En tiempos guerrillas de Caamaño todo se informaba, por si acaso
Por Ángela Peñaa.pena[@]hoy.com.do
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Pablo Rafael Casimiro Castro estuvo equivocado si pensó que era de nuevo hombre libre cuando en el Palacio de la Policía Nacional lo despacharon el 11 de febrero de 1973 tras investigarlo por el accidente de vehículo que sufrió en la intersección de las calle Barahona y María de Toledo. Al entonces dirigente del Partido Revolucionario Dominicano le estuvieron siguiendo los pasos hasta marzo, cuando ya había sido aniquilado el foco guerrillero de Francisco Alberto Caamaño.
El general José Ernesto Cruz Brea informó a Balaguer del choque del carro placa 102-768 que conducía el político y le comunicaba que este estuvo detenido cuatro horas.
Le siguieron hasta el local del PRD, en la avenida Independencia, “donde conversó unos 30 minutos con un grupo de sus seguidores” y es probable que continuaran vigilándolo porque el 14 de marzo el jefe de la Policía reportó al Presidente que Casimiro y varias personas colocaron una foto del profesor Juan Bosch frente a las cámaras de los periodistas “manteniendo la misma iluminada por varios minutos, tomando fotografías de ella” los reporteros.
Era fuerte la obsesión gubernamental en todo lo relacionado con el líder máximo del PRD. Siguieron tras los comunicadores que abordaron un concho del transporte urbano, placa 81-564, y se desmontaron en el hotel Comercial.
Los perseguidos no tienen nombres exóticos pero quizá eran corresponsales de prensa extranjera pues se encontraban hospedados en el establecimiento. Los agentes secretos los identificaron como Pedro Pablo Hernández, Cayetano Mesa y Ángel Fernández Marrero.
Por otro lado, aunque Enrique Pérez y Pérez, Ramón Emilio Jiménez y José Indalecio Peral Brea informaban de incidentes que en apariencia no guardaban relación con el desembarco de playa Caracoles, Cruz Brea los superó. El 8 de febrero comunicó a Balaguer que desconocidos lanzaron una bomba molotov por una ventana del subcomité del Partido Reformista en Los Mina, que al hacer explosión quemó una bandera dominicana y algunos documentos de la agrupación. Había dos serenos que al oír el estruendo huyeron.
Más extraño que ese caso fue el del soldador Jesús María Espinal al que le explotó un tanque de thinner en la Presidente Vásquez esquina Jesús de Galíndez y le ocasionó una herida leve en la nariz que no necesitó atención médica, afirmaba.
También insignificante para ocupar el tiempo de un mandatario fue el que detuvieran al haitiano Isaac Feliz y al nacional David Sánchez Robles porque salieron corriendo cuando vieron una patrulla mixta. El marinero Marcelino García, de la Marina de Guerra, disparó al aire.
El 11 de febrero, Balaguer se enteraba de que el norteamericano John Edwin, de la Policía de Chicago, fue atracado en Haina por Pablo Rosario Richard y Ramón Antonio Ramírez Izquierdo. Lo despojaron de 90 dólares, dos cheques viajeros de 10 dólares, un reloj marca Longe, una cartera con documentos personales, un carro Saab “en el cual traía gratuitamente a sus atacantes hacia la capital” desde San Cristóbal. Los “sujetos” confesaron y devolvieron todo menos nueve dólares, según el reporte.
El 12 de febrero se le comunicaba que al jeep placa 3136, del Banco Agrícola, que conducía el perito agrónomo Luis Frank Feliz Pérez, desconocidos le rociaron gasolina y le quemaron la carrocería. Capturaron para investigar a Feliz Pérez, José Santos Rodríguez, Luis García, José Frank Sosa y perseguían a William Mieses “y otros que emprendieron la fuga”.
Ocuparon la emisora de radioaficionados a Juan Rodríguez Velázquez, en Cotuí y la de Hermógenes Casado Matos y Etanislao Antonio Matos en San José de Ocoa y se apropiaron de un transmisor de radioaficionados, dos mapas de la República Dominicana, un código de telegrafía y otros objetos. Cruz Brea reconoce que las estaciones operaban sujetas a la ley pero anota que las reabrirán “cuando las circunstancias lo permitan”. En otros sitios procedieron igual con otras.
El 15 de febrero hubo alarma porque una patrulla policial llamó para informar que frente a la casa número nueve de la avenida Independencia, “atado a un poste del tendido eléctrico, había un artefacto explosivo. Un técnico de la institución fue corriendo al lugar y neutralizó la aparente bomba “comprobando que se trataba de tres baterías para camión que no representaban peligro”.
Tan sorprendente como los citados fue el pasquín que causó tanto pavor en los altos mandos castrenses, supuestamente escrito por Bosch. No tiene su firma pero aparece como si lo hubiese redactado él. “¡Asilo diplomático no!” ¡Lucha al frente del pueblo y en el seno del pueblo sí!”. “Ni el mentiroso ni el cojo pueden ir muy lejos”, reza, y demanda el cese de los allanamientos y abusos de poder. “Ahora resulta que a mí no se me está persiguiendo pero se me sigue un proceso secreto sin que nadie sepa de qué se me acusa. ¡Procesos secretos no!”, expresa entre otras cosas. Concluye con una frase de Martí.
Se reparten el botín guerrillero. El material ocupado a los guerrilleros se distribuyó así: Las armas fueron enviadas al intendente general del Material Bélico de las Fuerzas Armadas; las mochilas de loma al jefe de Estado Mayor del Ejército; las herramientas médicas y dentales al director general del Cuerpo Médico y Sanidad Militar de las Fuerzas Armadas.
Las prendas civiles de vestir se las entregaron a los miembros que prestaban servicio especial en el J-2 “para ser utilizadas en servicios especiales”. Informan de cinco maletas sin especificar el contenido que depositaron “en la sección J-2 de esta Secretaría de Estado para ser utilizadas por ese departamento”.
Los generales Braulio Álvarez Sánchez y Francisco Amiama Castillo concluyen reportando que “las demás propiedades fueron incineradas por encontrarse en descomposición”. El memorándum es del 24 de enero de 1974.
Por su volumen, la elevada y delicada posición de los informantes, la figura preponderante a quien están dirigidos los informes: el Presidente de la República y el contenido de sus verdaderos o falsos reportes de Estado al que encabeza un “Todo por la Patria”, con este expediente se puede publicar un libro. Quedan en el tintero infinidad de arrestos y registros domiciliarios.
El 19 de febrero Jiménez hijo había recibido recortes de los periódicos Ya, ABC, Pueblo e Informaciones, enviados por José Aquiles Medina, “Ministro consejero, Encargado de Negocios a.i.” en los que se publicaron estos titulares: “Muere el ex coronel Caamaño”, “Mataron a Caamaño”, “Caamaño muerto por las tropas del gobierno”, “El ex coronel Caamaño será enterrado en la Sierra de Ocoa”; “Bosch y otros dirigentes de la oposición dominicana continúan escondidos”. “Caamaño muerto por el Ejército”, “El fin de la guerrilla”.
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