miércoles, 7 de enero de 2015

Trailer Oficial en Español | THE IMITATION GAME (DESCIFRANDO ENIGMA) (HD)








CINE/ ESTRENO

The Imitation Game, la máquina nazi 'Enigma' y el matemático que rompió su código

El código Alan Turing, descifrando la imitación de una vida


  • El 1 de enero llega a las salas el esperado 'biopic' sobre el matemático
    que descifró la máquina Enigma de los nazis, que sirvió para conocer
    sus mensajes en clave





Un mensaje en clave es atractivo por lo que esconde y bello por la
intimidad que protege: sólo su emisor y receptor pueden descifrarlo
mediante un código, secreto por naturaleza, que arroja un único significado por palabra que tenga sentido para ambos. Romper ese código es hurgar en el interior de quienes lo poseen, penetrar sus palabras y secretos y descifrar su lenguaje, el placer de un voyeur en la sombra. Para disfrutar The Imitation Game
es necesario otro código, narrativo y cinematográfico, que te permita
observar el objeto real y no su forma ilusoria, la réplica en un espejo.



Alan Turing


La propia vida de Turing y su código secreto, celosamente
protegido es la que mueve el relato, la carga que sufría el matemático
por sentirse diferente
Es lo que propone The Imitation Game, un
título que explica mucho de la película y que afortunadamente han
mantenido en su versión original, para luego estropearlo con el
subtítulo -Descifrando Enigma-, porque aunque el vehículo de la
superficie sea la historia de cómo la inteligencia británica descifró la máquina 'Enigma' que encriptaba los mensajes nazis
durante la II Guerra Mundial, la imitación de su título es precisamente
la de explicar a Alan Turing, el matemático que lo hizo posible, tras
construir otra máquina, Ultra -o Christopher- que rompiera el código de la primera.


Pero Ultra no era una imitación de Enigma, porque su
propia definición es excluyente con su significado: no era una "réplica
de calidad usualmente inferior", como explica el diccionario, sino una
máquina superior que en vez de encriptar, computaba
todos los resultados posibles de la primera hasta hallar las únicas
palabras en alemán que tuvieran significado. De hecho, sería la que
sentara en cierto modo las claves de la computación moderna


Es por tanto la propia vida de Turing y su código,
celosamente protegido, la que mueve una película que no cuenta nada
realmente nuevo sobre la máquina que utilizaron los nazis, -existe una
versión anterior, Enigma (2001), aunque estaba basada muy
libremente sobre los personajes reales-. La trama sirve en un nivel más
superficial para mantener el ritmo y hacer avanzar la historia con
múltiples saltos en el tiempo para explicar la vida de Alan Turing, que
consigue con solvencia. Por debajo, discurre la historia en clave: el obsesivo matemático sufría como una pesada carga su
propio secreto, ser alguien diferente por su brillantez intelectual y
una marcada fobia social, y al mismo tiempo el de proteger su
homosexualidad en una sociedad británica homófoba que lo castigaba con
la cárcel.


Ultra germinó en la mente de Turing en una doble dirección, servir a
un reto matemático y para desarrollar su sueño más obsesivo: crear una inteligencia artificial.




El guión de Andrew Hodges y Graham Moore y la dirección Morten Tylum
plantean ese juego con una delicadeza notable permitiendo las contadas gotas de código que descifran el verdadero relato,
el de un hombre torturado por su soledad, traumatizado durante su
infancia, obsesionado por la racionalidad de su intelecto y mutilado
emocionalmente. Benedict Cumberbatch se deshace poco a poco de su Sherlock de la BBC,
otro personaje obsesivo, asocial, brillante y excéntrico, cuando
desnuda las emociones de Turing, logrando una interpretación que crece
durante el metraje de la película.


Terminada la guerra, con la valiosa aportación de conocer las comunicaciones del Tercer Reich, el héroe que descifró el código nazi acabaría condenado por prácticas homosexuales en 1952 y sentenciado a pena de cárcel o a la alternativa de un tratamiento hormonal y químico para anular su líbido.


Eligió lo segundo y sus efectos secundarios en su intelecto le acarrearon una depresión, probablemente más acusado en su ya frágil equilibrio emocional que le llevaron a cometer suicidio dos años más tarde.
Antes durante la escena en la sala de interrogatorios policial tras su
detención, el inspector aborda a Turing curioseando sobre sus trabajos
de inteligencia articifial, el célebre Test de Turing:


-¿Es verdad que las máquinas pueden pensar como las personas?


-Es una pregunta absurda, debería formular si las máquinas pueden pensar, a lo que le respondería que sí, aunque no lo hagan como las personas, porque el hecho de que sea de forma diferente no significa que no piensen.


La réplica es al final una servidumbre del original, y Turing se vio atrapado como siervo en la imitación de un modo de vida que no era el suyo, de una sociedad que no aceptaba su diferencia.


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