Miguel Ángel
Garrido.
Pluma y voz al servicio del Derecho.
Fue una pluma,
fue una voz, fue un carácter y fue un haz de virtudes cívicas al servicio del
derecho y la justicia.
Miguel Ángel
Garrido el periodista, el orador, el hombre de civismo inmaculado, el
luchador integérrimo, jamás troncó una
convicción de su vida pública, por una prebenda o a cambio de la tranquilidad de una existencia sin
amenazas y persecuciones.
Garrido fue
periodista de vocación, de estilo y de combate pocas veces igualado en nuestro
palenque político.
Fue jefe de
redacción del Listín Diario. En esa
posición, fue cultor de un periodismo,
que para la época, trazó las primeras
líneas de las noticias modernas, sin el
nocivo sensacionalismo que en aras de Mercurio suelen desplegar tantos
periodistas que manejan la pluma como si
fuera un leño.
Escribió varios artículos políticos, más, aunque
combatió con valentía y altura las calamidades y vicios de la época. Miguel Ángel
Garrido no fue un *político* han tenido siempre en nuestro país.
Siempre llevado
de su inclinación al periodismo, dirigió
las dos mejores revistas literarias de su tiempo. *La Revista
Ilustrada*(1898-1900) y * La Cuna de América* en su primera época (1903-1905).
Pero en el campo
que Garrido creció y brillo con más
fuerzas y dignidad, fue aquel,
caliente y árido de nuestras luchas políticas. El, que no era político se valió
de su oratoria, brillante lava de un volcán sagrado, para combatir la
impostura, la tiranía de las bayonetas sosteniendo el despotismo.
Fue así como
Garrido, sin temor a la cárcel, a la
deportación, la existencia sin sosiego y
amenazada, y aun retando la muerte
misma, combatió gallardamente, con su pluma y con su voz de tribuno del pueblo, odiosa tiranía
de Ulises Heureaux. Por eso, por su apasionado amor a la libertad, sufrió
miseria y padeció los rigores de las cárceles; pero su pluma y su voz que tenía
fuerzas de causas sagradas y el verbo de la tierra en que habitaban los
humildes, tornaban a la lucha una y otra vez, tan pronto respiraban el m y el
verbo de la tierra en que habitaban los humildes, tornaban a la lucha una y
otra vez, tan pronto respiraban el más tímido aire de libertad
Catorce veces
cayó Miguel Ángel Garrido en las garras de la tiranía; catorce veces cayó en el
inmundo suelo de las prisiones, y otras tantas, cual incorregible Quijote de
los nobles idealismos su pluma y su voz, supieron pasar por los negros
riachuelos del dolor y las tentaciones, sin sucumbir ni venderse.
Perteneció a
una estirpe de hombres singulares, de la que fueron
paradigmas limpios e inmarchitable Américo Lugo y Federico Henríquez y
Carvajal. Fue Garrido un literato de
novedosas y vibrantes imágenes. En
su obra * Siluetas*, a través de las figuras que recrea magistralmente
su pluma, puede admirarse ese ágil
fulgor del periodista, del orador y del enamorado de la democracia, que ponía
el alma en cada una de sus frases. La
prosa garridiana era amena como fruta madura, clara como un amanecer de en mayo en las montaña y elevada y noble como la
toga de un patricio.
Los años en
que ejerció el magisterio, tanto en el
Colegio San Luis Gonzaga, como en el
Colegio Santo Tomás, y en la Escuela
Normal, así como su presencia destacada en las agrupaciones literarias más característica de la época *La
Amiga del País* y el * Ateneo Dominicano*, no
fueron más que naturales
estaciones para su combate sin tregua en
defensa de la justicia y del derecho.
Cuantas
serpientes sibilinas lo tentaron con resplandor de oro o de las posiciones
palatinas, en la época tremenda de Ulises Heureaux, exclamo con altivez *** JAMAS SERE AMIGO DE GOBIERNOS QUE FUSILAN***, y
cuando Garrido dijo esto no se refirió tan solo a los gobiernos que fusilan
hombres.
Fuente Consultada: Gisela Mejía Billini de
Espaillat. Obra Figuras y Relatos de Ayer. Editora del Caribe. Santo Domingo.
Año. 1944. págs.43 y sig.
No hay comentarios:
Publicar un comentario