sábado, 10 de octubre de 2015

Ha nacido una nueva disciplina: La Sicogenealogía

Ha nacido una nueva disciplina: La Sicogenealogía

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10_10_2015 Areito 10 octubre Areíto7
§-16. En el libro “¡Ay, mis ancestros!”, Anne Ancelin Schützenberger es muy parca al tratar el tema de las constelaciones familiares.
Quizá esto se deba a que la dramaturgia o escenificación del procedimiento no sea muy confiable y caiga en manos de gente que no es sicogenealogista. Schützenberger ve con cierto desdén el esoterismo, el tarot y la astrología como forma de tratar las dolencias sicosomáticas de los pacientes y alude claramente a Alejandro Jodorowsky y a quienes utilizan estas ‘artes’ en su práctica de sanación: «los casamientos no se producen totalmente por azar; con frecuencia, las personas se casan con cónyuges que tienen una constelación familiar semejante a la propia, o que tienen las mismas enfermedades, o los mismos nombres o los mismos traumatismos de infancia. Las dos familias de la pareja aparecen una frente a otra como en un espejo.  » (Pp. 138, 140).
La autora deslinda el campo de la sicogenealogía de lo que realizan Jodorowsky y otros analistas ‘artísticos’: «Hablo de psicogenealogía para usar un término más general y menos técnico que genosociograma. Me enteré recientemente de que la palabra “psicogenealogía” era utilizada también en Francia por un artista, Alejandro Jodorowsky, pero en un contexto bastante diferente y con otra grilla de lectura. Jodorowsky (“Jodo”) es un cineasta chileno, de origen ruso, que vivió y trabajó en México (allí filmó “La montaña sagrada”, 1973) y luego en Estados Unidos y en Francia (donde creó, con Arrabal y Topor, el grupo surrealista Panique). Él habría utilizado, en los años ochenta, una “psico-brujería” (en el sentido mexicano del término), que rebautizó como “psicogenealogía” después de que uno de sus alumnos hizo una práctica conmigo. Jodorowsky hace una suerte de lectura intuitiva de la genealogía familiar. Hasta ahora (1993) no ha publicado nada al respecto. » (Schützenberger, pp. 231-232, n. 3).
Si no yerro, esta es la única cita del libro de Schützenberger referente a la constelación familiar. No es extraño, pues, que el nombre del alemán Bert Hellinger, teórico, promotor y practicante de las constelaciones familiares, no aparezca citado en esta obra. Para la sicogenealogía, la práctica de la escenificación de las constelaciones familiares se parece más a los cursos de autoayuda o a una vulgarización light de una disciplina científica, tal como la autora concibe la sicogenealogía (prólogo al libro de Nina Canault, p. 10).§-17. Constaté esto en la entrevista de Ismael Cala por CNN a
Carlota Castillo, promotora número uno de las constelaciones familiares en Venezuela, cuando el sicólogo Greg Pizzi y Cala cuestionaron los procedimientos de esa disciplina y, sobre todo, Pizzi, que expuso los riesgos éticos de esa práctica para el paciente cuando no se le advierte acerca de las limitaciones del método.
Marianela Vallejo Valencia, doctora de sicología por la Universidad Libre de Bruselas, autora, en colaboración con Catalina Forero de Francisco, de un libro exhaustivo acerca de las constelaciones familiares, está consciente de los peligros que implica la práctica de cualquier disciplina nueva: « El riesgo radica en que, como todo lo nuevo que se reconoce como benéfico, puede llegar a caer en manos de inexpertos o inescrupulosos que lo instrumenten en forma superficial y que como tal su intervención se degrade.» (Véase su libro: Constelaciones familiares. Para liberar la energía del amor y de la vida. Bogotá: Aguilar, 2008, p. 259). Como sicóloga, realizó en 2008 en México un primer entrenamiento acerca de la Hellinger Sciencia, y ya en ese mismo año publicaba el libro citado. ¿No fue muy apresurado? Sobre todo cuando hay en su obra temas que no tienen nada que ver con la ciencia como “el análisis del destino” (p. 47), “el modelo holográfico de Bohm” (p. 91), la “nueva comprensión del cosmos” (p. 93), “del misionero religioso al misionero del alma” (p. 117), “una puerta hacia la felicidad” (p.143), “un orden superior que nos contiene” (p. 143) y “el destino, la vida y la plenitud dentro de esta metodología integradora” (p. 263). Además, para ejercer la sicogenealogía, ¿por qué crear una corporación?
Estos temas, exceptuando el de la felicidad (un ideal inalcanzable) son metafísicos, es decir, humo. El destino es la programación emocional que los padres diseñan, consciente o inconscientemente, para sus hijos desde la más tierna infancia y que definirán los seis tipos de la personalidad humana de Taibi Kahler: trabajólica, reactiva, promotora, persistente, rebelde y soñadora. El destino, la religión, lo sagrado (el Cosmos), el orden superior, remiten siempre a la metafísica-Dios y la ciencia nada tiene que ver con esos vectores ideológicos. Que la gente crea en esos vectores, práctica de sujeto es, pero siempre será relación de un sujeto con un objeto ideal.
§-18. Uno de los conceptos que más éxito ha tenido y más se trabaja en sicogenealogía es el de neurosis de clase, creado por Vincent de Gaulejac (ver su libro Nevrose de clase. La trajectoire sociale et les conflits d’identité. París: Hommes et Groupes, 1987).
Incluso si el comunismo de partido único se derrumbó en los noventa, el problema de la neurosis de clase abate tanto a los hijos de comunistas como a los hijos del capitalismo, salvaje o no. ¿Cómo se define este concepto de la sicogenealogía clínica? Para Schützenberger, la neurosis de clase es una lealtad familiar de aspecto socio-económico. Ella afirma: [Vincent de Gaulejac] «demuestra hasta qué punto para un buen hijo o hija es difícil superar el nivel de estudios de su padre; puede tener, por ejemplo, una enfermedad la víspera del examen o sufrir un “olvido” momentáneo y entregar la hoja en blanco, sobre todo si él o ella son brillantes y los “primeros de la clase”. Porque, de hecho, el hijo o la hija suponen de manera inconsciente que la promoción social intelectual podría crear una distancia o un desgarro entre ellos y su familia: no tendrían más las mismas costumbres, los mismos gustos, los mismos modales en la mesa, el mismo tipo de muebles, de ropas o lecturas, las mismas normas, las mismas ganas y necesidades, los mismos esparcimientos; no vivirían más en los mismos barrios ni frecuentarían a las mismas personas y tendrían un nivel económico diferente. Como los hijos saben bien que su promoción puede plantear problemas y crear sufrimientos, alejamiento y un sentimiento de deslealtad para con los padres, los abuelos o la clase social a la que su familia pertenece, “renuncian” por medio de un acto fallido a franquear esa barrera que su padre o los suyos no pudieron franquear. Al darse este proceso, responden de modo inconsciente al doble mensaje doblemente conminante (doublé bind) [y doblemente contradictorio, D.C.] de su padre o madre: “Haz las cosas como yo, sobre todo no las hagas como yo”; “Hago todo esto por ti y por tu éxito, lo deseo… y temo que me superes y nos dejes o abandones”.» (Schützenberger, pp. 72-73).
Más propios de una sociedad capitalista, estos mandatos contradictorios de los padres serán más devastadores para los hijos de los militantes comunistas cuando les dicen a sus vástagos: “Hay que acabar con la explotación del proletariado por parte de los burgueses”, pero al día siguiente el adolescente oye decir a sus padres: “Deben esforzarse por ser los primeros en los estudios, porque hay que progresar”.
Seguiré con el tema de la neurosis de clase en la próxima entrega.

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