http://www.historiayarqueologia.com
Darwin y la genética evolutiva
Quisiera aclarar que considero que hay una confusión respecto al término “darwinismo social”, frecuentemente utilizado para aludir a una teoría racista que preconiza que las leyes naturales inciden en las construcciones sociales elaboradas por los grupos humanos atendiendo a criterios raciales. Aunque el llamado darwinismo social hace referencia a una extrapolación racista y supremacista de las leyes naturales a las sociedades humanas, la inspiración para este pensamiento inhumano no tiene que ver con la obra de Darwin “El origen de las especies” (1859) y su teorización acerca de la evolución biológica, ni tampoco con su obra ““El origen del hombre, y la selección en relación al sexo” (1871).
El darwinismo social constituyó la elaboración intelectual de un ingeniero y pensador supremacista británico llamado Herbert Spencer (1820-1903), que no se inspiró en la obra de Darwin para construirlo, puesto que su teoría racista comenzó a exponerla en su obra ”La estática social” (1850), aparecida por tanto nueve años antes que la mencionada obra de Darwin. El pensamiento de este hombre si que estaba inspirado, según el mismo admitía, en la obra de un naturalista francés llamado Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet (Caballero de Lamarck (1744-1829), que fue quien antes que Charles Darwin formularía una teoría acerca de la evolución biológica, y utilizaría por vez primera el término “biología”.
Lo que ocurrió fue que ya desde su época, la obra de Darwin ensombreció a la de Lamarck, razón por la que la teoría racista de Spencer pasó a ser conocida como “darwinismo social”. Más en justicia habría que haberla llamado entonces lamarckismo social.
Todo lo dicho no quita para hacer dos puntualizaciones acerca de la obra de Charles Darwin.
La primera es que su obra “El origen de las especies”, que hablaba de animales y plantas, no de seres humanos, salvo en una excepción (1), solo fue una teoría que en su tiempo abrió nuevos campos de investigación, pero que hoy en día está absolutamente sobrepasada por los avances científicos que corroboran de manera irrebatible la certeza de la evolución biológica. La obra de Darwin solo es una teoría acerca de la evolución expuesta hace ciento cincuenta años; no es lo que hoy en día se entiende por teoría de la evolución biológica, una evidencia científica indiscutible en base a la contundencia de las pruebas paleontológicas, embriológicas, o genéticas, que poco tienen ya que ver con aquella teoría elaborada hace un siglo y medio.
La segunda es que realmente Darwin si que expresó en su obra pensamientos racistas y supremacistas, pero no fue en “El origen de las especies ", sino que lo hizo en su otra obra de innegable repercusión en el pensamiento científico de la época, “El origen del hombre, y la selección en relación al sexo” (1871).
El patrón genético común sufrió múltiples desviaciones evolutivas
La evolución biológica es considerada hoy en día por todo el mundo científico como una cualidad inherente a los seres vivos. No hay debate alguno en la comunidad académica sobre este asunto más allá de las reticencias expresadas por algunos círculos científicos impregnados de fundamentalismos religiosos. Aunque la negativa a aceptar la evolución como una realidad no proviene de una base argumental científica, sino de un enroscamiento defensivo en la creencia religiosa personal.
Existe el mito popularmente extendido de la que la evidencia científica acerca de la evolución humana lo que proclama es que el ser humano desciende del mono, lo que es una creencia errónea. Lo que viene a postular la evidencia de la evolución biológica, es que la línea humana y las diversas líneas evolutivas que desembocaron en la aparición de los primates superiores actuales, compartieron en un pasado ignoto una especia antecesora en común.
A raíz de este mito popular se me viene la importancia de destacar una evidencia científica digna de reseñar para nuestra comprensión mental del significado de la evolución: no se conoce contemporaneidad entre una especie moderna que sea antecesora de otra especie actual, siendo entonces que antecesores y sucesores no conviven en el mismo espacio temporal..
Hace millones de años primates superiores y homínidos comenzaron a separarse en linajes evolutivos diferentes. Según la prueba genética, los primeros primates en comenzar a escindirse del ancestro común, fueron los que acabarían dando lugar a los orangutanes, hace unos dieciséis millones de años, hace unos ocho millones de años comenzaron a escindirse del patrón genético común los primates que darían lugar a los gorilas, y hace unos seis millones de años, el patrón genético común se bifurcaría en dos linajes evolutivos separados, dando como resultado el que uno de estos acabase desembocando en los primates superiores actuales, y el otro en el homo sapiens sapiens u hombre moderno. Incluso en lo que respecta al linaje del que se derivaría el ser humano, la ciencia empieza a encontrar evidencias de que tampoco esta habría seguido, como tampoco lo haría la del linaje de los primates superiores, una única y homogénea línea evolutiva..
Programación genética primordial
Cuando se produce la unión del gameto masculino y el femenino, se forma una célula que en biología se denomina cigoto, y que ya desde su génesis posee una determinada constitución genética programada que va a desarrollar una configuración fisiológica y psicológica resultado de la cual surgirá un ser indefectiblemente humano.
Esa inevitable programación genética del cigoto humano, fisiológica y psicológica, constituye una realidad primordial en nuestra naturaleza. Las características humanas están ya pues en estado latente desde el momento de la fecundación. Durante las distintas etapas del crecimiento humano, estas características tan solo sufrirán un proceso de desarrollo que estará condicionado por esa programación genética primordial.
La alteración de esta programación genética es lo que nos haría entrar en una dimensión evolutiva, tal como ha venido sucediendo desde hace millones de años, la cual podría potencialmente hacernos perder nuestra condición de homo sapiens sapiens, por lo menos fenotípicamente.
En toda manifestación aparente de los caracteres de un individuo (fenotipo), hay una serie de caracteres genéticos que se transmiten por herencia (genotipos) pero que pueden resultar también modificados por los efectos del medio ambiente (peristasis).
Estos últimos, la perístasis, no se transmiten en los caracteres hereditarios a menos que esos efectos medioambientales sean de naturaleza muy intensa, supuesto que podría darse a consecuencia de una exposición muy continuada en el tiempo a radiaciones denominadas ionizantes. Sería precisamente este tipo de radicación la que podría darse a consecuencia de la reducción de absorción de la radiación solar que se produjo a raíz del impacto medioambiental de la Glaciación Würm y sus consecuentes repercusiones en la biología humana.
Parece ser que este tipo de incidencia medioambiental de poderosa repercusión puede afectar a las células germinales, generadoras de los gametos tanto masculinos como femeninos, las cuales son las depositarias del material genético que será transmitido de una generación a otra. La naturaleza de la peristasis tiene fuerte repercusión en la transmisión del fenotipo, pero obviamente, con el condicionante de la exposición a una fuerte intensidad en un espacio de tiempo muy prolongado que habría de abarcar el transcurso de muchas generaciones.
Los aspectos fenotípicos de los diferentes grupos humanos están pues condicionados por la evolución y repercusión en el desarrollo biológico del sapiens de la peristasis, por lo que ni la estructura genética humana es pues eterna.
Notas
1. Capítulo XIV, hacia la página 490 de la primera edición inglesa de “El origen de las especies”, donde venía a decir..”se arrojará luz sobre el origen del hombre y su historia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario