viernes, 7 de diciembre de 2012

Borrador escrito por Lorenzo Despradel (Muley), sobre Máximo Gómez


Borrador escrito por Lorenzo Despradel (Muley), sobre Máximo Gómez
Nunca ningún hombre encarnó mejor el espíritu de una raza, como Máximo Gómez. Dotado por la naturales de condiciones excepcionales, comprendió su destino, y encarnado con él lo siguió por entre las sinuosidad de la adversidad hasta verlo cumplido en la obra que realizó sin otros elementos que la pujanza de su brazo y de fe inquebrantable de su alma grande y generosa.
Aunque la filosofía especulativa se empeña en destruir la consoladora teoría de la predestinación en todos los negocios humanos, no podríamos nunca despojarnos de la creencia de que Máximo Gómez, fue el elegido no sabemos por qué desconocida potestad para guiar un pueblo desde las negruras pavorosas de la servidumbre, a las excelsas claridades de la libertad
No podríamos nunca explicarnos cómo ese hombre sin caudal científico ni literario, y sin más bagaje que la intuición para penetrar hondamente en los secretos de la ciencia militar, se alzara envuelto entre las fulguraciones de la admiración de un pueblo que luchaba por su independencia, y se colocara en punto de que éste lo aclamara como su libertador.
Dotado de gran corazón, encariñado con los grandes ideales de la humanidad, Cuba esclava fue para él campo propicio para desarrollar las energías que se incubaban en el fomdo0 de sus alma, y el teatro adecuado para que resaltaran con vislumbrarte homéricos sus incomparables aptitudes para echar hacia delante el carro de la revolución redentora
Cuando la filosofía de la historia haga alto un momento y se detenga para estudiar fría e imparcialmente la magnitud de la guerra emancipadora de Cuba, entonces podrá apreciarse de mejor manera el alto del hombre prestigioso que la dirigió, al par que la abnegación y el valor del ejército que puso entre sus manos, para que la defensadiera, el arca santa de las libertades de su pueblo subyugado
Valorizados entonces los factores que concurrieron para darle formas a la revolución, si llegara al convencimiento de que todo era adverso al desarrollo de los planes improvisados o combinados para regar en el estrecho campo de la isla hermana, la semilla de la revolución
Adversos el factor geográfico, puesto que esa estrecha faja de tierra aprisionada entre dos mares favorecía al dominador, que pudo fijar el campo de operaciones seccionándola por medio de líneas militares- las famosas trochas. —Que llegaron virtualmente a aislar provincias enteras en donde la revolución se resolvía galvanizada por la visión de la victoria vislumbrada a través de los más grandes sacrificios
Adverso el momento político, si se tiene en cuenta la lucha mantenida por la intelectualidades más prestigiosas de Cuba para alejar al pueblo de la tendencia separatista, encarnada únicamente en los viejos paladines del 1868,que vagaban en su mayoría por playas extranjeras con el pabellón de la Estrella enrollado, aunque soñando siempre con clavarlo en el suelo de la patria suspirada
Adverso el factor étnico, nítida de perjuicios que nunca entonces pudo detener el curso de la historia, impidiendo que se cumplieran los altos designios de la democracia.
Y adversos, por último el tiempo y el espacio dentro del cual se desarrollo esa epopeya, puesto que ambos estaban dominados por los progresos científicos que habían puesto a la metrópoli por medio del telégrafo tan cerca de la colonia rebelde como lo, puede estar la casa de nuestro vecino más próximo, por medio del vapor que aceleraba de manera inconcebible la conducción del hombre y materiales de guerra, por medio del heliógrafo que espiaba desde los más abruptos penachos los movimientos de la revolución, que tenía siempre sobre sí, avizorándola, el ojo escrutador de los a tentadores.
Un hombre luchaba con ánimo esforzado contra todas esas adversidades, y la vencía y las aniquilaba con la sola aplicación de métodos y sistemas estratégicos que excluían la previsión sistemática de los que sostenían los pretensos derechos de la monarquía
Y ese hombre era un hombre sencillo que desconocía las reglas invariables de la balísticas, pero que las aplicaba de manera discreta tan solamente con el auxilio de una intuición profunda, que no había aprendido en los libros de el arte de la guerra, pero que sabía hacerla, ciñendo sus procedimientos a la necesidad de vencer, por lo que es en él estimable esa duplicidad que lo hacíaaparecer a veces como un guerrillero impetuoso que cruzaba las llanuras y las montañas con un puñado de soldados valerosos que afrontaban con denuedo inaudito, bajo su dirección , a fuerzas superiores en número y en organización y en otras ocasiones , con solo el intervalo de unas horas, como un general que manejaba diestramente fuerzas numerosas, disponiéndolas para las batallascon un tacto y una competencia que hacia exclamar a Martínez Campos “Máximo Gómez es un general en Cuba y en cualquier parte”

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