Dos Naves con un nombre, Leonor
Dos Naves con un nombre, Leonor Fuente: José Gabriel García: obra Coincidencia Historia escritas Conforme a las Tradiciones Populares, Imp. García Hnos. Santo Domingo, 1891, segunda edición Facsímil, Sto Dgo, 1974, Publicación Sec. Est. Educación, Programa de difusión cultural, pps. 12 al
Resultado la obra del 27 de febrero de 1844 de los trabajos revolucionarios iniciados por Juan Pablo Duarte en 1838 con la fundación de La Trinitaria, Sánchez no pudo menos de considerar presente al ilustre caudillo en la Puerta del Conde; porque si bien su persona no estaba allí, lo estaban las ideas que bahía sabido inspirar á todos los patriotas presentes con la luz esplendorosa de su genio y el vigor imponderable de su patriotismo De aquí que el primer paso dado por la Junta Central Gubernativa, después de obtener gloriosamente el triunfo con la capitulación deDesgrottes, último gobernante haitiano, fue nombrar en comisión al prócer Juan Nepomuceno Ravelo, para que inmediatamente se trasladada en busca suya á la Isla de Curazao, donde acababa de llegar procedente de Venezuela, con el objeto de aguardar la realización de combinaciones proyectadas, que no llegaron a tener efecto, en razón de haber sido necesario anticipar el pronunciamiento para destruir planes políticos, de carácter menos nacional, que una minoría extraviada se agitaba por llevar a cabo Para realizar sin pérdida de tiempo la operación necesario era fletar un buque mercante, no teniendo todavía de guerra el naciente Estado; y el único que se encontró indisposición de viajar, fue un bergantín goleta que hacia el comercio de cabotaje en las costas de la Isla, el cual enarbolando la Bandera Nacional que vez primera iba a lucir sus vivos colores en los mares americanos, zarpó de Santo Domingo el día 1ro. de marzo de 1844, al mando del prócer Juan Alejandro Acosta, que espontáneamente quiso prestar ese nuevo servicio a la causa nacional Su viaje no fue tan rápido como los buenos patriotas habrían querido, porque encontró muchos flujos de vientos y adversas corrientes, pero al cabo de trece días el 14 de marzo del 1844 con un feliz arribo al placer de los Estudios, trayendo para contento de todos al caudillo deseado, quien recibió del pueblo dominicano, en el acto memorable de su desembarco, la ovación más espléndida de que puede haber sido objeto un mortal afortunado al regresar del destierro a los lares patrios. El buque a que hacemos referencia se llamaba Leonor. Pasado el tiempo con rapidez y las discordias civiles echaron profundas raíces en el seno de la familia dominicana, la cual apena tuvo lugar de dar vítores entusiastas a la Separación porque el sentimiento nacional se vio muy temprano ahogado en los arroyos de lágrimas y de sangre que manos fratricidas hicieron correr en el suelo de la patria, presa desde la aurora de su vida de la ambición y de las malas pasiones de hijos suyos tan criminales con desnaturalizados Como era de suponer las primeras victima inmolada por el furor de los partidos, fue Duarte, el caudillo invicto, quien condenado al ostracismo por una reacción injustificable, ocultó su existencia en una de las selvas más recónditas del continente en Sub-América, donde seguramente habría muerto completamente ignorado hasta los miembros de su familia, si la anexión de la República a España realizada en 1861, no le hubiera obligado a salir de su retiro, resucitando para la patria y el mundo, dispuesto a poner al servicio de la Restauración lo único que le quedaba su esplendor antiguo; un nombre puro y sin manchas y un corazón que no había dejado envejecer el patriotismo. Estos no obstante, las circunstancias no permitieron que la muerte le sorprendiera en el regazo de su patria, y su cadáver fue sepultado por manos generosas en tierra extraña aunque hospitalaria, quedando bajo la sombra de una Bandera amiga y al cuidado de de sus hermanas que soberbiaron, mientras cambiaban los tiempos o se medicaban las ideas con la extinción de los odios personales, y llegando la época de las respiraciones, la gratitud nacional hacia justicia a sus glorias inmarcesibles Esta época llegó a su fin y la posteridad agradecida se ocupó en repatriar con honores insignes los restos venerados que en tierra de jugo guardaba Carácas, la ilustre cuna de Bolívar, como un deposito sagrado. Al efecto delegó el honorable ayuntamiento de Santo Domingo una comisión de su seno, que contando con la línea de vapores españoles que periódicamente hacia viajes intercoloniales, debía estar de regreso en el Placer de los Estudios al amanecer del día 27 de febrero de 1884. Pero la fatalidad se interpuso inopinadamente y los vapores del Marque del Campo suspendieron sus viajes dejando a la Comisión en Carácas y la combinación complementaria interrumpida. Necesario fue entonces solicitar otro buque velero que fuera inmediatamente en pos de la comisión y de las reliquias ya tan deseadas; y el único que se pudo conseguir fue una goleta holandesa de la matrícula de Curazao, la cual hizo el viaje a La Guaira con tan velocidad que regreso a tiempo de que el día señalado recibiera los venerables restos del caudillo de la Separación, en el solemne acto de su desembarque y traslación a la Catedral, la apoteosis que los pueblos libres reservan para el más grande y el más benemérito de sus hijos. El buque a que nos referimos se llamaba Leonor,. ¡Rara coincidencia! Una Leonor había conducido de Curazao al caudillo cuando recibió en vida la ovación, espléndida con que sus conciudadanos premiaron sus patrióticos esfuerzos por fundar la nacionalidad dominicana; y otra Leonor condujo de La Guaira sus restos queridos cuando recibió después de muerto la apoteosis con que la posteridad agradecida dignifico su memoria con las nobles ejecutorias de la inmortalidad Ambas naves tienen su historia particular, El bergantín Leonor, mandado por Juan Everest, aporto de Los Cayos las comunicaciones revolucionarias que prepararon el movimiento de la Reforma; triunfante éste llevó a Curazao al General Carrié, gobernante haitiano, quien al capitular con los reformistas buscó garantías personales en el destierro; y después de traer a Duarte al seno de la patria que fundó, fue el buque de guerra dominicano bajo el nombre de San José y presto oportunos y valiosos servicios a la causa de la Separación La goleta Leonor, había pertenecido tres veces a la Marina de Guerra Nacional; una bajo el nombre de General Santana, otra bajo el de 27 de Febrero, y la última bajo el nombre de Capotillo. En todas había prestado importantes servicios al país, siendo de los buques que se encontraron, en el combate librado en 1849 en las aguas de Los Cayos. También fue transitoriamente buque de guerra venezolano bautizado con el nombre glorioso de Mariscal de Ayacucho; no estando demás dejar consignado el dato de que cada vez que volvía a poder de su dueño primitivo, recibía el nombre de Cleopatra con que salió por primera vez a los mares, hasta que le pusieron Leonor ¿Habrá quien en vista de ejemplos como éste dude que la mano de la Divina Providencia en la que dirige las cosas de los hombre?--¡Ah! ¡Cuan incomprensible son sus misteriosos arcanos!
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