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El "síndrome de los padres exigentes" en la antigua Roma
Vía: BBC News Magazine | 16 de Abril de 2012 (traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Foto: La estatua de Quintus Sulpicius Máximus se encuentra en un pedestal con vistas a la Piazza Fiume, en una concurrida intersección de calles en el centro de Roma.
Tiene un rollo de papel en la mano, como corresponde a un joven poeta, y aunque él es sólo un niño, lleva una toga, el vestido formal de un ciudadano romano.
La estatua original fue erigida -con el corazón roto- por sus orgullosos padres, y fue llevada a los Museos Capitolinos. La versión que hay en la plaza es una reproducción, y una segunda copia (en la foto) se puede ver en el Museo de la Civilización Romana.
Notas: Ver al final del post.
Por Mary Beard, profesora de Clásicas en la Universidad de Cambridge:
¿Cómo fueron los romanos en realidad? Diferentes a nosotros de muchas maneras, pero hay mucho que nos resulta muy cercano de su vida en familia y de la crianza de los hijos en particular.
En el año 94 a.C., el joven
Quintus Sulpicius Maximus murió.
Fue un muchacho romano que vivió sólo 11 años, cinco meses y 12 días, y que había participado recientemente en un concurso de poesía para adultos, una especie de
"Roma tiene talento". Él había compuesto e interpretado un largo poema en griego.
Y, a pesar de que, en realidad, no había ganado, todos coincidieron en que lo había hecho extraordinariamente bien para su edad. Lo triste es que, sólo unos pocos meses más tarde, cayó muerto.
Sabemos esto porque su tumba aún se conserva, levantada por sus dolidos padres. Hay una pequeña estatua de él en el centro vestido con su toga, y su poema está grabado enteramente sobre la piedra con el fin de que todo el mundo supiera lo brillante que era.
¿Cómo había muerto? Tal como sus padres explican, tuvo un colapso debido al excesivo y duro trabajo realizado.
Por tanto, ¿fue el pequeño
Sulpicius un prodigio, arrebatado por la muerte ante un público expectante? ¿O fue la víctima de unos padres muy exigentes, como todos esos chicos actuales presionados por su padre en matemáticas para que logren acaparar los titulares periodísticos al conseguir un nivel A cuando solo tienen seis años?
Quién sabe. Pero mi apuesta es que se trata de un desagradable caso de el "síndrome del padre exigente". En efecto, esta familia romana nos recuerda una lección universal sobre la crianza de los hijos: que es una buena idea dar a los niños un descanso de vez en cuando.
Sin embargo, tal vez no deberíamos ser demasiado duros con los padres de Sulpicius. Pues, más de lo que nosotros hacemos hoy en día, los romanos habitualmente invertían en sus hijos.
La afligida pareja que puso este monumento a su hijo eran ex-esclavos. Liberados por su dueño, ahora tenían que valerse por sí mismos. Un poeta famoso en la familia habría hecho, ciertamente, maravillas en sus finanzas.
Y en un nivel menos atractivo, en un mundo sin pensiones o seguridad social, ellos necesitaban realmente de algunos hijos que los cuidaran en la vejez. No muchos de ellos, sin embargo, o, de otro modo -casi tan caros como hace 2.000 años son los niños ahora-, ellos tendrían que comer fuera de casa.
Esto fue un cálculo que la mayoría de los romanos encontraron difícil de conseguir. No había en el mundo antiguo tal cosa como una planificación familiar segura.
Los médicos romanos recomendaban tener relaciones sexuales en la mitad del ciclo menstrual de la mujer si deseaban evitar el embarazo (como sabemos ahora, es precisamente el momento en el que hay mayor probabilidad de quedar embarazada). Por no hablar de la gama de cremas anticonceptivas, casi completamente inútiles, y de las pociones que ellos vendían.
El hecho es que debió haber habido un gran número de bebés no deseados. Muchos de ellos habrían sido literalmente arrojados sobre un vertedero de basura para ser "rescatados", tal vez, por un transeúnte y convertirlos en esclavos.
El cálculo del tamaño de la familia se hizo aún más complicado por las terribles tasas de mortalidad infantil antes de la medicina moderna. En la antigua Roma aproximadamente la mitad de los niños nacidos habrían muerto antes de que tuvieran 10 años.
En cierto modo
Sulpicius no lo había hecho tan mal. Todavía tenemos miles y miles de conmovedores monumentos dedicados a bebés y niños pequeños eliminados por la enfermedad o por un terrible accidente.
Debió haber un montón de familias que pensaban que habían acertado si tenían cinco bebés que sobrevivieran, únicamente para tener a uno solo unos pocos años más tarde. Otros podían tener el problema opuesto, pues, por la lotería de tener buena salud, acababan con ocho bocas hambrientas que alimentar.
La cuestión fundamental era que usted tenía que poner a los niños a trabajar para la supervivencia de la familia.
Si usted tenía un poco de dinero extra (dado que la educación en Roma no era gratis) podía decidir maximizar sus posibilidades enviando a los chicos a la escuela. Sólo los chicos, pues parte de la vida de las chicas era tener hijos y no se necesitaba ir a la escuela para eso.
Si la familia no tenía dinero extra, había que trabajar de un modo más duro. Eso no era sólo en la tienda familiar o en el taller (donde muchos chicos trabajan aún hoy en día). Algunos esqueletos de niños de tan sólo cinco o seis años se han excavado cerca de Roma. Todos muestran signos de un trabajo físico duro, probablemente en la industria de la lavandería.
Dudo que muchos romanos hubieran llamado a su infancia "los días más felices de sus vidas". Podría ser oscura y literalmente mortal.
Pero al mismo tiempo -y esto para mí es la lección más feliz-, el afecto entre los padres romanos y sus hijos, por no mencionar el carácter de los niños, brilla en la oscuridad, incluso en sus lápidas (que es el único vestigio que la mayor parte de ellos han dejado).
¿Tal vez el joven
Sulpicius tuvo un lado más travieso? (Sólo podemos adivinarlo). Pero mi propia debilidad es por una niña romana, llamada
Geminia Agathe Mater, que murió cuando ella tenía apenas cinco años, siete meses y 22 días de edad.
Esta no era una dulce criatura vestida de rosa, sino una verdadera marimacho romana. Tenía la cara más de un niño que de una niña, explica el epitafio, con el pelo rojo, muy corto en la parte superior y creciendo a lo largo de la espalda, una pequeña alma alegre, la favorita de todos, a quien algo malo dañó.
No llores por ella, dice la lápida. Se divirtió mucho. Y aún podemos imaginarla 2.000 años más tarde.
Notas:
1.- Sulpicius era romano, pero escribía poemas en griego. Esto no es sorprendente, bastantes romanos cultos eran, efectivamente, bilingües. En este caso, sin embargo, hay razón para pensar que su padre era de origen griego.
El epitafio lo nombra como
"Quintus Sulpicius Máximus", hijo de
Quintus, de la tribu Claudia (todos los ciudadanos eran asignados a una de las 35 tribus). Así es se hacía referencia a un romano nacido libre: nombre completo, nombre del padre y la tribu.
También nos enteramos de que murió a los 11 años, cinco meses y 12 días. ¿Cómo lo sabían? Sólo el cielo lo sabe. ¡No había certificados de nacimiento!
2.- Se supone que
Sulpicius había producido sus versos en el acto, mediante la improvisación, como un rapero. Pero el hecho de que sean tan largos (más de una página de texto en la traducción moderna), y que los padres hayan inscrito el texto en la tumba, hace sospechar que él los había preparado de antemano y los había aprendido.
En el epitafio explican que ponen el texto en la tumba para que nadie asumiera que su amor por su hijo les había llevado a sobrestimar sus habilidades poéticas. Una lectura atenta del epitafio también revela que en realidad no ganó la competición. Él sólo llegó lejos "con honor".
3.- Consagrado a los espíritus de los muertos. Para
Quintus Sulpicius Máximus, hijo de
Quintus, de la tribu
Claudia, en el hogar de la ciudad de Roma. Vivió 11 años, 5 meses y 12 días. Este niño, inscrito por su talento entre 52 poetas griegos, en la 3ª de la 5ª celebración anual de la competición, convirtió en admiración la simpatía despertada por su corta edad, y se fue con honor. Los versos improvisados que pronunció se inscriben aquí, así que sus padres no pueden parecer que se han dejado influir por la aflicción.
Quintus Sulpicius Eugramus y Licina Ianuaria, sus desdichados padres, han puesto este monumento a su más benevolente hijo, para sí mismos y sus descendientes.
4.- Los padres de
Sulpicius añadieron algunos versos griegos por su cuenta. Las líneas tres y cuatro dicen por qué murió: "La enfermedad y el cansancio me destrozaron, porque me dediqué a las musas mañana, tarde y noche". En otras palabras, trabajó hasta la muerte.
En el epitafio el padre se llama
Quintus Sulpicius Eugramus. El nombre final es claramente reconocible para un romano como griego. La falta de alguna referencia a su respectivo padre sugiere que él nació esclavo, si bien su hijo era un ciudadano nacido libre. Es un pequeño ejemplo de la movilidad social, y puede ser por eso que los padres eran tan apremiantes, o, al menos, tan interesados en el éxito de su hijo.
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