lunes, 5 de mayo de 2014

Miguel Ángel Garrido. Pluma y voz al servicio del Derecho.



Miguel Ángel Garrido.
Pluma y voz al servicio del Derecho.
Fue una pluma, fue una voz, fue un carácter y fue un haz de virtudes cívicas al servicio del derecho y la justicia.
Miguel Ángel Garrido el periodista, el orador, el hombre de civismo inmaculado, el luchador  integérrimo, jamás troncó una convicción de su vida pública, por una prebenda o a cambio de  la tranquilidad de una existencia sin amenazas y persecuciones.
Garrido fue periodista de vocación, de estilo y de combate pocas veces igualado en nuestro palenque político.
Fue jefe de redacción  del Listín Diario. En esa posición, fue  cultor de un periodismo, que para  la época, trazó las primeras líneas de las noticias modernas, sin  el nocivo sensacionalismo que en aras de Mercurio suelen desplegar tantos periodistas que manejan la pluma como  si fuera un leño.
Escribió  varios artículos políticos, más, aunque combatió con valentía y altura las calamidades y vicios de la época. Miguel Ángel Garrido no fue un *político* han tenido siempre en nuestro país.
Siempre llevado de su  inclinación al periodismo, dirigió las dos mejores revistas literarias de su tiempo. *La Revista Ilustrada*(1898-1900) y * La Cuna de América* en su  primera época (1903-1905).
Pero en el campo que Garrido creció y brillo con más  fuerzas y dignidad, fue   aquel, caliente y árido de nuestras luchas políticas. El, que no era político se valió de su oratoria, brillante lava de un volcán sagrado, para combatir la impostura, la tiranía de las bayonetas sosteniendo el despotismo.
Fue así como Garrido, sin  temor a la cárcel, a la deportación,  la existencia sin sosiego y amenazada,  y aun retando la muerte misma, combatió gallardamente, con su pluma y con su  voz de tribuno del pueblo, odiosa tiranía de  Ulises Heureaux. Por eso,  por su apasionado amor a la libertad, sufrió miseria y padeció los rigores de las cárceles; pero su pluma y su voz que tenía fuerzas de causas sagradas y el verbo de la tierra en que habitaban los humildes, tornaban a la lucha una y otra vez, tan pronto respiraban el m y el verbo de la tierra en que habitaban los humildes, tornaban a la lucha una y otra vez, tan pronto respiraban el más tímido aire de libertad
Catorce veces cayó Miguel Ángel Garrido en las garras de la tiranía; catorce veces cayó en el inmundo suelo de las prisiones, y otras tantas, cual incorregible Quijote de los nobles idealismos su pluma y su voz, supieron pasar por los negros riachuelos del  dolor y las  tentaciones, sin sucumbir ni venderse.
Perteneció a una  estirpe de  hombres singulares, de la que fueron paradigmas limpios e inmarchitable Américo Lugo y Federico Henríquez y Carvajal. Fue Garrido un literato de  novedosas y vibrantes imágenes. En  su obra * Siluetas*, a través de las figuras que recrea magistralmente su pluma, puede admirarse ese  ágil fulgor del periodista, del orador y del enamorado de la democracia, que ponía el alma en cada una de  sus frases. La prosa garridiana era amena como fruta madura, clara como un amanecer de  en mayo en las montaña y elevada y noble  como la  toga de un patricio.
Los años en que  ejerció el magisterio, tanto en el Colegio San Luis Gonzaga, como  en el Colegio Santo Tomás, y en la  Escuela Normal, así como su presencia destacada en las agrupaciones  literarias más característica de la época *La Amiga del País* y el * Ateneo Dominicano*, no  fueron más  que naturales estaciones para su combate sin tregua  en defensa de la justicia y del derecho.
Cuantas serpientes sibilinas lo tentaron con resplandor de oro o de las posiciones palatinas, en la época tremenda de Ulises Heureaux, exclamo con  altivez *** JAMAS  SERE AMIGO DE GOBIERNOS QUE FUSILAN***, y cuando Garrido dijo esto no se refirió tan solo a los gobiernos que fusilan hombres.
Fuente Consultada: Gisela Mejía Billini de Espaillat. Obra Figuras y Relatos de Ayer. Editora del Caribe. Santo Domingo. Año. 1944. págs.43 y sig.

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