NOTA SOBRE LA EVOLUCION ECONOMICA DE LA VEGA EN EL SIGLO XIX.
Fuente: Mario Concepción. Revista eme-eme, Estudios Dominicanos,
Volumen II, Núm. 9, noviembre-diciembre1973, págs... 3/14, editada por la UCAMAYMA, Santiago RD.
A pesar de la
importancia alcanzada en sus primeros años como centro colonial, la Concepción de La Vega, estuvo
una vida inestable por carecer de una economía
firme, toda vez que su principal actividad la constituyó la explotación
de minas de oro, que fue de corta duración debido a la escasez de mano de obra,
y a la emigración de la mayoría de sus habitantes como consecuencia de los
nuevos descubrimientos.
Con relación a la
agricultura, esta hubiera podido contribuir a
mejorar la situación, se limitaba
a los tradicionales cultivos de la yuca y del maíz del aborigen. El algodón, la
cañafístola, el jengibre y el añil y otros cultivos más, sus plantaciones
fueron muy incipientes
Aunque se le proveyó de
armas nobiliarias y se le hizo asiento
del primer obispado regularmente establecido, no sólo en la isla sino en la Indias Occidentales, (el Nuevo
Mundo), ya para el 1525 estaba la ciudad en plena decadencia, teniendo el Rey que dictar providencias
encaminadas a sus repoblación, no produciendo resultado positivo alguno las
disposiciones continuando la misma vida lánguida hasta su destrucción por el terremoto del 1562.
Trasladados sus pocos
supervivientes a la orilla meridional del río Camú, a unas dos leguas del primitivo establecimiento, fue
aún más triste el panorama de La Vega, puesto que ya había edificaciones sólidas, sino que la población se alojó en rústicas viviendas y se dedicó exclusivamente a la crianza de ganado
en escala doméstica, así como al cultivo
de frutos menores más bien para su
alimentación
Sobre la situación de
La Vega, hay una declaración del último
decenio del siglo XVI, que expresa que “según las informaciones hecha y la relación que se ha extendido, la ciudad
de La Vega, tendrá hasta treinta
vecinos, casi todos pobres y con casas pajizas, y así el ganado de esta ciudad
( Santo Domingo) como de La Vega y demás
lugares de esta isla ha venido en gran disminución por mucho que se le deje criar y se ha
perdido en los grandes montes que se han
criado de guayabas, y montes, así mismo se han perdido casi todos los ingenios
de azúcar y el jengibre tiene poco valor (
Américo Lugo, Historia de Santo Domingo,
Edad media de la isla Española.
Editorial Librería Dominicana, 1952, pp 78/79).
Hacia 1598, hay otra
relación , que consigna: “ Que la ciudad de La Vega era ciudad de solo nombre,
con no más de 17 casas de paja ( bohíos), que no tenía calle ni
plaza,. Sino que los vecinos andaban de casa en casa por trillos que sus pasos
abrieron por entre los guayabales y brocales (Fray Cipriano de Utrera. El Obispado de La Vega, en
Dilucidaciones Histórica, Imprenta Dios y Patria, 1927,
Para 1606, contaba la
ciudad con 40 vecinos, incluyendo un zapatero,
un sastre, y un tratante, así como un escribano, existiendo 11 criadores
de vacas y 15 estancias de yuca y maíz y otros frutos menores. (Censo de Osorio, en Relaciones
Históricas de Santo Domingo, por Emilio Rodríguez Demorizi, Editorial Montalvo,
1949 Tom. II, pp 410 y 436/37).
Así va naciendo lo que se llamaría la
economía del hato, aunque endeble. Como
consecuencia de las devastaciones de los pueblos de la Banda del Norte, se
opera entonces el traslado de algunos hatos a la jurisdicción de La Vega
Así continuo el mismo
ritmo de vida rudimentaria, surgiendo poco a poco el cultivo de mayor
escala del tabaco, heredado del
Indio, lo que propicia la
elaboración del cigarro, no ya en forma
casera, sino con vista al establecimiento como oficio, que vino a construir una de las
principales ocupaciones por mucho
tiempo.
Aparece entonces una
especie de artesanía con el herrero que
concesionaba las herradura para el caballo, el talabartero que se dedica a hacer las sillas ´para montarlo, la baulería que se
ofrece a la falta de armario, el tornero que
provee el envase para el aguardiente
del alambique, quehacer junto al fabricante de ladrillos, al
que asierra a mano la madera y al que elabora la cal. Van profijando la
pequeña industria, que son el sastre, el
zapatero, y la costurera, y la pulpería
que se surte principalmente de la plaza
de Santiago por medio de la recua,
van dando animación a la aldea que aspira a pueblo.
En cuanto a la
diversión de los vecinos se limitaban éstas a la asistencia del juego de gallos o a un
paseo a caballo o a uno que otro
baile familiar, aguardando las
tradicionales fiestas patronales de La Antigua y de Las Mercedes, que
constituían entonces y hasta muchos años
después , verdaderos acontecimientos. Tal
género de vida solo se alteraba cuando
los moradores en aptitud tenían
que acudir a la defensa de la plaza de Santo Domingo con motivo de las frecuentes amenazas de
invasiones por mar. En 1681, conforme
información hecha en ese año, se dice de La Vega, que “tiene 30 o 35 bohíos entre grandes y
chicos, malos y buenos. Las ´personas de
confesión son 434, los 48 españoles, los 38 esclavos, los demás pardos y mulatos libres. Un hospital por el
suelo. La iglesia a medio hacer y cubierta de palmas y sin puertas. “(Fray Domingo Fernández de Navarrete, Arzobispo de la Isla.-
Relación de las Ciudades, Villas y Lugares
de la Isla Española, publicada en la Revista Clío, fascículo III, mayo-junio
1934, PP. 93)
Al comenzar el Siglo
XVIII la población cuenta con 90 casas, y más tarde se informa que tiene unas 900 personas.
Todavía en el 1739, dice una relación, que “La Vega tiene una
iglesia algo maltratada.. Tres cofradías muy pobres.. la que llaman plaza es una laguna y para
admistrar los sacramentos en ella es menester ir a caballo..3000 personas la
habitan tan pobres como Job, de estas 450 hombres de armas (Domingo Pantaleón Álvarez de Abreú, su Arzobispo, Compendiosa
Noticia de la Isla de Santo Domingo, publicada en la Revista Clío, fascículo
III, mayo-junio 1934, PP. 95)
Ya en 1785, La Vega cobró una nueva
vida, debido a la favorable
reacción que se operó en la colonia con
motivo del establecimiento del libre comercio, que trajo como
consecuencia la creación en Montecristi
como puerto neutral y la repoblación de Puerto Plata. Al llegar el día
de la cesión de la parte española de la isla a Francia, esto es el 1795, las
principales personas de La Vega, incluyendo mujeres, que ya la había representativas, hacen una
exposición al Rey sobre los males que acarraría tal disposición,
obligándolo a emigrar, reclamo que no
mereció ser acogido por el soberano. (Manuel Arturo Peña Batlle. Tratado de Basilea,
Desnacionalización de Santo Domingo
Español, Impresora Dominicana, 1952, pp 52)
El Pbro. Francisco de
Amézquita, considerado como el primer
historiador que tuvo La Vega,
dice de estos días cruciales. Entonces, esto es, en la época de la cesión de la parte española
de la Isla contaría con la población de diez a once mil almas más o menos
incluyendo sus partidos de Moca y La
Torre, no obstantes ser los
habitadores de uno y otro dodos o
la mayor parte vecinos de Santiago, con trece mil reses vacunas más o menos con mucha
abundancia de crianza de toda especies de animales y con una agricultura aunque
algo escasa y desprovista, era sin comparación
mucho más ventajosa y de mayor provecho que la que había .( Pbro. Pablo Francisco Amésquita,
carta al Gobernador Haitiano Placide Lebreun, en fecha 30 de abril de 1822,
publicada en folleto por la Sociedad La Progresista. Imp. La Información,
Santiago, 1935)
Viene el siglo XI.
Hay un anhelo de superación, pero se
produce un infausto suceso, derivado de
la cesión en favor de Francia; el
incendio que a su paso dejan las tropas
haitianas mandada por Dessalines, en su retirada de la ciudad de Santo Domingo.
Se redujo la población a la iglesia y a
dos casas de mampostería, retrasándose en consecuencia aún más el
progreso vegano.
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