Historia de la Evangelización en
América Latina
Una recopilación del proceso de
evangelización en América
El 3 de Agosto de 1492, mientras en Roma se celebraban
las exequias del papa Inocencio III que acababa de morir, del puerto de Palos,
partía Cristóbal Colón con sus tres carabelas, en busca de otro mundo
desconocido.
El 12 de
Octubre de 1492, Colón y sus compañeros llegaron a unas playas desconocidas,
pero no sospecharon siquiera que habían descubierto para la civilización
europea un nuevo continente, ni mucho menos tuvieron idea de que habían llegado
al "continente de la esperanza" de la Iglesia.
Colón había salido del sur de España buscando un
camino más corto para llegar a la India, y más concretamente a la isla de
Cipango, el actual Japón, y llegó a las islas del Caribe. Colón llamó "El
Salvador" a la primera isla donde llegó, y "La Concepción" a la
segunda. Parece que en el primer viaje, venía un sacerdote como Capellán, el
Padre Pedro de Arenas, quien habría celebrado la primera Eucaristía en el continente
americano.
Vuelto Colón a España, los reyes Católicos, Fernando e
Isabel, se apresuraron de dar cuenta del descubrimiento al nuevo papa Alejandro
VI. El papa celebró la noticia con grandes festejos en Roma y sucesor de Aquel
que dijo "Vayan por todo el mundo a predicar el Evangelio", contestó
a Fernando e Isabel: "Os mandamos, en virtud de santa obediencia que así
como prometéis, y no dudamos cumpliréis, destinéis a las tierras e islas
susodichas, varones probos y temerosos de Dios, doctos, instruidos y
experimentados, para doctrinar a los dichos indígenas y moradores en la fe
católica e imponerles en las buenas costumbres, poniendo toda la diligencia de
vida en los que hayáis de enviar" (Bula Inter Caetera, 6 de Mayo de 1493).
Llegan los primeros misioneros a la Antillas y América
Central
En consecuencia, cuatro meses después, el 26 de
Setiembre de 1493, salía Colón de Cádiz, en su segundo viaje, entre los 1500
hombres que llevaba en catorce carabelas, iban, como delegado de su Santidad,
un fraile benedictino llamado Juan Boyl (que había sido designado por el papa
Alejandro VI como Delegado Pontificio y Superior de la Misión en el Nuevo
Mundo) y varios otros religiosos y clérigos seculares, reclutados en Sevilla.
Estos
eclesiásticos, por lo menos la mayor parte de ellos, apenas estuvieron un año
fuera de España. El delegado Boyl, chocó con Colón sobre el trato que debía
darse a los indios. Colón, resentido, ordenó que se disminuyera y aún se
suprimiera la ración diaria de alimento a los eclesiásticos, quienes pronto
regresaron al viejo continente en diciembre de 1494.
Sólo quedaron en la Española (llamada después Santo
Domingo) tres hermanos legos, los franciscanos Juan de la Deule, Juan Tizín y
el ermitaño Jerónimo Ramón Pané, a quien se ha calificado justamente como el
primer maestro, catequizador y antropólogo del Nuevo Mundo.
El primer obstáculo grande con que tropezaron europeos
y americanos para entenderse fue la falta de una lengua común. Se calcula que
en esa época existían en América 125 familias lingüísticas con 600 idiomas,
muchas de ellas difíciles de aprender, por eso recurrieron a las lenguas
generales, es decir, las que habían logrado mayor difusión.
Desde un comienzo de la colonización se utilizó el
método de las encomiendas. Descubierto y conquistado un territorio, se
confeccionaban los planos y se fundaba un villorrio con el nombre de ciudad.
Las
inmediaciones se repartían entre los conquistadores, siendo una de las
principales obligaciones cuidar, defender y catequizar a los indios de su
territorio. Al dar posesión a un conquistador de un territorio, se decía al
interesado: "A vos XX se os encomiendan tantos indios en tal cacique y
enseñadles las cosas de nuestra santa fe católica".
De ahí las
palabras encomienda y encomendero. A su costa, tenía éste en su
encomienda un encargado, sacerdote o seglar, que diariamente enseñaba la
doctrina cristiana a los indios y por eso se llamaba doctrinero. De
tiempo en tiempo, pasaba por ahí algún misionero, examinaba a los candidatos y
bautizaba y administraba los demás sacramentos, a los que estaban
suficientemente preparados.
En 1495 los reyes Católicos ordenaron que pasasen
misioneros a las tierras descubiertas. La isla Española fue el sitio donde
franciscanos, dominicos y mercedarios, ensayaron el modo más apropiado para
desempeñar debidamente su misión. Comenzaron por catequizar a los niños,
siguieron con los adultos.
En 1502 comenzaron a edificar iglesias en Santo
Domingo, dando alas a su celo apostólico y, acompañados de algunos sacerdotes del
clero secular, pasaron a las demás islas, y así se civilizó a los moradores de
las Antillas.
En 1511 se crea la primera diócesis latinoamericana en
Santo Domingo, a las que seguirán Puerto Rico (1511), Concepción de la Vega
(1512) y la Abadía de Jamaica (1515). En 1547, Santo Domingo sería elevada a
Arquidiócesis, constituyéndose en cabecera de la Iglesia en el Caribe.
En 1513, Vasco Núñez de Balboa logra introducirse por
el istmo de Panamá y descubre el Océano Pacífico, al que denominó Mar del Sur.
En el mismo año, se constituye en diócesis Panamá, que sería la primera
diócesis erigida en tierra firme.
Desde ese momento se convierte esa región algo así
como en un centro de operaciones. De Castilla de Oro salen expediciones
civilizadoras hacia la América Central y por el istmo de Panamá pasa la
corriente cristiana hacia la América del Sur.
Los mercedarios
fueron los capellanes de muchas de estas arriesgadas expediciones y los
primeros en construir conventos en Guatemala y otros puntos de América Central.
En aquellos lugares donde, por lo malsano del clima,
por la aspereza del terreno, por estar lejos del poblado o por otra razón
cualquiera, no se repartían encomiendas, y esto ocurría en la mayor parte del
continente, fueron los heroicos misioneros de las Ordenes religiosas los
protagonistas de la evangelización.
Aquellos primeros misioneros se internaban en los
bosques o en los desiertos y serranías donde los indios vivían dispersos y,
exponiendo su vida, los reunían en un sitio determinado. Ayudados por ellos,
construían un rancho-capilla donde enseñaban la doctrina y decían misa.
En su contorno
levantaban los indios sus viviendas y a eso se llamaba las doctrinas, que
fueron el origen de muchas parroquias, obispados, pueblos y ciudades de
América.. Años y años pasaba ahí un religioso hasta que, crecida la doctrina y
ya con el nombre de parroquia formada, pasaban a otras manos y los misioneros,
dando un último adiós a sus fieles convertidos, pasaban a otra región en busca
de lugares desconocidos a aprender otras lenguas, entenderse con otros indios y
formar nuevas doctrinas para repetir la historia.
Así, en el siglo XVI, los misioneros de las Órdenes de
San Francisco, Santo Domingo y la Merced, evangelizaron los territorios de las
actuales Guatemala, Nicaragua, Honduras y el Salvador.
Mención especial merece la evangelización de Méjico.
En 1516, Hernán Cortés llevó en su expedición al territorio Mejicano al P.
Mercedario Bartolomé Olmedo, quien con todo esmero catequizó a los naturales de
la región.
En 1524 moría
el primer evangelizador de Méjico, fecha en que llegaron del viejo continente
doce religiosos franciscanos (los "doce apóstoles franciscanos") que
continuaron la labor misionera.
La primera diócesis en territorio mejicano fue
Tlaxcala, creada en 1519, seguida de la de Méjico (1530) que luego sería
elevada a arquidiócesis en 1547 y constituida en cabecera del territorio
centroamericano y norte del sudamericano.
El Evangelio llega a América del Sur
Catequizadas las Antillas, derribados los ídolos y
asentada la fe en Méjico y predicado el evangelio en Centro América, le tocó su
turno a la América del Sur. En noviembre de 1533, llega Francisco Pizarro
(proveniente de América Central) al territorio del Perú, fundando en Marzo de
1534 la ciudad de Cuzco.
Con Pizarro,
llegaron al Cuzco dos sacerdotes: el P. Vicente Valverde, dominicano y el
sacerdote seglar Juan de Sosa. Pocos meses después llegan los Mercedarios y se
instalan en la ciudad, construyendo el primer convento fundado en el Perú. En
1535, el P. Valverde, que había vuelto a España, se entera de su nombramiento
como primer obispo del Cuzco
La primera
diócesis de América del Sur, volviendo a tomar posesión de ella en 1537,
acompañado de veinte religiosos de su Orden, con quienes estableció su convento
sobre las ruinas de un templo que los Incas tenían dedicado al sol. En 1541 se
crea la diócesis de Lima, que en 1547 será elevada a arquidiócesis,
constituyéndose en cabecera de la Iglesia en la América del Sur.
Gracias al espíritu organizador de Pizarro y a la
riqueza de la tierra, fue el Perú, la región más importante de América. Ahí
establecieron sus conventos las Órdenes religiosas y tuvieron por todas partes
misiones y doctrinas. También salieron de ahí expediciones militares y
evangélicas hacia las demás regiones de la América española. De ahí salió el
capitán Sebastián de Belalcazar en 1533 hasta llegar al Ecuador, donde funda en
Diciembre de 1534 la ciudad de San Francisco de Quito. Con él, fue el sacerdote
mercedario Fray Hernando de Granada quien tuvo a su cargo la evangelización de
Ecuador y Colombia.
En el Ecuador
tuvo más auge la acción evangélica de los religiosos, que en otras partes de
América. En 1546 se crean las diócesis de Quito (Ecuador), y de Popayán
(Colombia)
Años después, con la supresión de las encomiendas, se
produjo una crisis en los nacientes pueblos y los religiosos tuvieron que
cerrar sus casas.
En 1535, Diego de Almagro parte con su expedición
hacia el sur, atravesando los actuales territorios de Bolivia y norte de Argentina
para luego atravesar los Andes y llegar a Chile a fines de 1535. Acompañaban
esta expedición dos sacerdotes mercedarios, el P. Antonio Solís y Antonio de
Almansa y el clérigo Cristóbal Molina. De su paso por el territorio Boliviano,
surgen las comunidades que darán origen a la diócesis de Charcas o la Plata en
1552, que luego será elevada a arquidiócesis en 1609.
En enero de 1536, llega a las costas del Río de la
Plata don Pedro de Mendoza con diez naves y el 22 de Enero funda el puerto de
Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre.
En esta
expedición llegaron varios sacerdotes, clérigos y religiosos, entre los que se
contaba fray Luis de Herrezuelo, religioso jerónimo, los padres franciscanos
Fray Bernardo de Armenta y fray Alonso Lebrón y los mercedarios Juan de
Almancia y Juan de Salazar. Los franciscanos pasaron después de un breve tiempo
al Brasil, el P. Herrezuelo estuvo en Paraguay hasta 1544 año en que regresó a
España, y el padre Salazar quedó doctrinando por estos lugares, siguiendo la
suerte de los conquistadores. En 1547 se crea la diócesis de Paraguay.
A mediados de 1543, salieron del Perú en expedición
exploradora hacia el Tucumán los capitanes Diego de Rojas, Felipe Gutiérrez y
Nicolás de Heredia. Siguieron el camino de Almagro y llegaron con su gente al
territorio argentino a fines de dicho año, permaneciendo por estos lares
durante un tiempo. En calidad de capellán venía el sacerdote secular don Juan
Cedrón que luego siguió su camino con los expedicionarios. En 1550, llegó al
Tucumán Juan Núñez del Prado, acompañado de los padres Dominicos Fray Alonso
Trueno y Fray Gaspar de Carvajal, quienes recorrieron parte de región
evangelizando a los naturales. Núñez fundó la ciudad del Barco, primera del
noroeste argentino, donde los dominicos fijaron también su residencia.
Luego de tres traslados de la ciudad, en 1553
Francisco de Aguirre la fijó en su asentamiento definitivo dándole el nombre de
Santiago del Estero Nueva tierra de Promisión, madre de todas las ciudades del
norte argentino. En esa misma fecha, los padres dominicos retornaron hacia el
Perú, quedando la región sin sacerdotes por más de tres años. A fines de 1556,
cinco expedicionarios pasaron a Chile y trajeron consigo nuevamente al clérigo
don Juan Cedrón que se estableció en la región.
Poco después, a
fines de 1557 entró al Tucumán el capitán Juan Pérez de Zurita, quien trajo al
sacerdote secular Juan Rojo. De este modo, ambos sacerdotes sostuvieron por
varios años la cruz de Jesucristo en el norte del territorio argentino.
En 1561 llegan
también los mercedarios al antiguo Tucumán, y más tarde los franciscanos, y
años después, en en 1585 los Jesuitas. A estas tres Órdenes, debe la Argentina
la conversión y civilización de sus primeros moradores. En 1570 se crea la
diócesis de Tucumán, sufragánea de la de Charcas.
En 1540 parte del Cuzco don Pedro de Valdivia para
descubrir y conquistar Chile. En el camino se le agregaron los sacerdotes
clérigos Diego Pérez, Juan Lobo y Rodrigo González Marmolejo quien fuera
después el primer obispo de Chile.
En diciembre de 1540 fundó la ciudad de Santiago del
nuevo Extremo, actual capital de esa República. Recién cuando en el Perú se
cercioraron de que la expedición de Valdivia no había sido una locura, se
decidieron las Órdenes religiosas a enviar misioneros a esa lejana región. Poco
después, Valdivia salió a conquistar la región más austral de Chile acompañado
de los padres Olmedo, Benavente y Correa. Se fundaron en esta región varias
ciudades y fuertes.
Llegado del Perú el P. Fray Antonio Rendón, se
dividieron los cuatro religiosos el territorio chileno, que trataron de
evangelizar con gran dificultad, en medio del constante acoso de los naturales.
En 1553 llegaron a Chile los padres franciscanos, en
1557 los dominicos y algunos años después los agustinos y jesuitas. En Chile,
apenas si tuvieron doctrinas los misioneros fuera de las poblaciones y
ciudades, puesto que fundadas las ciudades, a ellas se fueron recogiendo los
naturales, ahí recibieron instrucción religiosa. En 1561 se crea la diócesis de
Santiago de Chile y en 1567 la de Concepción (Chile).
Por su parte, el Patronato regio de Portugal tuvo a su
cargo la evangelización del territorio brasileño. Brasil había sido descubierto
en 1500 por el marino portugués Pedro Álvarez Cabral, aunque se cree que ya e
1499 Vicente Yáñez Pinzón había llegado a sus costas. Parece que ya desde 1532,
funcionaban algunas capitanías de los colonos portugueses con un servicio
religioso que dependía del Obispado de Funchal, en las islas Azores (Portugal).
En 1551, el papa Julio III erigió la Diócesis de San Salvador de Bahía la más
antigua en territorio brasileño, sufragánea de Lisboa (Portugal). Desde 1551
hasta 1676 no hubo más que un solo obispo para todo el Brasil. En 1676, esta
sede fue elevada a Arquidiócesis y se crearon las diócesis sufragáneas de
Pernambuco, Río de Janeiro, Mariana y Sao Paolo. Hay que tener en cuenta que,
mientras para la corona de España sus colonias americanas eran de primer orden,
para la corona Portuguesa, el Brasil pasaba a ser una colonia secundaria luego
de las de África y Asia. La cosecha misionera en Brasil, sin embargo, ha sido
muy fecunda, porque en 1503 llegaron los Padres Franciscanos a Porto Seguro,
Bahía y Río. En 1549 arribaron también los Carmelitas Calzados, los Capuchinos
y los Jesuitas. De los padres Jesuitas es muy recordado el Padre José de
Anchieta, que llegó a Brasil en 1553 y pronto se hizo famoso por su santidad,
sus milagros, sus catecismos, himnos, diccionarios y gramáticas. En 1619, salió
del Perú el P. Fray Francisco Ponce de León con cincuenta soldados y algunos
indios, a descubrir y poblar las regiones del occidente de Brasil. En 1637 el
capitán Pedro Teixeira marchó hacia Quito en busca de misioneros, retornando
con cuatro mercedarios: los padres Alonso de Armijo, Juan de la Concepción,
Juan de las Mercedes y Pedro Rua Cirne, a quienes se le unieron los jesuitas
Acuña y Artieda y un sacerdote y un hermano franciscanos. En el camino murieron
el padre franciscano y los mercedarios Armijo y Juan de la Concepción. Los
demás, llegaron a Belén en diciembre de 1639. Allí se establecieron y
desarrollaron su labor evangelizadora. Durante los siglos XVII y XVIII los
religiosos evangelizaron el vasto territorio de Brasil.
La Metodología utilizada en la evangelización de América
Latina
En general, los primeros evangelizadores de América
Latina se propusieron tener como modelo de evangelización para nuestro
continente la metodología que se había empleado para la Iglesia Primitiva. La
primera medida evangelizadora que tomaron los misioneros españoles fue la de
destruirle a los indígenas sus lugares sagrados y sus objetos religiosos de
culto, porque, según parecía, todo era pagano. Amortiguaban la dureza del
procedimiento porque daban primero una orden para que los indígenas mismos
destruyeran sus pertenencias culturales y, si no obedecían, entonces los
militares lo hacían con gran violencia. La cristianización se hizo buscando
acabar con tradiciones, autoridades y valores antiguos, haciéndolos aparecer
perversos o inadmisibles. La religión estuvo íntimamente ligada a la opresión
colonial: en el afán por convertir a los indios al cristianismo, se utilizó la
violencia, como método de extirpación de cultos autóctonos. En esta forma, se
subvaloró la religión del indígena, con la convicción de portar una religión y
cultura superiores… se buscó evangelizar y "civilizar" al mismo
tiempo, utilizando el modelo español, pues se pensaba que la religión indígena
era una superstición.
El primer anuncio kerygmático estuvo muy marcado por
una tendencia de "conversión militar" al estilo español, que defendía
la fe más en los campos de batalla que en la mente y en el corazón. Eso ha dado
lugar a que se diga que los indígenas americanos aceptaban solo externamente el
cristianismo, o que el paganismo aborigen subsistía bajo el culto católico.
En metodología de Primera Evangelización, se hace la
catequesis conveniente hasta poder constatar la fe (que se constata por las
buenas obras que demuestran ya la conversión) y se procede recién a celebrar
los Sacramentos, en los que se hace la profesión solemne de esa fe. Los
primeros evangelizadores de latinoamérica, generalmente aplicaron el método de
bautizar primero, para luego proceder a la catequización. El motivo que se
alega para justificar la alteración de esa metodología que tanto ha perjudicado
a la evangelización latinoamericana, es la formación que habían recibido los
misioneros. En efecto, los primeros evangelizadores de América, sobre todo los
franciscanos eran de la escuela de Joaquín Da Fiore (1130-1202) que afirmaban
que el fin del mundo estaba muy cerca, porque la vida del mundo era de 7000
años y ya habían transcurrido 5343 antes de Cristo y 1500 después de Cristo,
por lo que solo quedaban 157 años, con la probabilidad de que este fatídico
acontecimiento sucediera en el año 1500. Además, según la Bula Unam Sanctam del
papa Boifacio VIII (1302) nadie podía salvarse si no estaba bautizado en la
Iglesia católica y sometido al Romano Pontífice. Por esta razón, los primeros
misioneros americanos se apresuraron a bautizar a los indígenas, esperando
poderlos catequizar más adelante, mientras llegaba el final. Decían también los
misioneros que "antes del fin del mundo se tenía que cumplir la conversión
de todo el mudo a la fe católica, aún la conversión de los hebreos. Para eso se
quería hacer una expedición a Jerusalén, al estilo de las Cruzadas que debía
ser financiada con el oro del Nuevo Mundo.
Este es el motivo por el cual se dice que la Primera
Evangelización del pueblo latinoamericano fue superficial. Y además fue muy
corta, porque los misioneros se apresuraron demasiado a imponer el servicio
pastoral.
Los primeros evangelizadores de latinoamérica dieron
mucha importancia a la catequesis, pero en manera adulta daban abasto en la
catequización a los bautizados. La catequesis no estuvo muy activa en los
primeros diez años de evangelización, porque primero había que aprender las
lenguas indígenas. Desafortunadamente, el concilio de Trento (1545-1563) no
favoreció mucho ese trabajo de catequesis inculturada que venían haciendo
nuestros primeros evangelizadores. Este, en sus constituciones ordenó el uso
del latín para la liturgia y prohibió la traducción del Ritual de los
Sacramentos a lenguas vernáculas (en este caso, las lenguas indígenas). El Rey
Felipe II que no había permitido que los Obispos de Latinoamérica asistieran al
Concilio, ordenó con carta del 12 de Julio de 1564 que se aplicasen en América
lo más pronto posible, las normas del Concilio. En consecuencia, los misioneros
comenzaron a obligar a los indígenas a aprender el castellano para enseñarles a
celebrar los misterios de su fe.
Es importante mencionar tres elementos que fueron
utilizados ampliamente en la evangelización americana:
- Las
Doctrinas: eran pequeños poblados que se formaban en torno a un
rancho-capilla levantado por los misioneros, en el cual se agrupaban los
naturales que iban aceptando la fe. Las doctrinas estaban a cargo de un
doctrinero, que era el encargado de transmitirles los contenidos de la fe
a los indígenas. Este fue el método inicial de evangelización utilizado
por los misioneros franciscanos, y fueron el origen de numerosas ciudades
de hoy en día.
- La
Encomienda: para ayudar este trabajo de evangelización de las Doctrinas,
la corona española empleó el método de la encomienda, costumbre de origen
feudal, mediante la cual los encomenderos, que solo podían serlo los
españoles, imponían a los indígenas una serie de obligaciones, con la
condición de sostenerlos económicamente y educarlos cristianamente. De
ordinario el indígena era explotado, hasta en su misma dignidad personal,
a nombre de la encomienda. Los encomenderos eran también los encargados
oficiales de recoger las contribuciones de los indígenas para
sostenimiento de la misión y pagar con esas contribuciones a los misioneros.
Los abusos eran grandes porque los encomenderos llegaban a explotar
inmisericordemente a los indígenas y de ordinario se adueñaban de los
bienes y hasta de la persona misma de los pobres indígenas. En numerosas
oportunidades, la Iglesia debió reclamar ante las cortes de España,
justicia y castigo para estos excesos.
- Las
Reducciones: Otro método que emplearon principalmente los jesuitas en la
evangelización fueron las llamadas Reducciones. Eran poblados en los que
se congregaban a los indios nómadas y, bajo la dirección de los
misioneros, con rigurosa exclusión de cualquier otro europeo, se intentaba
educarlos en una vida cristiana y civilizada. En la reducción había buena
organización religiosa, social y política. Había catequesis obligatoria
para niños y adultos. Bajo el aspecto político, la reducción gozaba de
autonomía absoluta: allí mismo se tenía el comercio y se pagaba el tributo
civil. Era como un estado dentro del estado. La suprema autoridad en la
reducción, tanto en el aspecto espiritual como en el temporal y judicial,
era el misionero. Una finalidad directa de las reducciones era proteger a
los indígenas de los abusos de los encomenderos. No se trataba de
explotar, ni de reducir la libertad del indígena, sino de acogerlo,
protegerlo, educarlo y, sobre todo, de ayudarlo a defenderse de los mismos
españoles no misioneros que andaban ya ávidos del oro americano. Todas las
reducciones estaban construidas de idéntica forma: en cada una de ella
habitaban entre 1500 y 7000 indígenas: había una Iglesia, una escuela, una
casa para el misionero, una casa o salón comunal. Las casas eran de un
solo piso, separadas y hechas de piedra para evitar los incendios y, a un
lado, estaba el cementerio comunitario rodeado de árboles. Las reducciones
no fueron exclusividad de los Jesuitas, porque también las usaron los
franciscanos capuchinos y dominicos. Hubieron reducciones en la Argentina,
Paraguay y Brasil, pero también en Méjico, Venezuela y California.
Sin embargo, a pesar de los errores y dificultades,
puede decirse que la Primera Evangelización que hicieron los misioneros en
América Latina fue muy buena porque de verdad llegó hasta los elementos básicos
de la cultura, prueba de ellos es la religiosidad popular que ha quedado en
nuestro pueblo.
Bibliografía:
- Los
primeros Apóstoles de América y la primera Misa en el Tucumán, Fr
Policarpo Gazulla, Mercedario, Octubre de 1934.
- Misión:
Visión Histórica. P. Erasmo Uribe Pérez - Obras Misionales Pontificias de
Colombia.
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