viernes, 25 de enero de 2013

Cartas Pastorales: 1844 y 1960 SOBRE RUPTURAS Y CARTAS PASTORALES

 

Por una República Dominicana Laica. Blog de Argelia Tejada Yangüela

Cartas Pastorales: 1844 y 1960

SOBRE RUPTURAS Y CARTAS PASTORALES
Fuente;http://argeliatejada.blogspot.com/2011/06/cartas-pastorales-1844-y-1960.html

Por Argelia Tejada Yangüela

En países de tradición Protestante, una Carta Pastoral no llega a los periódicos. Pero en nuestra América Latina, una Carta Pastoral puede tumbar gobiernos. En República Dominicana la Carta Pastoral más trascendente es una que a la Iglesia no le interesa difundir.  El historiador Juan Mariñez nos ha dado a conocer través de FACEBOOK la existencia de la Carta Pastoral del 28 de julio de 1844. Un extracto del capítulo XVII de  la segunda edición de su libro en imprenta Origen y Desarrollo de la Nación Dominicana nos informa:


En Carta Pastoral del 28 de julio firmada por el arzobispo Tomás Portes Infante, la Iglesia Católica expresa su respaldo al gobierno del general Pedro Santana que acababa de declarar ‘traidores a la patria’ a Duarte, Sánchez, Mella. Pedro Alejandrino Pina y otros contra los cuales lanzaba una cacería persecutoria por ser opuestos a los planes colonialistas a favor de Francia.

Esta Carta Pastoral fue la que legitimó desde el punto de vista teocrático a la dictadura criminal encabezada por Pedro Santana. Los fusilamientos de Mará Trinidad Sánchez, de los Puello, del general Mora, etc. están aquí legitimados. Los expulsados y los fusilados fueron excomulgados por el mismo obispo inquisidor.

El original de la Carta se localiza en el Archivo General de la Arquidiócesis de Santo Domingo, estante B cajón 62, legajo 28. Esta fuente fue consultada por Mariñez en la copia localizada en el Archivo General de la Nación, Colección del Centenario de la República Dominicana, la cual fuera dirigida por Emilio Rodríguez Demorizi. Volumen II páginas 47 a 55. Mariñez transcribe el contenido de la Carta Pastoral firmada por el Arzobispo Portes:
Solo Dios puede consolar nuestras penas, solo ese grandísimo Dios, ese Dios de dioses de toda consolación, es el único que sabe hablar al corazón: por consiguiente él os dice por órgano de mi débil voz pero embajador de su hijo preciosísimo, que os mantengáis en tranquilidad, que no abuséis de su misericordia y advertid que él es muy celoso de su honor y de su gloria y ya vosotros estáis comprometidos, y por supuesto se dará por ofendido si no obedecéis los mandatos y órdenes tanto del General de División y Jefe Supremo Santana como los de la Junta Central Gubernativa para lo cual os conminamos con excomunión mayor, a cualquier clase de persona que se mezclase en transformar las disposiciones de nuestro sabio Gobierno y del bien social.

"Dada en la ciudad de Santo Domingo, en el arrabal de la misericordia a los días 24 del mes de julio de 1844, firmado, Doctor Tomás de Portes (rúbrica)”.

La legitimización que el Arzobispo Portes hiciera del gobierno dictatorial de Pedro Santana, acompañado de la amenaza de excomulgar a los que siguieran a los Trinitarios fue suficiente para cambiar nuestra historia en su nacimiento.  El obispo asume autoridad divina para dictar que el General Santana es el elegido por Dios.  Y por si no fuese suficiente, acompaña su dictámen con el látigo que la Iglesia ha puesto a su disposición: la excomunión.  El poder que la Iglesia se atribuye de enviar a los mortales al fuego eterno. 

Al mismo tiempo que La Carta Pastoral de 1844 se esconde, porque sin duda es una carta avergonzante, antidemocrática y antidominicana, la Carta Pastoral de 1960 se sobredimensiona y se pregona como una “ruptura” de la Iglesia con Trujillo.  Con la misma se pretende borrar  los 30 años durante los cuales la Iglesia participó, se enriqueció y creció bajo el amparo del dictador Rafael Leónidas Trujillo. También se intenta disimular el establecimiento en República Dominicana de un nacionalcatolicismo no muy diferente del establecido en España durante la dictadura del General Francisco Franco (1936-1975).




El Diccionario Manual de la Lengua Española (Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.) define el nacionalcatolicismo como la “doctrina y práctica de la Iglesia católica española durante el franquismo, caracterizada por su estrecha relación con el Estado y por su control de la educación, la cultura y otras parcelas de la vida social”. A diferencias con República Dominicana donde el estado confesional permanece y los dogmas Católicos se han incorporado a la Constitución del 2010, en España gradualmente se cambió el Concordato de 1953 para establecer una separación Iglesia-Estado en 1978, a solo tres años de la caída de Franco.

Nadie niega que en la etapa final del la dictadura de Rafael Trujillo, (1960-1961) se produjeron cambios en la relación entre Trujillo y la Iglesia, pero cambios que esencialmente no modificaron la relación Iglesia–Estado que todavía prevalece en la República Dominicana a través del Concordato que Rafael Trujillo Molina firmó con la Santa Sede en 1954 durante el pontificado de Pío XII.

Ambos gobiernos, el del Vaticano y la República Dominicana de facto sellaron una política que existió desde 1930, y que fue delineada en el discurso de bienvenida que Trujillo dio al primer Nuncio Papal de la Republica Dominicana, Monseñor José Fietta. El sacerdote episcopal William Wipfler documenta en su tesis doctoral la síntesis de ésta bienvenida: “La iglesia como legitimadora, Trujillo como protector”.[1]

En la actualidad, son muchos los interesados en proyectar la imagen de una Iglesia valiente y perseguida al final de la tiranía y simultáneamente borrar la historia de privilegios, enriquecimiento, sumisión y silencio de la Iglesia Católica ante los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Trujillo contra los haitianos en 1937, y en mucho mayor medida, contra los dominicanos que se opusieron al reino de terror que Trujillo impuso. 
Muchos escritores hacen malabares para darle un “borrón y cuenta nueva” a la Iglesia. Critican el Trujillismo, pero ocultan el papel que la Iglesia jugó de proporcionar al régimen a través de su liturgia, sacramento bautismal, y plegarias por el Presidente un aparato propagandístico formidable.

Es en relación al período de complicidad con el régimen, de 1930 a enero de 1960, que podemos definir cambios posteriores. Por eso, cuando los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo fueron capturados vivos por denuncias de campesinos y asesinados por el ejército
[2] puede notarse en junio de 1959 un cambio de la Iglesia hacia la neutralidad; pero un cambio dudoso porque se refiere al silencio de la Iglesia y su alejamiento de celebraciones gubernamentales a que nos tenía acostumbrados.

El domingo 31 de enero de 1960 la Iglesia promulgó una Carta Pastoral que fue histórica porque marcó la primera manifestación de desafecto de la Iglesia con el régimen. Fue leída en todas las Iglesias del país y firmada por el conjunto del Episcopado. Pero ¿puede decirse que marcó una ruptura con el Trujillato? Los acontecimientos posteriores indican el enfriamiento de la relación de Trujillo con la Iglesia pero no su ruptura.

Internamente la Iglesia se vio presionada a reaccionar en enero de 1960 con el apresamiento de los dirigentes y miles de personas del Movimiento Revolucionario 14 de Junio que hasta ese momento funcionaban en la clandestinidad. A esto se unió la presión del Vaticano con Juan XXIII, quien anticipara la confrontación con Trujillo al sustituir al Nuncio Papal Salvatore Siino por el Arzobispo Lino Zanini. Fue el nuevo Nuncio quien “auspició el pronunciamiento de los Obispos el 25 de enero de 1960”.
[3]
Si analizamos la Carta Pastoral desde el paradigma actual, no la consideraríamos contestaría. Pero leer una lista abstracta de derechos humanos en un contexto en que todos eran sistemáticamente violados, lo fue. A pesar de su tono moderado y conciliador para evitar un ataque directo a Trujillo, la Carta Pastoral expuso la hipocresía del régimen que demandaba constantes adulaciones a la vez que violaba  los derechos humanos de la población.[4]



Monseñor Octavio Beras abrazando a Trujillo
Romper con el régimen no fue la intención de la Carta Pastoral como evidencia la prensa dominicana en los artículos de El Caribe y la Nación de la semana del 8 al 14 de enero de 1961. La periodista Ángela Peña, en su artículo en el periódico Hoy, Trujillo y la Iglesia después de pastoral, analiza la sorpresa de la población cuando a casi un año de la Carta Pastoral, el Episcopado en pleno entregó un Memorándum reconciliatorio a Trujillo, acompañado de un brindis de champaña “por la eterna unión entre el poder “material y el espiritual.” El arzobispo Beras expresó gratitud al “Benefactor” por las ayudas que recibían los obispos, y comparó las desavenencias con Trujillo a las de un padre con el deber de conducir a sus hijos. Este brindis fue seguido de un opulento agasajo  que Trujillo ofreció a los obispos el 22 de enero de 1961.

Nos resulta problemático que en la introducción al texto de la Carta Pastoral, en el recién abierto Museo Memorial de la Resistencia, se exprese la idea de que Trujillo “arremetió contra los obispos firmantes de la misma [la Carta Pastoral], atacándolos por la radio y por la prensa”. Pero, los hechos evidencian que Trujillo solamente arremetió contra los dos obispos extranjeros, Francisco Panal de la Diócesis de la Vega y el redentorista estadounidense Tomás O'Reilly y sus sacerdotes de San Juan de la Maguana. Fue provocado por las valientes denuncias que estos Obispos iniciaron en sus diócesis más de un año después de la promulgación de la Carta Pastoral de 1960.

 Los hechos que condujeron a la persecución de Francisco Panal, se iniciaron el día 3 de febrero de 1960 cuando el obispo se enteró que se gestaba una protesta en la Vega contra la Carta Pastoral y advirtiera a los organizadores que serían excomulgados y a las autoridades responsables se les negaría todo oficio religioso que normalmente se ofrecía a su favor. Pero la ruptura de este Obispo con Trujillo sucedió el día 4 de marzo de 1961, a más de un año de la promulgación de la Carta Pastoral, cuando durante la celebración de una misa en la Catedral de La Vega a la que Trujillo asistió, Panal lo enfrentó.
Si vos lo ignoráis, yo os lo informo. Las cárceles están llenas de prisioneros políticos que son torturados a diario. El pueblo dominicano padece de hambre. Numerosas familias carecen de alojamiento y viven en la miseria. Si mis palabras deben causar víctimas, estoy listo para ser la primera[5].

La misa estaba siendo transmitida por radio a toda la nación. Las inesperadas palabras hicieron que el técnico interrumpiera el discurso muy tarde para evitar que el mensaje saliera al aire. Pero la humillación de Trujillo no terminó con el sermón. En el momento de la consagración, el obispo obligó a Trujillo a arrodillarse, quién intentaba permanecer de pie como expresión de protesta.

Panal continuó la lucha con una Carta Pastoral para ser leída en todas las Iglesias de su diócesis el día 26 de marzo; cuestionaba la política del régimen hacia la Iglesia y las persecuciones contra el pueblo. Previamente, el domingo 12 de marzo, Tomás  O'Reilly se unió a los enfrentamientos iniciados por Francisco Panal con una Carta Pastoral para ser leída en todas las misas en la Catedral de San Juan de la Maguana, recordándoles a sus fieles que “no están llamados a servir a Cristo en el espíritu de cobardía”
[6].

El contra ataque no se hizo esperar y el 7 de abril de 1961 los periódicos La Nación y El Caribe publicaron el artículo titulado “Descubren Complot Terrorista Auspicia Monseñor O’Reilly (sic) contra Gobierno Dominicano”. Cuatrocientos soldados fueron trasladados de la Capital a San Juan, vestidos de campesinos. El día de la manifestación unas 10,000 personas vociferaron slogans anti-Yankees. Gritaban “a la horca”, “al paredón”, “muerte a los curas”[7]. El resto es historia conocida.

Conclusión

Revolución de Abril
La historia evidencia que los miembros de la jerarquía que particularmente no enfrentaron a Trujillo no fueron atacados. La alianza Iglesia-Estado no solamente sobrevivió el período Trujillista, pero facilitó su posición en contra de la Constitución laica de 1963 durante el golpe de estado y la lucha de abril de 1965. 

En el Siglo XXI tenemos vigente el Concordato de 1954 y una Constitución en el 2010 que impone dogmas católicos que niegan derechos humanos.  El fortalecimiento del estado confesional se manifiesta en el acelerado crecimiento de la burocracia eclesial. Un año antes de firmarse el Concordato, solamente existía una diócesis en el territorio nacional. En el 2005 el número aumentó a dos arquidiócesis, nueve diócesis territoriales y un obispado castrense.
Además, cuando la Conferencia Episcopal Dominicana fue creada en 1962, estaba compuesta por cinco obispos. En el 2005 aumentó a 20 obispos, 14 activos y 6 eméritos.  Todo con financiamiento del pueblo dominicano y el rol de Benefactor de los pocos presidentes que se han alternado el poder después del ajusticiamiento del tirano.
El estado laico es una tarea pendiente del pueblo dominicano. La burocracia eclesiástica se resiste a perder sus privilegios jurídicos, su control de la enseñanza de religión en las escuelas públicas y el financiamiento que le ha permitido crecer exponencialmente y lograr un acercamiento con los militares que nada bueno puede augurarle a la democracia dominicana.



[1] William Wipfler. Poder, Influencia e Impotencia: La Iglesia como factor socio-político en República Dominicana. (1980).  Ediciones CEPAE.  Santo Domingo: Editora Santo Domingo. Pp. 84-107.
[2] Ver Anselmo Brache, Constanza, Maimón y Estero Hondo: Testimonios e investigación sobre los acontecimientos (1985).  Santo Domingo: Taller.
[3] William Wipfler, op. cit. P. 108.
[4] El texto completo de la Carta Pastoral puede ser encontrado en el portal del Museo de la Resistencia. http://www.museodelaresistencia.org/index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=37&Itemid=103
[5] William Wipfler, op. cit. pp. 141-142.
[6]  Idem.
[7] George Gent. Expelled Priest Relates Attacks on Bishop Reilly Chicago: The New World, 21 de abril de 1961.


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Argelia Tejada Yangüela ©2011
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