Los refugiados sirios que entran a Europa por el círculo polar ártico, en bicicleta
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Ubicado 344 kilómetros al norte del círculo polar ártico y con temperaturas de hasta -30º centígrados en invierno, la localidad noruega de Storskog no podría parecer más alejada de ese hervidero de problemas que es Medio Oriente.
Pero el tranquilo puesto fronterizo –el único en toda la frontera entre Rusia y Noruega– se ha convertido en la puerta de entrada a Europa de un número cada vez mayor de solicitantes de asilo provenientes de Siria y países vecinos.
"Todo empezó en febrero, con nada más unos cuantos: cinco o seis personas, que cruzaron desde Rusia", le dice a BBC Mundo Stein Kristian Hansen, el superintendente de policía a cargo del puesto de frontera.
"Pero en julio los números empezaron a aumentar. Y desde entonces hasta hoy se ha producido una verdadera explosión: sólo en lo que va de Octubre han cruzado más de 500", agrega.
Hansen estima que el 75% son de nacionalidad siria, con iraquíes y afganos concentrando el resto de las solicitudes.
Y sí, confirma: la gran mayoría llega desde Rusia en bicicleta.
"No está permitido caminar en el lado ruso de la frontera, hay que cruzar sobre ruedas, así lo establece la legislación rusa", explica el superintendente.
"Pero si uno intenta cruzar en auto con gente que no tiene su documentación en regla, se arriesga a ser investigado por tráfico de personas. Así que la mayoría no tiene más opción que la bicicleta", cuenta.
La "ruta del Ártico"
Como cabe esperar en esta zona del Ártico, durante buena parte del año el frío y la nieve pueden ser un problema.
Pero nada más cinco kilómetros separan Storskog de Borisglebsky, en el lado ruso de la frontera.
Además, para muchos el corto trayecto sobre dos ruedas es el tramo final de una travesía mucho más extensa.
Y la denominada "ruta del Ártico" también ha resultado mucho más rápida, barata y segura que la mayoría de las empleadas por los sirios para tratar de llegar a territorio europeo.
El diario The Wall Street Journal, por ejemplo, recogió en agosto el testimonio de un profesor que logró hacer el viaje desde Beirut a un costo de US$2.400, una cantidad similar a la que pueden llegar a cobrar los traficantes que operan la mucho más corta –pero más peligrosa– ruta marítima hacia Italia o Grecia.
Y el trayecto de casi 4.000 km fue negociado en nada más tres días: avión a Moscú, tren a Murmansk y taxi hasta la frontera ruso-noruega, donde alguien seguramente está haciendo un excelente negocio vendiendo bicicletas.
"Ahorita hay cientos de bicicletas abandonadas en Storskog", cuenta Tor Sandø, periodista del diario local Sør-Varanger Avis, al ser interrogado sobre el impacto que la oleada de migrantes ha tenido en su municipio.
Y, según Sandø, las 150 camas del albergue provisional de Sør-Varanger, el Fjellhallen, están ocupadas, así que algunos han tenido que ser hospedados en hoteles.
"La situación es verdaderamente excepcional, en el sentido que no estábamos acostumbrados a recibir un número significativo de solicitudes de asilo en esta frontera", explica el director de la oficina noruega de Inmigración, Frode Forfang.
"Mientras que la semana pasada una de cada cinco solicitudes de asilo hecha en el país se hizo acá. Así que necesitamos hacer ajustes, vamos a tener que construir nuevas instalaciones, etcétera", agrega.
"Vengan a Noruega"
Sin importar las circunstancias, las autoridades migratorias noruegas aseguran el alojamiento, alimentación y atención médica de todos los solicitantes de asilo mientras evalúan sus casos, lo que para los sirios puede llegar a tomar hasta cinco meses.
Y entre enero y septiembre de este año, el gobierno de Noruega le dio respuesta favorable a 8 de cada 10 solicitudes de asilo presentadas por sirios, lo que también puede ayudar a entender lo que está pasando en la remota frontera.
"Más y más sirios están mandando mensajes a casa y diciéndole a los suyos: vengan a Noruega", le dice Sandø a BBC Mundo.
Y ese mensaje parece estar impulsando incluso a aquellos que se habían establecido en territorio de Rusia, país con el que Siria siempre ha mantenido lazos bastante estrechos.
"Una de las familias con las que hablé había llegado a Rusia hace ya más de un año. Pero muchos dicen que no les gustan las condiciones allí, que prefieren probar en Occidente", cuenta el periodista del Sør-Varanger Avis.
Pero otros están llegando directamente de Medio Oriente, aprovechando los lazos entre Rusia y Siria únicamente para gestionar una visa que les permita escapar del conflicto y acercarse a Noruega.
"Hay una mezcla de los dos grupos: de gente que tiene hasta la nacionalidad o al menos un permiso de residencia ruso, y otros que nada más han empleado a Rusia como territorio de paso", explica el director Forfang.
Y, según el funcionario, en las actuales circunstancias, los miembros del primer grupo solo recibirían una respuesta positiva en circunstancias muy excepcionales.
"En Noruega, hay mucha comprensión para aquellos que llegan huyendo de la guerra en Siria, pero también hay preocupación por el número creciente de solicitantes de asilo", explica Forfang.
"Y queda la sensación de que Rusia está permitiendo que esto pase", dice del impresionante aumento de sirios que solicitan asilo en la remota frontera.
Por lo demás, el superintendente Hansenno cree que la oleada por el Ártico vaya a detenerse durante el invierno.
"¡Por supuesto que estábamos bajo cero!", dice cuando se le pregunta por aquel día de febrero en el que los primeros refugiados sirios cruzaron por Storskog.
Eso no detuvo a los sirios que llegaron hasta allá en busca de una mejor vida, así como las muertes en el mediterráneo tampoco han logrado detener a los desesperados migrantes.
Lo que parece confirmar que incluso el Ártico terminó definitivamente involucrado en el conflicto sirio.
Aunque sea nada más como una vía de escape.
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