Los Primeros Pobladores de la Isla de Haití, (Quisqueya o española)
Fuente: Gustavo Adolfo Mejía Ricart, obra Historia de Santo Domingo (una
interpretación objetiva), Instituto de investigaciones históricas. Ciudad
Trujillo, año 1848. Pág. 67 a 73
Parece que los arahuacos fueron los primeros pobladores de la isla de
Haití, procedente del continente (Venezuela o Las Guayanas), y
que en general emigraron y
asentaron si reales en la Antillas Mayores. Empero no es ésta la única
hipótesis a examinar. El problema de
determinar si fueron los arahuacos u otra raza anterior, los oriundos de
estas islas está aún sin absolución.
Los cronicones de Oviedo, Casas y
Herrera, aluden con vaguedad a otra población primitiva que vivía
al sudoeste de nuestra isla y de igual raza que la que estaba emplazada
en las demás del archipiélago. Gonzalo Fernández de Oviedo señala que esta
gente moraba en las cavernas de la parte occidental (actualmente la República de Haití).Bartolomé de la Casas y
Antonio de Herrera confirman la existencia de esta pre-raza., Gabb indica una
cultura estratificada en estas grutas y principalmente en las que están situadas
dentro del reino de Zamaná (Samaná). Después Krieger y los expedicionarios del 1928 y 1928, han revelado
el origen de esa raza tan antigua pre-arawaca que ambulaba en las cavernas de la isla, o más
bien han fijado variaciones locales de
la cultura arahuaca en épocas sucesivas
y más o menos tardías (Los aborígenes de la antigua española,
p. 488). Lóven confirma la
‘cultura pre-arawaca’ (los
arawacos, dice Krieger, constituían la
población de las grandes Antillas y de la Bahamas, conocidos por los descubridores
españoles como un pueblo de pacíficos
agricultores, en contraposición con los agresivos caribes de las Antillas
menores. En Guadalupe, Dominica,
Martinica, etc., había encontrado Colón a los caribes, separados del
grupo de los arawacos, quienes organizados en bandas invadían las islas mayores y hacían de ellas todas clases
de depreciaciones). Entre los
aborígenes, sino más bien de orden cultural,
pues, asienta la tesis de una
similitud somática, fundándose en las
aseveraciones de los cronistas (Los
arawacos o tainos eran los verdaderos aborígenes de esa zona. Esta hipótesis,
podría ser verdadera, dice
Price-Mars, si fuera cierto que
las Antillas pudieran ser consideradas como
un centro de creaciones humanas.
Pero esto no es verdadero. No sólo la fauna aborigen no ha sido numerosa, y que
3 o 4 especies animales parecen ser
exclusivamente autóctonas, sino que
ningún fósil hominio ha sido descubierto para justificar la presencia de una
variedad de Homos Sapiens en una época determinada. No se ha podido probar que
hubiera una raza primitiva pre-arawaca en
las Antillas.)
Cristóbal Colón anoto en su diario ‘que unos y otros (los indios) no tenían
diferencias’. Diego Álvarez Changa en
su célebre Carta al Cabildo de Sevilla
en que relata el Segundo Viaje de Colón,
atestigua que ‘los insulares y otros aborígenes se asemejaban de tal modo que
se diría que pertenecían a la misma
familia’. Pero el propio Dr. Changa describe característica físicos muy varios
entre los caribes y los demás insulares, principalmente en que ‘los primeros
llevaban cabellos muy largos en tanto
que los segundo rasurados y se hacían sobre la cabeza cruces y otros signos, según sus gustos.
Tal raza arahuaca que era de poco nivel cultural podía seguirse en sus
migraciones e irradiaciones, desde su dispersión en las fuentes de Xingú, en los andes brasileños, al través de toda su
trayectoria en la costa del Atlántico, hasta rematar en su línea de descanso en
las Antillas menores o Bahamas.
Estos primitivos pobladores a diferencia de los constructores de
terraplenes y colinas, primeros
ejemplares del americano que la Historia registra con el nombre de ‘moundsbuilders’, en su
ascensión hacia el norte desplazados por los caribes, no dejaron
siquiera algún vestigio en su inferior
que ella fuera. Bachiller y Morales
dice que estos indios eran salvajes, que
carecían de un verdadero idioma y no practicaban la Agricultura. (Krieger en ‘Los Aborígenes
de la antigua Hispaniola’ llama a los arahuacos
o arawacos ‘pacíficos agricultores’, pero no los califica de salvaje sino les reconoces
cierta cultura,)
Por lo contrario, los yaquis-náhoas, en su ruta atravesando el litoral
mexicano del Pacifico, han dejado
pruebas palmarias de su cuasi civilizado y de su cultura artística en las citadas Tequia, Tula, Mitla, hasta confundirse
su mismo espíritu forjador de un arte sutil y relativamente colosal y de una ciencia incipiente de revelaciones
misteriosas.
Esta raza maya que pudo ser
dominante en nuestra isla, se ha puesto
de manifiesto principalmente por la toponimia de los mayoquichés, dejaba como legado racial en las regiones orientales y sureña,
para lo cual bastará recoger los nombres
de Yza, Nizao, Zamaná, ( Tribus
indígenas de la América meridional estaban enraizados en la península de
Yucatán, formaban tres naciones. Mayas, Tutulaius, Ytzaeta. Estos eran
los últimos pobladores. En la postrimería del siglo V, llegaron por el Sur, los
segundos. Se sospecha que fueron de raza Nahusil. No se sabe el origen de los Itzaes. Por el contrario,
los mayas se atribuyes a Cuculeán quien
llegó después de los tutulaius. Parecerse ser que el
Quetsalsatl de Tula, fundó a Mayapán, cabeza de un reino vecino de Mérida.
Entonces Cuculcán marchó a México, y los señores de Mayapán
confiaron el mando a la familia
de los cocomes: Tutulxius, Itzaes, y Maya hacia el siglo VIII y IX,
formaron una confederación, cuya sede
fue Mayapán, corte de los mayas. Los
itzaes tenían su capital en Chichen, y
en Uxmal los tutulxius. Entre
estos pueblos hubo lucha. En estos odios los encontraron los españoles).
Diferían estos últimos de los ciguayos
no obstante tener un tronco común yucateco,
tanto en sus caracteres físicos
como intelectuales, y población de los reinos de Zamaná y Maguanó.
Por otra parte, se da como cosa cierta que estas islas del Golfo de México estaban pobladas a la llegada de los españoles,
por cinco tipos de aborígenes perfectamente
caracterizados, a pesar de un apararente
semejanza étnica: lucayos, guanahatahibes, tainos ciguayos, o ciguayanos, y caribes. Sven Lóven excluye a los primeros, confunde a
los segundo con los siboneyes (En vez de los siboneyes como lo escribe
generalmente los historiadores cubanos: Leísesa, Fonseca, Guerra Santavenia, aunque el Dr. Fernando Ortiz dice siboneyes en *los
factores humanos de la cubanidad, pg. 17). A los terceros con
los con los arahuacos y a los cuarto con los macurijes (Mazoriges
o Macorix). Pero para otros, cuatro son las grandes familias o tipos de
la cultura indígena: ges o tapuyas, tupis, caribes y arabuacos.
De estos troncos raciales procedían
más o menos combinados, todas las demás ramas, o eran ellos sus productos
étnicos como los taínos que resultó del
nehuatl y del arahuaco: el caguayo que
era una variedad del mayoquichés quien se confundía como aglutinante del citado
náhoa y que recibía en algunas regiones el nombre de mazorige o macurije, y los
siboneyes que eran parientes muy
cercanos que en la isla de Cuba constituían el factor predominante del
taino e insular. Sin embargo, Lóven, Prince-Mars y los Perea, identifican a los
arahuacos con los tainos o señalan a
estos últimos como una rama de la familia arahuaca de la América
cisandina que se subdivide en varios
grupos étnicos (Esta gran familia
aruaca, dicen los Perea, se divide y
subdivide en copiosos grupos uno de los cuales ya a fine del siglo XV poblaba nuestra isla de
Borinquén y las otras grandes Antillas
de Cuba, Quisqueya y Jamaica, así como las Bahamas y Trinidad). En realidad, tainos fueron los indios insulares que encontró Colón en su Primer Viaje, como
producto de las diversas razas oriundas
ya mezcladas, por más que el vocablo lo
incorpora a la etnología americana el
sabio alemán Carl Friedaah Phil von Martius, por el años de 1867.
Es igualmente cierto las
conquistas sucesivas por la posesión de la isla de varios pueblos aborígenes. ‘Ya resulta
indudable de los diversos datos históricos que se han recogido de la época que precedió a la llegada de Colón en las Antillas, dice Prince-Mars,
que allí se ha cumplido un fenómeno de
presión o de ataques de ciertos pueblos
por otros para obtener la posesión de las islas y este fenómeno se singulariza por un empuje
caribe contra los arawacos o tainos’.
Los lucayos habitaban el
Archipiélago de las Bahamas o Lucayas, raza bravía y hosca de que hablaban
nuestros historiadores como la única que poblaba la Isla de Haití, y la que viniera
directamente de Florida, con gran aversión al canibalismo, según refiere Las
Casas
(El Obispo de Chiapa en el vol. I de
su Historia de Indias, refiere que nuestro indio no era antropófago como
el caribe de las Antillas Menores pero se ha evidenciado que en la
porción occidental que hoy corresponde a la República de haitiana hay restos de
canibalismo que no se sabe si son
residuos de caribe establecido en la isla o del negro importado como
esclavo en el periodo colonial (Charlevaix, Del Monte, García). Niega el erudito
cubano Juan Ignacio de Arenas que los mismos naturales de las islas de Barlovento
fueran antropófagos pero los pueblos primitivos eran caníbales según Herodoto (escitas, germánicos, celtas, fenicios,
tártaros y etíopes)). Aunque estas
comunidades practicaran en grande escala los sacrificios inhumanos en el
proceso de siembra y la recolección.
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