viernes, 23 de enero de 2015

Charles Darwin (1809-2009). Anatomía de un genio

Charles Darwin (1809-2009). Anatomía de un genio
 http://revista.raha.es/darwin.html

José M. Blanco Villero
Excmas. e Ilmas. Académicos y Autoridades
Sras y Sres.
Mis primeras palabras deben ser obligatoriamente de agradecimiento a la Junta de Gobierno de esta Academia por la oportunidad que se me da para hablar del personaje histórico que más ha influido en mi vida, especialmente en mis aficiones. Hoy es un verdadero placer estar de nuevo entre vosotros para hablaros de Charles Darwin en el bicentenario de su nacimiento. Tal día como hoy, hace exactamente 150 años, el 24 de noviembre de 1859, veía la luz uno de los libros más importantes que jamás se haya escrito. Naturalmente me estoy refiriendo, ya lo habrán adivinado a "El Origen de las Especies". Esta obra y su autor completan la llamada "Revolución científica". Esta "revolución" comenzó con Copérnico en 1543 con "De revolutionibus orbium celestium" que desplazaba a la Tierra del centro del Universo a la periferia, colocando en el centro al Sol; la llamada Teoría Heliocéntrica, ya anticipada por los griegos, entre otros por Aristarco de Samos. Otro hito supuso la obra de Isaac Newton "Principia Mathematica" de 1687 y la enunciación de la Ley de gravitación universal. Ahora, en 1859, las revoluciones astronómica y física, se completaba con las ciencias naturales. El ciclo se había cerrado en poco más de 300 años. Había nacido la Biología moderna. Parafraseando a Theodosius Dobzhansky, genetista eminente universalmente conocido podemos decir: "Nada tiene sentido en biología, sino es a la luz de la evolución"
Un sesquicentenario y un bicentenario. pero es que también es el bicentenario de la aparición de la "Philosophia Zoologica" de Lamarck cuya mención al menos nos parece obligada.
Intentaré hacer un recorrido, necesariamente breve, por la vida y las obras de Charles Darwin, muchas de las cuales se han traducido al castellano en fechas bien recientes.
I. INFANCIA Y FORMACIÓN.
Charles Robert Darwin vio la primera luz el día 12 de febrero de 1809 en Shresbury, en una gran casa georgiana con amplios jardines y vistas al río. Aquella casa, de nombre "The Mount", era propiedad de sus padres, Robert Waring Darwin y Susannah Wedgwood. Su padre, Robert, era un gran médico en todos los sentidos, pues a su éxito como facultativo, añadía un físico imponente, con más de 1,80 m. de estatura y 150 kg. de peso. Charles era el quinto hijo del matrimonio y el segundo varón. Era la época del rey Jorge III y de Jane Austen. Charles tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia inglesa acomodada de la burguesía terrateniente, aunque de talante liberal.
En el primer dibujo que se conoce de la infancia de Charles, nos encontramos con un niño "con cara de bueno", ojos algo tristes, soñadores quizás y tal vez tímido que sujeta un tiesto con flores. Pocos recuerdos tiene Darwin de esta época de su infancia, acaso un dulce pero nebuloso recuerdo de un feliz día de playa en Abergele, como él mismo nos cuenta en su Autobiografía. Sabemos que era más bien callado y cuando hablaba era propenso al tartamudeo. Le gustaba corretear por los alrededores de la casa en busca de pájaros y otros objetos de historia natural.
La infancia de Charles discurría tranquila, rodeado de una familia que le profesaba afecto y mimado por sus tres hermanas mayores. Adoraba a su hermano mayor Erasmus, cinco años mayor que él, con quien mantuvo una estrecha relación toda su vida. Su hermana Carolina fue su primera institutriz, pero a los ocho años fue enviado a la escuela local. Durante estos años la afición de Charles por la Historia Natural fue en aumento, siendo los bosques con sus plantas y animales su verdadera escuela. No se limitada a anotar las observaciones que hacía, sino que coleccionaba toda clase de cosas; no solo animales y plantas, sino también sellos, monedas, minerales y conchas. Como nos dice él mismo: "La pasión por coleccionar que lleva a un hombre a ser un naturalista sistemático, un virtuoso o un avaro era muy fuerte en mí, y claramente innata, puesto que ninguno de mis hermanos o hermanas tuvo jamás esta afición". Confiesa Darwin que era dado a inventar falsas historias para causar admiración, pero era compasivo y algo ingenuo. También le gustaban los escondrijos y los  lenguajes secretos. Viendo el interés del chaval por la Historia Natural, su padre le regaló dos libros sobre el particular que habían pertenecido a un hermano suyo llamado también Charles que había muerto siendo estudiante de medicina.
Robert Waring Darwin era un padre severo y solía estar muy ocupado en sus negocios, pero de ninguna manera un déspota. Como sucede con frecuencia en los hombres adinerados, era algo tacaño y controlaba hasta el último penique que se gastaba en casa, costumbre que heredó Charles. En su Autobiografía dedica muchas páginas a hablar de su padre y de ellas se desprende la admiración que sentía por él, aunque confiesa: "no creo que le deba mucho desde el punto de vista intelectual, pero su ejemplo fue de gran valor moral para sus hijos".

La infancia feliz de Charles se vio truncada bruscamente por la muerte de su madre tras una posible peritonitis. Transcurría el año 1817 y el pequeño Charles, que aún tenía ocho años, apenas recordaba nada de ella; tan sólo el vestido que llevaba en su lecho de muerte. Tras el triste suceso, fueron sus hermanas las que ocuparon el lugar de la madre, de modo que esta muerte no pareció afectar demasiado la vida de Darwin.
Al año siguiente y ya con nueve años, fue internado en la escuela de Shresbury que, a pesar de estar cerca de casa, suponía una ruptura brutal con el entorno doméstico. La experiencia en aquel internado dirigido por el Rvdo. Samuel Butler fue muy negativa. En su Autobiografía comenta que "nada pudo ser peor para el desarrollo de mi inteligencia".  No solo era mala la enseñanza -a pesar de estar considerada como uno de los mejores internados de Inglaterra-, sino que las condiciones higiénicas y la comida eran mediocres. Como no hay nada tan malo que no tenga algo bueno, Charles aprendió allí algo acerca de los clásicos, matemáticas y geometría. Coincidió algunos años de aquellos con su hermano Erasmus, el personaje más importante para Charles y con el que efectuaba experimentos en una suerte de laboratorio que habían montado los dos en la casa. Esto le valió a Charles el apodo de "Gas". Entretanto seguía coleccionado insectos y pájaros. Cuando Erasmus se fue a estudiar medicina, siguió con los experimentos y se carteaba con frecuencia con él.
Tras siete años en la escuela de Butler, su padre se dio cuenta de que la enseñanza tradicional que allí se impartía dejaba indiferente a Charles, y pensó que la medicina sería una buena alternativa; sería médico como su abuelo y como él mismo. Así en junio de 1825, a los 16 años de edad, abandona Shresbury y se encamina a Edimburgo a estudiar medicina con su hermano mayor.
-Edimburgo

El doctor Darwin pensaba que Charles podría ser un buen médico, pero a la postre se equivocaría por completo. En un primer momento estar con su hermano allí, libres e independientes, les hacía felices a ambos. La Universidad de Edimburgo, recordémoslo, era la mejor para estudiar medicina de toda Gran Bretaña, aunque estaba pasando una crisis debido al deterioro progresivo del nivel del claustro. Hasta tal punto la endogamia y el nepotismo estaban afectando a la Universidad, que prosperaban escuelas privadas, donde figuras importantes de la medicina pero preteridas impartían una enseñanza de superior calidad. La necesidad de cadáveres para las prácticas anatómicas indujo a gentes sin escrúpulos a profanar tumbas y aún asesinar para proveer de cuerpos a las escuelas; éstas por su parte tampoco hacían demasiadas preguntas sobre la procedencia de los mismos...

Ambos hermanos eran inseparables; todo lo hacían juntos y nunca se unieron a ninguna sociedad local. Charles se inscribió en nueve cursos para dos años, cubriendo las áreas tradicionales de anatomía, cirugía, química, materia médica e historia natural. Las lecciones magistrales le parecían intolerablemente aburridas; la anatomía sobre el cadáver le repugnaba y procuraba mantenerse lejos en las filas altas del anfiteatro. En aquella época presenció dos intervenciones quirúrgicas que vivió como una experiencia traumatizante. Este fue posiblemente el punto de inflexión de Darwin con respecto a la medicina. A partir de ese momento siempre odiaría la contemplación de la sangre, repugnancia que se iría incrementando con los años hasta su muerte. Ahora estaba seguro de que no podría ejercer la medicina. Él mismo nos dice en su Autobiografía: "Poco después [de comenzar a estudiar medicina] me convencí, por diversas circunstancias, de que mi padre me dejaría herencia suficiente para subsistir con cierto confort.... mi convicción fue suficiente para frenar cualquier esfuerzo persistente por aprender medicina".

No todo fue malo en Edimburgo y en el resto de asignaturas se defendió bien, aunque supo íntimamente que prefería la Historia natural a cualquier otra cosa. Las vacaciones de 1826 las dedicó a la caza, su otra pasión. Había aprendido a disparar a los doce años y, al parecer, lo hacía con suma habilidad. No hay duda que Darwin disfrutaba cazando.

Aún con la íntima certeza de que no seguiría estudiando medicina, marchó a Edimburgo para cursar su segundo año, dedicándose a la Historia Natural como válvula de escape. Erasmus se había ido y su lugar fue ocupado por una sociedad estudiantil donde se discutía de los más variados temas, la llamada "Sociedad Pliniana". Allí conoció a Robert Grant, médico y zoológo, especialista en invertebrados que había estudiado en Francia con Cuvier y Geoffroy. Charles salía de excursión con algunos miembros de la Sociedad Pliniana, cazaba animales y los disecaba. Grant le proporcionó abundante información sobre invertebrados, que tan útiles le serían más adelante. Empezó a tratarle como a un discípulo, haciéndole incluso partícipe de sus propias investigaciones. Llevaba al joven Charles a las reuniones de sociedades científicas como la Wernerian o la Royal Medical Society. Como consecuencia presentó en marzo de 1827, en la Sociedad Pliniana su primer trabajo propiamente científico acerca de la reproducción de unas colonias de pólipos llamados Flustra. A raíz de este acontecimiento se enfriaron las relaciones entre ambos, pero Grant, admirador de el abuelo de Darwin, Erasmus, le abrió las puertas al transformismo lamarckiano.

En el año 1827 Darwin abandona definitivamente Edimburgo y la medicina. Su padre estaba realmente enfadado y le espetó: "No te importa nada salvo cazar, los perros y coger ratas, y serás una desgracia para ti y tu familia". Charles pensaba que efectivamente se convertiría en un señorito ocioso. Si no valía para la medicina ¿para que podría valer?. Su padre decidió que se iba a dedicar a la vida eclesiástica, de forma que proseguiría esos estudios en Cambridge. La idea no disgustaba del todo a Charles, además muchos naturalistas eran eclesiásticos. Si bien su fe en los dogmas de la iglesia anglicana no era muy sólida, la perspectiva de convertirse en párroco rural y dedicarse a la Historia Natural le pareció atractiva.
-Cambridge.

Tras pasar el resto de 1827 -nueve meses- cazando con su tío Josiah Wedgwood y repasando el latín y el griego, ya olvidados, se presentó en Cambridge en enero de 1828. Allí, entre los hijos de la alta buguesía inglesa se sentía cómodo y libre. Se instaló en unas habitaciones del Christ College y rápidamente hizo amigos, pero sobre todo "descubrió" a un primo suyo, William Darwin Fox del que fue inseparable. Oficialmente estaba matriculado en Filosofía y Letras, preliminar habitual de la formación teológica.

Fox resultó ser una especie de alma gemela de Charles, le gustaba el campo, la caza, montar a caballo y lo que es más importante, recolectar curiosidades de historia natural. Fox hizo salir lo mejor de Charles: le inició en los escarabajos. Al respecto dice Darwin: "Durante el tiempo que pasé en Cambridge, no me dediqué a ninguna actividad con tanta ilusión, ni ninguna me procuró tanto placer como la de coleccionar escarabajos". Tanto él como su primo se tomaron estas aficiones muy en serio, consultando libros especializados, intercambiando ejemplares con otros coleccionistas e inventando nuevas estrategias para obtener ejemplares raros de la naturaleza, tal y como se hace en la actualidad. Cuando estaban ocupados incluso pagaban a otros por recolectar especimenes.

Uno de sus amigos llamado Herbert le regaló de forma anónima un buen microscopio, que fue el primer instrumento propiamente científico que tuvo Darwin. Así, entre recolectar escarabajos y cazar fueron pasando los meses. Al año siguiente Darwin conoció a la persona que más influyó en su carrera: el profesor Henslow. El Catedrático de Botánica John Stevens Henslow estaba en el cenit de su carrera y el curso de Botánica que impartía era uno de los más requeridos. Su botánica iba más allá de la mera taxonomía, considerando a la planta como un organismo vivo y no como un simple pliego de herbario. Las clases de Henslow iban acompañadas de salidas al campo y veladas intelectuales en su casa donde se trataban los más variados temas de Historia Natural. La relación con él le valió a Darwin el sobrenombre de "el que camina con Henslow".
Otro de los personajes que más influyeron en Darwin fue el catedrático de Geología Adam Sedgwick. El último año de su estancia en Cambridge, y por mediación de Henslow, Sedgwick se llevó a Charles a una de sus habituales expediciones geológicas por el norte de Gales. Los avatares de esta expedición iniciaron a Darwin en las complejidades del trabajo científico y desarrolló en él un gran interés por la Geología. Este conocimiento le sería muy útil en la expedición del Beagle. Entre las cosas que aprendió y como dice él mismo: "con anterioridad nada me había mostrado tan claramente que la ciencia consiste en agrupar datos para poder extraer de ellos leyes o conclusiones generales". Como veremos, eso fue exactamente lo que hizo cuando desarrolló "El Origen". Aunque Darwin dijo que en Cambridge había perdido el tiempo, en realidad no creemos que sea del todo cierto. Sí es verdad que había dedicado mucho tiempo a comer, beber, cantar y jugar a las cartas. Aún así en Cambridge entró en contacto con las figuras más relevantes del debate científico.
II. ELVIAJE DEL "BEAGLE".
Todo estaba dispuesto para que Darwin regresara a Cambridge en octubre de 1831 para iniciar la formación especializada que le llevaría a ingresar en la Iglesia y a ser un párroco rural, pero un acontecimiento extraordinario iba a torcer esos planes. El 29 de agosto recibió una carta en la que Henslow proponía a Darwin participar en un viaje a América del sur organizado por el Almirantazgo a bordo del Beagle. EL capitán, Robert Fitz-Roy, había solicitado que se le buscase un compañero de viaje educado, un caballero desde luego, que tuviese inquietudes científicas y afición a la historia natural. No quería a un profesional. Cuando a llegó a oídos de Henslow pensó inmediatamente que el candidato ideal era Darwin.

Al joven Charles la idea le entusiasmó de inmediato; no en vano llevaba meses preparando una expedición a las Islas Canarias. Pero ¡ay! su padre se opuso, elaborando una lista de objeciones al viaje. Sin embargo dejó un puerta abierta: "si encuentras a un hombre con sentido común que te aconseje que vayas, lo consentiré". Charles tenía al intermediario perfecto en la persona de su tío Josiah. Se fue a Maer y su tío desmontó uno por uno los argumentos del doctor Darwin, quien al final dio su consentimiento y se manifestó dispuesto a ayudarle.
Desde septiembre a diciembre de 1831 Charles despliega una febril actividad en Londres. Entró en contacto con marinos y científicos, compró libros, instrumentos, libros, vidrios y un microscopio portátil. Darwin estaba realmente eufórico. La última parte de la espera se le hizo insoportable. Estaba deseando salir, pero quedaba un escollo: la entrevista con Fitz-Roy. De su resultado dependía que fuese o no fuese aceptado en el Beagle. Afortunadamente los dos hombres se agradaron y el asunto quedó decidido.

Tras varios intentos fallidos, al fin el 27 de diciembre de 1831 el bergantín Beagle zarpa desde el puerto de Plymouth. Empezaba una aventura de casi cinco años que, en palabras del propio Darwin "seria determinante para toda mi carrera... el acontecimiento más importante de mi vida".

Los comienzos no fueron fáciles, pues desde el mismo momento de zarpar, Darwin fue presa de tales mareos que prácticamente no podía tenerse en pie. También se hizo realidad una de las advertencias de su padre: "el alojamiento será de lo más incómodo". Así fue. Darwin compartía un pequeño camarote de 3 x 3,5 m. con dos oficiales de reconocimiento con una gran mesa de mapas en el medio sobre la que Darwin debía colocar la hamaca cada noche. El techo era tan bajo que no podía caminar completamente erguido. Tres sillas, unas estanterías con libros y los armarios con los mapas completaban el mobiliario. Al menos podría compartir el camarote del capitán para comer con él y consultar su biblioteca. En total la tripulación del Beagle constaba de 64 personas, entre las que estaban incluidas tres indígenas de Tierra del Fuego que Fitz-Roy había traído desde aquellas lejanas tierras en el primer viaje del Beagle.

No podemos detenernos en detallar el largo periplo del Beagle, sin embargo dada la importancia que el viaje tuvo el proceso mental que llevó a Darwin a escribir "El Origen de la Especies", debemos al menos detenernos en algunos momentos que consideramos clave en el transcurso del viaje.

El Beagle puso proa al sur y aunque no pudieron hacer escala ni en Madeira ni en Canarias -con gran disgusto de Darwin- alcanzaron Cabo Verde, donde hizo sus primeras observaciones naturalísticas. Allí se dio cuenta por primera vez de la importancia del libro que llevaba a bordo. Nos referimos a "Principles of Geology" de Charles Lyell. Este libro enseñó a Darwin no solo a interpretar la geología de estas islas, sino a hacerlo bajo una perspectiva nueva. Allí, sentado en una playa de la isla de Santiago, se dio cuenta de lo afortunado que era y lo feliz que se sentía.

El primer hito del viaje en que debemos detenermos tuvo lugar en Punta Alta, en el extremo sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Allí, en un terraplen de la costa, Darwin descubrió los restos fosilizados de un megaterio. En este y otros lugares de la Pampa, Darwin descubrió otros animales fósiles afines como Toxodon, Scelidotherium y Macrauchenia. Empezó a darse de cuenta de que aquellas criaturas, prácticamente desconocidas en aquellas fechas, habían vivido hacía mucho tiempo, pero que a pesar de estar extintas, se parecían a otras actuales más pequeñas y así escribe: "esta maravillosa relación entre lo muerto y lo vivo en un mismo continente arrojará en el futuro, no me cabe duda, más luz sobre la aparición de seres orgánicos en la tierra y sobre su desaparición". Es decir que ¿acaso los habitantes del mundo actual eran distintos a los creados por Dios originariamente?. Tras una serie de reflexiones, llegó a la conclusión de que el istmo de Panamá pudo haber estado sumergido en otro tiempo, que la cantidad de vegetación no guardaba relación con el número de animales y que "podemos afirmar que toda la región de las Pampas es un vasto sepulcro de estos animales extinguidos...". Desechó por absurda la idea de un Diluvio Universal, lo cual le valió una tensa discusión con Fitz-Roy, fiel creyente en el relato literal de la Biblia. Para el capitán, los fósiles descubiertos indicaban que ¡la puerta del arca era demasiado pequeña!. Estas y otras cuestiones acerca de la distribución geográfica de las especies le llevaron a pensar que las ideas clásicas sobre la creación del mundo no ofrecía respuestas satisfactorias.

Aún en Bahía blanca, hizo algunas observaciones sobre unas serpientes venenosas semejantes a los crótalos que allí vivían. Tras una serie de reflexiones sobre los colmillos y el cascabel hace una afirmación sorprendente: "He observado un hecho que me parece muy curioso e instructivo, por demostrar como todos los caracteres, aún en el caso de que puedan ser independientes de la estructura, en cierto modo tienen una tendencia a variar por grados lentos". He aquí uno de los primeros testimonios del embrión de su Teoría.
Damos ahora un salto en el espacio y en el tiempo. Ahora vemos a Darwin en agosto de 1834 en Valparaíso disponiéndose a hacer una excursión por los Andes. La geología de los Andes le fascina y absorbe y así hace un descubrimiento crucial. A 340 m. de altura descubre un lecho de conchas fósiles sobre una tierra que, en realidad, fue un fondo marino. Sentado en la cima de "La Campana" a 2000 metros de altura y viendo Chile "como en un mapa" entre los Andes y el mar no puede por menos que reflexionar: "¿como no maravillarse de la fuerza que ha elevado estas montañas, y todavía más de las incontables edades que han debido de necesitar?". Empezaba a resultar evidente para Darwin que toda esta parte de Sudamérica estuvo en algún momento bajo el mar; habiéndose elevado lentamente con acompañamiento de terremotos y erupciones volcánicas. Lyell llevaba razón, los cambios son graduales, abandonando toda idea de catastrofismo, teoría que imperaba en aquellas fechas.

El 26 de noviembre de 1834 fue testigo de la erupción del volcán Osorno y en febrero de 1835 del terremoto que destruyó la ciudad de Concepción. Ambos eventos supusieron la confirmación de los principios de Lyell y un estímulo para las nuevas ideas que se estaban fraguando en la mente de Darwin. En marzo de ese mismo año se propone cruzar la cordillera andina, en una de las más duras excursiones que hizo durante el viaje. En este punto debemos hacer notar las excelentes condiciones físicas de Charles Darwin que contrastan con la mala salud que le acompaño el resto de su vida. En esta excursión fue atacado por chinches del género Vinchuca, vector de la enfermedad de Chagas o tripanosomiasis americana (T. cruzi) y algunos autores se basan en este hecho para justificar esa mala salud posterior.
El 15 de septiembre de 1835 avistaron las Islas Galápagos. Su estancia en estas islas seria crucial para todo el desarrollo posterior de su pensamiento. Tras haber desembarcado en varias islas se comienza a percatar de lo que sucede. Ve que la mayoría de las especies que habitan cada una de ellas son exclusivas de allí y no existen en ninguna otra parte, "de modo que este grupo de islas viene a constituir un pequeño mundo aparte o como si dijéramos un satélite dependiente de América, de donde ha recibido algunos colonos extraviados". Dado que las islas son volcánicas y, por tanto, surgidas del fondo del oceáno en un periodo geológico relativamente reciente, escribe: "en tal supuesto, así en lo que se refiere al espacio como al tiempo, nos parece acercarnos mejor al gran hecho -que es un misterio entre los misterios- a saber, la primera aparición de nuevos seres en el globo que habitamos". Darwin había observado sobre todo las diferencias en ciertos grupos de animales: los sinsontes y las tortugas. En cuanto a los sinsontes (Gen. Nesomimus) había observado cuatro especies distintas de este ave en cuatro islas diferentes. Contrariamente a lo que comúnmente se cree, los pinzones no fueron objeto de su atención hasta que los estudió el ornitólogo Gould en Londres. Es más, tuvo que echar mano de los ejemplares de Fitz-Roy, bien rotulados, ya que los suyos estaban mezclados. En cuanto a las tortugas, ya el vicegobernador de las islas le aseguró que viendo una de ellas podía saber exactamente de que isla procedía.
Hasta su vuelta a Londres, Darwin no fue plenamente consciente de las implicaciones de todas estas observaciones, pero lo intuye y así escribe: "lo que hace subir de punto mi asombro es que varias de las islas poseen sus peculiares especies de tortugas, sinsontes o burlones, picogordos, junto con numerosas plantas, y que estas especies tienen los mismos hábitos generales, ocupan sitios análogos y llenan sin duda los mismos fines en la economía natural de este archipiélago".

Además de estas observaciones que hemos relatado, hace otras igualmente interesantes sobre las iguanas, insectos y plantas. Todos estos datos le llevan a cuestionar la inmutabilidad de las especies y consiguientemente también debería revisarse El Origen de la vida en la tierra.

En octubre el Beagle zarpó con rumbo a Tahití, Nueva Zelanda y Australia. Su camarote se había convertido ya en un pequeño museo; en cada rincón había un objeto de Historia Natural y allí, entre los frascos con reptiles, insectos y pieles de pájaros se sentaba en su mesa y escribía y escribía. Lo principal del trabajo ya estaba hecho y el resto de la travesía fue más relajada. En la primavera de 1836 y ya de regreso a casa, el Beagle hizo escala en la isla de los Cocos o Keeling. Allí observó el cangrejo de los cocos, los alcatraces y otras criaturas, pero lo realmente importante es que resolvió  de una vez por todas el problema de la formación de los arrecifes y atolones de coral. En realidad llevaba dándole vueltas a este problema desde los Andes. Lyell daba una explicación coherente, pero debía comprobarse. Para Lyell los pólipos coralinos se veían obligados a construir en los bordes y hondonadas de los volcanes sumergidos. Darwin investigó los taludes externos de los arrecifes de atolón y comprobó que a partir de los 37 metros los pólipos estaban muertos y de ahí hacia arriba, vivos. Deduce correctamente que es el fondo del océano el que se va hundiendo poco a poco y los pólipos deben ir creciendo proporcionalmente hacia arriba. Estos hallazgos se plasmarían en una obra posterior sobre el particular. Su teoría acerca de la formación de los atolones ha sido modernamente demostrada mediante perforaciones.

El Beagle pone proa a casa: Isla de Mauricio, Ciudad del Cabo, Santa Elena, Bahía, Recife, Cabo Verde, Azores y, por fin, el dos de octubre de 1836 el Beagle atraca en Falmouth. Darwin estaba en casa. Habían transcurrido cuatro años, nueves meses y cinco días desde su partida. Jamás volvería a viajar.
III. PRIMEROS TRABAJOS Y "EL ORIGEN DE EL ORIGEN"
Una vez desembarcado, Darwin se dirigió a su casa, a Shrewsbury, llegando dos día mas tarde. Tras el lógico alboroto, su padre se fijó en los cambios físicos que había experimentado su hijo. Estaba algo más grueso y su cabeza había variado de forma. Pero su aspecto no era lo único que había cambiado, también sus aspiraciones y deseos. El proyecto de hacerse clérigo se había disipado por completo; su fe aún se mantenía, pero había palidecido notablemente. Por otra parte, el atractivo de hacer carrera con la Historia Natural había calado hondo en su mente. No era únicamente una aspiración, es que ya se sentía capacitado para ello, sentía que podía realizar notables contribuciones a esa rama del saber humano.

Los dos años que separan este momento del de su boda confiesa Darwin que fueron los más activos de su vida. Pronto se dio cuenta de que no podía estar yendo y viniendo de Shrewsbury a Londres y Cambridge. Al comienzo fijó su residencia en esta última, dado que sus colecciones estaban allí al cuidado de Henslow. En aquellos frenéticos meses conoció a Charles Lyell y fue elegido miembro de la Geological Society. No fue algo improvisado; la fama de Darwin le precedía en los círculos naturalísticos de Londres y Cambridge meses antes de su regreso, durante los cuales el propio Henslow había leído y publicado extractos de sus cartas ante la Geological Society y la Cambridge Philosophical Society. Todo el mundo esperaba a Darwin. Henslow le había otorgado un status profesional superior al que él mismo hubiese obtenido por sí mismo.

Su tarea inmediata era la de distribuir los ejemplares del viaje entre los especialistas más cualificados. Para los fósiles entabló muy buena relación con Richard Owen, un genio emergente de la anatomía comparada británica que llegaría a ser conocido como el "Cuvier inglés". Owen publicaría varias especies nuevas y sus estudios refrendaron la idea de Darwin acerca de la afinidad entre las especies extinguidas y las actuales en la misma área geográfica.

Las colecciones de reptiles las confió a Thomas Bell; las de aves a John Gould; las de insectos a George Waterhouse y a William Martin el resto. El contacto con Gould resultó especialmente importante, porque informó a Darwin de que los pinzones recogidos en las Galápagos constituían un grupo enteramente nuevo de especies que, además, eran diferentes en cada isla. El problema es que los ejemplares de Darwin no estaban etiquetados correctamente y no se sabía con seguridad cual pertenecía a cada isla. Afortunadamente los ejemplares de Fitz-Roy si estaban bien etiquetados y pudieron ir llenándose las lagunas. Estos datos le convencieron que, al fin y al cabo, sus especulaciones acerca de la mutabilidad de las especies eran más que probables y que aquellas aves se habían diversificado independientemente en cada isla por el aislamiento geográfico.

Otra preocupación de Darwin era escribir el relato de su viaje. El propio Fitz-Roy se lo había sugerido al final del periplo. Aunque lo compuso entre enero y septiembre de 1837, se publicaría a mediados de 1839 como el tercer volumen del "Narrative" de Fitz-Roy ,como estaba previsto, con el título de "Journal and Remarks (1832-1836)". Pocos meses después se editaría como volumen aparte y llevaría ya para siempre el título por el que hoy lo conocemos: "Journal of Researches into the Geology and Natural History of the various countries visited by H.M.S. Beagle". Esta obra se publicaría por vez primera completa en español con el nombre de "Viaje de un naturalista alrededor del mundo". 

Harto de desplazamientos, Darwin se mudó en marzo de 1837 a Londres, alquilando unas habitaciones cerca de donde vivía su hermano Erasmus, en Great Marlboroug Street. Allí se alojó con su criado  Covington hasta su boda. A partir de entonces tomó parte muy activa en las reuniones de las distintas sociedades a las que pertenecía, haciendo vida social y recabando influencias. Era asiduo especialmente de la Geological Society y se hizo inseparable de Lyell que se convirtió en uno de sus más íntimos amigos para el resto de su vida. La semana del 14 de marzo de 1837 resultó crucial. Gould, el ornitólogo que estaba estudiando las aves del viaje del Beagle, describe una especie nueva de ñandú a la que denominó Rhea darwinii.  Inmediatamente Darwin se preguntó porque esta especie nueva había ocupado el lugar de la otra al sur de la Patagonia. Otro hecho más que le llevaba a pensar en la transmutación de las especies, pero sus ideas estaban aún confusas. Anotaba sus pensamientos en varios cuadernos. Una vez que acabó el "cuaderno rojo", etiquetó otros con letras. El A por ejemplo lo reservó para la geología, pero el que más nos interesa es el "cuaderno B" porque es el que dedicó al tema de la transmutación de las especies; allí apuntaría sus ideas, aún rudimentarias, sobre el espinoso asunto, añadiendo el primer árbol de la vida que se conoce, pero escribiendo en la parte superior de la página "I think" (Yo creo). Fue en esta época cuando empezó a sentirse mal, enfermedad que le acompañaría el resto de su vida, acentuada por los periodos de stress.

Los meses siguientes fueron de febril trabajo. La idea era la de plasmar los resultados de sus investigaciones en una obra de varios volúmenes, para lo cual consiguió mil libras de subvención. trabajó intensamente los años siguientes para publicar "The Zoology of the voyage of H.M.S. Beagle" que vieron la luz entre 1839 y1843.

En septiembre de 1838 leyó un libro que iba a dar un empuje inesperado a sus ideas. La obra de Malthus "Ensayo sobre el principio de la población" fue como una revelación. El argumento de Malthus no podía ser más simple: el alimento disponible no puede mantener un ritmo incesante de crecimiento poblacional, pues mientras la población podía crecer de forma geométrica, la producción agrícola solo podía hacerlo de forma aritmética. Este mismo principio, pensó Darwin, podría aplicarse al resto de organismos. Cayó en la cuenta de que el número de individuos de una población determinada de una especie, se mantenía más o menos constante. Por tanto, muchos deberían morir y éstos eran los menos adaptados a las circunstancias presentes. Las variaciones favorables de este modo se mantendrían y se extenderían a toda la población tras el tiempo suficiente. Tras estas conclusiones Darwin escribió: "Por fin una teoría con la que trabajar".
Matrimonio

Un joven a esa edad piensa en las chicas y Darwin no será una excepción. En un alarde de frialdad escribió una lista de las ventajas e inconvenientes que tendría casarse; al final llegó al convencimiento de que casarse era la mejor opción. Pero casarse ¿con quien?. Conocía mujeres intelectuales que podrían haber sido buenas esposas, pero él quería alguien que le molestase lo menos posible en su trabajo. El nombre de su prima Enma Wedgwood le vino enseguida a las mientes. Viajó a Maer y le propuso matrimonio a Enma quien, para su sorpresa, aceptó. Todo fue frío, repentino y calculado. No podemos decir que Darwin fuese un romántico. El verdadero cortejo comenzaría después de la declaración. Hubo alguna disensión entre ellos debido al tema religioso, pero no supondría un obstáculo insalvable. Y así, el 29 de enero de 1839, se casaron en la iglesia de Maer, cinco días después de ser elegido Darwin miembro de la Royal Society. Fue un acto discreto, acaso soso y con poca gente. Tampoco hubo luna de miel.

Alquilaron una casa en Londres, el 12 de Upper Gower Street. Un lugar adecuado, ni muy refinado ni muy plebeyo. Allí residirían durante tres años y ocho meses. Durante ese tiempo el trabajo de Darwin se ralentizó, llegando a exclamar en su Diario: "Jamás he hecho tan poca cosa en un periodo de tiempo similar". Unos meses después de casarse el fin vio la luz su esperada obra "Journal of Researches into the Geology and Natural History of the various countries visited by H.M.S. Beagle" a la que ya hemos hecho alusión. Fue la primera obra de Darwin que saldría a la luz y estaba tremendamente ilusionado. Envió el libro a todas las personalidades que conocía, entre ellas al ilustre Humboldt. La elogiosa respuesta de éste satisfizo enormemente a Darwin. el libro le había hecho famoso y desde casi todos los sectores recibió alabanzas por su trabajo. Se había convertido en un personaje de renombre y ya podía hablar de igual a igual con las figuras que antes fueron sus maestros.

Además acabó su libro acerca de los arrecifes de coral. "The structure and distribution of coral reefs", que vio la luz en 1842. Sería la primera parte de la Geología del viaje del Beagle. La primera edición española data de 2006 y lleva por título: "La estructura y distribución de los arrecifes de coral". Durante este tiempo también dio conferencias en la Geological Society y siguió revisando los volúmenes de la "Zoología del Beagle" que irían apareciendo entre 1839 y 1843.

A finales de 1839 los Darwin tuvieron su primer hijo, al que llamaron William Erasmus. Darwin estaba radiante con su retoño y abrió otro cuaderno para anotar cualquier observación sobre él. Así las expresiones, el llanto, etc. eran anotados cuidadosamente. También su hijo se había convertido, como todo lo que rodeaba a Darwin, en un objeto de observación científica. Como veremos, años después, estas y otras muchas observaciones quedarían incorporadas al libro sobre la expresión de las emociones en el hombre y los animales.
El año siguiente, 1840, se caracterizó por la enfermedad. Darwin llegó a estar tan mal que incluso viajó a Shrewsbury para recabar consejo de su padre. El verano y el otoño lo pasaron en Maer, en el campo. La enfermedad de Charles sirvió para consolidar al matrimonio: el paciente perpetuo y la devota enfermera. En marzo del año siguiente, 1841, nació su segundo hijo, Anne Elizabeth.
El Sketch.

Durante la primavera-verano de 1842, Darwin redacta de un tirón 35 páginas de apretada caligrafía a lápiz que se convertiría en el primer esbozo de la Teoría de la Evolución. Conocido como "el Sketch", el manuscrito es un discurso argumentativo destilado de los llamados "Cuadernos de la Transmutación" a los que ya hicimos alusión y representa un primer embrión de "El Origen". A lo largo de las 35 páginas, Darwin organiza y clarifica sus ideas; sin embargo no estaba pensado para ser publicado. La primera parte -18 páginas- la dedica a la variación en domesticación y en la naturaleza, introduciendo ya el término "selección natural". Al final de esta parte hace un magistral resumen de su teoría centrándose en la variación y la selección. La segunda parte del "Sketch" consta de siete capítulos breves donde analiza los problemas concernientes a como serían aceptadas sus ideas. Por fin confiesa su "crimen": "Estas son las razones que me llevan a pensar que las formas específicas no son inmutables". Pero soslaya el conflicto más que latente con la religión, dando a entender que Dios no ha creado las especies de una en una, sino imponiendo la ley de la evolución a la materia inicial. También deja aparte al hombre.
Un nuevo hogar y el manuscrito sobre las especies

La casa de Londres se había quedado pequeña ahora con dos niños en el mundo y tras unos tanteos previos, al fin optaron por comprar una casa en Down, Kent. Aquella casa era espaciosa y estaba rodeada de caminos rurales y campos. Había muchos árboles, paz y tranquilidad, justo el tipo de lugar que le gustaba a Darwin. Además era barata. Se mudaron en septiembre de 1842 y allí vivirían el resto de sus vidas. Unos días después de mudarse Emma tuvo su tercer hijo, que desgraciadamente moriría a las tres semanas de vida. Tras algunas obras, la casa quedó lista. Darwin arregló el estudio a su gusto; este cuarto se convertiría en su Sancta Sanctorum, su refugio; allí escribiría el resto de sus obras, las más importantes.

En su nueva casa, en lugar seguro, a salvo de recepciones, cenas y teatros retomó el borrador sobre las especies, tomando como base el Sketch de 1842. Ya no va a escribir para sí mismo, ya tiene en mente que algún día puede ser publicado. La argumentación es ahora más sólida y los datos mejor organizados y descritos con exactitud. Aquel borrador se convertiría en 230 páginas escritas a lo largo de 5 o 6 meses y lo acabó en julio de 1844. La intención era publicarlo, pero era demasiado heterodoxo. Cuanto más lo leía, más aterrorizado se sentía de su contenido y las posibles -seguras- consecuencias. Tanto fue el pavor a lo que de seguro se le vendría encima que decidió que lo publicara otra persona tras su muerte. Envolvió el manuscrito y quedó guardado junto a una carta para su mujer con instrucciones para su publicación una vez él hubiera muerto: "Querida Emma, acabo de terminar el borrador de mi teoría sobre las especies. Si, como yo creo, mi teoría es cierta y si es aceptada por un solo juez competente, será un paso considerable en la ciencia".
El libro quedaría enterrado durante doce años. ¿Que hizo Darwin durante ese tiempo?.
Estudiando Cirrípedos

Por si le quedaba alguna duda de lo que sucedería si publicaba su obra, en octubre de ese mismo años -1844- apareció un libro titulado "Vestiges of the Natural History of Creation".     El libro no estaba firmado, pero al final todo el mundo supo que lo había escrito Robert Chambers, periodista, escritor y estudioso autodidacta. En ese libro estaban plasmadas unas ideas muy parecidas a las suyas propias a favor de la transmutación. Darwin estaba atónito; Chambers iba incluso más allá, incluyendo al hombre en la cadena de la vida. El libro fue un éxito de ventas y lo compraron masivamente desde todas las clases sociales. Su estilo, divulgativo y periodístico, llevó las ideas evolucionistas al primer plano de la vida británica. Entre los eruditos, la obra tuvo ataques muy virulentos; en especial de Sedgwick, su antiguo maestro. Su amigo Hooker, aunque con cierta simpatía por la obra, le dijo a Darwin que nadie que no hubiese examinado detenidamente muchas especies y descrito otras tantas, tenía derecho a emitir opiniones sobre el particular. Aunque el comentario no iba dirigido a Darwin, éste se sintió aludido. En efecto, Darwin no había estudiado a nivel de especialista ningún grupo zoológico, casi todo el material del Beagle lo había confiado a especialistas de reconocido prestigio. La faltaba esa parte de formación que caracteriza al taxónomo experto.

Se dijo asimismo que tenía que demostrar su valía en este campo. Y así en 1846 fue a recoger su última botella con especimenes del Beagle. Y surgió el milagro; de la botella extrajo un extrañísimo percebe que sin duda pertenecía a una especie no descrita. Se decidió a estudiar este grupo de crustáceos, los cirrípedos o percebes. Y así durante los siguientes ocho años, Darwin se dedicaría de lleno al estudio de los cirripedos. Compró materiales de laboratorio, un objetivo más potente para su microscopio y se dispuso a encerrarse en Down. Se comunicaba con el exterior por medio de cartas, organizando metódicamente su horario diario, para que nada ni nadie le distrajese de su quehacer. Consiguió especimenes de casi todos los lugares del mundo y el Museo Británico puso a su disposición la numerosa colección de cirrípedos que atesoraba, aún no bien catalogada. en un principio no pensó en dedicarle tantos años, pero el descubrimiento de su asombrosa vida sexual le fascinó y prolongó su estudio.

Había especies hermafroditas, pero otras no lo eran y en éstas el macho, diminuto, quedaba prisionero dentro del cuerpo de la hembra; algunos incluso tenían machos extra. Como sucedía en todos los temas que tocaba, estos hallazgos vinieron a aportar nuevas pruebas para su teoría. Primero estas especies fueron hermafroditas, luego machos pseudoparásitos, para terminar con sexos separados: la naturaleza tal y como él pensaba, parecía aborrecer la autofertilización. Durante este trabajo, Darwin se mostró muy meticuloso en el estudio y disección de los ejemplares.

Comunicó sus hallazgos a Agassiz de Harvard quien quedó impresionado y le mandó varios especimenes raros. Animado, decidió estudiar el grupo a nivel mundial y le escribió a todos los que conocía para que le enviaran ejemplares de los lugares más remotos. Durante 1848 y 1849 tuvo largos episodios de enfermedad y murió su padre. Los tratamientos que le administraba el Dr. Holland no terminaban de hacer el efecto desaeado, así que decidió ir a una cura de aguas en Malvern, establecimiento regentado por el Dr. Gully. En este balneario, no sabemos si por el efecto directo de la cura o por la relajación que le supuso, se encontró cada vez mejor y decidió quedarse tres meses con toda la familia. Tanto se recuperó que dejó embarazada nuevamente a Emma y Darwin, regresando a sus orígenes, empezó a buscar escarabajos por los alrededores. Repetiría la experiencia en otras ocasiones posteriores.

En 1851 la que enfermó gravemente y murió fue su hija Anne, de diez años de edad. Darwin no se recuperaría nunca del todo de esta muerte. Si le quedaba algún rastro de fe, se fue con Anne. Esta horrible muerte le hizo refugiarse en su trabajo y así, el mismo año, terminó el volumen dedicado a los percebes fósiles que fue publicado a expensas de la Palentological Society con el título de "A monograph of the fossil Lepadiidae; or, pedunculated cirripedes of Great Britain" (Londres, 1851). En los tres años siguientes publicaría otros tres volúmenes sobre cirripedos vivientes (1851-1854). Este trabajo le valió la concesión de la Royal Medal de la Royal Society. Estas monografías especializadas son aún hoy muy valoradas por los expertos en este grupo zoológico por su extensión, detalle y minuciosidad en las descripciones, así como por sus magníficas ilustraciones. Había disecado y estudiado 10.000 ejemplares de cirripedos. Quedó desde luego harto de ellos: "odio al percebe como ningún hombre lo ha odiado nunca". Pero Darwin no era hombre de los que dejan un trabajo a medias. En aquellos años intimó con Huxley y Hooker, quienes junto a Lyell se convirtieron en sus amigos de por vida.
Retomando la transmutación

En la misma anotación de su diario de septiembre de 1854 en la que da cuenta de la terminación de su trabajo con los cirrípedos, anuncia que: "a partir de septiembre de 1854 me consagré totalmente a ordenar mi enorme montón de apuntes, a observar y a experimentar en relación con la transmutación". Aún tenía muchas preguntas a las que responder, sobre todo respecto a la variación. Descubrió que la variación se estaba produciendo constantemente, siendo una consecuencia natural de la reproducción. Inició una serie de ingeniosos experimentos para demostrar que las semillas de las plantas podían colonizar islas, sobreviviendo incluso a muchos días en agua salada. Junto con las semillas, también podrían viajar huevos y larvas de insectos en el plumaje de las aves o en las patas. Tras estos experimentos se convenció de que las especies saltaban por diversos métodos los brazos de mar para colonizar nuevas tierras y allí dar origen a otras nuevas sin necesidad de recurrir a hipotéticos puentes terrestres sin prueba alguna de los mismos. Hoy llamamos a este fenómeno "radiación adaptativa".

También trabajó mucho con las aves domésticas, singularmente con las palomas, entrenando su ojo para discernir pequeños detalles diferenciales entre las razas que solo captaban los expertos colombófilos para poder originar nuevas variedades.

En 1856 comenzó a tantear a sus colegas y amigos acerca de la opinión que le merecían sus teorías evolucionistas. Huxley le apoyaba y a Hooker tampoco le disgustaba; sin embargo Lyell retrocedió ante las implicaciones de esta teoría en lo concerniente al ser humano. Darwin mantendría su resistencia a publicar, aunque reconoce que si alguien se le adelantara se enojaría: "me desagrada mucho escribir en pos de la prioridad, aunque es cierto que me enojaría si alguien publicara mis doctrinas antes que yo".

En su fuero interno ya se sentía preparado y el 14 de mayo, convencido, escribe: "Comienzo a escribir un borrador de las especies por consejo de Lyell.....y planeo llamarlo Selección natural". Un acontecimiento inesperado alteraría sus planes e iba a decidir su futuro. Veámoslo.
IV. EL "ORIGEN DE LAS ESPECIES".
Una buena mañana del 18 de junio de 1858, Darwin recibe un paquete de Alfred Russell Wallace procedente de Ternate, una isla entre Célebes y Nueva Guinea en las actuales Molucas. Darwin ya sabía de la existencia de Wallace y había intercambiado alguna correspondencia con él. Pero este envío era distinto. Contenía un manuscrito de veinte páginas en el que exponía casi punto por punto, la teoría en la que Darwin llevaba trabajando tantos años. No podía creer semejantes coincidencias y exclamó: "Si Wallace hubiese tenido el borrador de mi manuscrito de 1842 ¡no hubiese podido hacer un mejor extracto! Incluso los términos que utiliza son los que figuran ahora como títulos de mis capítulos". Las emociones se agolpaban en la mente de Darwin, los temores de Lyell sobre la prioridad se habían hecho realidad.

En los días siguientes, Darwin se debatió entre la culpa por preocuparse de la prioridad y el pánico por perderla. Herido, se dirigió a Hooker y a Lyell implorando una solución honorable. Solución que le llegó en unos días; sus amigos sugerían una publicación conjunta del ensayo de Wallace, un resumen del manuscrito de Darwin de 1844 y una carta que Darwin envió a Asa Gray de 1857 en la que le comunicaba su Teoría. Y así, en la sesión de la Linnean Society de uno de julio de 1858, se leyeron los tres documentos ante unos 25 miembros sin que Darwin ni, por supuesto, Wallace estuviesen presentes. En la sesión no hubo apenas comentarios. Acababan de esta forma dos estresantes semanas para Darwin, pero tardó su tiempo en quitarse el amargo sabor de haber hecho algo poco honorable.

Cuando, unos meses más tarde, Wallace leyó las cartas de Hooker y Darwin sobre el arreglo efectuado, lo aceptó de buen tono, mostrándose generoso y cediendo el puesto a Darwin como descubridor, dado que llevaba veinte años trabajando acerca del particular. Se contentó con ser codescubridor. Su nombre aparecería unido al de Darwin y en el futuro ambos tuvieron una buena relación. Es más, Darwin le sacaría de apuros económicos más adelante, consiguiendo una pensión del Gobierno para él.

Como consecuencia de todo este asunto, Darwin abandonó la obra larga que tenía proyectada y se aplicó a elaborar un resumen que a la postre sería la definitiva. Trabajó durante meses de forma incesante y con brotes de su enfermedad, terminando el manuscrito en mayo de 1859. Tras un verano de corrección de pruebas, para lo cual tuvo la ayuda de Emma y Lyell, por fín el 24 de noviembre de 1859 y editada por Murray nació  "El Origen de las Especies". Su título completo reza "Sobre El Origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las especies favorecidas en la lucha por la vida".

Darwin dedicó mucho esfuerzo durante los años siguientes para difundir y defender su criatura. El mismo día en que vio la luz, se vendieron los 1250 ejemplares de la primera edición. Darwin envió su libro a una lista de corresponsales, unos 80, que pronto estarían juzgando su libro. En los meses siguientes un aluvión de reseñas y cartas pasaron por las manos de Darwin. Sus amigos alabaron su obra, si bien algunos como Lyell no estuviesen de acuerdo al cien por cien con ella. Uno de los más entusiastas fue Tomas Henry Huxley quien escribió: "que absolutamente estúpido el no haber pensado en eso". Pero los ataques no tardaron. Uno de los más virulentos fue el de su antiguo maestro Adam Sedgwick. Pero su ataque era de índole teológica y no científica. Miraba las consecuencias y no los hechos. Tampoco a Fitz-Roy le gustó el libro por motivos parecidos. Richard Owen también se abalanzó sobre el libro criticándolo severamente. Owen creía que los organismos revelaban un plan que no se podía explicar por medio de la selección natural. La trifulca originada separó a los que hasta ahora habían sido amigos. Darwin era tan meticuloso que incluso coleccionaba las reseñas acerca de su libro, recortando los artículos y organizándolos en carpetas.
Estructura de "El Origen de las Especies"
El libro consta de 15 capítulos en los que el autor guía al lector a través de un hilo argumental ascendente con un gran poder de convencimiento y una avalancha de hechos contrastados. No podemos detenernos en analizar detenidamente el contenido de "El Origen", pero al menos podemos dar unas pinceladas acerca de su estructura y los principales argumentos en los se basa Darwin para escribir este libro.
La obra se articula en 15 capítulos. En los dos primeros analiza la variación, tanto en estado doméstico como en la naturaleza. En el tercero la "lucha por la existencia" o la aplicación de la teoría de Malthus a la naturaleza. En el cuarto analiza la selección natural o la supervivencia de los más adecuados. Dedica luego dos capítulos enteros a las dificultades y objeciones que se pueden poner a su Teoría, anticipándose así a las críticas que sin duda recibiría y recibió. Los capítulos del 10 al 14 los dedica a los argumentos en favor de la evolución biológica y en ellos nos vamos a detener brevemente:
-La evidencia geológica: Frente a las teorías de las catástrofes, opone el uniformitarismo de Hutton y Lyell; es decir que los fenómenos geológicos que hoy observamos han existido siempre y no solo durante unos miles de años, sino a través de millones de ellos; tiempo suficiente para que la evolución actúe.
-La evidencia embriológica: Darwin se apoya en las semejanzas que tienen los embriones de los distintos grupos de vertebrados. Lo mismo sucede con las larvas de crustáceos. Esto sería una prueba de la ascendencia común.
-La evidencia de la anatomía comparada: Muchas estructuras muestran un plan que sugiere un origen común, aunque luego se utilizan para propósitos diferentes. Por ejemplo, los miembros anteriores del murciélago, la ballena y el mono, tienen cinco dedos, aunque se han modificado para volar, nadar o coger respectivamente. También el estudio de los órganos rudimentarios proporcionó a Darwin pruebas de su Teoría. Se fijo, por ejemplo en las mamas rudimentarias de los machos de los mamíferos, los vestigios de pelvis en las serpientes, el cóccix en humanos o los ojos atrofiados de los animales cavernícolas. La explicación para Darwin es evidente: son prueba de órganos que una vez fueron funcionales pero que, al usarse cada vez menos, la selección natural los fue reduciendo hasta hacerlos vestigiales y por tanto inútiles.
-La evidencia paleontológica: ya durante el viaje del Beagle, el propio Darwin había descubierto fósiles. En aquellos tiempos los fósiles eran interpretados como animales que habían perecido durante catástrofes tales como el diluvio universal, seguidas de nuevas "creaciones" de especies. Para Darwin estos fósiles son simplemente antecesores de los actuales, pudiendo encontrarse formas intermedias, como por ejemplo el famoso Archaeopteryx, intermedio entre un dinosaurio y un ave. Hoy día se conocen muchos fósiles intermedios, incluso en paleontología humana. De haberlos conocido, hubiesen hecho las delicias de Darwin.
-La evidencia biogeográfica: la distribución de las especies en la Tierra no es homogénea. Mientras hay grupos enteros confinados a una región, como los marsupiales en Australia y Nueva Zelanda; otros solo se hallan presente en una isla como Darwin comprobó en las Galápagos. Islas como Cabo Verde y las Galápagos tienen el mismo origen geológico y casi la misma latitud y, sin embargo, poseen una flora y una fauna muy diferentes. Necesariamente han debido sufrir una evolución independiente.
Con todos estos argumentos el hecho evolutivo quedaba sobradamente demostrado, pero ¿cual era el mecanismo?. Los pilares de la Teoría darwiniana son la variación, la selección natural y la reproducción diferencial. Resumiendo, la materia prima de la evolución es la variación aleatoria, que hace que ningún individuo sea idéntico a otro; la variación es el resultado de la mutación y la recombinación genética, claro que de genética no se sabía nada en tiempos de Darwin. La Selección Natural explica porqué unos individuos mueren sin dejar poca o ninguna descendencia y otros, por el contrario viven más tiempo y dejan una descendencia apreciable. Es ésta reproducción diferencial la que perpetúa ciertas características y elimina otras. En palabras más actuales, unos genes se copian más veces y otros menos.

En el capítulo 15, el último, hace una recapitulación de toda su "larga argumentación" como él mismo califica a todo el libro y lo acaba con el siguiente párrafo: "Así, la cosa más elevada que somos capaces de concebir, o sea la producción de los animales superiores, resulta directamente de la guerra de la naturaleza, del hambre y de la muerte. hay grandeza en esta concepción de que la vida, con sus diferentes fuerzas, ha sido alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, infinidad de formas más bellas y portentosas".
En años posteriores la obra se traduciría a casi todos los idiomas principales. Tendría seis ediciones; la última, publicada en 1872 sería la definitiva y la más traducida. En Español se publicó completa en 1877; aunque ya en 1872 se había publicado parcialmente por entregas semanales.

Los ataques contra "El Origen" arreciaron, pero un inspirado Huxley contestaba sin complejos. Su voz resonaba en todos los ámbitos y llegó a ser llamado "el bulldog de Darwin". Entre otras páginas brillantes , Huxley escribió en la revista Westminster (1860): " ¿Quien contará los pacientes y entusiastas buscadores de la verdad, desde los días de Galileo hasta ahora, cuyas vidas se han vista amargadas y su buen nombre pisoteado por el erróneo celo de los bibliolatras? (...) Es verdad que si los sabios han sufrido, su causa ha sido vengada con creces. Los teólogos extinguidos reptan alrededor de la cuna de las ciencias como las serpientes estranguladas junto a la de Hércules, y la historia recuerda que siempre que la ciencia y el dogmatismo se han opuesto en buena lid, el último se ha visto obligado a retirarse, sangrando y machacado, si no aniquilado, frustrado si no muerto"

La tensión llegó a un punto crítico cuando se reunió la British Association for the Advancement of Sciencie en Oxford el 30 de junio de 1860. "El Origen" se convirtió en el principal atractivo en los círculos científicos. Allí había unas 1000 personas entre periodistas, políticos y otros. Los principales amigos y adversarios de Darwin también estaban allí, pero Darwin permaneció en Down. En la sección "D" de comunicaciones entraron entre otros Hooker, Huxley, Draper y el obispo Samuel Wilbeforce, seguidos de una gran cantidad de personas, muchas de ellas estudiantes. El resto es historia conocida. Tras la intervención de Draper, quien afirmó que el progreso humano dependía de que la ciencia derrotase a la teología, tomó la palabra "Sam el jabonoso", apodo con el que se conocía a Wilbeforce. Iba convenientemente aleccionado por el ahora enemigo de Darwin, Richard Owen, quien no estaba presente en la sala. Tras una elocuente alocución en respuesta a Draper, se cebó con "El Origen", que es en realidad lo que venía a hacer y al final se giró hacia Huxley y le espetó a la cara si él descendía de un simio por la parte de su abuelo o la de su abuela. El público estalló en carcajadas. Huxley masculló entre dientes "el señor lo ha dejado en mis manos". Entonces se levantó y pronunció su famosa sentencia: "Si hubiera de tener a un triste simio por abuelo o a un hombre muy dotado por la naturaleza y en posesión de grandes medios e influencia y que, sin embargo, emplea tales facultades para el simple propósito de introducir el ridículo en un debate científico de gran seriedad, sin la menor duda afirmo mi preferencia por el simio". Estalló el caos, con señoras desmayadas y estudiantes gritando ¡mono, mono!. Fitz-Roy con una biblia en la mano gritaba patéticamente intentando hacerse oír "¡Las Escrituras, las Escrituras!". Debió de ser una escena memorable que por supuesto quedó en la memoria de los que allí estaban. También intervinieron Hooker, Henslow y Lubbock en defensa de Darwin y "El Origen".

Cuatro figuras fueron cruciales para la progresiva aceptación de la Selección Natural: los mencionados Hooker y Huxley y, además, Lyell por supuesto y Asa Gray. Se repartieron, dadas sus respectivas especialidades, la botánica, la zoología y la geología. En concreto el botánico Gray fue el que abrió a Darwin las puertas de América.
V. VEINTE AÑOS DE INVESTIGACIONES.
-Estudiando orquídeas (1861-1862).
Tras el alboroto producido por "El Origen", Darwin empezó a plantearse en que se ocuparía de aquí en adelante. A mediados de 1861, se apoderó de él la fascinación por las orquídeas. Era desde luego la excusa perfecta para quedarse retirado en Down y alejarse de toda la polémica. Recapituló todo lo que se sabía al respecto y reevaluó la anatomía de la singular flor. Siguiendo su mecánica habitual, se puso en contacto con todos sus corresponsales para que les enviaran todo tipo de orquídeas. Hooker desde los jardines de Kew le consiguió ejemplares exóticos. Empezó a comprender que el nectario de las orquídeas era un pétalo modificado y servía para atraer a los insectos, a la par que el labio inferior. Consiguió una orquídea de Madagascar cuyo nectario alcanzaba los 25-30 cm. y Darwin, seguro de sus conclusiones, exclamó: "¡menuda proboscide ha de tener la polilla que libe aquí!". No sería hasta 1903 cuando se descubriera tal polilla, que fue bautizada en honor de Darwin como Xanthopan morgani praedicta.  Al parecer, las orquídeas habían desarrollado un sofisticado mecanismo para evitar la autofecundación.  Llegó incluso a descubrir que los que hasta ese momento se habían considerado por los taxónomos tres géneros distintos de orquídeas, en realidad eran tres formas de la misma especie: unas machos, otras hembras y otras hermafroditas. Un año más tarde, en mayo de 1862, apareció su libro "Sobre los diversos mecanismos por los cuales los insectos fecundan las orquídeas británicas y las extranjeras". La primera edición española de esta obra apareció en 2007 con el título: "La fecundación de las orquídeas". Para Darwin, incluso la sublime anatomía de las orquídeas podía explicarse por medio de adaptaciones encaminadas a atraer a los insectos y a evitar la autofecundación. Como sucediera con los percebes, Darwin había trabajado muy duro, prestando gran atención a los detalles. Fue un libro que impresionó a todos sus colegas botánicos.

Entretanto, Wallace había vuelto a Inglaterra, frecuentando los círculos científicos y estrechando su amistad con Darwin.
-Estudios sobre la domesticación (1862-1868).
Tras el "intermezzo" que supuso el estudio de las orquídeas, Darwin reemprendió la elaboración de pruebas más amplias acerca de la variación, pruebas que había prometido en "El Origen"; y así, de 1862 a 1868, trabajó muy duro en relación con la variación de animales y plantas domésticos; es decir, el capítulo 1 de "El Origen" enormemente ampliado hasta los dos volúmenes. En esta obra examina las fuentes, causas y leyes de la variación, la herencia y el cruzamiento. En el volumen primero analiza la variación en perros, gatos, caballos, ganado doméstico y dos largos capítulos sobre las palomas, campo en el que se había convertido en un consumado experto. Dedica también algunas páginas a la variación en las abejas y los gusanos de seda. Los dos últimos capítulos del tomo I los reserva para hablar de las plantas que tienen relación con el hombre; es decir, frutales, árboles ornamentales, flores y distintos modos anómalos de reproducción y variación. El tomo II lo dedica básicamente a la herencia, el cruzamiento, la esterilidad, la selección por el hombre, las causas de la variabilidad. Termina con las leyes de la variación y su denostada hipótesis de la pangénesis a la que nos referiremos en el párrafo siguiente. Darwin creía de forma errónea que los seres vivos variaban más en estado de domesticación que en la naturaleza y por eso difieren más entre razas que entre especies. Hay que recordar que en tiempos de Darwin nada se sabía acerca de los genes, cromosomas, ADN ni células madre; sin embargo casi un siglo antes autores como Peter Simón Pallas defendían la idea de que la variabilidad se debía a la herencia y el cruzamiento. Para Darwin los organismos variaban, unos más que otros, y esas variaciones eran fijadas por la herencia, factor esencial en la variabilidad.

Para buscar una solución al mecanismo de la herencia, sostiene que cada célula del organismo es capaz de emitir unas "gémulas" que, viajando a través de la sangre, llegan a los órganos reproductores, ya sean óvulos, espermatozoides, semillas o yemas. Estás gémulas serian responsables, no solo de transmitir los caracteres heredables, sino de la regeneración de un miembro amputado o la cicatrización de una herida. Si bien esto no es cierto, estaba en el buen camino. Las "gemulas" serían el equivalente de los "genes" que conocemos hoy día.
El libro salió a la venta en enero de 1868 con el título de "The variation of animals and plants under domestication". Tuvo una relativa buena venta, con dos reimpresiones en dos meses. En 1875 vería la luz una segunda edición corregida que supuso a Darwin un gran esfuerzo. Este libro puede considerarse en tercero en importancia de la obra de Darwin, por esto resulta extraño que no se haya traducido hasta el año pasado -2008- con el mismo título en castellano.
Durante estos seis años Darwin, aparte de mantener su rutina diaria, hizo otras muchas cosas; una de las primeras fue construirse un invernadero para las investigaciones. Hay que tener en cuenta que, al contrario que sus amigos, él no tenía compromisos laborales o, dicho en otras palabras, no tenía que trabajar para comer y vivir dignamente; su trabajo intelectual fue una tarea autoimpuesta, una pasión irrefrenable. En este periodo tuvo recaídas de su desconocida enfermedad que le postraron y le llevaron de nuevo a las curas de aguas. Su rostro había envejecido notablemente, la barba aparecía crecida, cana y descuidada. Disminuyó aun más si cabe el contacto social, convirtiéndose en un auténtico ermitaño.

Empezó a recibir todo tipo de galardones. En noviembre de 1864 recibió uno de los más importantes, la medalla Copley, el más alto honor que concedía la Royal Society. Entretanto sus seguidores se iban multiplicando fuera de Inglaterra. Podemos mencionar entre ellos a Haeckel y Müller. Otros rechazaban "El Origen" como von Baer y Virchow. En Francia tampoco terminaba de penetrar el Darwinismo, a pesar de que en los años siguientes autores tales como Quatrefages, Milne-Edwards o Geoffroy Saint-Hilaire le apoyaran en sus textos. "El Origen" se tradujo a nuevas lenguas.

También fue un periodo de muertes, pues en 1865 Fitz-Roy se suicidó cortándose la garganta. Al año siguiente murieron sus hermanas Catherine y Susan.
-El Origen del Hombre y la Expresión de las Emociones (1868-1872).
Ahora se sentía con fuerzas para abordar el espinoso tema delorigen del hombre que había dejado voluntariamente de lado en "El Origen de las Especies".  Tardó tres años en terminarlo. El libro apareció en 1871 con el título de "The descent of man and selection in relation to sex". Como se desprende del título, en realidad son dos libros en uno. La primera parte, "El Origen del hombre" propiamente dicho, comienza con los testimonios que entonces se poseían de que el hombre procede de alguna forma inferior. Compara las facultades mentales del hombre y los animales, comparando el desarrollo de las facultades intelectuales y morales en los tiempos primitivos y los civilizados. En aquellos momentos no se conocían fósiles humanos, tan sólo un controvertido cráneo de hombre de Neanderthal que muchos creían que simplemente era un ser humano deforme. Darwin atinó a reconocer a los grandes simios como los parientes más cercanos al hombre y dedujo correctamente que El Origen del hombre estuvo en África. Hoy día nadie en su sano juicio puede dudar de que el hombre, como el resto de los animales, procede de formas inferiores. La paleontología humana se ha desarrollado de forma inusitada y, de ser prácticamente desconocida, ha pasado a ser una de las mejor conocidas, dada la cantidad de fósiles descritos en los últimos cuarenta años.

La segunda parte del libro, que representa la mitad del mismo, la dedica Darwin a la selección sexual. Como siempre se apoya en un orden ascendente de los caracteres sexuales desde las clases inferiores hasta llegar al hombre. Para Darwin hay otra clase de selección aparte de la Natural y es la Sexual. La Selección Sexual es aquella que hace luchar a los individuos de un sexo, habitualmente machos, para asegurarse la posesión del otro. El resultado no suele ser la muerte del vencido, sino el pequeño número de descendientes que deja en comparación con el ganador. Por tanto la evolución no sólo depende de la selección del individuo por su capacidad para sobrevivir sino, además, por su éxito reproductor. La primera edición española de esta obra vio la luz en Barcelona en 1876 con el título: "El Origen del hombre. La selección natural y la sexual".
En el libro sobre los orígenes del hombre, Darwin anuncia otro acerca de la expresión de las emociones. En realidad este libro llevaba escribiéndolo toda la vida, desde que empezara a tomar notas de las expresiones de su primer hijo al nacer. En un principio pensó dedicarle un capítulo en el "Origen del Hombre", pero se dio cuenta de que había mucho material y que merecía publicarse aparte. El libro salió a la venta al año siguiente, en 1872. Como era habitual en los libros de Darwin, empezaba estudiando los principios generales de la expresión, para analizar posteriormente a los animales y terminar con el hombre. Analiza las expresiones faciales de numerosos sentimientos, alejándose de la popular fisiognomía. Se trata de uno de los primeros textos en los que se utilizó la fotografía como forma de ilustración científica; algunas de estas fotografías mostraban los experimentos de Duchenne sobre el particular, que consistían en la aplicación de corrientes eléctricas para inducir expresiones en el rostro, demostrando que el hombre no tenía ningún músculo especial dedicado a las emociones. El libro llevaba por título: "The expression of the emotions in man and animals" y fue un éxito de ventas, con 9000 ejemplares vendidos en cuatro meses. Fue traducido al castellano por vez primera en 1903, en Valencia, con el título de "La expresión de las emociones en el hombre y en los animales".
A raíz de estos dos libros que completaban su ciclo acerca del hombre, surgieron innumerables tiras cómicas y caricaturas en las que se representaba a Darwin con cuerpo y actitudes de mono. En España todo el mundo conoce la famosa etiqueta de "Anís del Mono", donde se representa a Darwin con cuerpo de mono con una leyenda que reza: "es el mejor, la ciencia lo dijo; y yo no miento". Era el precio de la fama; su libro, como sucede con muchos otros, era más debatido que leído. Los turistas empezaban a querer visitar Down House y, aunque las visitas estaban muy restringidas para personas sin recomendación especial, la visita supuso para muchos jóvenes científicos una experiencia cuasi religiosa.
La correspondencia seguía inundando su casa; se calcula que en la década que siguió a la publicación de "El Origen del Hombre" escribió unas 1.500 cartas, recibiendo otras tantas. Le llovieron los cargos honoríficos, homenajes y nombramientos de instituciones científicas, llegando a pertenecer a más de 60. Pero Darwin seguía con su rutina diaria y sus paseos por el "Sandwalk" con su perro mientras meditaba, la necesaria parada en el invernadero y la charla con los jardineros.
-Estudiando plantas (1872-1877)
Una vez acabado su ciclo sobre el hombre, Darwin retomó el estudio de las plantas. Estos estudios le ocuparían casi todo el resto de su vida; en ellos encontraba la paz y la relajación que necesitaba. Además podía hacerlo todo sin moverse de su casa. Iniciados en 1860, retomó el estudio primeramente de las plantas insectívoras. En aquellos lejanos días le había llamado la atención la cantidad de insectos que aparecían pegados a la Drosera. El ritmo de sus investigaciones se ralentizó debido a nuevas crisis de enfermedad. Aparte de Drosera, investigó sobre Pinguicula y Utricularia. Con ellas estudió y experimentó en orden a esclarecer los fenómenos de digestión, métodos de captura, movimiento y grado de sensibilidad a los estímulos, deteniéndose luego en las peculiaridades de los género mencionados. En marzo de 1875 el manuscrito de "Insectivorous plants" estuvo terminado, viendo la luz en julio de ese mismo año. Se vendieron inmediatamente 2.700 copias de las 3000 de que constó la tirada. Como tantas otras obras de Darwin no ha visto la luz en castellano hasta el año pasado.
Ese mismo año llegó a las librerías el otro libro de plantas en el que Darwin había estado trabajando tiempo atrás: "The movements and habits of climbing plants". En realidad se trata de un trabajo que ya Darwin había publicado en el Journal of the Linnaean Society en 1865. Ahora se presentaba como un libro aparte.
Un hecho luctuoso vino a empañar la tranquila vida de Darwin. su querido amigo Charles Lyell murió a los 78 años de edad, el 22 de febrero de 1875. El hombre que había sido luz y guía de Darwin desde los ya lejanos tiempos del Beagle, había exhalado su último suspiro. Darwin estaba tan abatido que ni siquiera pudo reunir fuerzas para ir al funeral. Fue enterrado en la Abadía de Westminster.
Otro libro que empezó a escribir al año siguiente fue de muy distinta índole. Se trataba de su Autobiografía, pero no con la intención de publicarla, sino para que la familia tuviese un testimonio de primera mano acerca de su vida. Este mismo año de 1876 fue abuelo por primera vez, pero la felicidad de los primeros momentos se vio truncada por la muerte de Amy, la esposa de Francis, al parecer de fiebre puerperal.
A pesar de esta desgracia, Darwin siguió estudiando plantas; así el mismo año de 1876 publica "The effects of cross and self-fertilisation in the vegetable kingdom" y al año siguiente "The different forms of flower on plants of the same species". En este último libro, Darwin reflexiona y experimenta acerca de porqué en una misma especie existen diferentes formas de flores. Comienza con el estudio de las Primulas ¿Porqué unas tienen estilo largo y estambres cortos y en otras es al contrario?. ¿Porque ambos tipos producen polen de tamaño diferentes?. En el fondo late el asunto de la evitación de la autofecundación, lo cual hace aumentar la variabilidad de la progenie. También estudia la Salicaria, siempre desde el punto de vista de la "Selección Natural" y descubre que tiene tres clases de órganos femeninos y tres conjuntos de órganos masculinos; pertenece a las llamadas plantas "trimórficas". Tras una serie de cuidadosos -y penosos- experimentos llegó a la conclusión que cuando se producía un cruzamiento entre plantas de flores distintas, ésta resultaba con mucho más fértil. No se piense que estos experimentos fueron tarea fácil. Había que controlar las polinizaciones, eliminar brotes contiguos, proteger las flores para evitar contaminaciones, y luego contar las semillas producidas, a veces incluso 20.000. El detalle y la elegancia de sus experimentos aún hoy son causa de asombro. Este libro inició una fecunda línea de trabajo que perdura hasta hoy. La mayor parte de sus hallazgos y postulados han sido confirmados posteriormente y aunque no hubiese publicado "El Origen de las Especies", su nombre hubiera entrado en la historia de la botánica por derecho propio. Él mismo dice que "era una especie de máquina para modelar leyes generales a partir de una gran colección de datos".
El libro ha sido traducido al castellano por primera vez este mismo año con el título de "Las formas de las flores". En 1880  se publicó, con la colaboración de su hijo Francis, el libro "The power of movements in plants", libro que cerraría el ciclo botánico de Darwin.
-Lombrices.
Los homenajes seguían lloviéndole, pero él seguía impertérrito en su casa. En el verano de 1877 giró de nuevo hacia los animales. Desde joven había estado fascinado por las lombrices de tierra y ahora se disponía a estudiarlas en el que a la postre sería su último trabajo. Darwin creía, con razón, que estos pequeños y humildes animales hacían un inestimable servicio a la agricultura, sacando y removiendo la tierra fértil en una callada pero eficaz labor. Y se propuso demostrarlo cuantitativamente. Una prueba era el hundimiento de las piedras en el campo. Llegó incluso a cavar en Stonehenge en la base de las piedras y a medir el hundimiento de una villa romana, llegando a la conclusión de que se hundía 2,5 cm. cada 12 años. También colocó una piedra plana en su propio jardín para medir el ritmo de hundimiento de la misma por la acción de las lombrices. Los resultados se publicaron bajo el título de "The formation of vegetable mould, through the action of worms, with observations on their habits". Que sepamos, aún no tiene traducción española. El libro, publicado en 1881, fue un inesperado éxito de ventas.

Con este libro se cierra la actividad científica de Darwin; él mismo en su Autobiografía nos dice: "Mi éxito como hombre de ciencia, cualquiera que haya sido su alcance, se debe, a mi modesto entender, a todo un conjunto complejo de cualidades y condiciones diversas, entre ellas -las más importantes- el amor por la ciencia, mi paciencia sin límites para reflexionar largamente sobre un tema determinado, mi actividad observadora y recopiladora de hechos y, finalmente, una buena dosis de invención así como de sentido común. Dada la mediocridad de mis capacidades, es verdaderamente sorprendente que yo haya influido tan considerablemente en la opinión de los hombres de ciencia sobre algunos puntos importantes".
VI. MUERTE DE CHARLES DARWIN.

La vida de Charles Darwin se apagaba serenamente. Una de sus últimas apariciones en público tuvo lugar en agosto de 1881 en el Congreso Médico Internacional de Londres. Hasta allí habian acudido personalidades de la talla de Virchow, Pasteur, Charcot, Koch y Paget, por solo citar a algunos. Parece ser que la presencia de Darwin eclipsó a todos los presentes. Lo sentaron en la mesa principal durante el almuerzo.

En los meses siguientes su salud fue decayendo y aún así, seguía planeando experimentos futuros que no llegarían a realizarse. El día de Navidad de ese año sufrió dolores en el pecho. Entre febrero y marzo de 1882 su salud empeoró aún más y le visitaron hasta cuatro médicos diferentes. En la medianoche del 18 de abril tuvo un fatal ataque al corazón y murió en la tarde del 19 de abril. Corría el año de 1882 y Darwin tenía 73 años.

Darwin esperaba ser enterrado en el cementerio de la Iglesia de Downe, pero sus amigos y veinte miembros del Parlamento solicitaron que recibiese sepultura en la Abadía de Westminster con todos los honores. El funeral se celebró el 25 de abril y su ataúd fue llevado por Hooker, Wallace, Huxley y Lubbock, amén de otros entre los que se encontraban dos duques, un conde, el embajador de EE.UU. y el presidente de la Royal Society. Asistieron los más altos dignatarios de la nación.

Y aún reposan allí, en la esquina nordeste de la nave, cerca de las tumbas de los hombres de ciencia más preclaros que ha dado la nación inglesa, entre ellas las de Newton, Herschel y la de su amigo Lyell. En la lápida únicamente está escrito: "Charles Robert Darwin / Born 12 february 1909 / Died 19 April 1882". Y nada más...  Darwin entró en la leyenda que hoy es: uno de los más grandes científicos que el mundo ha dado.
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