jueves, 24 de mayo de 2012

Por qué se llaman armas blancas?




Por qué se llaman armas blancas?
Por: Jose Antonio Solís

Para un anglosajón la traducción literal no significa nada, sería un arma pintada de blanco.
Es por tanto una expresión muy "latina".
Hay una explicación a la etimología de la frase un tanto artificial y muy del gusto romántico que remonta a la edad media la denominación y explica que el caballero se decía que iba de "punta en blanco" cuando se presentaba ataviado con sus galas, lanza en ristre, escudo en posición, casco se supone que con la celada calada y las armas restantes (las blancas) colgando del arzón preparadas para su uso y por tanto con la punta descubierta y las hojas pulidas brillando al sol que daría blancos resplandores... muy bonito y grandilocuente. La verdad es más sencilla.
El origen de la palabra es efectivamente del tiempo medieval pero simplemente hay que conocer uno de los significados (que aún tiene) la palabra blanca, estar sin, no tener. Aquí se refería sencillamente al arma desenvainada, un arma en blanco o blanca, desnuda, sin nada y, por supuesto mostrando la punta.
Luego por extensión era la denominación del arma desenvainada, por contra la que se podía envainar, lógicamente las armas que se podían envainar eran: espadas, puñales... las armas blancas.
Así la traducción a un lenguaje actual de la frase original "el caballero de punta en blanco" sería: "el caballero con la espada desenvainada".
Se denominaron y denominan armas negras a las que se supone que no precisan nunca funda por carecer de filo e ir destinadas a las prácticas, no a ser portadas. Mientras que ahora estas piezas se hacen con esmeradas vainas en aquellos tiempos eran de simple práctica y más rudas seguramente. No hay constancia de que se enfundaran. Las espadas japonesas son una excepción, pero además aquí estamos hablando de las occidentales. En ese sentido las negras serían por paradoja unas espadas... siempre en blancas. Como era obvio al carecer de funda se supone que por ello no las alcanzó el nombre, quizá precisamente por ese carecer de nombre, o por contraposición, se empezaron a llamar negras a las armas de entrenamiento.
Por supuesto entonces la expresión "de punta en blanco" lo que llanamente quiere decir es que iba el caballero a la batalla con las armas desenvainadas... y también bien arreglados y emperifollados, que presumidos eran un rato, el menos los franceses. De ahí el sentido moderno de la frase.
Y con esa denominación de armas blancas se quedaron entre nosotros mientras que los anglosajones utilizan la más precisa, pero también más prosaica "edged weapons", armas de filo.
Y para mas curiosidad este significado de carecer viene a su vez de la expresión que hizo tanta fortuna, que aún se usa, "estar sin blanca".  Que es estar sin una sola moneda, ni de las de menor valor -eran monedas de vellón que en su última andadura parece que valían la mitad de un maravedí- las llamadas "blancas", es decir la "blanca" era una unidad monetaria, no un brillo o un color.
Luego, sobre todo en el argot popular de nuestro Siglo de Oro, la espada se conocía como la "blanca".
En el francés que al fin y al cabo es como el español, ambos idiomas latinos y que cuanto más nos vayamos atrás en el tiempo más se parecían -lo mismo que pasaba con los restantes idiomas peninsulares- las armas de filo se denominan igual que aquí, habiendo ahora la discusión de si el origen del nombre es español o gabacho. Yo opino que pudiera ser de cualquiera (dentro de la incomunicación de la época las cosas de caballería corrían más que otras - ¿sería por el caballo?) y que en todo caso con esa mala uva que siempre nos caracterizó se adoptó simultáneo o posterior al sentido monetario, en lo que luego también nos imitaron.
Claro que los franceses dicen otra cosa, pero con lo chauvinistas que son no podemos hacerles demasiado caso hasta que no lo demuestren, al fin y al cabo son los inventores de ese significado que explicamos al principio de las armas brillando al sol... muy propio de escritores tipo juglar fino que no pisaban un campo de batalla.
Pero a los combates no iban los caballeros a exhibirse -que no digo yo que no lo hicieran-, sobre todo algunos -y más franceses-, que hay de todo en la viña del señor. Pero a lo que se iba a la batalla era a despedazarse muy lindamente, eso sí.
No tenemos más que coger las crónicas austeras de los cronistas castellanos que cuentan cómo se despanzurraban sarracenos -y cristianos si se terciaba también-, dejando un tanto mal a esos historiadores bobalicones que han inventado eso de "la convivencia entre cristianos y musulmanes" en la reconquista, cuando el que lea con provecho a los pocos escritores del tiempo se entera de las finuras y cortesías habituales que se gastaban -en forma de degüello generalizado en el mismo campo de batalla y luego decapitaciones públicas de los prisioneros supervivientes para jolgorio del pueblo... ¡En algo se tenía que entretener el personal! ¡No había televisión!
La verdad es que había de todo, periodos de paz y otros de guerra sin cuartel, pero no eran precisamente los caballeros de prosapia y linaje los que más sufrían si tocaba escabechina, que si había que degollar se degollaba al humilde ¡como ahora, vamos!
s demasiado caso hasta que no lo demuestren, al fin y al cabo son los inventores de ese significado que explicamos al principio de las armas brillando al sol... muy propio de escritores tipo juglar fino que no pisaban un campo de batalla.
Pero a los combates no iban los caballeros a exhibirse -que no digo yo que no lo hicieran-, sobre todo algunos -y más franceses-, que hay de todo en la viña del señor. Pero a lo que se iba a la batalla era a despedazarse muy lindamente, eso sí.
No tenemos más que coger las crónicas austeras de los cronistas castellanos que cuentan cómo se despanzurraban sarracenos -y cristianos si se terciaba también-, dejando un tanto mal a esos historiadores bobalicones que han inventado eso de "la convivencia entre cristianos y musulmanes" en la reconquista, cuando el que lea con provecho a los pocos escritores del tiempo se entera de las finuras y cortesías habituales que se gastaban -en forma de degüello generalizado en el mismo campo de batalla y luego decapitaciones públicas de los prisioneros supervivientes para jolgorio del pueblo... ¡En algo se tenía que entretener el personal! ¡No había televisión!
La verdad es que había de todo, periodos de paz y otros de guerra sin cuartel, pero no eran precisamente los caballeros de prosapia y linaje los que más sufrían si tocaba escabechina, que si había que degollar se degollaba al humilde ¡como ahora, vamos!

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