lunes, 15 de octubre de 2012

El origen del Destino Manifiesto


El origen del Destino Manifiesto
Los principios que consolidaron la doctrina del Destino Manifiesto en el siglo XIX, se arraigaron en la mentalidad de los norteamericanos durante la fundación de las colonias inglesas en Norteamérica en el siglo XVII. Aunque la manifestación más evidente de esa doctrina nacionalista se expresa en el campo de la política, su esencia es religiosa. Los ingleses que colonizaron la costa Este del territorio que sería Estados Unidos estaban profundamente inmersos en su religión (el puritanismo, una de las ramas del protestantismo) y su vida comunitaria y política se desarrollaron en un estricto apego a la ley moral, con el convencimiento de que el Nuevo Mundo era la “Tierra Prometida” donde cumplirían la misión encomendada por Dios. Así, en el periodo colonial se encuentra el punto de partida del ideal estadounidense de ser un “pueblo elegido” entre los demás del mundo.
Este sentimiento de “excepcionalidad virtuosa” fue uno de los rasgos de identidad que alentó a los colonos a buscar su independencia de Inglaterra en 1776. Desde su origen como nación, el sueño de Estados Unidos ha sido encontrar la perfección social a través de un triple compromiso: con la divinidad (cumpliendo con el destino impuesto por Dios), con la religión (observando una moral intachable) y con la comunidad (defendiendo su libertad, su seguridad y su propiedad). A lo largo de la historia, los políticos estadounidenses han invocado el favor de Dios en sus discursos y han insistido en la “misión trascendente” que la nación tiene que cumplir.
Kevin Warren Smith: "Destino Manifiesto II"

La imagen nacional que los Estados Unidos tienen de sí mismos, como protectores y defensores de la legalidad, la libertad y la democracia, se funda en la creencia de que poseen una superioridad moral (porque son el “pueblo elegido”). Esta suposición les ha permitido justificar su intromisión en los asuntos internos de otros pueblos (que no son “elegidos de Dios”) o de plano la violencia contra ellos. La primera actitud intervencionista inspirada por el espíritu del “Destino Manifiesto” fue la obsesión de los colonos ingleses por desplazar de sus tierras (o bien exterminar) a los indígenas norteamericanos. En cuanto a su relación con otras naciones, Estados Unidos tiende a manejar sus relaciones exteriores como si se tratara de una cruzada moral. Generalmente justifica sus acciones con dos argumentos, ya sea el de la “nación fuerte que protege a la débil”, como pueden constatar la gran mayoría de las naciones americanas; o bien el de “la lucha contra el Mal para defender la libertad y seguridad del mundo”, como actualmente alega respecto de su invasión de Afganistán.
La historia de las relaciones exteriores de los Estados Unidos provee infinidad de ejemplos de la política del “Destino Manifiesto”. Algunos de ellos son:
  
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• Doctrina Monroe (1821) declaró que ninguna nación americana independiente debía volver a ser sometida por Europa y que Estados Unidos intervendría si consideraba que se afectaban sus intereses
• Anexión de Texas (1845), guerra con México (1846-48) y anexión de más de la mitad de su territorio
• Guerra con España para libertar a Cuba (1898)
• Construcción del Canal de Panamá (1901-1914)
 • Doctrina Truman (1946), mediante la que Estados Unidos comprometía su poder militar y su fuerza económica para la defensa de países contra el comunismo (entendido como el “Mal”)
• John F. Kennedy expandió la “nueva frontera”, la comercial, a través de la “Alianza por el progreso” en América Latina (1961)
• La multimillonaria inversión en fuerza militar (“Guerra de las galaxias”) de Ronald Reagan
 
Aunque la doctrina del Destino Manifiesto se interpretó especialmente en relación con la expansión territorial, después impulsó otro tipo de destinos: ser potencia mundial a nivel industrial, tecnológico, económico, deportivo, así como en artes y ciencias.

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