sábado, 15 de marzo de 2014

La Freddy - Besame Mucho



La incomparable voz de La Freddy - La Voz del Sentimiento
Descomunalmente
gorda. Para colmo, se llamaba Fredesvinda García Valdés. Trabajaba en
la cocina de la mansión del doctor Arturo Bengochea, el presidente de la
Liga Cubana de Béisbol Profesional.

Cada noche, con un vestido
barato y sus enormes sandalias sin tacón, sentada en el Bar Celeste,
tomaba ron y escuchaba la victrola. Luego de varios tragos, empezaba a
contonearse con la música y a cantar a media voz. En su otro mundo,
Freddy se sentía a gusto.

Una noche, apagaron la victrola y le
pidieron que cantara. No tuvieron que insistirle. Freddy se sabía todos
los boleros. Con su voz de contralto, venida directamente de Dios, los
cantaba como nadie. Era como si hubiera vivido todos aquellos amores
desdichados. Como si le fuera la vida en ponerle melodía a los pesares
del alma.

El bar era frecuentado por artistas y músicos que
recalaban en él cuando terminaban de trabajar en los cabarets cercanos.
Freddy no permitía que la acompañaran. No necesitaba piano ni guitarra.
Le bastaba con su garganta.

Cantaba a capella. Con una
insoportable dulzura triste que casi te reventaba el corazón. El que la
oyera cantar un bolero, ya no podía olvidar esa voz. Tenía algo que
nadie podía explicar con palabras.

Las madrugadas del Bar Celeste
ya no lo fueron más sin el rito de que, a la medianoche, la victrola
callara para, bajo el spotligh, darle vía libre a Freddy.

Alguna
de esas madrugadas de extraña magia, Guillermo Cabrera Infante vio y oyó
a Freddy. Años después la convirtió en uno de los personajes de Tres
Tristes Tigres: la cantante Estrella Rodríguez. La estrella del monólogo
en 8 partes de Códac, "Ella cantaba boleros".

Sólo Cabrera Infante podía lograr un retrato como éste:

"con
un vaso en la mano, moviéndose al compás de la música, moviendo las
caderas, todo su cuerpo, de una manera bella, no obscena pero sí sexual y
bellamente, meneándose a ritmo, canturreando por entre los labios
aporreados, sus labios gordos y morados, a ritmo, agitando el vaso a
ritmo, rítmicamente, bellamente el efecto total era de una belleza tan
distinta, tan horrible, tan nueva"

Una noche, llegó al bar Aida
Diestro con alguna de las muchachas de su cuarteto. Se acercó a Freddy y
le dijo que le encantaba su voz. Estaba dispuesta a montarle un buen
repertorio y a proponerla para el show del Capri.

Con Aida,
Freddy fue a la audición del Capri y firmó el contrato. Dejó para
siempre la cocina del doctor Bengochea para cantar profesionalmente.

En Diciembre del 1959, Freddy hice su debut televisivo en el programa Jueves de Partagás.

Fue
un cuento de hadas rollizas y melancólicas. Ambientado en una Habana
que ya había sido condenada por los que se decían sus redentores, no
podía tener un final feliz.

El Bar Celeste ya no existe. Freddy
tampoco. Su corazón no resistió tanta pena. Su voz quedó en un disco de
larga duración grabado en 1960. El único que grabó. Una rareza para
coleccionistas. La placa de acetato número 552 de la firma Puchito:
Noche y día, Freddy con la orquesta de Humberto Suárez.

En el disco viene La Estrella, la canción que Ela O'Farrill compuso especialmente para Freddy:

"No era nada ni nadie, ahora dicen que soy una estrella,

Que me convertí en una de ellas para brillar en la eterna noche".

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