LA DOMINICANIDAD COMO INFERIORIDAD. JOSÉ RAMÓN LÓPEZ Y EL
RACISMO SPENCERIANO (Ponencia leída en el
panel sobre la obra Escritos dispersos de José Ramón López, efectuado en la
Academia de Ciencias de la República Dominicana el 29 de abril de 2005. (N. del
E.)
Por Francisco Antonio Avelino.
Historiador, profesor de las Escuelas de Derecho e Historia y Antropología de
la UASD. Miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia.
Fuente: BAGN. No 115-4,
2006, ppas. 251/259
José Ramón López
(1866-1922) fue, tal vez, el primer dominicano que acogió por escrito las ideas
del spencerismo como piedra angular de su apreciación sociológica del pueblo
dominicano.
La complaciente
estimación de pesimista que se le ha atribuido, es siempre una aceptación
colectiva y generalizada de sociología racista del pesimismo europeo,
estadounidense e iberoamericano de la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestro
tiempo. Es una creencia, casi un “artículo de fe” de pensadores que oponen la
razón a la fe, sin darse cuenta que muchos criterios de las relativas” verdades
científicas” muchas veces se metamorfean en dogmas, sostenidos más por el
sentimiento que por la razón y la investigación empírica.
La división del mundo
en las “culturas”, “civilizaciones” inferiores y superiores es producto esencial
de esa ideología. No es responsable Joaquín Balaguer de esa definición del
pensamiento de López como pesimista, es simplemente la ideología racista que
muchos, las más de las veces, sin darse cuenta, llevan en lo profundo de su
ideas-sentimientos.
La filosofía de la
historia de Spencer aparentemente respaldada por las investigaciones de Darwin
acerca de la lucha por la vida del mundo animal, no parece tener en cuenta que
Darwin estudió los seres vivos animales, no los seres humanos. El spencerismo
fue una doctrina decimonónica desde que la antigüedad china y griega sostenía el
derecho de conquista de los superiores.
Sería muy conveniente que los periodistas y
escritores de nuestro país estudiaran la filosofía social spenceriana, además
del desarrollo completo del pensamiento social. Hay que tener muy en cuenta que
la filosofía social de Spencer es una cosmovisión holística (completa, total)
de los mundos, físico, biológico y humano.
La gran mayoría de los
historiadores de las ideas políticas dominicanas se limitan a resaltar la
excesiva importancia atribuida por López a la deficiente alimentación considerada
como causa de la degeneración fisiológica, intelectual y moral de los
dominicanos.
Se juzga esta apreciación como hipertrofia de
una de las causas de ese supuesto proceso de degeneración. En realidad, la mala
alimentación es una consecuencia necesaria de súper explotación económica que
las grandes potencias ejercen sobre los pueblos. La mayoría de los escritores que
especulan sobre la historia de las ideas de nuestro país, juzgaron muy
superficialmente los textos de José Ramón López.
Por otra parte, en La
alimentación y las razas, no hay únicamente una teoría nutricionista de la
decadencia de los pueblos, sino toda una
aplicación del spencerismo como método de interpretación de la historia. Los
pueblos “enclenques” jamás podrán ejercer la soberanía, sólo los pueblos “fuertes”,
las razas superiores, son los vencedores y dominadores.
El mundo ha cambiado
sucesivamente de dueño, pero siempre ha confiado el cetro a la raza más fuerte.
Es tan descaradamente racista su interpretación de la historia que preferimos
citarlo textualmente para que no se dude de nuestra interpretación:
“El mundo ha sido siempre del más fuerte, intelectual y materialmente,
porque conviene a los intereses y al destino de la humanidad que no impongan su
molde los de entendimientos y físicos raquíticos. Asirio, faraónico, griego,
romano, ibérico, inglés el mundo ha cambiado sucesivamente de dueño, pero
siempre ha confiado el cetro a la raza más fuerte, al tipo que reuniese a esa
hora de la historia las condiciones étnicas más recomendables. Digan lo que
quieran los enclenques,
jamás será de ellos
la soberanía, jamás contagiaran tranquilamente el más apartado rincón de la
tierra, de su miseria y de sus deficiencias. Hasta los confines del Polo irán
los hombres fuertes a sacudirlos de su inercia, a imponerle el vigor y la
civilización que neciamente perdieron o dejaron de adquirir”.1 (José Ramón López, “La
alimentación y las razas”, en El pesimismo dominicano, UCMM, 1975, p. 63. (Las
cursivas son mías, F.A.A.)
Parece un eco de
Sarmiento, y Alberdi, o tal vez solamente de Spencer. López expone estas ideas
como si fueran totalmente de su propia cosecha intelectual. 19 años después de
su publicación de La alimentación y las razas, (1896) en su libro La paz en la
República Dominicana, (1915), persiste en la infra valorización
de las razas no blancas y caracteriza al indio comparado con el español, a quien
consideraba a su vez inferior a otros blancos.
La formación
antropológica de López como la generalidad de los “sociólogos” decimonónicos
era tan precaria que sostenía un juicio a todas luces increíble, hasta estimar que
el cráneo de un indio es en tamaño semejante a un perro grande, veamos:
“Las calaveras que han sido encontradas en algunas
cavernas Comprueban que el indio quisqueyano era el tipo dolicocéfalo; Pero con
tan poca cavidad craneal que no era mucho mayor que la de un perro grande. En
la cueva de la Guácara, hay un relieve cincelado, de facturas prehistóricas, de
una cabeza braquicéfala; pero ese tipo se había extinguido cuando llegaron aquí
los Descubridores.”2 (José Ramón López. “La paz en la República
Dominicana”, en El pesimismo dominicano, UCMM, 1975, p. 101. (Las cursivas son
mías, F.A.A.)
Aceptando la
determinación racial de la historia, considera inferior la raza indígena
aseverando:
“De esa raza nada, o muy poco había que esperar para el
progreso. Los españoles, obligándola a trabajar diariamente, en condición de
repartida, o sea esclava, la extinguieron en pocos años. Sobre las tierras
donde vegetaron Caonabo y Anacaona vivió entonces y continúa viviendo hoy, la
descendencia de los españoles y de los negros africanos con quienes reemplazaron
éstos a los siervos quisqueyanos.”3 (José Ramón López, op. cit., pp.101-102. (Las
cursivas son mías, F.A.A.)
El español que vino a
Santo Domingo no era un hombre de excepción, lleno de virtudes. Veamos que
textualmente lo dice:
“El español que vino a Santo Domingo no era del tipo que
nos pintaron Calderón y Lope de Vega, hidalgo rancio, florecimiento de virtudes
manchadas tan sólo por el predominio de las ideas de violencia, de la razón de
la espada y el orgullo satánico.
Principalmente era, salvo las honrosísimas excepciones que
registra la Historia, el soldado ignorante y el vicioso holgazán licenciado de
presidio. Gobierno, para él, era orden arbitraria a la cual había de obedecer
ciegamente. La riqueza se obtenía peleando y conquistando, que eso del trabajo
era para el siervo, así como el comercio era para el judío que acababa de ser
expulsado de la Península. El hombre en sí nada y nadie era. Derecho y grandeza
lo que confiriera el rey”.
Su convicción racista
es tan arraigada que juzga la extinción de los prejuicios raciales como una
consecuencia obligada, resultante de caída de las murallas que separaban a los
blancos de negros, derribados por la ignorancia y pobreza. En el fondo está lamentando
la desaparición de los prejuicios raciales. No estamos haciendo una interesada interpretación,
para que quede bien claro citamos textualmente:
“Lo único ventajoso que habíamos realizado era la extinción de los
prejuicios raciales. Y no fue la consecuencia de la obra buena, sino la obligada
resultante de dos hechos desfavorables. Cayeron aquí las murallas que separaban
a blancos de negros porque fueron derribadas por la Ignorancia y por la
Pobreza.
Las emigraciones al
continente iberoamericano redujeron al mínimo la potencia económica de la isla,
la carencia casi absoluta de escuelas abatió la mentalidad del blanco hasta
reducirla a la escasa que había alcanzado el negro nacido en la colonia.
Naturalmente, pobres e ignorantes por igual ambas razas, desapareció el
valladar que las separaba porque la intelectualidad y la condición económica es
lo único que separa formidablemente a los hombres. Las diferencias estéticas,
aunque poderosas en el erotismo, se esfuman y desaparecen ante los demás
sentimientos.4 (José Ramón López, op. cit., pp. 105-106. (Las cursivas son mías, F.A.A.)
Periodista, López
escribió sobre los más diversos asuntos, político-económico, política nacional,
migración, fronteras, guerras, etc., pero, lo realmente importante es su infravaloración
de la dominicanidad gestada por tres razas inferiores: los indios, los negros,
y lo peor de España, presidiarios, holgazanes, soldados presuntuosos y
autoritarios serviles al gran caudillo (el rey), y los caudillos delegados, los
gobernadores. Este análisis está fundado en el racismo spencerista. Para él
toda la historia estuvo determinada por el determinismo racial.
Estaba obsesionado con
la increíble idea del escaso desarrollo craneal de los dominicanos, pues en un
artículo del 22 de noviembre de 1911, explica la trágica muerte del presidente
Ramón Cáceres por el escaso desarrollo craneal de los microcéfalos que lo
mataron. Transcribimos palabra por palabra su criterio: “Entre los principales
de los asesinos los hay con escaso desarrollo craneal que parecen microcéfalos.
Esa es la explicación del crimen”.5 (5 José Ramón López, Escritos dispersos
(compilado por Andrés Blanco Díaz), tomo II, p. 135, publicado por el
Archivo General de la Nación y la Superintendencia de Bancos. (Las cursivas son
mías, F.A.A.)
No podemos juzgar de manera
excesivamente negativa las ideas racistas de José Ramón López. Esas ideas se acentuaban
de manera general en su tiempo, y todavía hoy, después de las derrotas de los
nazis en la Segunda Guerra Mundial y los estadounidenses en la Guerra de Vietnam,
en nuestro país y en una parte considerable del mundo dominada por los imperios
europeos o angloestadounidense, es la ideología más influyente que determina las
creencias colectivas de todas la clases sociales, las privilegiadas y las
subordinadas.
Apenas una minoría pensante se sustrae a esas
creencias. Incluso para muchos ideólogos mercurialmente interesados, o mal
informados, no reparan en que la hegemonía europea es de la relativa duración
histórica de medio milenio. Cierran los ojos a los miles y cientos de miles de años
anteriores y los infinitos años del futuro.
Las interpretaciones
“sociológicas” en el siglo XIX al darle una importancia de primer orden, más
bien, desmedida, a la raza como realidad básica de fundamentado biológico de la
estructura y los cambios en las sociedades humanas, señalaron el camino a los futuros
ideólogos para concebir el determinismo racial como el núcleo central de la
interpretación histórica. Estas especulaciones suponen un hecho imaginario y
aún no probado empíricamente que sería el ascenso y caída de los imperios de
distintas razas, ocasionados por el aumento y disminución colectiva y
generalizada del índice craneano de la población a los imperios en tiempos
cercanos a su ascenso y a su derrumbamiento.
Este es un hecho no
comprobado por ninguna investigación de antropología comparada.
Las interpretaciones
“sociológicas” en el siglo XIX al darle una importancia de primer orden, más
bien, desmedida, a la raza como realidad básica de fundamentado biológico de la
estructura y los cambios en las sociedades humanas, señalaron el camino a los futuros
ideólogos para concebir el determinismo racial como el núcleo central de la
interpretación histórica.
Estas especulaciones
suponen un hecho imaginario y aún no probado empíricamente que sería el ascenso
y caída de los imperios de distintas razas, ocasionados por el aumento y
disminución colectiva y generalizada del índice craneano de la población a los
imperios en tiempos cercanos a su ascenso y a su derrumbamiento. Este es un
hecho no comprobado por ninguna investigación de antropología comparada.
Muy interesante portal.
ResponderEliminar