Britannic, el hermano del Titanic que se hundió en la Primera Guerra Mundial
junio 18, 2016 6:54 am - 0 Comentario
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Cuando aquella fatídica madrugada del 15 de abril de 1912 el Titanic chocó contra un iceberg y se hundió en las heladas aguas de Terranova, su hermano gemelo, el Britannic, estaba en plena construcción en los astilleros de Harland and Wolf en Belfast, Irlanda.
Ambas embarcaciones, junto a un tercer crucero, llamado Olympic, formaban la flota más grande, moderna y lujosa de la época: la clase Olympic.
Con ella, la firma de trasatlánticos White Star Line quería hacerse con el dominio absoluto del mercado de los viajes entre Europa y Nueva York.
Pero su plan no se cumplió.
El Britannic corrió la misma suerte que el Titanic, y naufragó el 21 de noviembre de 1916 en el mar Egeo sin haber trasportado ni un solo pasajero hasta el otro lado del Atlántico.
Y hoy, 100 años después, su hundimiento sigue siendo uno de los misterios sin resolver de la historia de la navegación.
Tres veces más rápido
En los astilleros de Harland and Wolf la tragedia del Titanic fue ante todo una lección de la que aprender.
Así, basándose en los errores de diseño de la famosa embarcación, fabricaron para el Britannic un doble casco que cubriera el motor y la sala de calderas y duplicaron la cantidad de botes salvavidas.
El monumental barco fue botado el 26 de febrero de 1914, sin haber terminado sus lujosos interiores.
Pero a los seis meses estalló la Primera Guerra Mundial, por lo que el buque quedó fondeado.
Y en noviembre de aquel mismo año fue requisado por el gobierno británico, que al mes siguiente lo designó buque hospital.
Para poder llevar a cabo su nueva misión, pintaron la embarcación de blanco, le dibujaron tres cruces rojas en cada lado y una línea verde que iba de proa a popa.
Y así, listo para su nueva misión, el recién renombrado Barco Hospital de Su Majestad partió de Southampton, en la costa sur de Inglaterra, hacia el Mediterráneo.
Iba en ruta a recoger a unos 3.000 soldados enfermos y heridos cuando un estallido junto a la proa lo paró en seco.
Apenas tardó 55 minutos en hundirse en el canal de Kea, frente a la isla griega de mismo nombre; tres veces menos del tiempo que había necesitado el Titanic cuatro años atrás.
Misterio sin respuesta
El naufragio se saldó con la muerte de 30 de un total de 1.125 tripulantes. Entre los sobrevivientes se encontraba Violet Jessop, una azafata nacida en Argentina de emigrantes irlandeses y que también había salido ilesa de la tragedia del Titanic.
Pero era tiempo de guerra, por lo que la pérdida pronto fue olvidada.
Y así quedó la titánica embarcación, descansando sobre el fondo del mar Egeo, hasta que el legendario explorador submarino Jacques-Yves Cousteau la ubicó en 1975.
Hoy, aunque hayan pasado ya 100 años desde la tragedia y más de 40 desde su descubrimiento, sigue sin estar claro qué fue lo que causó la explosión que provocó el hundimiento del mayor barco de pasajeros que sigue en el fondo marino.
La prensa británica de la época reportó que había sido alcanzado por torpedos alemanes, lo que habría constituido un crimen de guerra por ser la embarcación un hospital flotante.
Pero otras versiones, entre ellas la del gobierno de Berlín, señalaron que se adentró en una zona minada.
De hecho, al terminar el conflicto fueron examinados los registros del submarino nazi U-73 y se reveló que éste había dejado 12 minas en el canal de Kea, a apenas dos millas de donde están los restos del Britannic.
Exploración
Para verificar cuál de las dos versiones es cierta, varios expertos se han sumergido en el Egeo y han examinado lo que queda del Britannic.
Pero tal como demuestra el documental de 2008 la BBC “In the Shadow of Titanic” (“En las sombras del Titanic”), la embarcación está tumbada justo sobre el lado en el que habría recibido el impacto.
Aun así “el Britannic es un barco importante para los historiadores”, aseguró el periodista Mike McKimm, quien con un minisubmarino del Centro Helénico para la Investigación Marina pudo llegar hasta el punto en el que yace la embarcación y realizó el documental.
“Es una manera de entender los cambios técnicos que se hicieron al diseño de grandes barcos tras el Titanic”, explicó.
“Además pudimos filmar los tres enormes hélices del barco y comprobar la monumental escala de sus componentes”.
Uno de los que más recientemente examinó el barco fue el buzo e historiador marino Richie Kohler, quien acaba de publicar el libro “Mystery of the Last Olympian: Titanic’s Tragic Sister Britannnic” (El misterio del último Olympian: la trágica hermana del Titanic, el Britannic).
“Tenía dos objetivos cuando me sumergí para ver el Britannic”, explicó Kohler a la prensa.
“El primero de ellos era comprobar si Harland and Wolff habían cambiado el diseño de las juntas de dilatación, lo que indicaría que tanto ellos como (la empresa de trasatlánticos) White Star tenían razones para creer que el Titanic se partió por la mitad en la superficie”, dijo.
Esto se negó en el momento de la tragedia y no fue verificado hasta que se encontraron los restos del naufragio.
Y la segunda razón de Kohler para penetrar en las profundidades del Britannic era “tratar de averiguar por qué este barco, que tenía unos compartimentos estancos -un sistema que permite que, en caso de colisión o rotura del casco sólo se inunde de agua el compartimento correspondiente y así evita que el barco se hunda- más altos (que el Titanic) y un doble casco, se hundió más del doble de rápido que su famosa hermana“.
Todas estas exploraciones son posibles gracias a que en 1996 un británico llamado Simon Mills, un extécnico de cámara e historiador naval, compró el Britannic.
“Mi intención era conservarlo para la historia”, explicó a la BBC.
“Quiero que se preserve para las futuras generaciones”.
Pero de momento allí sigue, convirtiéndose poco a poco en un arrecife vivo
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