viernes, 25 de enero de 2013

Traición de la Iglesia a Duarte

 

 El secreto mejor guardado 

!Ninguna piedra afila mejor la espada del odio y la guerra que la piedra del altar! (G.   Stipberger)

El secreto mejor guardado por la Iglesia Dominicana fue su traición a Duarte. La propia Carta Pastoral evacuada en 1844 por el arzobispo Portes la presenta como Judas -regina  probationum- procurando abortar la Independencia y diciendo:
La excomunión de Duarte

Dada en la ciudad de Santo Domingo, en el arrabal de la misericordia a los días 24 del mes de julio de 1844, firmado, Doctor Tomás de Portes (rúbrica)>>.
http://www.acento.com.do/index.php/blog/3392/78/Aportes-de-la-Iglesia-a-la-Independencia-dominicana-Un-wikileak-de-la-historia.html
Un Estado Leviatán

No obstante, como “Estado Leviatán”, después de haber conspirado contra la Independencia Nacional en 1844, todavía en 1853 la Iglesia continuaba socavando la estabilidad del Estado dominicano, complotando contra su antiguo aliado el general Santana, conspirando, poniendo en riesgo la tambaleante Independencia amenazada entonces por los ejércitos haitianos que acechaban tras la frontera.
Lo que oculta el jesuita Sáez
Sin embargo, a pesar de las pruebas históricas, el sacerdote jesuita José Luis Sáez ha dado unas declaraciones a ACENTO (en el marco de un artículo de Argelia Tejada Yangüela) para ocultar la traición de la Iglesia, tratando de minimizar su incidencia en los eventos que forjaron la Independencia, afirmando (que):
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Y lo dice, conociendo el peso que a la sazón tenía la Iglesia en la conciencia de los criollos, entronizada en la conciencia de las gentes, esencialmente en el pueblo llano que la creía santa y pura, ignorando sus ambiciones terrenales y sus iniquidades.

La “maldita y herética” Constitución dominicana
A continuación el texto que devela una segunda traición, la confrontación de la Iglesia y el Estado dominicano en la persona de su Presidente Santana el 14 de marzo de 1853, donde el Arzobispo Portes llama “Maldita” a la Constitución Dominicana, declarándola “herética” , negándose a jurar por ella.
En el episodio, narrado por la pluma del historiador Vetilio Alfau Durán, queda demostrada la “beligerancia y la intervención” poderosa de la Iglesia en aquellos acontecimientos, la que el historiador eclesiástico Sáez trata de ocultar para salvar la confesa traición de su Iglesia. Asunto que luego pondremos en el contexto del “césaropapismo” y el “Estado Nacional” que por ese entonces perturbaba a la Iglesia y que el propio Santana toca y que Sáez conoce y calla. Pero ahora leamos este revelador e interesante relato:
La Iglesia se confiesa
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Veamos el citado documento en la parte que nos interesa:
“General Santana:
- Señor Arzobispo: he llamado a S. Ilma. ante el Congreso Nacional, porque así lo exige el interés público.Los dominicanos señor Arzobispo se alzaron contra los haitianos en 1844 para disfrutar de independencia y sosiego; la Divina Providencia coronó el suceso y los pueblos se reunieron en masa para dictar sus leyes políticas. En 1845, esos mismos pueblos pusieron en práctica el Código de la Restauración francesa. Esas leyes, señor Arzobispo, son las que el Presidente de la República ha jurado ante la Nación, guardar y hacer guardar, cumplir y hacer cumplir. Y, Señor Ilmo. el Presidente está resuelto a hacer ejecutar esas leyes a que los tribunales las guarden y las ejecuten. El país, Señor Ilmo. está en anarquía porque los poderes se confunden, y las consecuencias de esto las soportaremos inmediatamente un corto número de individuos que siempre presenta el pecho a los peligros. Así que lo he llamado a V. para que ante el Congreso Nacional jure la Constitución del Estado.
Monseñor Portes:
- Señor Presidente: Voy a contestarle a V. en pocas palabras. Yo he jurado guardar la Constitución del Estado; pero sin renunciar a las prerrogativas de mi Iglesia. Yo no juro leyes inicuas.
General Santana:
- Señor Ilmo.: El pueblo está en la necesidad de darse leyes y no puede consentir dos Poderes en el Estado, porque no puede haberlos.
Monseñor Portes:
-No, no Señor Presidente: no diga V. eso. Hay dos potestades aquí, la Civil y la Iglesia. Yo soy un enviado de Dios.
General Santana:
-Señor Arzobispo, repito a S. Ilma. que yo he jurado hacer observar las leyes del país ¿y los Códigos, están en vigor o no, Señores Representantes de la Nación?
Varios Representantes: -¡Si, Señor!
General Santana:
- Pues bien: con esas leyes se me ha entregado el país, con esas leyes está en relación con otras naciones y sabré hacerlas cumplir. Vosotros sabéis que el Presidente debe observarlas. Él las observará.
Monseñor Portes:
-¡No! ¡No! ¡No, Señor Presidente!
Varias voces del pueblo y de la Representación Nacional:
:-¡Si! ¡Si! ¡Si!
Monseñor Portes: Dirigiéndose a los Representantes:
-Esta bien; ya veo que esto estaba ensayado.
General Santana:
- No, se equivoca V. Señor Arzobispo: el Presidente Santana nunca usa tales medios. Y además, no es hoy la Representación Nacional quien va a resolver, sino yo, que soy el depositario de la tranquilidad pública y veo que la República está en anarquía.
Monseñor Portes:
- Son herejes los que imbuyen a V. en esas ideas.
General Santana:
-No, Señor Arzobispo, yo procedo por mí; a mí no me influye nadie. Si son herejes son los que no piensan como V. todos seremos herejes; pero V. está en la obligación de jurar la Constitución política del Estado.
Monseñor Portes:
-No Señor, yo no juro esa Constitución maldita, esa Constitución herética. Me embarcaré primero.
General Santana:
-Advierta S. Ilma. que yo no soy hombre de la fuerza; yo soy un hombre del pueblo, yo sigo al Pueblo, yo voy con el. Y si el pueblo me dice –vamos a lanzarnos en un despeñadero- ¡yo me lanzo con él!
Varias voces se alzan:
- ¡Viva el Presidente de la República!
Monseñor Portes:
-Bueno: embárqueme.
General Santana:
- No, no Señor Arzobispo, yo no lo embarcaré a V.
Monseñor Portes:
- Pues yo me iré.
General Santana: (Presentándole un pliego):
- Bien: Aquí tiene V.
Monseñor Portes:(Tomándolo):
-¿Qué es esto? Abriéndolo. Mi Pasaporte corriente, me embarcaré y V. Señor Presidente, tendrá que acordarse de mi
General Santana:
-Señor Arzobispo: Yo siempre he sido y soy muy religioso, muy católico. El pueblo dominicano lo sabe bien; yo le aprecio a V. mucho como individuo; pero ahora me veo forzado a proceder como Presidente de la República, encargado de guardar la tranquilidad de ella. El Clero amenaza alterarla y es mi deber adoptar una medida que salve el país. Yo siempre he sido el mediador del Clero y del Pueblo. Yo siempre he vencido sus dificultades; ¡y cuantas veces se me ha requerido azuzar contra el orden publico! (Aquí se detuvo el Presidente como evitando revelar especies trascendentales del Clero contra el Pueblo)…Pero, Pueblo Dominicano ¡Yo no abuso del Poder!  ¡Yo no hago fuerza! ¡Yo lo que quiero es salvar el País!
Al oír esto el pueblo y la Representación Nacional volvieron a vitorearlo gritando: ¡Viva el Presidente Santana!
En este momento se retiró el Señor Arzobispo, acompañado de la Comisión que había ido antes a buscarlo, aunque la rehusaba.
General Santana:
-El Clero no debe tener ninguna participación en los asuntos del Estado. Ahí está la primera nación del mundo, la Francia, que va a la vanguardia de la civilización, ¿Y que es allí el Clero? ¿Cuántas penas no tiene allí el Sacerdote que sube al púlpito y se mezcla en los negocios políticos? ¿Y entre nosotros, por qué han de excederse en sus facultades los sacerdotes? Vosotros sabéis los abusos que han cometido en las provincias del Seybo, -de donde era oriundo el General Santana- reduciendo a prisión a algunos de nuestros conciudadanos, así como en la del Cibao, poniéndola en peligro de formar una secta aparte; y mucho más por la excomunión de que tenéis tantas noticias como yo”.>>
Conclusión
Ciertamente, como “Estado Leviatán”, la Iglesia conspiró como Judas, primero contra Juan Pablo Duarte y luego contra el general Santana, sin importarle para nada la difícil situación en que se encontraba nuestra naciente nación, atacada por los ejércitos haitianos, sabiendo que este general era nuestra única defensa, solo tomaba en cuenta sus intereses particulares, accionando como un enclave extranjero multinacional que actuaba como un títere en territorio dominicano, obediente a las políticas  dictadas por un jefe de Estado extranjero, el Papa, (quien  negociaba con Francia la anexión)  obedeciendo una constitución extraña, como lo confiesa el mismo arzobispo Portes cuando dice:
“Señor Presidente: Voy a contestarle a V. en pocas palabras. Yo he jurado guardar la Constitución del Estado; pero sin renunciar a las prerrogativas de mi Iglesia. Yo no juro leyes inicuas (…) No Señor, yo no juro esa Constitución maldita, esa Constitución herética. Me embarcaré primero.”
Como lo confirma Santana al decir: (…) “me veo forzado a proceder como Presidente de la República, encargado de guardar la tranquilidad de ella. El Clero amenaza alterarla y es mi deber adoptar una medida que salve el país.”
Lo ‘sagrado’ no puede argüirse como una categoría política, porque sacralizar la ley, tenerla como un orden revelado constituía el principio del totalitarismo, la destrucción de la naciente Nación dominicana, como pretendía la Iglesia.
Tres preguntas con sus glosas

Señor Sáez ¿Quiere usted y su Iglesia una prueba más contundente de su traición, su intervención y su imprudencia? ¿Acaso no ve usted en este diálogo prepotente el verdadero sentir de su Iglesia? ¿Procura usted imponerle dogma y mordaza a esta verdad histórica, a la verdad de la traición de su Iglesia a Duarte?
Hable ahora o calle para siempre

¡No señor Sáez!: Nosotros no oficiamos en “altares ajenos”, ni obedecemos constituciones de carácter opresor y absolutista, somos dominicanos amantes de nuestra tierra, solemos oficiar el Altar de la Democracia y el respeto a la libertad de conciencia que tanto desprecian, “evangelizamos” a la gentes empleando los poderes del Infierno; creemos en las evidencias documentales, en la Verdad Histórica, en lo humano, no en fantásticos paraísos que encubren y acogen en su seno a depravados pederastas. Este diálogo del arzobispo Portes con Santana lo dice todo.
Aunque sospecho que Duarte y el pueblo dominicano tendrán que esperar unos 500 años, como Galileo Galilei, para recibir alguna destemplada disculpa de su engreída, vanidosa y terrenal Iglesia que siempre apela a la ignorancia y se aleja los pobres y, sobre todo, de los dominicanos que nos vamos haciendo concientes del pasado.
Dicen que la culpa y la vergüenza suelen cubrir sus cuerpos con el manto del silencio.
Pero, si acaso tiene alguna objeción y posee argumentos sólidos documentales para rebatir esta verdad histórica, preséntelos ahora o calle para siempre.

Otras referencias
http://www.acento.com.do/index.php/blog/3486/78/Causas-y-consecuencias-de-la-traicion-de-la-Iglesia-a-Juan-Pablo-Duarte-1.html
http://guidoriggio.blogspot.com/
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