sábado, 20 de septiembre de 2014

El papel de Urbano Gilbert durante la invasión militar de Estados Unidos en 1916

El papel de Urbano Gilbert durante la invasión militar de Estados Unidos en 1916

Publicado el 19 de septiembre del 2014 - 12:18 pm por CHICHI DE JESUS REYES chichidejesusreyesgmail.com
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Gregorio Urbano Gilbert junto a Augusto César Sandino.
Cuando Los soldados norteamericanos ocuparon por primera vez el suelo patrio, a mediados del 1916, Gregorio Urbano Gilbert vivía en San Pedro de Macorís, por cuyos barrios y comarcas manifestaba su indignación por el desembarco de las tropas yankis. Mientras el joven nacionalista realizaba su campaña nacionalista dos vapores norteamericanos de guerra atracaron en el puerto de la ciudad oriental portando armas de combate de alto calibre.
Los petromacorisanos, quizás por pudor o por precaución cerraron las puertas de sus hogares, lo que también hizo el mercado local. Nadie quería presenciar el desembarco de las tropas invasoras. Todos estaban lastimados por aquel abuso de fuerza.
Uno que otro ciudadano cruzaba las calles de manera acelerada, llevando artículos comestibles para aguardar lo que pudiera ocurrir.
El desembarco de las tropas fue lento; primero descendieron dos soldados con sendas ametralladoras que apuntaba hacia la ciudad; luego otros soldados seguidos de un oficial y más adelante cordones de marinos bajaban por la escalerilla de uno de los buques de guerra. El último en descender fue el comandante C.H.Button, jefe de las tropas.
Mientras se producía el desembarco de los yankis, Urbano Gilbert se ocultaba tras bultos en los depósitos de las oficinas de aduanas, salió de su escondite y avanzó hacia los soldados invasores.
Con las manos hundidas en los bolsillos del saco llegó a los alrededores del militar yankis, sacó violentamente un revólver e hizo dos certeros disparos sobre el pecho del jefe gringo, al grito de “Viva la República Domnicana”
En plan de batalla, los solados peinaban todas las áreas de las aduanas y emplazaron sobre las azoteas de las casas de los alrededores potentes armas de guerra de gran alcance y los buques hacían funcionar sus cañones.
Gilbert había quedado arropados por mercancías y allí espero la muerte que él creía inevitable.
Su heroico acto había sembrado la confusión entre los invasores que creyeron que los dos disparos eran el inicio de una resistencia formal
El cadáver del oficial yankis equivalía a un delito que debía costar caro a los dominicanos. Pero la investigación puso en claro que se trataba de un acto de heroísmo unipersonal, con el que nada tenía ver con la pacífica población oriental.
Mientras tanto, el victimario se internaba en los cañaverales y utilizando otro nombre logró llegar a Montecristi, donde se creía salvado.
Convencidos los americanos de lo difícil que le estaba resultado la captura de Gilbert hicieron ofertas públicas de gratificaciones por altas sumas de dólares a quien diera información sobre el paraderos de Urbano.
Un retrato del “reo”, ampliado por fotógrafos del ejercito invasor, fue repartido profusamente por los campos del país, para ayudar a la identificación del “delincuente”.
Lo que no pudo la fuerza lo alcanzó la codicia: Gilbert fue denunciado por Rafael Nolasco, un compañero de faena en los campos.
Un alto oficial yankis lo interrogó en una sección de Montecristi, y Gilbert siempre asumió la responsabilidad de lo que había cometido. ¿Dígame su nombre? Gregorio Urbano Gilbert ¿Por qué usa otro nombre? Porque estaba perseguido por las fuerzas de ocupación.
¿Y por qué lo perseguían las fuerzas de ocupación? –Porque di muerte al jefe de los marinos que desembarcaron en mi Patria.
Trasladado a Santo Domingo fue encerrado en un hoyo de 25 pies de profundidad, de donde fue sacado para comparecer ante un tribunal que le sentencio a ser colgado en el patíbulo, pero ante la demanda de distinguidas personalidades nacionales el Presidente Wilson, de Estados Unidos, cambió la sentencia de pena de muerte por prisión perpetua de 99 años de cárcel.
Además, de las torturas físicas a lo que lo sometieron los guardias yankis, Gilbert fue víctima de injusticias y desconsideraciones morales de autoridades locales.
El 30 de octubre de 1930, dos meses y medios después de la asunción del gobierno de Rafael L. Trujillo, el ayuntamiento de SPM lo designa jefe de la Policía Municipal, con sueldo de 12 pesos mensuales, pero la designación fue dejada sin efecto dos meses y una semana después (el 9 de enero de 1931), luego que la noticia del nombramiento de Gilbert se conociera en Palacio Nacional.
El temple y el valor de Gilbert nunca se devaluó y en la década del 30 sirvió a las guerrillas de Nicaragua, que encabezó el general Augusto César Sandino, a quien acompaño a México en búsqueda de recursos para la causa que defendían.
Ya en la tercera edad de su vida ingresó a la Universidad de Santo Domingo donde en el año 1956 se graduó de doctor en filosofía.
Este valiente hombre, injustamente olvidado, murió el 29 de noviembre de 1970.

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