jueves, 15 de mayo de 2014

TEXTOS DE LOS SARCÓFAGO

http://perso.wanadoo.es/historiaweb/egipto/sarcofagos/
TEXTOS DE LOS SARCÓFAGOS
Sarcófago de Sepi (dinastía XII)
Museo Egipcio de El Cairo



 

 


En los tiempos del Imperio Antiguo el rey, en cuanto hijo de los dioses, era el único hombre que podía acceder al reino celestial de Re. En el momento de su muerte todo era ordenado para asegurar su supervivencia: se conservaba su cuerpo momificado, se habían construido imágenes de sustitución, se dotaba a la tumba de un carácter inviolable y se establecía el mantenimiento de un culto funerario, consagrado a su memoria.

 

Paulatinamente, sin embargo, capas cada vez más amplias de la población habrían de ir participando de esa idea de esperanza en una vida en el Más Allá tras la muerte. Primero habrían de ser los poderosos, que sirven al faraón y que le son necesarios, y posteriormente también los humildes, que resultarán igualmente útiles para sus señores. Con la caída del Imperio Antiguo los ritos secretos que envolvían el proceso de glorificación del rey se fueron divulgando entre los hombres. Los sacerdotes se habrían visto obligados a ello en la medida en que los poderosos querían acceder al igual que el faraón a la inmortalidad. Ahora, desde la dinastía VII hasta el Imperio Medio, será frecuente encontrar en las tumbas los denominados Textos de los Sarcófagos, que se grabarán en los sarcófagos de los nobles. Sus contenidos estarán inspirado en las creencias que antes se habían plasmado en los Textos de las Pirámides, si bien incluirán adiciones y correcciones más apropiadas para su finalidad de servir a individuos particulares.

 

Los Textos de los Sarcófagos acusan una clara inspiración osiriana y nos ofrecen la idea de que el difunto, tras su muerte y resurrección, al igual que Osiris, se transformará en divinidad y alcanzará la vida eterna. Los misterios de Osiris serían unas enseñanzas esotéricas que se impartían en el secreto de las Casas de la Vida de los templos a determinadas personas que habían acreditado ser merecedoras de acceder a ese conocimiento, sobre todo los propios sacerdotes y otros miembros de las elites del poder. Posiblemente el eje central de los misterios fuese llegar a conocer que el hombre es dios no solamente en el Más Allá, tras la muerte, tras superar un duro juicio y diversas pruebas, sino también aquí, en la tierra. 

 

Los Textos de los Sarcófagos suponen un conjunto de diversas fórmulas de Glorificación que los antiguos egipcios conocieron como Libro de proclamar justo al difunto en el Reino de los Muertos. Son unos textos que comenzaron a aparecer en las tumbas de las elites en los momentos del Primer Periodo Intermedio, a partir del reino de Heracleópolis. En tanto que los Textos de las Pirámides habrían sido los himnos que los sacerdotes recitaban en los funerales de los reyes, los Textos de los Sarcófagos habrían sido consideradas por los egipcios como guías que permitían que el difunto se adentrase por los mundos de la ultratumba. El espíritu del fallecido, en el viaje al Más Allá, iba a enfrentarse con multitud de peligros y debía ser capaz de demostrar que poseía los conocimientos adecuados que le permitirían vencer esos peligros. Los Textos de los Sarcófagos, en palabras de Molinero Polo, “en su concepción general manifiestan una profunda preocupación por peligros ignotos y un clima de desesperanza que se intenta contrarrestar con la posesión de estas fórmulas mágicas”.

 

Gracias a estos textos funerarios, cada vez que el difunto se encontrase con un peligro podría solventarlo de manera adecuada. Por ejemplo, el espíritu puede llegar ante una puerta custodiada por un guardián de feroz aspecto. Si no conoce la fórmula que le permitirá franquearle corre el inmenso peligro que quedar atrapado en la nada durante toda la eternidad. Solamente gracias a los conjuros mágicos que conoce podrá el difunto superar los obstáculos y avanzar hacia el reino de la luz. Parece que los miembros de las elites egipcias se habían apropiado de los himnos de los funerales reales pero sentían temor y desasosiego ante los ignotos peligros que los amenazaban en el Más Allá. En palabras, nuevamente, de Molinero Polo no dejaban de ser sino unos advenedizos en el reino de ultratumba y necesitaban disponer de guías funerarias que les aseguraran que el viaje que estaban obligados a realizar por mundos desconocidos iba a tener un buen término.

 

En los Textos de los Sarcófagos encontramos diversos lugares de purificación que ya se mencionaban en los Textos de las Pirámides. En relación con el Campo de los Juncos podemos mencionar, por ejemplo, los conjuros 404 y 405. Pensaban los egipcios que era un lugar al que para llegar el difunto debía acreditar que tenía determinados conocimientos: “Avanza pues –se le dice al difunto-, ven, espíritu (transfigurado), hermano mío, al lugar sobre el que tienes conocimiento”.

 

El Campo de los Juncos se describe, también, como un lugar fértil en el que los espíritus cultivan los campos y pueden disfrutar de una amplísima libertad de movimientos. Los difuntos que conocen las fórmulas adecuadas, a su voluntad, pueden entrar y salir de este lugar tantas veces como deseen.

 

También se encuentran referencias en los Textos de los Sarcófagos al Campo de las Ofrendas, que sería el reino del dios Hotep. Allí, se nos dice, los difuntos pueden comer, beber, trabajar, gozar del sexo, etc.  Todo ello de manera plenamente satisfactoria, libres plenamente de las inquietudes que en la tierra amenazaban a sus vidas, y dotados de la amplísima libertad de movimientos a la que antes nos hemos referido.

 


Sarcófago de Sepi (dinastía XII)
Museo Egipcio de El Cairo


 

 

Libro de los Dos Caminos


En los mundos de purificación los difuntos llevaban una vida plenamente satisfactoria, libres de todo tipo de inquietudes. Sin embargo, la lectura de los textos nos transmite la creencia de que el destino último de los espíritus, al menos de los que tenían el conocimiento adecuado, es decir, los que en la vida terrena habían sido iniciados en los conocimientos mistéricos, estaba llamado a superar la felicidad puramente material que se ofrecía en esos lugares para trascendiendo de ellos elevarse al reino de los cielos, al reino de la luz de Re. Para servir de guía en ese viaje con destino final al reino celestial los sacerdotes egipcios redactaron los textos  que conocemos como Libro de los Dos Caminos.

 

El L2c es un texto que si bien constituye una unidad en si mismo lo cierto es que aparece integrado en el conjunto de los Textos de los Sarcófagos. Su contenido nos habla del viaje de la Barca Solar, en la que navega el espíritu del muerto, junto con otros miles de difuntos más, en su camino hacia el cielo. Se trata de un recorrido por el reino de Osiris antecedente de los posteriores Libros del Inframundo que se fechan en el Imperio Nuevo.

 

Llama la atención en el L2c que en el comienzo del viaje el difunto se encontrará con una puerta de fuego, quizás de luz, protegida por un guardian al que se denomina “Aquel que rechaza a los ignorantes”. Tras la puerta se ofrecen dos alternativas: de un lado, la región de la luz; de otro, el mundo de las tinieblas. En general, el L2c nos habla de los diversos caminos que conducen al cielo, uno de tierra y otro de agua, que aparecen siempre vigilados por guardianes armados o genios de fuego que rechazan a los que no tienen conocimientos. El difunto, gracias a los textos grabados en su sarcófago, podrá avanzar por este mundo inferior evitando ser desviado a los lugares donde reinan las tinieblas, ya que conoce como se debe exhortar a esos guardianes para que le abran una senda de luz. En otro caso, el difunto correrá el inmenso peligro de quedar atrapado para siempre en la nada, en la oscuridad.

 

Especial interés reviste uno de sus pasajes, en los que se afirma claramente que para arribar al reino celestial es imprescindible tener previamente adecuados conocimientos. Veamoslo en la versión de Molinero Polo: “Este es el lugar de un espíritu transfigurado que sabe como entrar en el fuego y atravesar las tinieblas (pero) que no tiene el conocimiento para subir a este cielo de Re-Horus el Antiguo, en el cortejo (de Re-Horus el Antiguo), en medio de las ofrendas, en el horizonte de Re-Horus el Antiguo”.

 

Textos como estos nos confirman que en estos momentos del Imperio Medio los sacerdotes egipcios eran conscientes de que el destino final de los difuntos ofrecía diversas alternativas, en función del grado de conocimiento alcanzado en vida, y que no todos ellos habrían de alcanzar el reino de la luz plena. Es esta una cuestión en la que más adelante profundizarán los textos funerarios del Imperio Nuevo.

 

El L2c llega a su término narrando la llegada de la Barca Solar, ultimado el recorrido por los mundos donde reina Osiris, al cielo de Re, que se describe como una inmensa masa de agua que está rodeada de una extensión envuelta en llamas que alcanza un millón de codos, símbolo todo ello de lo que debe ser el reino de la luz pura. Una vez que la Barca Solar entre en el cielo las puertas de este serán cerradas y el navío se situará en el interior de un inmenso huevo del que habrá de brotar con el nuevo amanecer.





BIBLIOGRAFÍA

Barquet, P. (1969): “Essai d´interprétation du Livre des deux Chemins". Revue d´Egyptologie 21 (7-17).
Cantú, G. (2002): “Misterios esotéricos del Antiguo Egipto”. Barcelona.
Castel, Elisa (1999): “Egipto. Signos y símbolos de lo sagrado”. Madrid.
David, R. (2003): “Religión y magia en el Antiguo Egipto”. Barcelona.
Faulkner, R.O. (2004): “The Ancient Egyptian Coffin Texts”. Londres.
Molinero Polo, M. Ángel (1997): “La cartografía egipcia del Más Allá en los libros funerarios del Reino Medio” (en Realidad y Mito). Madrid.
Naydler, J. (2003): “El templo del cosmos.  La experiencia de lo sagrado en el Egipto antiguo”. Madrid.
Quirke, S. (2003): “La religión del Antiguo Egipto”. Madrid.
Quirke, S. (2003): “Ra, el dios del Sol”. Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario