NOTAS SOBRE LA INFLUENCIA AFRICANA EN LA DOMINICANIDAD
El blanco que tuvo abuela
tan prieta como el carbón,
nunca de ella hace mención
aunque le pequen candela.
Y a la tía Doña Habichuela,
como que era blanca y vieja
de mentarla nunca deja,
para dar a comprender
que nunca puede tener
“El negro detrás de la oreja”.
Juan Ant. Alix
1. INTRODUCCIÓN
Aunque la isla que Cristóbal Colón bautizó con el nombre de Hispaniola y que sus habitantes originales llamaron Bohío, Babeque o Haití, eclosionó de los mares como producto del choque de placas tectónicas hace más de 50 millones de años, se estima que fue poblada por primera vez entre dos o tres mil años antes de Cristo. Es admitido que esos pobladores procedieron de pueblos ubicados al nordeste de Suramérica, entre ellos los arahuacos, los que al través de los años desarrollaron una cultura diferente que se conoce actualmente con el nombre de Cultura Taína.
El 5 de diciembre de 1492, Colón llegó a nuestras playas, iniciándose así la presencia del hombre blanco en nuestro territorio, presencia que se iría incrementando de manera continua a partir del segundo viaje de Colón al Nuevo Continente, en noviembre de 1493, cuando fundó la ciudad de La Isabela en la costa norte de nuestra isla. Se tienen noticias de que entre los que vinieron con Colón en ese viaje y se asentaron en La Isabela, llegó el primer negro a América. Recordemos que en la España de entonces existían a manera de esclavos, negros procedentes del continente africano y conocidos como “ladinos”. Es decir, que los primeros negros que habitaron estas tierras procedían de España, no de África. Sin embargo, a partir del 1498, comenzaron a llegar esclavos negros procedentes de África y, en número tal, que hacia 1542 nuestra isla contaba con unos 36,000 habitantes, de los cuales únicamente 6,000 eran españoles y 30,000 eran negros. Esa tendencia se mantendría, y hacia finales de los 1,500’s, el 82% de la población era negra y la blanca era de apenas un 18%.
2. INMIGRACIONES
A raíz de la ocupación francesa de la parte occidental de la isla, a mediados de los años 1,600’s una gran cantidad de esclavos pasaron a la parte española y se establecieron en San Lorenzo de Los Mina, Sabana Perdida, Mandinga y en lo que hoy es Villa Mella.
En el 1805, los franceses tomaron control de nuestro territorio bajo el mando del gobernador Ferrand, quien hizo traer una gran cantidad de esclavos, asentando a la mayoría de ellos en Samaná para incrementar el cultivo del café, la explotación de los bosques y para construir en esa demarcación la ciudad Puerto Napoleón.
Ocupado nuestro territorio en el 1822 por Haití, ocupación que duraría 22 años, el entonces presidente haitiano Boyer, decidió adquirir mediante compra, esclavos de los Estados Unidos (libertos) y asentarlos en Santo Domingo, Samaná, Puerto Plata y otras ciudades.
Hacia 1880, gracias al auge económico experimentado por San Pedro de Macorís debido a las inversiones nacionales y extranjeras, especialmente en la industria de la caña de azúcar, este auge atrajo a inmigrantes de los Estados Unidos, Puerto Rico, Cuba y, de manera particular, afro-descendientes de las islas angloparlantes de St. Kitss y Nevis, Anegada, Antigua, Dominica, Tortola, Saint Vicent, etc. También para esa época se incrementó la utilización de braceros haitianos para el corte de la caña, actividad inmigratoria que aún se mantiene, acompañada de un fuerte incremento -principalmente en los últimos años- de mano de obra para las faenas agrícolas y para la industria de la construcción.
Una característica que debemos resaltar es que los negros que llegaron a nuestra isla procedían de 133 etnias o tribus diferentes. Ello ha motivado que el impacto cultural de los inmigrantes africanos y sus descendientes, se haya dispersado por vías distintas, minimizando lo que pudo haber sido una mayor incidencia en nuestra cultura.
Por otro lado, es importante señalar, que para el 1960 nuestra población se había homogeneizado racialmente, de manera tal, que de los tres millones de dominicanos que éramos en ese año, un 73% eran considerados mulatos o mestizos, es decir afro-descendientes, un 16% blancos y un 11% negros. Al día de hoy, continúan en aumento las proporciones de mestizos o mulatos y negros, a expensas del blanco. El factor indio únicamente aparece de manera genética y está presente en algunas regiones del país en un 15% de la población. Un 70% de los dominicanos tiene el ADN de origen africano.
Como colofón de todo lo antes expuesto, debemos concluir diciendo que el componente racial predominante en el dominicano es el negro.
Veamos ahora cómo se refleja ese componente racial en los hábitos y cultura de nuestra sociedad:
3. GASTRONOMÍA
Se mezclan los hábitos alimenticios con la forma de preparar los alimentos. Así tenemos el escabeche, los sofritos, el güandul, ñame, guineo, chacá, bollos, guinea, tórtola, el chenchén, la palma africana, las comidas con coco, el yaniqueque, el domplin, el coconete, etc.
4. INSTITUCIONES SOCIALES
El parentesco ritual (compadrazgo y madrinazgo), el juego de san y la tradición patriarcal (la herencia paterna).
5. LA LINGÜÍSTICA
Aparece en aspectos fonéticos, morfológicos y sintáxicos, ya que se manifiestan omitiendo la “s”, cambiando la “r” por la “l” y omitiendo o cortando la terminación de las palabras. Palabras de lugares, tales como: Palenque, Fula, Mandinga, Maniel, Cambita, etc. y expresiones como: bemba, mangú, cogioca, fucú, abombarse, añangotarse, bachata, quinbamba.
6. JUEGOS
El fu-fú, el san.
7. MÚSICA
Se manifiesta fuertemente en expresiones religiosas y culturales, siendo las más destacadas: los atabales, palos, zarandungas, los congós, las salves, el gagá, los cantos de hacha. Los instrumentos asociados son: tambores, la marimba, la gayumba, etc. Todas estas expresiones tienen como común denominador el ritmo, gran herencia musical africana.
Es oportuno aclarar que nuestra música típica, el merengue, aparte de la tambora, no tiene influencia africana, ya que el mismo se deriva de la tumba y la contradanza española, que a la vez proviene de la “contre-danse” francesa, derivada del “country-dance” inglés. De hecho, el primer merengue del que se tienen informaciones es el denominado “Juana Quilina”, atribuido su autoría al patriota Juan Bautista Alfonseca y compuesto hacia el 1844; en consecuencia, lejos de la creencia popular, el merengue es de origen urbano, no campesino.
8. MÁGICO RELIGIOSO
Estos son reflejos del sincretismo cultural católico-africano que desarrollaron los esclavos debido a la prohibición que los blancos impusieron a la celebración de sus rituales ancestrales. Algunas de esas manifestaciones las encontramos en los novenarios, las velas, los ensalmos, hechicería, mal de ojo, vudú, baquiní, culto a los muertos, nombres y adoración de deidades (luases), culto familiar sin iglesia con altar en las viviendas, etc.
9. ARTE
El arte africano ha tenido influencia en la cultura, pintura y poesía de las Antillas, a lo que no ha escapado nuestro país. De hecho, en el 1845, el dominicano Francisco Muñoz del Monte escribió en La Habana,“Mulata”, primer poema negroide del continente. En La Vega, hacia 1940, se destacó Rubens Suro, con sus poemas Monólogo del Negro con Novia, Rabiaca del Haitiano que Espanta Mosquitos, entre otros.
En el arte popular, la presencia de afro-descendientes ha sido y es significativa, destacándose Rafael Colón, Joseito Mateo, Johnny Ventura, Nicolás Casimiro, Ñiñí Vásquez, Alberto Beltrán, Ángela Vásquez, etc. A nivel operático, Violeta Stephan, Henry Eli, etc. Actualmente, una pléyade de afro-descendientes dominan los espectáculos musicales populares.
10. OTRAS COSTUMBRES
El colorido de las vestimentas que usamos, los colores de nuestras casas, la forma de cargar los niños en la cintura, peinados, el uso de aretes y algunos gestos y articulaciones corporales constituyen parte de nuestra herencia africana.
11. LEYENDAS
El Bacá: Es un ser que se “instala” en un muñeco de bejuco o en un animal (perro, caballo, etc.) para proteger a su amo y sus propiedades.
El Galipote: Es un ser que puede transfigurarse, pasando a ser, desde un ser humano a un animal (perro, caballo, buey, etc.), hasta un ave (gallo, gallina, etc.). Esto le permite escaparse cuando es perseguido o asediado.
12. PATRIOTISMO Y POLÍTICA
Desde la participación de Francisco del Rosario Sánchez en la consecución de nuestra Independencia Nacional y de Gregorio Luperón en la Gesta Restauradora, la participación de afro descendientes ha sido notable.
En el ejercicio político se han destacado Ulises Hereaux (Lilís), quien alcanzó la presidencia de la República y José Francisco Peña Gómez, quien obtuvo casi el 50% de los votos en las elecciones presidenciales del 1944. Otros gobernantes con ascendientes africanos han sido Buenaventura Báez, Rafael Estrella Ureña, Rafael Leónidas y Héctor Bienvenido Trujillo, así como Leonel Fernández, entre otros.
13. CARNAVAL
El carnaval era una manifestación y celebración desconocida para los africanos, debido a que esa lúdica expresión está caracterizada primordialmente por:
a) La inversión o el mundo al revés.
b) El escape o transformación en otro ser.
c) La burla y la sátira.
d) La apropiación de lugares públicos.
Resulta que para que todo eso se materialice, se hace imprescindible que existan:
A. Diferencias en clases sociales que motiven la burla y la protesta.
B. Manifestaciones lúdicas multitudinarias.
Obviamente, que en el continente africano esas manifestaciones y condicionantes sociológicas no existían. Por lo tanto, no pudo darse la expresión social que nosotros conocemos como carnaval. Consecuentemente, lo que el negro hizo fue contribuir con el sincretismo cultural y racial que hoy caracterizan nuestros carnavales. Así, sus aportes se aprecian en los siguientes personajes: Califé, Se me Muere Rebeca, Los Tiznaos, Los Papeluses, Los Platanuses, Los Cachúas, El Robalagallina. Se percibe además la influencia africana en la transformación de las caretas, el uso de plumas, aditamentos y colorido en los trajes del Diablo Cojuelo.
De manera particular, la influencia africana hace irrupción en el Carnaval Vegano en el año 1897 con la representación de La Culebra de San Juan, que no era más que una comparsa compuesta por un grupo de negros que transportaban una enorme culebra hecha de tela, la que alegadamente se había tragado un negro; al llegar a las esquinas, el brujo de la tribu -mediante el uso de oraciones, invocaciones y encantamientos- hace que la culebra expulse al negro que se había tragado, para algarabía y cánticos de los demás. También para esa época, salía por las calles el Robalagallina, representación que rememoraba un episodio de la ocupación haitiana, en donde un soldado haitiano es condenado por su jefe militar, el gobernador Plácido Lebrúm, a ser azotado por sus compañeros por haberle robado una gallina a una pobre anciana, azotes que recibió luego de haber sido cubierto con las plumas de la gallina que robó. Esa representación carnavalesca de origen histórico- haitiano, consistía en alguien que se “emplumaba” y salía por las calles con un macuto lleno de galleticas y dulces los que regalaba a la chiquillería que clamaba: ¡Roba la gallina, palo con ella!, a lo que el emplumado respondía ¡Muchachos que quieren!, respondiendo: Galleticas! Entonces el emplumado les ofrecía galleticas a la chiquillería, librándose así de los azotes.
Otra expresión de índole carnavalesca es la representación de la lucha entre David y Goliat conocida como Los Guloyas, que tiene lugar los 25 de diciembre en San Pedro de Macorís. Esta manifestación es realizada por afro-descendientes conocidos como “Cocolos”, que inmigraron a esa ciudad -como ya hemos señalado- en el 1880. Esta demostración es considerada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
14. A MANERA DE CONCLUSIÓN
Obviamente, que la influencia africana se manifiesta de manera primordial en los dominicanos en la conformación étnica y genética, que como ya hemos señalado, alcanza un 70% y más, en ambas características.
Por otro lado, la influencia africana en la conformación cultural y sicológica del dominicano, aunque muestra su presencia en los diferentes aspectos de nuestra cotidianidad, indiscutiblemente que no lo hace en la proporción que aparece en nuestra genética y fisonomía, existiendo una marcada diferencia entre ambos aspectos. Las razones para ese comportamiento habría que buscarlas, no totalmente en elementos discriminatorios por raza y color. Recordemos que -como dijera Juan Antonio Alix- todos los dominicanos tenemos “el negro detrás de la oreja”. Talvez las razones para que los dominicanos no hayan logrado vincularse más a sus raíces africanas, existan debido a que, lo africano -de alguna manera- se asocia a lo haitiano, recordando que fueron los haitianos quienes nos subyugaron por veintidós largos años, período lleno de ignominia, abuso y atropellos, que felizmente concluyó con la puesta en alza de nuestros valores fundamentales, gracias a la acción taumatúrgica de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios.
Correspondería a esta generación, alejada ya por el transcurrir de los años, de justificados y seculares sentimientos de rechazo a lo que representaban nuestros vecinos del oeste, hurgar en nuestras raíces africanas, como una manera de ir conformando en el crisol de la inmortalidad, un dominicano más consciente de sus cualidades y capacidades.
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