Capilla Santa Ana en la Catedral de Burgos
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La actual capilla de la Concepción en la Catedral de Burgos se levantó
en las que por entonces eran las capillas de Santa Ana y San Antolín,
debido a ello en la actualidad este singular espacio ubicado en la nave
del Evangelio de la catedral burgalesa también se conoce como Capilla de
Santa Ana. La obra representa una de las capillas funerarias más bellas
de época gótico – isabelino. A finales de la Edad Media comenzó a
surgir un nuevo sentimiento entre los feligreses cristianos que les
llevaba a aceptar que tras la muerte, el alma debía purgarse para
posteriormente llegar al paraíso; en gran medida este lance estaría
determinado por la cantidad de misas y oraciones que los vivos
realizasen por el alma del difundo y es precisamente esta nueva
concepción de la Parusía la que explica la proliferación de capillas
funerarias en la época.
La obra fue mandada construir por el entonces obispo de la Catedral
de Burgo, Don Luis de Acuña y Osorio, en torno al año 1477 y los trabajos recayeron sobre el maestro de la Catedral, Juan de Colonia.
Colonia, fue una de las figuras arquitectónicas más influyentes de la
época sin embargo su avanzada edad no le permitió ver completada la obra
y el encargo pasó a manos de su hijo, el también arquitecto Simón de
Colonia.
En sí la planta de la capilla es un espacio formado por tres rectángulos superpuestos que se cubre con dos bóvedas estrelladas – una de seis y la otra con cuatro puntas- típicas de la arquitectura castellanoleonesa de la época. El acceso a la capilla se realiza a través de dos puertas diferentes que se correspondían con cada una de las puertas de las capillas anteriores; el cerramiento se realiza por una preciosista reja atribuida a Luis de Parendes.
Ya en el interior de la capilla nos encontramos con el arcosolio que alberga el cuerpo de uno de los hombres de confianza del obispo, el arcediano Don Fernando Díaz de Fontepelayo. Se trata de un monumento funerario adosado a la pared que parece ser fue realizado por Siloé; en él se representa la figura del yacente tumbado y acogido dentro de un arco apuntado. El conjunto aparece decorado con relieves de la Natividad y la Adoración de los Magos.
Pero sin lugar a dudas lo más destacado de toda la capilla es el magnífico retablo realizado en madera dorada y policromada; se considera que ésta es una de las primeras obras que Gil de Siloé realiza en la capital burgalesa y que le otorgó más fama. Se trata de un espléndido retablo dividido en banco, el cuerpo principal con tres calles y el ático cuyo tema central es la estirpe sagrada de la Virgen María. Siloé trabajó en colaboración con el artista Diego de la Cruz quién se encargó de la policromía y juntos realizaron una de las obras más significativas de la catedral burgalesa.
En el interior de la capilla también se encuentra el sepulcro exento del obispo Acuña y un altar dedicado a Santa Ana.
En sí la planta de la capilla es un espacio formado por tres rectángulos superpuestos que se cubre con dos bóvedas estrelladas – una de seis y la otra con cuatro puntas- típicas de la arquitectura castellanoleonesa de la época. El acceso a la capilla se realiza a través de dos puertas diferentes que se correspondían con cada una de las puertas de las capillas anteriores; el cerramiento se realiza por una preciosista reja atribuida a Luis de Parendes.
Ya en el interior de la capilla nos encontramos con el arcosolio que alberga el cuerpo de uno de los hombres de confianza del obispo, el arcediano Don Fernando Díaz de Fontepelayo. Se trata de un monumento funerario adosado a la pared que parece ser fue realizado por Siloé; en él se representa la figura del yacente tumbado y acogido dentro de un arco apuntado. El conjunto aparece decorado con relieves de la Natividad y la Adoración de los Magos.
Pero sin lugar a dudas lo más destacado de toda la capilla es el magnífico retablo realizado en madera dorada y policromada; se considera que ésta es una de las primeras obras que Gil de Siloé realiza en la capital burgalesa y que le otorgó más fama. Se trata de un espléndido retablo dividido en banco, el cuerpo principal con tres calles y el ático cuyo tema central es la estirpe sagrada de la Virgen María. Siloé trabajó en colaboración con el artista Diego de la Cruz quién se encargó de la policromía y juntos realizaron una de las obras más significativas de la catedral burgalesa.
En el interior de la capilla también se encuentra el sepulcro exento del obispo Acuña y un altar dedicado a Santa Ana.
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