lunes, 29 de septiembre de 2014

La muerte en Mesoamérica (2a parte)

La muerte en Mesoamérica (2a parte)
Parientes y amigos acudían luego a despedirse del occiso y se elevaban cantos de lamentación (tlaocolcuícatl) en los que se expresaba de manera dramática y catártica el dolor, [también entonaban] cantos "de suciedad" (tzocuícatl), los cuales permitían integrar, de alguna manera, la putrefacción y el mal olor al contexto ceremonial.
En el caso de una muerte en la guerra, las viudas bailaban hasta el cansancio, revestidas con las insignias de su marido, dentro del cerco formado por los guerreros. En este caso no se tenía el cadáver del difunto, por lo que se hacía un bulto con palos de ocote que se cubría con las insignias de los guerreros muertos. Después de cuatro días de cantos y bailes, el difunto era conducido a la pira funeraria, donde era incinerado, o al lugar de su entierro, según el caso. Entre los nahuas, la cremación comenzaba al atardecer, si la muerte había sido natural, o a la medianoche, si había ocurrido en la guerra o en sacrificio.
Este post es un fragmento tomado del artículo "La muerte en Mesoamérica” del autor Patrick Johansson K. El artículo está publicado íntegramente en la edición regular de Arqueología Mexicana, núm. 60, titulada El ciclo de la vida. Las edades del hombre en Mesoamérica.
IMAGEN: Los muertos eran despedidos con cantos de lamentación (tlaocolcuícatl) en los que se expresaba de manera dramática y catártica el dolor. Canto de lamentación de Quetzalcóatl. Códice Vindobonensis, p. 24.
Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces
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