martes, 25 de marzo de 2014

El arca de la alianza

El arca de la alianza



Se trata de un recipiente con doble forro de oro, cerrada con una losa de oro macizo (como los contenedores de material ra­diactivo), dos capas de tela y una de cuero para que no mueran los porteadores (como los hijos de Aarón, Nadab y Abihu, en el Ta­bernáculo, cuyos cuerpos fueron sacados del campamento por urden de Moisés). Según Graham Hancock {The Sign and the Seal), el poder mortífero del arca queda bien patente a partir de la exégesis de los textos bí­blicos, pues éstos la presentan como un arma letal cuyos efectos resultan devastadores ante las murallas de Jericó, contra los filisteos (I Sam 5, 6), o los habitantes de Bet Semes, donde mueren 50.000 hombres (I Sam 6-19; I Cron 13-9,10). Meir Ben-Dov va más lejos y sostiene en In the Shadow of the Temple que las tablas de la Ley eran un fragmento de un meteorito y que, por tanto, debían perma­necer encerradas en el arca, que les servía de recipiente y actuaba como protección para quienes se le aproximasen. La Biblia explí­cita el «peligro de muerte» para todos aquellos que tocaran el arca con sus manos o se apro­ximasen excesivamente a ella; así ocurre en diversos casos que narran las Sagradas Escrituras durante el traslado del arca por el desierto o cuando ésta es ro­bada por los filisteos, quienes, después de comprobar en su propia carne el peligro de poseer semejante objeto, lo devuelven a los hebreos espantados del poder de Yahvé, quien a partir de en­tonces cobra fama de Deus tremendae majestatis ante el que amorreos, cananeos y otras tri­bus huyen despavoridos, pues las represalias del pueblo elegido son terribles.amorreos
Charpentier, por su parte, se inclina a creer que los primeros templarios encontraron el arca en las caballerizas del templo de Salomón, que un nutrido grupo de templarios la escoltó hasta Francia en secreto y que per­maneció en lugar ignoto, desa­pareciendo otra vez a los ojos de la humanidad. Con el arca, se­gún el autor, los milites Christi hallaron patrones y medidas sagradas arquitectónicos (desde las relaciones geométricas con la proporción áurea hasta otras en las que intervienen escalas mu­sicales), quizá las propias tablas de la ley, entendiéndose por ley «el Logos, el Verbo, la Razón, el Número», que les permitió idear cánones de construcción a los que luego respondería el arte gó­tico y, sobre todo, unas de sus máximas creaciones, la catedral de Chartres[1].
En este templo, joya de la cristiandad dedicada a Nuestra Señora (figura del cristianismo contemporáneo muy venerada por templarios y cistercienses), existe en el pórtico llamado «de los Iniciados» una columna con un altorrelieve en el que aparece el arca sobre dos ruedas, llevada por un hombre oculto tras un velo y que atraviesa un campo cubierto de cadáveres, entre ellos uno con cota de malla. Este relieve da pie a la suposición de que el arca fue transportada por los templarios fuera de Jerusalén con intenciones bélicas durante la Edad Media (CHARPENTIER, L: El enigma de la catedral de Chartres, op. cit.).



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