador dixo, procede en continente, sin intervalo, la guí­a a otro verso é palabras, que el corro é todos tornan a repetir; é assi sin cesar, les dura esto tres o quatro horas y más, hasta que el maestro ó guiador de la danza acaba su historia; y á veces les dura un dí­a hasta otro.
Algunas veces junto con el canto mezclan un alambor, que es hecho en un madero redondo, hueco, concavado, é tan gruso como un hombre é más o menos, como lo quieren hacer; é suena como los alambores sordos que hacen los negros; pero no le ponen cuero, sino unos agujeros é rayos que trascienden á lo hueco, por do rebomba de mala gracia. E assi, con aquel mal instrumento ó sin él, en su cantar dicen sus memorias é historias passadas, y en estos cantores relatan de la manera que murieron los caciques passados, y quántos y quáles fueron, é otras cosas que ellos quieren que no se olviden. Algunas veces se remudan aquellas guias ó maestro de la danza; y mudando el tono y el contrapás, prosigue en la misma historia, ó dice otra, en el mismo son ú otro.
Esta manera de bayle paresce algo á los cantares é danzas de los labradores, cuando en algunas partes de España en verano con los panderos hombres y mujeres se solazan; y en Flandes he yo visto la mesma forma de cantar, baylando hombres y mujeres en muchos corros, respondiendo á uno que los guí­a ó se anticipa en el cantar, segun es dicho. En el tiempo que el comendador mayor don Frey Nicolás de Ovando gobernó esta isla, hizo un areyto ante él Anacaona, mujer que fué del cacique ó rey Caonabo, la cual era gran señora; é andaban en la danza más de trescientas doncellas, todas criadas suyas, mujeres por casar; porque no quiso que hombre ni mujer casada (ó que oviesse conoscido varón) entrasen en la danza o areyto. Assi que tornando á nuestro propósito, esta manera de cantar en esta y en las otras islas (y aun en mucha parte de la Tierra Firme) es una efigie de historia ó acuerdo de las cosas pasadas, assi de guerras como de paces, porque con la continuación de tales cantos no se les olviden las hazañas é acaescimientos que han pasado. Y estos cantares les quedan en la memoria, en lugar de libros de su acuerdo; y por esta forma rescitan las genealogí­as de sus caciques y reyes o señores que han tenido, y las obras que hicieron, y los malos ó buenos temporales que han pasado o tienen; é otras cosas que ellos quieren que á chicos é grarndes se comuniquen é sean muy sabidas e fijamente exculpidas en su memoria. Y para este efecto continúan estos areytos, porque no se olviden, en especial las famosas victorias por batallas.
[…] En tanto que duran estos sus cantares é los contrapases ó bayles, andan otros indios é indias dando de beber á los que danzan, sin se parar alguna al beber, sino meneando siempre los pies é tragando lo que les dan. Y esto que beben son ciertos brebajes que entre ellos se usan, é quedan, acabada la fiesta, los más dellos y dellas embriagados é sin sentido, tendidos por tierra muchas horas. Y assi como alguno cae beodo, le apartan de la danza é prosiguen los demás; de forma que la misma borrachera es la que da conclusión al areyto. Esto quando el areyto es solemne é fecho en bodas ó mortuorios ó por una batalla, ó señalada victoria é fiesta; porque otros areytos hacen muy á m enudo, sin se emborrachar. E assi unos por este vicio, otros por aprender esta manera de música, todos saben esta forma de historiar, é algunas veces se inventan otros cantares y danzas semejantes por personas que entre los indios están tenidos por discretos é de mejor ingenio en tal facultad.”

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