miércoles, 5 de septiembre de 2012

NOTA SOBRE LA EVOLUCION ECONOMICA DE LA VEGA EN EL SIGLO XIX


NOTA SOBRE  LA EVOLUCION  ECONOMICA DE LA VEGA EN EL SIGLO XIX.
Fuente: Mario Concepción. Revista eme-eme, Estudios Dominicanos, Volumen II, Núm. 9, noviembre-diciembre1973, págs... 3/14, editada  por la UCAMAYMA, Santiago RD.
A pesar de la importancia alcanzada en sus primeros años como centro  colonial, la Concepción de La Vega, estuvo una vida inestable por carecer de una economía  firme, toda vez que su principal actividad la constituyó la explotación de minas de oro, que fue de corta duración debido a la escasez de mano de obra, y a la emigración de la mayoría de sus habitantes como consecuencia de los nuevos descubrimientos.
Con relación a la agricultura, esta hubiera podido contribuir a  mejorar la situación, se  limitaba a los tradicionales cultivos de la yuca y del maíz del aborigen. El algodón, la cañafístola, el jengibre y el añil y otros cultivos más, sus plantaciones fueron muy incipientes 
Aunque se le proveyó de armas nobiliarias y se  le hizo asiento del primer obispado regularmente establecido, no sólo en la isla  sino en la Indias Occidentales, (el Nuevo Mundo), ya para el 1525 estaba la ciudad en plena decadencia,  teniendo el Rey que dictar providencias encaminadas a sus repoblación, no produciendo resultado positivo alguno las disposiciones continuando la misma vida lánguida hasta su destrucción  por el terremoto del 1562.
Trasladados sus pocos supervivientes a la orilla meridional del río Camú, a unas  dos leguas del primitivo establecimiento, fue aún más triste el panorama de La Vega, puesto que ya  había edificaciones sólidas, sino  que la población  se alojó en rústicas viviendas y se  dedicó exclusivamente a la crianza de ganado en escala  doméstica, así como al cultivo de frutos menores más bien  para su alimentación 
Sobre la situación de La Vega, hay una declaración  del último decenio del siglo XVI,  que expresa  que “según las informaciones hecha  y la relación que se ha extendido, la ciudad de La Vega,  tendrá hasta treinta vecinos, casi todos pobres y con casas pajizas, y así el ganado de esta ciudad ( Santo Domingo) como de La Vega  y demás lugares de esta isla ha venido en gran disminución  por mucho que se le deje criar y se ha perdido en los grandes montes que se  han criado de guayabas, y montes, así mismo se han perdido casi todos los ingenios de azúcar y el jengibre tiene poco valor ( Américo Lugo, Historia  de Santo Domingo, Edad media  de la isla Española. Editorial Librería Dominicana, 1952, pp 78/79).
Hacia 1598, hay otra relación , que consigna: “ Que la ciudad de La Vega era ciudad de solo nombre, con  no más de 17 casas  de paja ( bohíos), que no tenía calle ni plaza,. Sino que los vecinos andaban de casa en casa por trillos que sus pasos abrieron por entre los guayabales y brocales (Fray  Cipriano  de Utrera. El Obispado de La Vega, en Dilucidaciones Histórica, Imprenta Dios y Patria, 1927,
Para 1606, contaba la ciudad con 40 vecinos, incluyendo un zapatero,  un sastre,  y un tratante,  así como un escribano, existiendo 11 criadores de vacas y 15 estancias de yuca y maíz y otros frutos menores. (Censo de Osorio, en Relaciones Históricas de Santo Domingo, por Emilio Rodríguez Demorizi, Editorial Montalvo, 1949  Tom. II, pp 410 y 436/37). Así  va naciendo lo que se llamaría la economía del  hato, aunque endeble. Como consecuencia de las devastaciones de los pueblos de la Banda del Norte, se opera entonces el traslado de algunos hatos a la jurisdicción de La Vega
Así continuo el mismo ritmo de vida rudimentaria, surgiendo poco a poco el cultivo de mayor escala  del tabaco, heredado del Indio,  lo que  propicia la  elaboración del cigarro, no ya en forma  casera, sino con vista al establecimiento  como oficio, que vino a construir una de las principales ocupaciones  por mucho tiempo.
Aparece entonces una especie de artesanía  con el herrero que concesionaba las herradura para el caballo, el talabartero  que se dedica a hacer  las sillas ´para montarlo, la baulería que se ofrece a la falta de armario, el tornero que  provee el envase para el aguardiente  del alambique, quehacer junto al fabricante de  ladrillos, al  que asierra a mano la madera y al que elabora la cal. Van profijando la pequeña industria, que son  el sastre, el zapatero, y la costurera, y  la pulpería que se surte principalmente de la plaza  de Santiago por medio de la recua,  van dando animación a la aldea que aspira a pueblo.
En cuanto a la diversión de los vecinos se limitaban éstas a la asistencia  del juego de gallos o  a un  paseo a caballo o  a uno que otro baile familiar,  aguardando las tradicionales fiestas patronales de La Antigua y de Las Mercedes, que constituían  entonces y hasta muchos años después , verdaderos acontecimientos. Tal  género de vida solo se alteraba cuando  los  moradores en aptitud tenían que acudir a la defensa de la plaza de Santo Domingo  con motivo de las frecuentes amenazas de invasiones por mar. En 1681, conforme  información hecha en ese año, se dice de La Vega,  que “tiene 30 o 35 bohíos entre grandes y chicos, malos y buenos. Las ´personas  de confesión son 434, los 48 españoles, los 38 esclavos, los demás  pardos y mulatos libres. Un hospital por el suelo. La iglesia a medio hacer y cubierta de palmas  y sin puertas. “(Fray Domingo Fernández de Navarrete, Arzobispo de la Isla.- Relación  de las Ciudades, Villas y Lugares de la Isla Española, publicada en la Revista Clío, fascículo III, mayo-junio 1934, PP. 93)
Al comenzar el Siglo XVIII la población cuenta con 90 casas, y más tarde se  informa que tiene unas 900 personas. Todavía  en el 1739,  dice una relación, que “La Vega tiene una iglesia algo maltratada.. Tres cofradías muy pobres.. la  que llaman plaza es una laguna y para admistrar los sacramentos en ella es menester ir a caballo..3000 personas la habitan tan pobres como Job, de estas 450 hombres de armas (Domingo Pantaleón Álvarez de Abreú, su Arzobispo, Compendiosa Noticia de la Isla de Santo Domingo, publicada en la Revista Clío, fascículo III, mayo-junio 1934, PP. 95)
Ya  en 1785, La Vega cobró una  nueva  vida, debido  a la favorable reacción que se operó en la colonia con  motivo del establecimiento del libre comercio, que trajo como consecuencia la creación en Montecristi  como puerto neutral y la repoblación de Puerto Plata. Al llegar el día de la cesión de la parte española de la isla a Francia, esto es el 1795, las principales personas de La Vega, incluyendo mujeres, que  ya la había representativas, hacen una exposición al Rey  sobre  los males que acarraría tal disposición, obligándolo a  emigrar, reclamo que no mereció  ser acogido por el soberano. (Manuel Arturo Peña  Batlle. Tratado de Basilea, Desnacionalización de  Santo Domingo Español, Impresora Dominicana, 1952, pp 52)
El Pbro. Francisco de Amézquita, considerado como el primer  historiador que tuvo La Vega,  dice de estos días cruciales. Entonces, esto es,  en la época de la cesión de la parte española de la Isla contaría con la población de diez a once mil almas más o menos incluyendo sus partidos de  Moca y La Torre, no obstantes ser los  habitadores  de uno y otro dodos o la mayor parte vecinos de Santiago, con trece mil  reses vacunas más o menos con mucha abundancia de crianza de toda especies de animales y con una agricultura aunque algo escasa y desprovista, era sin comparación  mucho más ventajosa y de mayor provecho que la que había .( Pbro. Pablo Francisco Amésquita, carta al Gobernador Haitiano Placide Lebreun, en fecha 30 de abril de 1822, publicada en folleto por la Sociedad La Progresista. Imp. La Información, Santiago, 1935)
Viene el siglo XI. Hay  un anhelo de superación, pero se produce un  infausto suceso, derivado de la cesión  en favor de Francia; el incendio  que a su paso dejan las tropas haitianas mandada por Dessalines, en su retirada de la ciudad de Santo Domingo. Se redujo la población  a la iglesia y a dos casas de mampostería, retrasándose en consecuencia  aún más el  progreso vegano.

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