Vía: COSMOS | Hayes Jacqui | 30 de septiembre de 2010 (Traducción: G.C.C.)
Características distintivas craneales de los aborígenes de Australia están presentes en cientos de calaveras que se han descubierto en América Central y del Sur, datadas con más de 11.000 años.
El biólogo evolucionista Walter Neves, de la Universidad de São Paulo, cuyos resultados se divulgan en un artículo de portada del último número de la revista Cosmos, ha examinado estos y otros esqueletos recuperados, y afirma que ahora hay una gran cantidad de evidencias que indican que al menos dos diferentes poblaciones colonizaron las Américas.
Él y sus colegas en los Estados Unidos, Alemania y Chile, sostienen que la primera población está estrechamente relacionada con los aborígenes de Australia, los cuales llegaron hace más de 11.000 años.
Morfología craneal
La segunda población en llegar fue la de los seres humanos "mongoloides", con una morfología craneal distintiva, propia de las personas de origen oriental y de Asia del Norte, los cuales entraron en las Américas desde Siberia y fundaron la mayoría (si no todas) de las poblaciones modernas nativas americanas, sostiene Walter Neves.
"Los resultados sugieren una clara afinidad biológica entre los primeros sudamericanos y la población del Pacífico Sur. Esta asociación permite la conclusión de que las Américas fueron ocupadas antes de la difusión de la morfología mongoloide clásica en Asia", dijo Neves.
Hasta hace aproximadamente una década, la teoría dominante en los círculos de la arqueología americana era que el "pueblo Clovis", cuya cultura se define por las herramientas de piedra que usaban para matar a la megafauna, tales como los mamuts, fue la primera población en llegar a las Américas.
La cultura Clovis
Se cree que esta cultura cruzó el estrecho de Bering desde Siberia hasta Alaska al final de la última glaciación, hace unos 10.000 años, más o menos, siguiendo a los rebaños de la megafauna a través de un puente de tierra creado al estar el agua congelada en glaciares y capas de hielo.
Pero a finales de 1990 Neves y sus colegas volvieron a examinar un esqueleto femenino que había sido excavado en la década de 1970 en un extenso sistema de cuevas en el centro de Brasil, conocido como Lapa Vermelha.
El esqueleto -junto con el tesoro de otros hallazgos- había sido el primer descubrimiento de un equipo arqueológico brasileño-francés que se disolvió poco después de que su líder, Annette Laming-Emperaire, muriera repentinamente. Una disputa entre los participantes provocó que el hallazgo apenas se examinara durante más de una década.
Este antiguo esqueleto femenino, llamado Luzia, se sitúa entre 11.000 y 11.400 años de antigüedad. La datación no es exacta, porque el material de los huesos utilizados para la misma -colágeno- hace tiempo que se ha degradado, por lo que sólo las capas de carbón, o los sedimentos por encima y por debajo del esqueleto, podrían ser datados (con seguridad).
"Creemos que es el esqueleto más antiguo de las Américas", dijo Neves.
Luzia tiene un rostro muy saliente, la barbilla se encuentra más allá de su frente, y tiene una estrecha caja craneal, medida desde los ojos hasta la parte posterior del cráneo, así como una baja nariz y pequeños huecos órbitales, el espacio donde los ojos se asientan.
Estos rasgos faciales son indicativos de lo que Neves llama la "morfología generalizada del cráneo", es decir, la morfología de los seres humanos anatómicamente modernos que primero emigraron de África, hace más de 100.000 años, y luego lo hizo a Australia, hace unos 50.000 años, y después a Melanesia 40.000 años atrás.
Nuevos hallazgos en siete yacimientos
Cuando Neves anunció por primera vez su descubrimiento de Luzia, a finales de 1990, se enfrentó a las críticas de algunos arqueólogos, quienes argumentaron que la datación no era precisa. Desde entonces, ha vuelto a excavar en otros cuatro lugares y continúa con la catalogación de los esqueletos de las excavaciones más recientes.
En total, actualmente hay cientos de esqueletos con la morfología craneal similar a los aborígenes australianos que se encuentran en siete yacimientos: por el norte hasta Florida, en los Estados Unidos, hasta Palli Aike, en el sur de Chile.
En 2005 publicó un artículo en la revista estadounidense, "Proceedings of the National Academy of Sciences", en el que analizaba las características de otros 81 esqueletos recuperados en uno de los últimos cuatro lugares, las cuales fortalecían su argumento de que hubo migraciones a las Américas de al menos dos poblaciones principales.
No hubo relación con los nativos americanos
En junio de 2010 en la revista "PLoS ONE", Neves y sus colegas Mark Hubbe, de la Universidad Católica del norte de Chile, y Katerina Harvati, de la Universidad alemana de Tubinga, demostraron que no era posible que aquellos esqueletos parecidos a los aborígenes fuesen los ancestros directos de los nativos americanos.
Tampoco era posible que las dos poblaciones compartieran un último ancestro común en el momento de la entrada por primera vez en el continente, argumentaron, con base en las 57 mediciones craneales que se pueden hacer en una calavera.
Hasta ahora, casi todos los estudios de ADN de nativos americanos apuntan a una sola entrada proveniente de Siberia. Esto puede significar que la población original se extinguió, o que simplemente los estudios de ADN han sido demasiado escasos, sostienen una serie de arqueólogos.
Son necesarias más pruebas genéticas
"La falta de una combinación perfecta entre la información morfológica y la molecular se puede explicar fácilmente por un caso muy frecuente en la evolución molecular: la pérdida de los linajes de ADN a través del tiempo", afirma Neves.
"Al principio, pensé que se había producido una sustitución total de la población (de América del Sur)", tal como fue reemplazada una población similar en el Este de Asia durante los límites del Pleistoceno/Holoceno".
Sin embargo, ahora se piensa que los pueblos originarios fueron, al menos en parte, absorbidos por los grupos de colonizadores. "No he detectado nada que permita decir que se cruzaron (tales como cráneos que presenten mezcla de rasgos)".
"Pero creo que lo haremos. Sería poco probable que estas personas, que vivieron lado a lado durante 10.000 años, no se cruzaran", agregó.
Neves hace un llamamiento a los arqueólogos moleculares -los expertos en la recuperación y análisis de ADN- para que centren su atención en la cuestión de quiénes fueron las personas parecidas a los aborigenes, como Lucia.
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No se puede negar que el debate sobre la colonización primitiva del contienente americano estará todavía por mucho tiempo en auge. Hay teorías suficientes al respecto para que ello suceda.
La teoría del antropólogo Walter Neves, junto con Mark Hubbe y Katerina Harvati, de que en la colonización primitiva de América se sucedieron dos procesos de poblamiento sucesivos lleva tiempo en el candelero, y parece que poco a poco va adquiriendo mayor protagonismo.
Los últimos descubrimientos de esqueletos del entorno de 10.000 años en Quintana Roo (México) parece que vienen apoyar las tesis de Walter Neves y compañía, al estimar su descubridor, Alejandro Terrazas, que la morfología derivada de su estudio indica una posible procedencia del sureste asiático y no del norte de Asia.
Ciertamente, faltan más estudios genéticos y más excavaciones, a fin de lograr una mayor luz en tan apasionante debate
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