Gregorio Riva: El Hombre Que Viabilizó el Ferrocarril
Presentación
de la Obra GREGORIO RIVA, El Hombre que Viabilizó el Ferrocarril, La
Vega-Sánchez, por el Ing. Cesar Arturo Abreu Fernández, de la autoría de Arq. Leopoldo Franco Barrera, con los auspicios de la Sociedad La Progresista, en La Vega
Gregorio Riva: El Hombre Que Viabilizó el Ferrocarril
Más
que presentar el libro: “Gregorio Riva: El Hombre Que Viabilizó el
Ferrocarril”, de la autoría de mi distinguido amigo Leopoldo Franco
Barrera, deseo darle la bienvenida a nuestra aún aldeana, pueblerina y
con raigambre de culta: la ciudad de la Concepción de La Vega
Pretender
presentar esta obra constituirá de mi parte una osadía, y más que una
osadía, un atrevimiento, más aún cuando la misma cuenta con una
excelente presentación en el prólogo introductorio, acuciosamente
elaborado por el distinguido escritor, Dr. Reynolds Jossef Pérez Stefan
(Jochy), quién al momento de la impresión del libro era el presidente de
la benemérita y centenaria Sociedad La Progresista, auspiciadora,
conjuntamente con la presidencia de la Comisión Permanente de Efemérides
Patrias de esta edición.
Sin embargo, ante la importancia y trascendencia
histórica-económica del tema y la justeza de sus reclamos
reivindicativos, mis ancestrales y cognoscitivas raíces románticas y
nostálgicas, vibraron al sentir en el tiempo y la distancia, tal como lo
señala en su prólogo el Dr. Pérez: “… ese galante, rígido e inerte
gusano de hierro, deslizado por rieles, rompía de improviso la quietud
matinal pueblerina con su épico silbato, como si fuera una retreta de
amor, a su entrada inconsulta en la intimidad de cada hogar,
anunciándoles a sus ciudadanos. “ Despertaos y levantaos todos, que ha
llegado el progreso rodante”. Como si fuera una especie de pipa, que
emergía del lomo de su costado, por donde transpiraba su humo
negro-grisáceo, parecía como el cuerno de la abundancia agrícola,
exhalando un aromático baño de perfume-con olor a tierra adentro-a
conuco mojado y con la sutil fragancia de los verdes pastizales, del
esplendoroso Valle de La Vega Real”. Termina la cita.
Cabria preguntarse:¿ Cómo había llegado este instrumento de
progreso al país, a la región y a La Vega?. ¿Quién lo había traído? Su
llegada causó tal emoción que nuestro decimero por excelencia, Juan
Antonio Alix escribiría:
“nadie le haga resistencia
Ni le ponga impedimento
Que la Santa Providencia
Es la autora de este invento”
El principal viabilizado para que la construcción y posterior
operación del ferrocarril fuera una realidad, fue Gregorio de Jesús Riva
Guzmán, y en este libro, su descendiente directo Leopoldo Franco
Barrera nos narra, de manera explícita, todas las peripecias,
sinsabores, sacrificios y desvelos, que en todos los órdenes, sin
escapar el político, tuvo que enfrentar y vencer este prócer del
desarrollo: Gregorio Riva. Y para hacerlo, hace uso de un lenguaje
sencillo, expresivo y convincente, apoyando sus planteamientos en un
acerbo documental que le permite resaltar de manera fehaciente e
inequívoca el rol primigenio y estelar de Don Gregorio para llevar a
cabo esta portentosa obra. Señala también el autor, los aportes de este
hombre singular a la producción agrícola del país, al traer con sus
propios recursos, semillas selectas de arroz, maíz, algodón y de manera
particular, de cacao, semillas que distribuiría gratuitamente.
En
el discurrir del libro, Leopoldo Franco, aplicando una gran capacidad
analítica y persuasiva, y más que presentándonos argumentos,
presentándonos pruebas, deja muy bien establecido el proceder y
trascendencia del hombre estelar que fue Gregorio Riva. Los
planteamientos del autor, poseedores siempre de un justo reclamo de
reconocimiento y justicia a la memoria de don Gregorio, parecen salir
del hondón de su alma y de su íntimo convencimiento. Por lo menos así lo
percibo y comparto, que la gota de sudor derramada a favor del
bienestar y desarrollo de nuestros congéneres, es más agradable a Dios,
que la gota de sangre, aunque esta última fuere derramada en los campos
de batalla en procura de romper las cadenas a la libertad, porque es en
esa gota de sudor donde se enraízan los verdaderos sentimientos de la
filantropía y la sana convivencia humana, y fueron muchas las gotas de
ese sacrosanto sudor que hubo de derramar don Gregorio para
proporcionarnos un bienestar y un desarrollo, del que todavía percibimos
sus beneficios .
Prosigamos
con el libro. En su capítulo III, el autor nos esboza las peripecias
por las que tenían que atravesar nuestros agricultores, para poder
exportar sus productos y por lo que habían de pasar nuestros
comerciantes para la importación de los pocos bienes que venían del
extranjero. Pero es importante también, que veamos cual era la situación
del Cibao y la región noreste antes del ferrocarril. Hagamos
referencias a unas memorias de autor desconocido de esa época. Veamos:
“…toda la porción del valle de La Vega y la desierta Bahía de Samaná ,
era una selva inmensa y casi solitaria, interrumpida a trechos por
esplendidas sabanas que tapizaban en todo su extensión la grama dulce y
el pajón”, para agregar que “ En la soledad de aquella naturaleza virgen
vagabundeaba y pastaba libremente el enteco ganado que constituía
nuestra escasa riqueza pecuaria”, “Separadas por grandes distancias, y
como ateridas de miedo en el corazón de aquella selva umbrosa y bravía,
languidecían las embrionarias poblaciones de Macorís, el Yuna y Cotuí”, y
prosigue:
“La
misma Vega Real, esta riente ciudad en que palpita, más que en ninguna
otra del Cibao la alegría de vivir; la más interesante, tal vez por sus
variadas manifestaciones de cultura moral, intelectual i cívica, i por
los variados i preciosos productos con que su cultura agrícola concurre a
formar i a valorar el acervo de la riqueza nacional; esta misma Vega
Real arrastraba una existencia infeliz, porque aún no había convalecido
de los graves sufrimientos que agotaron sus energías materiales i
morales, en ocasión de la memorable revolución del 86, que pasó sobre
ella como una ola de devastación i de muerte”. Y continúa.
“Puede
muy bien firmarse, sin eufemismos de ningún linaje, que desde aquí
hasta los bordes de la Bahía de Samaná, no se extraía de la tierra otros
productos que no fuesen los más indispensables para las propias
necesidades. En consecuencia, no había riqueza agrícola apreciable en
toda la extensión del valle que ya hemos designado”. Y sigue
“la
vida de las poblaciones no era menos patriarcal i sedentaria. El
ejercicio de las profesiones liberales era casi nulo. La actividad
comercial era nula también o poco menos, pues en los países como el
nuestro, la actividad comercial debe correr pareja, necesariamente con
la actividad agrícola”.
Lo
anteriormente expuesto basta para que nos demos cuenta de la situación
de notable atraso imperante en la época y únicamente un milagro
económico podría relanzar la región, a La Vega de manera particular,
hacia el futuro. Ese milagro lo produciría, gracias a la viabilizarían
de Gregorio Riva, el ferrocarril. Los capítulos X y XI del libro, son
contentivas de la epopeya que el autor llama: “La Gran Aventura del
Ferrocarril”. Siendo inaugurado el tramo La Vega-Sánchez, el 16 de
Agosto del 1887.
Veamos
ahora, en contraposición con la lúgubre descripción anterior, cual era
la situación de La Vega, conforme al censo realizado en el 1897, ´por la
Sociedad la Progresista y el Ayuntamiento Municipal.
“El perímetro que ocupa la ciudad abarca una superficie cuadrada de 900,000 metros aproximadamente.
Esta superficie está dividida por 21 calles exactamente paralelas y proporcionales en su anchura al perímetro de la ciudad…
Esas
21 calles forman 73 manzanas de una superficie cuadrada de 6,400
varas-las mayores-no bajando las menores de 2,000 varas cuadradas. En
ella hay 798 casas…
Ocupan esas798 casas 3,406 habitantes con la proporción siguiente: Hombres 1,510, mujeres 1,896…
Es
interesante destacar que el 70% de la población apta, estaba
alfabetizada, lo que para ese tiempo, obviamente era un gran logro.
No
es de extrañarse, pues existían 6 escuelas de varones y 8 de hembras,
atendidas por 20 maestros. Operaban además, una academia de música y una
biblioteca pública, creada y sostenida por La Progresista. Se contaba
también con ocho sociedades de diversas tendencias, siendo cuatro de
ellas de carácter instructivo, literario y filantrópico.
Cinco imprentas editaban 4 periódicos y dos quincenarios.
De los egresos municipales, estimados en $8,740.00, se destinaba el 45% a instrucción pública.
La
ciudad contaba con 34 artistas, entre compositores, músicos,
creyentitas, pintores etc. Los profesionales eran 45, los comerciantes
114, los industriales 174, oficios diversos 310, jornaleros 70 y labores
femeninas 593. Las oficinas, talleres, establecimientos, etc., eran
329.
Apartémonos
de las frías estadísticas y transcribamos las impresiones que recogió
el escritor Tulio M. Cestero en memorias que publicará en esa época, con
el título “Por el Cibao” citado por Mario Concepción en “La Concepción
de La Vega, Relación histórica”: “En su mayoría las casas son de
madera; pero las de reciente construcción, cómodas y elegantes, da a la
villa un matiz de modernismo. Se nota el anhelo de embellecerla, de
hacer su Vega gentil y confortable, que anima al laborioso vegano”. De
las calles expresa el cronista que son rectas, aunque no bastante
anchas, y sin aceras. Agrega que, “el número de habitantes y casas se
acrece cada día; la inmigración extranjera y de las demás provincias
está solicita a ocuparse con provecho en las artes del comercio, de la
agricultura y la industria”. Para concluir manifiesta que: “El parque es
lindo y grato, tal vez el más bello del Cibao y en el cual las
muchachas cultivan flores”.
Nunca
antes en el país, la puesta en marcha de una vía de comunicación había
tenido un impacto tan significativo en las comunidades servidas. En el
caso específico de La Vega,
Una época de bonanza económica y expansión de la economía comenzó a
vivirse en toda la zona de influencia del ferrocarril. Rápidamente, los
recursos económicos eran utilizados por los habitantes del área en
adquirir bienes y mejorar substancialmente sus condiciones de vida. Así
por el ferrocarril llegaron al Cibao automóviles, motocicletas,
bicicletas, pianos pianolas, fonógrafos, muebles, enseres para el hogar y
hasta viviendas que venían por partes y eran ensambladas
posteriormente.
Nuevos
materiales de construcción fueron traídos por las vías férreas, tales
como zinc acanalado y cemento, etc. es oportuno aclarar que el zinc
acanalado y liso, denominado también hojalata o hierro, ya se usaba
desde el año 1873, aunque de manera esporádica y el cemento vino a
utilizarse de manera sistemática a partir del año 1907. En el orden
intelectual y cultural, La Vega se vio enriquecida con la afluencia de
artistas y artesanos que llegaban por el tren. Esto dio lugar a que se
construyera el Teatro La Progresista inaugurado el 5 de Agosto de 1910
con una función de la compañía dramática de zarzuelas de Reyes Soler,
procedente de España.
El
tren varió además los hábitos alimenticios de la población, pues cada
día traía su carga de pescados frescos y camarones, además de los
extranjeros que en el trabajaban y por él venían, introducían su propia
cocina.
Todo
ello gracias a la visión, entrega, desprendimiento y trabajo arduo de
un hombre a quien La Vega, la región y el país tiene tanto que
agradecer, Gregorio de Js. Riva Guzmán.
Distinguido
autor Leopoldo Franco Barrera. Si su intención al escribir este libro
ha sido la de reivindicar la memoria de su ancestro don Gregorio, sepa
usted, que los veganos nos adherimos, como siempre lo hemos hecho, a
cualquier acción que tienda a colocar en su justo lugar la memoria de
este ilustre mocano-vegano, a quien La Vega siempre ha sentido suyo
erigiéndole el 16 de agosto del 1891 una estatua en la avenida que desde
1941 también lleva su nombre, siendo oportuno aclarar que fue ese el
primer monumento de su índole erigido a un dominicano en el país.
Esa
estatua vaciada en bronce, la carne de los próceres, que perpetua en el
momento cuando emocionado dijo a los veganos y al país: ¡Señores he ahí
el ferrocarril!, hoy nos inspira y alienta a aprender la inconclusa
tarea de convertir a La Vega, en el centro económico y de desarrollo que
el siempre auspició y anheló.
Cesar Arturo Abreu F.
26 de Mayo del 2011
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