Finlandia 1906: Las raíces revolucionarias del sufragio femenino
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En 1906,
Finlandia se convirtió en la primera nación del mundo en conceder el
sufragio femenino universal [1]. Esta conquista histórica para las
mujeres fue gracias a los socialistas finlandeses durante el
levantamiento revolucionario que se extendió por el Imperio zarista, al
que Finlandia perteneció.
Sin
embargo, esta importante historia ha sido pasada por alto por académicos
y activistas. La obra de referencia de Abraham Ascher sobre la
revolución de 1905 en la Rusia zarista, por ejemplo, omite por completo
cualquier mención al sufragio femenino finlandés y sostiene que “los
esfuerzos de las mujeres para lograr la igualdad tuvieron pocos
resultados concretos durante la revolución.” [2] En los pocos libros no
finlandeses que tratan de la victoria de 1906, el papel del movimiento
socialista es generalmente marginado: David Kirby escribe que el
sufragio “fue concedido prácticamente sin lucha” y Barbara Evans
Clements atribuye a las feministas burguesas como Alexandra Gripenberg
el protagonismo principal en la campaña por el sufragio. [3]
La
conquista del sufragio universal le debe mucho más a la lucha de clases
que lo que estas obras sugieren. A partir de mi reciente investigación
en Helsinki y nuevos estudios de feministas finlandesas, voy rastrear en
este artículo las raíces revolucionarias de la conquista del sufragio,
centrándome especialmente en las actividades autónomas de la Liga de la
Mujer Trabajadora. [4]
Demuestro
que el pleno sufragio fue ganada a través de una huelga general de masas
y la sublevación anti-imperial en Finlandia, combinada con una
revolución en todo el Imperio. Las mujeres socialistas encabezaron la
lucha por el sufragio femenino, mientras que las organizaciones de
mujeres mayoritarias apoyaron un sistema electoral censitario basado en
la riqueza hasta el final de 1905. En contra de la afirmación habitual
de que el marxismo no tiene en cuenta las cuestiones de la opresión de
las mujeres, los socialistas finlandeses lucharon simultáneamente contra
las opresiones de género y nacional, y contra la dominación de clase,
décadas antes de que apareciesen las teorías sobre su “interrelación”.
Hace mucho tiempo que debimos recordar esta historia perdida.
La acumulación
El año
1899 marca un punto de inflexión crucial en la historia de Finlandia. De
todos los dominios del Imperio zarista, a Finlandia le había sido
concedido a lo largo del siglo XIX una creciente autonomía y libertad
política. Pero en febrero de 1899, el régimen zarista comenzó a recortar
el estatuto especial de autonomía de Finlandia, lo que desató un
movimiento nacional contra la llamada “rusificación”. En julio de 1899,
fue fundado el Partido de los Trabajadores de Finlandia como un partido
abierto, legal, lo que indica la ruptura de la clase obrera con años de
tutela burguesa. Colaborar o no, y sobre qué base, con los nacionalistas
contra la “rusificación” se convirtió en un importante debate en el
seno del movimiento obrero. [5]
Uno de los
puntos centrales de discordia entre los trabajadores y los
nacionalistas era la cuestión del sufragio, de la que todos los
trabajadores – tanto hombres como mujeres – estaban excluidos en ese
momento. El partido nacionalista finlandés, y la Asociación de Mujeres
de Finlandia con la que estaba aliado, pidieron la concesión del voto
sólo a las mujeres que cumplieran con los mismos requisitos censitarios
de riqueza entonces en vigor para los hombres. [6] Por el contrario, el
Partido de los Trabajadores exigió el sufragio universal para todos: el
derecho a votar y a postularse para un cargo para toda la población,
independientemente de la riqueza, el género o la nacionalidad. [7] En
1903, el partido adoptó un programa marxista, cambió su nombre a Partido
Socialdemócrata (SDP), y anunció que si sus reivindicaciones en
relación al sufragio no eran atendidas, recurriría a la huelga general
para obtenerlas. [8]
Aunque que
el movimiento obrero luchó incansablemente por el sufragio femenino y
la igualdad jurídica de todos, no estaba libre de ciertas prácticas y
prejuicios patriarcales. Se había establecido un precedente de
participación de las mujeres en los movimientos sociales en la masiva
lucha contra el alcoholismo de la época, pero las estructuras
afiliativas y la toma de decisiones en el SDP seguían siendo
abrumadoramente masculinas en 1899 y las mujeres constituían sólo el
10,7% del partido. [9 ] Algunas de las primeras asociaciones de
trabajadores incluso excluían explícitamente a las mujeres. [10] Aunque
había feministas comprometidas como Matti Kurikka y Edvard Valpas en la
dirección del partido, otros dirigentes masculinos, como Yrjö Makelin y
Matti Turkia se opusieron inicialmente al sufragio femenino,
argumentando que las mujeres votarían a los sacerdotes. [11] La creencia
en la diferencia intrínseca y esencial entre hombres y mujeres era
mayoritariamente abrumadora, y se expresó en la insistencia del
movimiento en el papel de la mujer como madre. [12]
La
fundación de la Liga de la Mujer Trabajadora en 1900 de alguna manera
refleja la división predominante de trabajo, con la esfera de
organización de las mujeres a menudo confinada a determinadas
“actividades femeninas”. Por otro lado, a muchas mujeres les intimidaba
participar en reuniones con hombres, y la existencia de una organización
autónoma proporcionaba un medio importante para su auto-desarrollo como
dirigentes. [13] los primeros esfuerzos de la Liga, sin embargo, no
tuvieron gran éxito. El trabajo urbano más común al que tenían acceso
las mujeres finlandesas era el de sirvienta, cuyo aislamiento y largas
jornadas hacía especialmente difícil la acción colectiva. [14] El
Congreso de 1902 de la Liga lamentó la falta de crecimiento de la
afiliación y atribuyó la “indiferencia” de las trabajadoras a la falta
de conciencia y el miedo a ser despedidas. [15] En este difícil
contexto, los activistas de la Liga llamaban con frecuencia a los
hombres del partido para que involucrasen de manera más pro-activa a las
mujeres. En el Congreso de 1904 del SDP, Sandra Reinholdsson criticó a
sus compañeros masculinos por discriminar a sus compañeras, en lugar de
ayudar a que participasen y se politizasen. [16]
Entre las
mujeres trabajadoras, como en el partido en general, hubo grandes
diferencias en cuanto a la colaboración con las tendencias políticas
burguesas. Algunas de las activistas más militantes, como Reinholdsson y
Mimmi Kanervo, trabajaron con los “constitucionalistas” en la actividad
clandestina ilegal contra el régimen. [17] Otras, como Hilja Pärssinen,
principal teórica del movimiento, abogaron por una perspectiva estricta
de clase contra clase siguiendo a los marxistas alemanes August Bebel y
Clara Zetkin. El folleto de Pärssinen de 1903 sobre las mujeres y el
voto defendía el carácter irreconciliable del conflicto de clase: las
mujeres burguesas querían sólo la igualdad con los hombres de la clase
alta, mientras que las trabajadoras querían el voto para aprobar leyes,
como la ley de prohibición del alcohol, para mejorar sus condiciones
materiales. [18]
Por el
contrario, Miina Sillanpää, la influyente dirigente de la asociación de
criadas, favoreció una estrecha colaboración con las feministas
convencionales. [19] Esta posición, hegemónica en los primeros años del
movimiento, fue perdiendo terreno como consecuencia del elitismo de la
Asociación de Mujeres de Finlandia, que continuaban oponiéndose al
sufragio universal. Bajo la dirección de la internacionalmente famosa
feminista Alexandra Gripenberg, la Asociación defendía que las mujeres
de clase baja eran ignorantes y propensas al vicio y, por tanto, tenían
que ser guiadas por sus hermanas de clase alta moralmente superiores.
[20]
En 1904,
la estrecha colaboración inicial entre las mujeres trabajadoras y las
feministas no socialistas se estaba acabando en muchas regiones. En
otoño, una huelga de masas de mujeres trabajadoras en la fábrica de
papel Voikkaa exigió el despido de un supervisor acusado de abusos
sexuales y provocó un debate muy polarizado entre la prensa socialista y
la nacionalista sobre si las mujeres de la clase obrera eran “morales” y
“decentes”. [21 ] En la reunión de noviembre de las mujeres sufragistas
de Helsinki, más de 1.000 mujeres trabajadoras, a las que no se
concedía la palabra, comenzaron a callar a gritos a las portavoces
burguesas y lograron que la reunión adoptase su exigencia de sufragio
universal. [22]
La gran huelga
La ola
revolucionaria que barrió el Imperio zarista después de la sangrienta
masacre del “Domingo sangriento” de enero de1905 en San Petersburgo
llegó relativamente tarde a Finlandia. A principios de año tuvieron
lugar manifestaciones y enfrentamientos de los trabajadores con la
policía en Helsinki, pero la revolución comenzó propiamente dicha con la
“gran huelga” de otoño.
Alentados
por la huelga general en Rusia Central, los trabajadores ferroviarios
finlandeses abandonaron el trabajo el 29 de octubre, dando inicio al
acontecimiento más importante del movimiento obrero finlandés antes de
1917. Al día siguiente toda Finlandia estaba en huelga, y el poder real
pasó a manos de los comités de huelga y sus guardias armados. [23]
Esta
“fiesta de los oprimidos” transformó radicalmente la conciencia de los
trabajadores urbanos y rurales. Y tal vez en ninguna parte fue esta
transformación mayor que entre las mujeres trabajadoras.
Palvelijatarlehti, la revista de las criadas, señaló:
“La
semana de huelga fue una semana que despertó el interés por los derechos
de las mujeres. … Tan pronto como comenzó la huelga, las mujeres
comenzaron a celebrar reuniones extraordinarias en las cuales debatieron
su posición económica, y a estas reuniones acudieron miles de personas.
Era como si hubiera sido necesario el estallido de la huelga general
para que las mujeres se dieran cuenta de que dependía de ellas mejorar o
no su situación”. [24]
Miina
Sillanpää señaló que la semana de huelga general consiguió entre las
criadas “más que lo que se hubiera conseguido en diez años en
condiciones de paz.” [25] La sociedad burguesa se escandalizó sobre todo
porque participaron en la huelga sus sirvientes, lo que acabó con las
nociones paternalista de que las criadas eran miembros de la familia
anfitriona y representaba la intromisión directa del movimiento obrero
en sus hogares. En asambleas diarias en un patio de una escuela primaria
de Helsinki, miles de criadas se reunieron para formular sus
reivindicaciones. [26]
La
exigencia de pleno derecho al voto fue legitimada por esta participación
femenina de masas en todos los ámbitos de la huelga, incluida su
dirección; el Comité de Huelga de Tampere, inicialmente compuesta sólo
por hombres, se reorganizó rápidamente para incluir a 10 mujeres y 12
hombres. [27]
“Vivimos un tiempo maravilloso “, escribió Alma Malander en el periódico del SDP Kansan Lehti:
“Los
pueblos que eran humildes y se resignaban a soportar la carga de la
esclavitud de repente han sacudido su yugo. Gentes que hasta ahora han
comido corteza de pino, ahora exigen pan. ¡Los oprimidos exigen
justicia! … Las mujeres, hasta ahora siempre sumisas, de repente comprenden que son iguales que los hombres”. [28]
Ante el
inminente derrocamiento del régimen por una huelga general, las
rebeliones campesinas, y los motines en el ejército, el Zar se vio
obligado el 30 de octubre a prometer libertades civiles y un Parlamento
para todo el imperio. El 4 de noviembre, el “Manifiesto de noviembre”
del Zar derogó la “rusificación” de Finlandia, restableció el statu quo
anterior a 1899, sin garantizar que el nuevo Parlamento finlandés sería
elegido por toda la población. Los “constitucionalistas” burgueses que
habían organizado y participado activamente en la huelga, ahora
defendieron su fin. El 6 de noviembre, la dirección del SDP se doblegó a
esta presión y suspendió la huelga, contra los deseos de sus afiliados,
cada vez más radicalizados, que querían luchar hasta la victoria.
El ambiguo
fin de la Gran Huelga exacerbó una situación muy inestable. Después de
haber experimentado su capacidad de paralizar la sociedad, los
trabajadores finlandeses estaban decididos a continuar la movilización
para imponer sus reivindicaciones económicas y políticas. Inmediatamente
después de la Gran Huelga, el SDP comenzó a organizar manifestaciones
masivas y la preparación de una nueva huelga general para garantizar el
sufragio universal y un Parlamento unicameral. [29]
Los
próximos seis meses fueron testigo de un número sin precedentes de
huelgas, la rápida expansión de la influencia socialista entre los
aparceros y los trabajadores agrícolas en el campo, la creación de la
Guardia Roja Obrera, y la profundización de la colaboración de los
socialistas finlandés con los revolucionarios rusos. Fue durante esta
oleada cuando la auto-organización de las mujeres trabajadoras y la
campaña por el sufragio femenino alcanzó sus niveles más altos.
La lucha por el sufragio
La
conquista del sufragio en 1906 ha sido a menudo analizada como el
resultado de las perennes tradiciones igualitarias de la cultura
finlandesa. Pero no es verdad que se hubiese conquistado el sufragio
universal sin la presión de la lucha proletaria y los esfuerzos
autónomos de las mujeres socialistas.
Después de
la Gran Huelga, hubo una considerable y justificable preocupación de
que las mujeres serían excluidas en las próximas elecciones. Durante las
discusiones del proyecto de reforma de la ley de sufragio en el
Parlamento finlandés en abril de 1905 , sólo los campesinos habían
apoyado el sufragio de las mujeres, mientras que otros estados y los
diversos partidos nacionalistas se habían mostrado partidarios de
limitar el voto a los hombres. [30] El presidente del Comité de Reforma
del Parlamento, elegido en noviembre de 1905 para redactar las nuevas
normas electorales, e l profesor Robert Hermanson, era un opositor
declarado del sufragio femenino. Las mujeres eran por naturaleza
criaturas emocionales, propensas al extremismo, muy poco adecuadas para
la política y el voto, según el profesor. [31]
Palvejitarlehti
abordó explícitamente el peligro de que sus compañeros masculinos se
plegasen a la presión para dejar fuera a las mujeres:
“Persisten
rumores de que algunos de nuestros amigos varones son indiferentes al
derecho de las mujeres a votar y a presentarse a las elecciones. Se ha
dicho que si se cumplen todas las otras reivindicaciones, no es en
absoluto realista convocar una huelga general por las mujeres, debido a
que no están tan concienciadas como para que merezca la pena que se
presenten a las elecciones”.[32 ]
En este
contexto, la revista argumentaba que las mujeres tenían que tomar la
iniciativa para garantizar el cumplimiento de sus reivindicaciones:
“Nosotros
[las mujeres] tenemos que gritar al mundo que estamos exigiendo el
derecho a votar y a presentarnos a las elecciones, y que no vamos a
conformarnos con menos. No es el momento de compromisos, porque si somos
excluidas ahora, podemos estar seguras de que seguiremos así mucho
tiempo”. [33]
Esta
orientación se puso inmediatamente en práctica. A finales de 1905, la
Liga había organizado 231 reuniones por el sufragio en todo el país, con
41.333 participantes. [34] La Liga pidió una nueva huelga general en el
caso de que las mujeres fueran excluidas del voto, y crearon un comité
de mujeres para iniciar los preparativos. [35] Cuando las asociaciones
locales de mujeres trabajadoras fueron consultadas sobre este tema, 82
se comprometieron a apoyar una nueva huelga general, 7 dijeron que
apoyarían la decisión de la mayoría, y sólo dos se opusieron. [36]
Se declaró
que los miembros varones del partido que se opusiesen al sufragio
femenino serían denunciados como colaboradores de la burguesía. [37]
Algunas mujeres trabajadoras amenazaron con iniciar una huelga de
cocinas en casa para obligar a sus maridos escépticos a que apoyasen su
lucha. [38] Y hubo incluso declaraciones públicas en el sentido de que
si las mujeres quedaban excluidas del voto, las trabajadoras harían, si
era necesario, una huelga solas, incluso contra la oposición de otros
miembros del SPD. [39]
La
afluencia de mujeres a la vida política desafió los roles de género
tradicionales. Muchos hombres apoyaron los derechos de las mujeres,
señaló Palvejitarlehti “sólo dentro de los límites establecidos. Tan
pronto como los esfuerzos de las mujeres tienen algo que ver con la
emancipación de las madres confinadas con cadenas a sus hogares,
entonces aparece la resistencia”. [40] Miina Sillanpää pidió a los
hombres quedarse en casa y cuidar a los niños para que sus esposas
“pudieran participar en reuniones políticas”. [41]
Tal vez
las acciones más poderosas de la campaña sufragista fueron sus
manifestaciones masivas. El 17 de diciembre de 1905, la Liga organizó
protestas a favor del sufragio de las mujeres en 63 localidades de todo
el país, reuniendo a más de 22.000 manifestantes. [42] Una “Declaración
Nacional de la Mujer”, escrita por la dirección de la Liga fue remitida
para su adopción a cada asamblea. Tras destacar la contradicción entre
la contribución del trabajo de las mujeres a Finlandia y su exclusión de
los derechos políticos, la Declaración une el sufragio femenino a los
intereses de la clase obrera finlandesa y la nación:
“El
destino [de Finlandia] nos preocupa tanto como a los hombres. No es de
extrañar que decenas de miles de nosotras nos levantemos para exigir
nuestros derechos, para exigir igualdad con los hombres. Un grito
poderoso se hace eco a través de nuestro país, desde las grandes
ciudades a los pueblos, lo que demuestra que la mayoría de los
ciudadanos apoyan las aspiraciones de la mujer. La reivindicación del
voto para las mujeres y su participación en las elecciones acabará solo
cuando se haya concedido. El derecho al voto es un medio para cerrar el
flujo de alcohol, para liberar al proletariado de la angustia material y
psicológica, para preparar el camino de la ilustración y la libertad “.
[43]
El 17 de
diciembre, en una manifestación de 5.000 mujeres en Tampere, la sección
local de la Liga, junto con otras organizaciones de mujeres de la
ciudad, adoptaron su propia declaración, más dura en el tono, aunque
similar en su contenido. Denunciaban los argumentos para excluir a las
mujeres del voto como una “vergüenza”, especialmente en un momento en
que “está naciendo finalmente el futuro de Finlandia largamente
esperado”, y defendía:
“Ya no
queremos ser tratadas como … criaturas indefensas que piden los hombres
protección, sino como sus compañeras de batalla, mujeres libres de un
pueblo libre, dispuestas a asumir todas las consecuencias, ya sean leves
o graves, que el futuro pueda hacer caer sobre los hombros de nuestro
país “. [44]
Los
mítines a favor del sufragio universal continuaron en 1906. Pero no hizo
falta una nueva huelga general para conquistar el sufragio universal,
porque el Comité de Reforma Parlamentaria, finalmente, anunció que todas
las mujeres podrían votar y postularse para un cargo, a pesar de una
fuerte discusión en la Comisión sobre el este último punto. [45]
¿Cómo
podemos explicar esta decisión de la elite política finlandesa, que
hasta entonces se había opuesto sistemáticamente al sufragio universal?
En pocas palabras, el equilibrio de fuerzas en la lucha de clases había
cambiado dramáticamente. La presión del movimiento obrero durante y
después de la Gran Huelga de 1905, y la amenaza real de una nueva huelga
general, superó la oposición de la élite al sufragio universal.
Que la
decisión a favor del sufragio universal había sido el resultado de la
presión desde abajo sobre la clase dominante fue admitido abiertamente
por el político y jurista RA Wrede. [46] Del mismo modo, el influyente
banquero y político Emil Schybergson declaró ante el Comité de Reforma
Parlamentaria que la Revolución Rusa les había obligado a adoptar una
decisión que de otro modo podría haber esperado otros cincuenta años.
[47] Y el líder del senado Leo Mechelin señaló esta dinámica en su
informe al Zar sobre las propuestas de reforma parlamentaria: la opinión
pública en Finlandia, explicó, apoya el sufragio de las mujeres y su
exclusión resultaría en una decepción popular. [48]
Esta
dinámica profunda también explica la aceptación del Zar de la propuesta
de sufragio finlandesa el 20 de julio de 1906. Ese acto habría sido
inconcebible sin la agitación revolucionaria en curso en todo el
imperio, que estalló de nuevo aquel verano en una nueva ola de
rebeliones campesinas y motines del ejército. [49]
Conclusión
La campaña
por el sufragio duró hasta el final de 1907. En enero, la Liga –
rebautizada como la Liga de Mujeres Socialdemócratas – envió un
memorándum a sus secciones locales, exigiendo que el SPD asegurase en
las listas electorales un número suficiente de mujeres candidatas. [50]
En ese momento, más de 18.000 mujeres se habían unido al SDP, cerca de
una cuarta parte del total de sus afiliados. [51]
Las
elecciones de 1907 supusieron una victoria aplastante del SDP, que no
había vacilado en la cuestión del sufragio universal. Ganó el 37% de los
votos – más que ningún otro partido – y de las 19 mujeres en la nueva
dieta, nueve eran del SDP. Formaron un notable grupo de mujeres, todas
dirigentes de la Liga y la mayoría de ellas muy humildes. Anni Huotari,
María Laine, María Raunio, y Sandra Reinholdsson eran costureras; Jenny
Kilpianen era tejedora; Mimmi Kanervo era una criada, como había sido
Miina Sillanpää; Ida Ahlstedt era panadera y gobernanta de una casa de
huéspedes; y Hilja Pärssinen era maestra de escuela. [52]
Las
feministas burguesas eran, como mucho, ambivalentes en relación con el
sufragio universal. Habían defendido públicamente el sufragio universal
después de la Gran Huelga, pero muchas dirigentes todavía subrayaban que
las mujeres finlandesas estaban demasiado atrasadas y no estaban
preparadas para votar. [53] Alexandra Gripenberg declaró en un congreso
de mujeres en Viena en 1907 que la entrada de mujeres plebeyas e
incultas en el Parlamento había sido una vergüenza “horrible”. [54] La
mayoría de las diputadas socialistas, lamentó Gripenberg, habían sido
“anteriormente sirvientas, obreras de fábrica, o costureras. … Fue un
lamentable error que se eligieran tan pocas mujeres realmente capaces y
preparadas para el trabajo de la dieta … Si tuviéramos mujeres abogados,
comerciantes, médicos, científicos, etc., las palabras de las mujeres
hubieran pesado más”. [55] Gripenberg continuó viajando por el mundo los
años siguientes, hablando en nombre de todas las mujeres finlandesas y
proponiendo su particular interpretación de la lucha por el sufragio
universal. [56]
Por el
contrario, el movimiento obrero interpretó la lucha finlandesa como una
victoria completa y, en palabras de August Bebel, “un triunfo del
socialismo internacional.” [57] Los marxistas rusos asistieron en 1906
al congreso de la Liga y declararon que los finlandeses mostraban el
camino a las mujeres rusas. [58] Del mismo modo, Klara Zetkin y
Alexandra Kollontai pusieron a Finlandia como ejemplo de que la
liberación de la mujer sólo era posible a través de la lucha de clases.
[59]
En el Día
Internacional de la Mujer haríamos bien en reconocer que fueron los
socialistas los que ganaron el sufragio femenino por primera vez en la
historia. El olvido de esta experiencia de nuestra memoria colectiva, en
última instancia representa una conquista ideológica de las Gripenbergs
del mundo. La recuperación de las raíces de la lucha por el sufragio de
las mujeres es, en este sentido, un acto político que continua una
batalla iniciada hace más de un siglo, una batalla que continuará hasta
que el capitalismo sea finalmente derrocado.
Notas:
[1] Ni
Nueva Zelanda ni Australia, los otros dos países que a veces se atribuye
ser los primeros en conceder el sufragio femenino, otorgaron a todos
los adultos el derecho de voto activo y pasivo en las elecciones. En
1893, Nueva Zelanda concedió a las mujeres el derecho a votar, pero no a
presentarse como candidatas. En 1902, Australia permitió a las mujeres
blancas el derecho de sufragio activo y pasivo, pero excluyó a todas las
mujeres y hombres indígenas. Para Nueva Zelanda y Australia, ver
Caroline Daley, Melanie Nolan, ed, Sufragio y más allá: Suffrage and
beyond: international feminist perspectives (New York: New York
University Press, 1994).
[2]
Abraham Ascher, The Revolution of 1905: a short history (Stanford:
Stanford University Press, 2004), 62. Una versión más larga de Ascher
del libro omite igualmente cualquier mención de la victoria del sufragio
finlandés: Abraham Ascher, The Revolution of 1905 ( Stanford: Stanford
University Press, 1988).
[3] David
Kirby, “The Labour Movement” , in Finland: people, nation, state”, ed.
Max Engman, DG Kirby (Bloomington: Indiana University Press, 1989), 201.
Barbara Evans Clements, A history of women in Russia: from earliest
times to the present (Bloomington: Indiana University Press, 2012),
175-176.
[4]
Importantes obras recientes que abordan la lucha por el sufragio: Pirjo
Markkola, Alexandra Ramsay, eds, Yksi kamari, kaksi sukupuolta: Suomen
eduskunnan ensimmäiset Naiset (Helsinki: Eduskunnan Kirjasto, 1997).;
Maria Lähteenmäki, Vuosisadan naisliike: Naiset ja sosialidemokratia
1900-luvun Suomessa (Helsinki: Sosialidemokraattiset Naiset, 2000);
Pertti Haapala et al, kaikkivaltias Kansa: suurlakko Suomessa 1905.
(Helsinki: Teos, 2008); Piia Vuorinen, Tyytymättömien naisten Ponnistus:
helsinkiläisten työläisnaisten toimijuus suurlakosta
eduskuntauudistukseen (-tutkielma gradu Pro, Turun yliopisto, 2010).
[5] Hannu
Soikkanen, Sosialismin Tulo Suomeen: Ensimmäisiin Yksikamarisen
Eduskunnan Vaaleihin Asti (Porvoo-Helsinki: Werner Söderström
Osakeyhtiö, 1961).
[6] Riitta
Laine, Suomen Naisyhdistyksen äänioikeustoiminta vuosina 1884-1906 (Pro
gradututkielma, yliopisto Tampereen, 1995), 25.
[7] Toisen
Suomen Työväen Puoluekokouksen pöytäkirja. Kokous pidetty Forssassa
Elok. 17-20 p. 1903 Liite (Turku: OY, 1903), 105. La experiencia
finlandesa contradice directamente la afirmación del historiador Geoff
Eley que ” allí donde ni los obreros ni las mujeres trabajadores tenían
voto, los movimientos de izquierda se negaron a respaldar el sufragio de
las mujeres hasta que se ganó el de los hombres. Ver Geoff Eley,
Forging democracy: the history of the left in Europe, 1850-2000, (Nueva
York: Oxford University Press, 2002), 23.
[8] Toisen
Suomen Työväen Puoluekokouksen pöytäkirja. Kokous pidetty Forssassa
Elok. 17-20 p. 1903 (Turku: OY, 1903), 144, 145, 163.
[9] Puolue
Suomen sosialidemokratinen. Tilastollisia tietoja puolueeseen
kuuluvista yhdistyksistä v 1919. (Helsinki: kustannuksella
Sosialidemokraattisen puoluetoimikunta, 1920), 40. Para la lucha contra
el alcoholismo, consulte Irma Sulkunen, History of the Finnish
temperance movement: temperance as a civic religion (Lewiston: E. Mellen
Press, 1990 ).
[10] Risto
Turunen, Pumpulivallankumous – Finlaysonin tehtaalaisten maailmankuvan
muutos 1800- luvulta vuoteen 1918 (-tutkielma Pro gradu, yliopisto
Tampereen, 2012), 54 .
[11] En
Makelin et al., ver Sandra Lehtinen muistelmat (Kansan Arkisto, 5
Lehtinen Sandra C-Eb), 39. Sobre el apoyo dado por los hombres
socialistas a las actividades de las mujeres trabajadoras, ver Hilja
Pärssinen “kehitys naisliikkeen Suomen Sosialidemokraattisen”,
Sosialidemokraattinen Puolue 25 vuotta Muistojulkaisu. (Helsinki:
Sosialidemokraattinen Puoluetoimikunta, 1924), 208. A lo largo de este
artículo utilizo el término “feminista” en un sentido amplio para
referirme a todos aquellos que buscan conscientemente poner fin a la
opresión de la mujer.
[12] Vuorinen, 2010, 30-33.
[13] Por
el contrario, los bolcheviques rusos no apoyaron la organización
autónoma de las mujeres trabajadoras hasta 1918. Soma Marik,
Reinterrogating Reinterrogating the classical marxist discourses of
revolutionary democracy (Delhi: Aakar Books, 2008), 290-296, 414-419.
[14]
Kaarina Vattula “Lähtöviivallako? Ammatissatoimivuudesta Naisten,
tilastoista ja kotitaloudesta “, en Tuntematon työläisnainen, ed. Leena
Laine et al., (Tampere: Vastapaino, 1989), 14.
[15]
Toisen yleisen Suomen Työläisnaisten edustajain kokouksen pöytäkirja.
Kokous pidetty Turussa heinäkuun 17-19 p: NA 1902 (Turku:
Ammattilaisten, 1902), 11.
[16]
Suomen Sosialidemokraattisen puolueen kolmannen, ylimääräisen kokouksen
pöytäkirjat. Kokous pidetty Helsingissä 25-28 syyskuuta 1904 (Kotka:
Kotka 1905), 159.
[17] Elina
Katainen, Riitta Oittinen “ruumiskirstuun porvarin Naulaniskuja, Mimmi
Kanervo ja Sandra Lehtinen”, en Markkola, Ramsay, 1997, 86-90.
[18] Hilja
Pärssinen, Äänioikeus-asia työläisnaisten kannalta (Helsinki: Työväen
Kirjapaino, 1903), 6. Aunque las divisiones de clase en la lucha
finlandesa por los derechos de las mujeres corresponde muy estrechamente
con el análisis “ortodoxo” de Pärssinen, Zetkin, y Bebel, en otras
partes del Imperio, la situación era a menudo más compleja. Por ejemplo,
en Rusia Central y Ucrania las principales organizaciones de las
mujeres no socialistas estuvieron significativamente más a la izquierda
política que sus homólogas finlandesas. En Rusia, ver Rochelle Goldberg
Ruthchild, Equality & revolution: women’s rights in the Russian
Empire, 1905-1917 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2010); en
Ucrania, ver Л. О. Смоляр, Минуле заради майбутнього: жіночий рух
Наддніпрянської України ІІ пол. Поч XIX-. Століття XX. Сторінки історії
(Одеса: Астропринт, 1998).
[19] En
Sillanpää, ver Irma Sulkunen, Naisen kutsumus: Miina Sillanpää ja
sukupuolten maailmojen erkaantuminen (Helsinki: Hanki ja jää, 1989).
[20]
Merja-Liisa Hinkkanen, Maija Lintunen, “Aleksandra Gripenberg:
taistelija ja kansainvälinen naisasianainen”, en Markkola, Ramsay, 1997,
204.
[21] Sobre
la huelga de Voikkaa, ver Sylvi-Kyllikki Kilpi, Suomen
työläisnaisliikkeen historia (Helsinki: Kansankulttuuri oy, 1953),
110-112, y Aura Kiiskinen, Vuosikymmenien takaa: muistelmia (Petroskoi:
Karjalan ASNT: n kustannusliike valtion, 1958) , 65-66.
[22]
Sandra Lehtinen muistelmat, 39. La reunión había sido organizada
principalmente por la Liga de Mujeres de Lucina Hagman, una organización
nacida de una escisión de 1892 de la Asociación de Mujeres finlandesas
vinculadas con el conflicto entre “las Viejas filandesas”(ligadas a
Gripenberg) y las “jóvenes finlandeses”, más liberales. Ambas
organizaciones, sin embargo, fueron notablemente elitista y sólo
apoyaron el sufragio universal después de la Gran Huelga. Marja Kokko,
Sisaret, Toverit: Naisten järjestäytyminen, ryhmätietoisuus ja
kansalaistuminen Jyväskylässä lopulta 1800-luvun 1930-luvulle
(Jyväskylä: yliopisto Jyväskylän, 1998), 67.
23 Para la Gran Huelga, ver Pertti Haapala et al., 2008.
[24] “Suurlakko ja naisten kokoukset”, Palvelijatarlehti 13-14 (1905), 147.
[25] Miina S. [Miina Sillanpää], “Suurlakko, ja palvelijain muutto”, Palvelijatarlehti 3-4 (1906), 34.
[26] “Suurlakko ja naisten kokoukset”, Palvelijatarlehti 13-14 (1905), 147-149.
[27] Väinö Voionmaa, Tampereen historia: itämaisesta sodasta Suurlakon aikoihin (Tampere: Tampereen kaupunki, 1932), 398.
[28] Kansan Lehti, 19 de diciembre de 1905. In times of famine, the Finnish poor ate pine bark (pettu) to ward off starvation.
[29] Sobre
la radicalización de la clase obrera en este período, ver Jarmo Ailío,
vallankumous Kesken jäänyt. Sosiaalinen mobilisaatio Helsingissä Vuoden
1905 suurlakosta Viaporin kapinaan 1906 (Pro gradu-tutkielma, Helsingin
yliopisto, 1999)
[30] Pirkko K. Koskinen, “lainsäädäntöhistoriaa Äänioikeuden”, en Markkola, Ramsay, 1997, 32.
[31] Eduskunnan uudistukomitean pöytäkirjat 12/12/1905 (Eduskunnan arkisto)
[32] Miina S. [Miina Sillanpää], “Kaikkien mahdollisuuksien varalta”, Palvelijatarlehti 1-2 (1906), 12.
[33] Nainen “yleinen ja yhtäläinen äänioikeus” Palvelijatarlehti 13-14 (1905), 153.
[34] Kilpi, 1953, 78.
[35] “Naisten Kokous” Palvelijatarlehti 15-16 (1905), 166.
[36]
Sylvi-Kyllikki Kilpi, Aira Sinervo, Sosialidemokraattisten naisten
valtiollinen toiminta (Helsinki:. Sos.-dem työläisnaisliitto, 1937), 23.
[37] Elina
Kiviranta “Siskot Tervetuloa sorretut, TANNE joukkoomme joutukaa”:
kansanedustaja Alma Jokisen empate Tampereen Amurista punapakolaiseksi
neuvosto-Venäjälle (Pro gradututkielma, yliopisto Tampereen, 2006), 45.
[38] Alli
Lahtinen, 50 vuotta Kotkan sosialidemokraattisten naisten toimintaa
1899-1949 (Kotka: naisyhdistys Kotkan Sosialidemokraattinen, 1949), 9.
[39] Miina
Sillanpää, “Työläisnaisten toiminta äänioikeustaistelun Aikana,” en
Naiset ja sosialidemokratia Suomessa: 25-vuotismuisto. (Helsinki:.
Suomen sos.-dem työläisnaisliitto, 1925), de 39 años.
[40] Ea Vt., Mihin en työläisnaisen perheenäitinä pyrittävä, Palvelijatarlehti 3-4 (1906), 29.
[41] Vuorinen, 2010, 51.
[42] Sylvi-Kyllikki Kilpi, Suomen työläisnaisliikkeen historia (Helsinki: Kansankulttuuri oy, 1953), 78.
[43] Työmies, 18 de diciembre 1905.
[44]
Tampereen naisten vaatimukset äänioikeus- ja Eduskunta-asiassa, 4.
(Työväenliikkeen Kirjasto 329,14-055,2, 480, Sos.dem. Naiset 8 K
Tampereen)
[45] Eduskunnan uudistuskomitean pöytäkirjat 13/12/1905 (Eduskunnan arkisto)
[46] RA Wrede, “Vaikutelmia yksikamarisesta eduskunnasta,” en Murrosajoilta. Muistoja ja kokemuksia I. (Porvoo: WSOY, 1913), 25.
[47] Eduskunnan uudistukomitean pöytäkirjat 13/12/1905 (Eduskunnan arkisto)
[48] Laine, 1995, 102.
[49] En
medio de la crisis revolucionaria en el verano de 1906 – que en Helsinki
estalló a finales de julio con la “rebelión Viapori” de los soldados
rusos y los Guardias Rojos finlandeses – véase John Bushnell, Mutiny
amid repression: Russian soldiers in the Revolution of 1905-1906
(Bloomington: Indiana University Press, 1985.)
[50] Sosialidemokratinen Naisliitto Kirjelmä Naisosastoille 11/01/1907. (Sos. Dem. Naisliitto 362.86 F1, Työväen Arkisto)
[51]
Suomen Puolue sosialidemokratinen. Tilastollisia tietoja puolueeseen
kuuluvista yhdistyksistä v. 1919 (kustannuksella Helsinki .:
Sosialidemokraattisen puoluetoimikunta, 1920), 40.
[52] biografías cortas de los nueve se pueden encontrar en Markkola, Ramsay, 1997.
[53] Laine, 1995, 92-94.
[54]
Marjaliisa Hentilä, “Maa jossa piiatkin saivat äänestää Suomen
työläisnaisliikkeen kuva kansain- välisessä lehdistössä 1906-1914″, en
Laine, 1989, 174-175.
[55] Baronesa Alexandra Gripenberg, Sobre Finlandia (Glasgow: John Horn, 1911), 6. [56] Hinkkanen, Lintunen, 1997, 208-210.
[57] Hentilä, 1989, 176.
[58]
Työläisnaisten ylimääräisen edustajakokouksen pöytäkirja. Viipurissa 8,
9, 10 ja p. lokakuuta 1906, Naisten edustajakokous 1906 (Kotka:
Kyminlaakson Työväen, 1906), 45-46.
[59] En
Zetkin, consulte Hentilä, 1989, 179. En Kollontai, consulte Elina
Katainen, Vapaus, TASAarvo, toverillinen rakkaus – Perheen, kotitalouden
ja avioliiton politisointi suomalaisessa kommunistisessa liikkeessä
ennen vuotta 1930. (Helsinki: Hansaprint, 2013), 78.
Artículo de Eric Blanc, traducido por sinpermiso.info
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