Las dos revoluciones que crearán un mercado de gas en todo el mundo
http://www.expansion.com/2014/09/17/empresas/energia/1410940904.html
El del gas natural no es un mercado global... de
momento. Está fragmentado en tres grandes regiones (EEUU, Europa y Asia)
con diferencias de precios abismales. Pero dos fenómenos que se
producen hoy en el sector alumbran ya la esperada convergencia.
El comercio de gas natural, en cambio, es radicalmente distinto. El mercado de gas, lejos de ser global, se encuentra totalmente fragmentado, parcelado en tres grandes áreas regionales (Estados Unidos, Europa y Asia, amén de otras de menor importancia) que cuentan con una diferencia de precios gigantesca y en las que las tendencias de la cotización no es que vayan desacompasadas, es que incluso son en los últimos años opuestas.
Los trazados de los gasoductos (que son, con mucho, aún la principal vía de distribución de gas) han conformado estas tres regiones, que permanecen aisladas entre sí y sólo conectadas con las exportaciones mediante barcos. A principios de este siglo, los precios del gas en los tres mercados regionales se mantenían más o menos parejos, pero durante la última década el diferencial entre ellos se ha disparado. Gas barato en EEUU y carísimo en Asia "Desde que comenzó el milenio, los precios del gas en Asia se han triplicado hasta ser los más elevados del mundo. En el mismo periodo, los precios del gas se han duplicado en Europa. Mientras tanto, en Estados Unidos, los precios no han dejado de caer", explican los analistas del Crédito y Caución en un reciente informe sobre perspectivas del mercado de gas para las próximas dos décadas (ver aquí el informe completo, en inglés). El resultado de tan diferentes comportamientos es que el gas en Estados Unidos era el año pasado seis veces más barato que en Asia y casi tres veces más que en Europa.
¿Por qué tales diferencias? Fundamentalmente por los muy distintos mecanismos de contratación y de fijación de los precios. En Asia, donde la demanda se ha disparado en los últimos años al calor del desarrollo económico, los precios del gas siguen muy ligados a la evolución de la cotización del petróleo, que ha sido claramente alcista: el crudo empezó el siglo en 25 dólares y ahora se ha anclado en el entorno de los 100. Asimismo, las compras se articulan en Asia mediante contratos a largo plazo, lo que garantiza el suministro, pero también implica sobrecoste por el pago de una prima. En Europa, que también es una región importadora, los precios están igualmente ligados a la evolución del crudo y existen contratos de suministro a largo plazo, pero el peso de ambos factores es menor que en el mercado asiático. En Europa, aproximadamente la mitad del consumo de crudo se mueve al son de la oferta y la demanda del momento, lo que hace que el nivel de precios sea algo inferior.
En Estados Unidos los precios vienen fijados más dinámicamente en función de la oferta y la demanda, y aunque la demanda crece, la oferta se ha disparado gracias al boom del gas no convencional que vive el país. EEUU ha elevado su producción de gas natural en un 26% tan sólo desde 2005 gracias al shale gas, lo que ha hecho caer los precios de manera sostenida. 'Shale' y GNL para unificar el mercado La fragmentación regional del mercado del gas, sin embargo, podría ser menos evidente en las próximas décadas. El impacto de dos revoluciones en auge puede acabar alumbrando un verdadero mercado global del gas. Por un lado, el incremento de la explotación de gas pizarra, fundamentalmente en Estados Unidos (lo que hará que sus exportaciones crezcan con fuerza), pero también en otras latitudes de manera progresiva. Por otro, la expansión de la distribución de gas natural licuado (GNL), que irá reduciendo la extrema dependencia que tiene el mercado con los gasoductos, para potenciar cada vez más las exportaciones entre continentes mediante buques.
"Prevemos la convergencia de precios entre regiones, invirtiendo la tendencia de la última década. El crecimiento de las exportaciones de Estados Unidos mayor del previsto, así como la caída del precio del petróleo podría reforzar este proceso y los precios del gas en Asia y Europa serían, en consecuencia, más bajos", concluyen los analistas de Crédito y Caución en su informe. Convergerán, pero no se igualarán. Previsiblemente se creará un mercado del gas natural en esencia de carácter global, pero eso no significará que el gas cueste lo mismo en todo el mundo.
Según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ya en los próximos años los precios de las diferentes regiones tenderán a converger, llegando a 2018 con el gas en EEUU en el entorno de los 5 dólares por Mbtu (millones de unidades térmicas británicas), en Europa sobre los 10 dólares y en Asia cerca de los 15 dólares. Las diferencias ya no serán tan abismales, pero en el mercado europeo el precio del gas seguiría siendo el doble que en EEUU y en Asia, el triple.
Y los cálculos de la AIE más a largo plazo auguran que en 2035 el diferencial se estrechará aún más. En un escenario base, el gas costaría dentro de dos décadas 6,5 dólares en el mercado norteamericano, 12 dólares en Europa y 15 dólares en Asia. Sin embargo, si las exportaciones estadounidenses de gas natural crecieran por encima de lo previsto inicialmente, el precio caería en Europa hasta los 11-11,5 dólares y en Asia hasta los 13 dólares, ajustándose aún más esa convergencia mundial anunciada. El boom del gas de esquisto en EEUU La revolución del shale en que se ha embarcado Estados Unidos promete dar un vuelco al mapa energético mundial, al menos durante los próximos años. El gigante norteamericano se ha lanzado a explotar sus enormes reservas de hidrocarburos no convencionales y el rápido incremento de su producción le va a convertir en la nueva superpotencia energética. El nuevo statu quo que se avecina para los próximos años, colocará a Estados Unidos en una posición cercana a la autosuficiencia energética y reducirá su tradicional dependencia de terceros países.
Los avances tecnológicos están permitiendo extraer más fácilmente y a precios lo suficientemente razonables como para hacer posible la explotación de los hidrocarburos no convencionales. El shale oil y el shale gas, sus nombres en inglés (en castellano reciben otros, petróleo y gas de esquisto, crudo y gas pizarra...) son petróleo y gas natural normales, pero es la forma de extracción la que es no convencional: por lo general, su aprovechamiento se realiza mediante la fracturación -el tan famoso y denostado fracking- de las rocas en que el crudo o el gas están atrapados en pequeñas bolsas.
A la espera de que otros países con grandes reservas venzan las barreras regulatorios y cuenten con la tecnología necesaria, de momento sólo en Estados Unidos (con permiso de Canadá) se produce gas no convencional en unos volúmenes comercialmente atractivos. La producción de gas pizarra en Estados Unidos, con regulaciones medioambientales más laxas, se ha disparado en los últimos años y sus planes futuros pasan por elevar, y mucho, sus exportaciones a otros países, con el consiguiente impacto en la oferta y suministro globales. De la dictadura del gasoducto a la revolución del GNL En esta tarea de convertirse en gran exportador, Estados Unidos va a tener que sumarse a la otra gran revolución que afronta el sector: la expansión de la distribución de gas natural licuado (GNL). La mayoría del gas natural sigue distribuyéndose a través de gasoductos. Pero como los tubos no pueden conectar continentes lejanos, los operadores optan por una solución más práctica: convertir el gas en líquido (tras enfriarlo a 162 grados bajo cero y conseguir que su volumen sea 600 veces inferior) y transportarlo a otros puntos del planeta mediante buques cisterna. El transporte en barco concentra ya casi tres cuartas partes del conjunto de exportaciones intercontinentales de gas.
Estados Unidos quiere sumarse a este negocio y asentar su nuevo rol como exportador de gas en la distribución de GNL. Pero para ello, el país deberá desarrollar un potente plan de inversiones para construir las plantas de licuefacción con que convertir el gas en líquido y poder embarcarlo en los buques. De momento, EEUU sólo cuenta con una planta para la exportación de GNL, ubicada en Alaska. Las autoridades ya han aprobado el desarrollo de cinco plantas más, aunque sólo una de ellas está ya de facto en construcción y podrá estar operativo en próximo año. Y ya existen otros 25 proyectos pendientes de aprobación.
En cualquier caso, los planes para que Estados Unidos cuente con una capacidad de producción de GNL relativamente importante aún tardarán varios años en ser una realidad y requerirán importantísimas inversiones (una planta de licuefacción totalmente nueva conlleva una inversión de unos 20.000 millones de dólares, que se consiguen rebajar a entre los 6.000 y los 10.000 millones si se instala en una terminal de importación de gas ya existente, según datos del Congreso estadounidense.
El mundo parece dispuesto a engancharse al gas natural. En un reciente informe publicado con el provocativo título de Global oil demand growth. The end is nigh ('Crecimiento de la demanda global de petróleo. El final está cerca', ver aquí el informe completo, en inglés), los analistas de Citi auguran que el gas natural irá ganando terreno al crudo en los próximos años gracias a su utilización en cada vez más sectores económicos. El gas ganará la partida al crudo en la industria petroquímica o en la generación de energía, y tendrá cada vez más peso en la automoción y en el transporte, lo que permitirá reducir progresivamente el consumo de crudo.
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