martes, 4 de diciembre de 2012

HIDROLOGÍA DEL SUBSUELO Y ARQUEOLOGÍA


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Presentación 
De modo accidental, durante el curso de una prospección industrial, se detectó que la ermita de Aedo (Burgos) España, parecía tener su situación y dimensiones, condicionadas por el trazado formado por la proyección en superficie, de corrientes de agua subterráneas situadas a gran profundidad.
La forma y dimensiones del edificio estaban claramente distorsionadas, por haberse acoplado a unas líneas que, por pertenecer a un proceso natural, presentan
manifiestas irregularidades geométricas.                  
Se procedió a comprobar si esta misma circunstancia, se producía en los lugares de culto del entorno, con resultado positivo en todos ellos. 
En consecuencia, se pasó a analizar la situación de gran cantidad de templos, lugares ceremoniales y enterramientos relevantes, construidos en Europa y Norte de África, encontrándose que durante un amplio periodo de tiempo los templos, lugares ceremoniales y enterramientos relevantes se situaban haciéndolos coincidir deliberadamente, con el trazado formado por la proyección en superficie de las corrientes de agua subterránea existentes en el terreno. 
Todo parece indicar que los emplazamientos, se realizaban en aquellos lugares en los que esta proyección, además de cumplir con unas determinadas características que podrían definirse cómo rituales, reunía la disposición y proporciones adecuadas para la construcción de la correspondiente estructura.
Unos tanteos previos realizados en México, indican que estos mismos usos, en su relación con los lugares de culto,  también fueron practicados por los ocupantes de todas las zonas arqueológicas examinadas, que hasta el momento han sido: Cholula (Puebla), El Tajín (Veracruz), Monte Albán (Oaxaca), Yohualichan (Puebla), Tulum (Quintana Roo)  y Palenque (Chiapas).

En relación con los usos funerarios; al menos lo fueron en las zonas arqueológicas de Yohualichan (Puebla) y Palenque (Chiapas), mientras que no lo fue en la de Monte Albán (Oaxaca), ya que los difuntos de este área, al parecer deseaban ser enterrados en sus propias viviendas, sin ninguna connotación sobre la posible relación entre la hidrología del subsuelo y su presunta supervivencia después de la muerte, lo que los sitúa fuera de las pautas europeas.

La constatación de estos hechos  y su aplicación en México, aporta una nueva herramienta de prospección ya que, no sólo permite señalar el lugar donde realizar catas arqueológicas con las mayores probabilidades de éxito, sino que también proporciona la seguridad de haber localizado todos los enterramientos relevantes, existentes en el área analizada. 
En el aspecto antropológico aporta datos de importancia, ya que el análisis de las motivaciones socio-culturales encontradas en Europa y su cotejo con las que se encuentren en México, permitirá establecer en este ámbito, los conceptos comunes en ambas líneas de culturas, a pesar de la aparente ausencia de comunicación entre ellas.
La utilidad de su aplicación práctica resulta evidente, aunque está condicionada a que se pueda responder de un modo rigurosamente científico, la pregunta de cómo es posible que detectaran estas corrientes subterráneas, careciendo de los conocimientos técnicos y de la instrumentación con la que actualmente se cuenta.

Más adelante, en el apartado  Técnica de detección, se incluye una resumida presentación de la investigación realizada, así cómo de la sorprendente precisión conseguida en las determinaciones.
Con ello, queda totalmente resuelta esta cuestión.
Objetivo final.
Este trabajo se centra en verificar de modo fehaciente, si esta correlación entre la hidrología del subsuelo y las estructuras arqueológicas, se practicó por todos los grupos culturales mexicanos así como el que, en algunas épocas y por determinados grupos, se practicó un uso funerario consistente en situar las tumbas de personajes notables, en la vertical del punto en el que dos corrientes subterráneas se cruzan, formando un ángulo aproximadamente recto.
Este peculiar uso funerario, se practicó en Europa y Norte de África desde los años 5.000 a. C., hasta la caída del Imperio Romano.

Si los resultados de esta investigación previa son positivos, los siguientes pasos a realizar en diferentes Zonas Arqueológicas correspondientes a distintos  Grupos Culturales, permitirán dar cumplida respuesta a los dos aspectos planteados inicialmente.

El último paso, será establecer las hipótesis que expliquen la motivación por la que estos usos, fueron  practicados por dos líneas culturales sin aparente conexión entre si.

Para lograrlo se hacen imprescindible, y es por ello por lo que se solicitan, los comentarios, críticas y sugerencias de la Comunidad Arqueológica, que en definitiva es la única que puede hacerlo con la adecuada solvencia.
Técnica de detección.
 Es evidente que la localización de estas corrientes de agua subterránea, tuvo que realizarse empleando la técnica tradicionalmente denominada “del zahorí”.
Se trata de una práctica rodeada por un cierto halo de misterio, así cómo de imaginativas connotaciones sobrenaturales que, desde un punto de vista científico, la han llevado a su total desprestigio.
Viene utilizándose desde hace miles de años, para determinar el lugar en el que abrir un pozo y extraer agua. Para ello se emplea cómo instrumento de detección una horquilla de madera flexible o unas varillas de alambre metálico,
Es justo reconocer que, con un notable número de aciertos en los resultados prácticos.

Su análisis técnico, una vez despojada de todo su abundante contenido esotérico, aplicando los medios y conocimientos científicos actuales, y considerando al conjunto del zahorí con sus varillas cómo un único “instrumento de detección”, proporciona unos resultados satisfactoriamente sorprendentes, que han permitido verificar su funcionamiento y con ello establecer su fiabilidad y grado de precisión.
Hay disponible un detallado informe de este estudio, en el que se exponen la forma en que trabaja el sistema y el método empleado para determinarlo.
Los resultados de este análisis, permiten formular las siguientes afirmaciones:
- La detección se produce dentro del campo de fuerzas gravitatorio.
- Los órganos sensores están en el oído interno. Son las máculas del “utrículo” y del “sáculo”.
- Las partículas de agua subterránea en movimiento, producen una micro alteración en el campo            gravitatorio que se capta en la superficie. 
El paso del zahorí sobre ella la detecta, dando lugar a una minúscula reacción de alarma, ante una posible pérdida de su equilibrio.
Esta ligerísima alteración, pasa normalmente desapercibida debido a su débil intensidad,  brevísima duración e inmediata rectificación por parte del cerebro, al procesar los sucesivos datos captados.
Solamente con las varillas en posición de trabajo, puede ser puesta de manifiesto de un modo evidente.
Esta es la única función cubierta por las mismas, o por la de cualesquiera otros instrumentos análogos, durante todo el proceso de detección.
Desde un punto de vista técnico, eso es todo.

Existen en cada oído interno dos sensores, uno es la mácula del utrículo y el otro la del sáculo.
Debido a que una de ellas tiene su plano de trabajo en sentido vertical y el de la otra, forma con la misma un ángulo muy próximo a los 45º, el zahorí puede determinar con bastante precisión, la profundidad a la que se encuentra la corriente.

En corrientes próximas a la superficie, es posible determinar para ellas su anchura, pero en las situadas a suficiente profundidad, el debilitamiento de la señal captada, sólo permite detectarlas cómo una línea, sin anchura mensurable, por lo que se denominan “líneas de corriente profunda”.

Debido a su profundidad, se trata de un agua inalcanzable con la apertura de un pozo convencional, por lo que probablemente en la antigüedad se desconocía su verdadera naturaleza, atribuyéndolas un origen inexplicable y por ello de carácter sagrado.

Para intensidades de señal y turbulencia suficientes, también es posible determinar el sentido de circulación de la corriente.

El análisis de un gran número de aplicaciones  prácticas, llevadas acabo en unas condiciones óptimas del terreno y siendo el zahorí de una sensibilidad media-alta, ofrecieron los siguientes resultados:

-Fiabilidad en la detección del 100%
-Precisión en la determinación de la proyección vertical: + 6 cm
-Precisión en la determinación de la profundidad: +1 % (dependiendo de las características del terreno adyacente)
-Sentido de la corriente: la posibilidad de su determinación depende de la intensidad y grado de  turbulencia de la seña captada.

De todo ello se deduce que:

      Esta herramienta de detección, resulta ser adecuada para la finalidad que se persigue.

Tal cómo es de esperar, la correcta interpretación de las señales detectadas, precisa de una cierta experiencia, pero no más de la necesaria para cualquier otro instrumento de detección.
Notas sobre Europa y Norte de África.

Cómo paso previo, se hace necesario conocer las pautas seguidas por los europeos y norteafricanos para la construcción y posicionado de sus estructuras, tanto en sus relaciones con la divinidad cómo en sus usos funerarios.
 Se incluyen a continuación unas notas sobre lo encontrado en Europa y  Norte de África, agrupadas por épocas y grandes grupos culturales, con el fin de poder proceder a su comparación con los apuntes  inicialmente tomados en México.

Aunque la investigación se llevó a cabo partiendo de las más próximas en el tiempo y retrocediendo hasta sus más remotos orígenes, se presentan ordenadas a partir del momento en que se ha detectado su inicio, para de este modo poder tener una idea de su evolución y tratar de extraer las correspondientes conclusiones.

El periodo histórico estudiado, abarca desde la prehistoria hasta nuestros días.
Los grandes grupos culturales sobre los que se ha podido verificar estos usos, corresponden a las culturas: rupestre, megalítica, cartaginense, grecorromana, cristiana y mahometana.

A lo largo de esta exposición, se denominan “corrientes someras” a aquellas que su detección en la superficie, permite determinar para ellas una anchura mensurable entre ambas márgenes.
A medida que la corriente se encuentra a mayor profundidad, el debilitamiento de la señal captada produce que la anchura detectada vaya siendo cada vez más estrecha, hasta llegar a un punto en que la señal de ambas márgenes se superponen, por lo que se detectan cómo una única línea sin anchura mensurable y se las denomina “líneas de corriente profunda”.
Al grupo de corrientes circulando equidistantes y en el mismo sentido, se la denomina “familia”.

En la aplicación práctica de este conocimiento sobre la hidrología del subsuelo, se diferencian claramente dos variantes:

1- Los templos y lugares ceremoniales relacionados con la divinidad, así cómo algunos edificios relevantes, se sitúan y construyen siguiendo la proyección en superficie de la hidrología del subsuelo profundo.
En algunos casos se tiene en cuenta también, una única corriente correspondiente al subsuelo somero, junto con las otras que corresponden siempre al subsuelo profundo.
Este uso se extiende desde los grabados y pinturas prehistóricas, hasta finales del siglo XVIII d.C.

2- Las tumbas de personajes notables, así cómo los lugares destinados a sacrificios en los que se causa la muerte de las víctimas, se sitúan en la vertical de dos corrientes, situadas siempre en el subsuelo somero, que se cruzan en un ángulo igual o muy próximo a los 90º.
Este uso se extiende desde el Periodo Megalítico, hasta la caída del Imperio Romano.

Estos hechos aportan una notable información dentro del campo de la Arqueología, ya que al conocerse las pautas constructivas propias de cada cultura y época, se posibilita el situar adecuadamente a cada uno de los elementos hallados en el correspondiente yacimiento.

También ofrece una explicación, para las hasta ahora inexplicables distorsiones geométricas que presentan algunas de las estructuras, o su irregular situación con respecto a las otras, junto con datos antropológicos al poder correlacionar las diferentes peculiaridades de cada cultura.
Arte Rupestre
Los grabados y pinturas, se realizan de tal manera que el centro de la figura o del panel de pinturas, coincida con la vertical del punto de cruce de dos líneas de corrientes profundas y de tal forma, que el observador, reciba una de ellas de frente.

Nota: En algunas imágenes fotográficas se han señalado con pequeños discos blancos, la proyección en la superficie del terreno, de las corrientes subterráneas detectadas.
En los planos y croquis, la proyección en superficie de las corrientes profundas se representa con finas líneas azules onduladas y las someras con bandas azul claro, marginadas por líneas de azul más oscuro, que definen para la corriente, la anchura detectada en la superficie
En algunos casos, los paneles con figuras antropomorfas, se sitúan en la vertical del cruce formando ángulo sensiblemente recto, de una línea de corriente profunda con una corriente somera, y por ello  de anchura mensurable, situadas de tal manera, que el observador reciba a esta última de frente
Cultura Megalítica.
Levantaban los dólmenes y menhires en el punto de cruce de dos corrientes, ambas con anchura mensurable, haciendo encajar su posición exacta con una serie de pautas, diferenciadas para cada uno de los tipos de estructuras y con algunas variantes según el grupo cultural.


En los dólmenes de corredor, este se desarrolla siguiendo exactamente, el trazado de la proyección en superficie del curso de la corriente más superficial, aguas abajo del punto de cruce. 
Cuando en el terreno del dolmen coincide con las dos corrientes someras, la presencia de líneas de corriente profunda, si la posición es adecuada, condicionan el tamaño y forma de los ortostatos y de las losas de techo.

Culturas Grecorromana y Cartaginense.
En los templos grecorromanos y cartagineses, la figura del ídolo y el altar, se sitúan en el punto de cruce de dos corrientes, de las que en ocasiones, solamente la que define el eje central del edificio, tiene una anchura mensurable.










El lugar para el sacrificio de víctimas, se sitúa en el punto donde la corriente central se cruza perpendicularmente con otra, ambas pertenecientes al subsuelo somero y por ello con anchura mensurable.
En todos los casos, los asistentes a las ceremonias, reciben la corriente central de frente.                                                                                                                                               



Enterramientos notables, se sitúan sobre el cruce en ángulo recto de dos corrientes someras, de tal manera que el observador,  tenga que situarse aguas abajo de la corriente más superficial

Cultura Cristiana.
Todos los templos cristianos, están edificados siguiendo las siguientes pautas básicas:

- El lugar para la construcción, se elige por la presencia en el subsuelo del terreno de, al menos dos familias de líneas de corrientes profundas, que se cruzan en ángulo igual o muy próximo a los 90º y que sus posiciones, sean las adecuadas para la estructura que se proyecta.

- Las dimensiones y construcción de los edificios, se adaptan para que coincidan exactamente con la posición y separación de las líneas más convenientes de entre las detectadas.

- La principal puerta de acceso al templo, se sitúa centrada sobre una de las corrientes y de tal manera, que los visitantes al entrar la reciban de frente.

- El altar se establece en el punto en el que, la corriente que define el eje central del edificio se cruza con otra perpendicularmente y de tal manera, que los asistentes durante las ceremonias reciban la corriente central de frente.
En algunas épocas y grupos culturales, la corriente central también puede pertenecer al subsuelo somero y por consiguiente, tener un ancho mensurable.

En las sucesivas ampliaciones, que en algunos casos se llevan a cabo, se hacen coincidir las nuevas edificaciones, con las líneas de corriente que constituyen la proyección de la red en la superficie sobre la que está situado el edificio inicial, aunque esto suponga el trazado de estructuras no acordes con una perfecta geometría o de las dimensiones idóneas para el uso al que se destinan.

En ocasiones, durante periodos de acusado fervor religioso, las distorsiones arquitectónicas a las que esto da lugar, resultan verdaderamente llamativas.


Cultura Mahometana.
 Las mezquitas siguen análogas pautas a las de  los templos cristianos, con la sola diferencia de que  el mihrab, lugar sagrado equivalente al altar-ábside cristiano, que se construye sobre cruces de líneas de corrientes profundas, nunca ha sido detectado sobre una corriente somera.
Enterramientos notables, se sitúan sobre el cruce, en ángulo próximo a los 90º,  de dos corrientes someras.
                                               Aplicación a México.             

Los primeros apuntes tomados en México, parecen indicar que también las culturas americanas, practicaban estos usos, relacionados con la hidrología del subsuelo.

Los datos con los que se cuenta en estos momentos, no pueden considerarse más que simples apuntes, ya que las mediciones se han realizado sobre las zonas de libre acceso y, por la premura de tiempo, no se determinaron las profundidades de las corrientes someras ni las direcciones de todas las líneas de corriente profunda. Pero pese a ello, los resultados obtenidos son lo suficientemente significativos, cómo para justificar la realización de un amplio proyecto de investigación sobre el tema.

Se presentan a continuación algunos de estos resultados a los que, siguiendo las pautas europeas, se han diferenciado en relaciones con la divinidad y usos funerarios, para facilitar su posible comparación.

Relaciones con la divinidad
En su entorno no existen más que dos líneas de corrientes profundas, que se cruzan en ángulo recto.
 Según las pautas europeas, correspondería a una estructura para relacionarse con la divinidad por medio de ofrendas, pero nunca con sacrificio de víctimas vivas.
La presencia de dos corrientes someras con anchura mensurable, cruzándose en ángulo recto, indicaría que se trata de una estructura destinada a la comunicación con la divinidad, en la cual se llevaban a cabo sacrificios que suponían la muerte de las víctimas.
Las excavaciones arqueológicas parece que así lo han confirmado.
La única corriente somera existente, no se cruza con ninguna otra en el vértice de la pirámide.
Esto indicaría que no se destinaba para la relación con la divinidad, ni tendría un uso funerario.
 Probablemente su función fuera de  homenaje a alguien o en conmemoración de algún acontecimiento notable.
Usos funerarios.
La estructura funeraria más sencilla estudiada, se encuentra en la zona arqueológica de Yohualichan (Puebla). De ella solo pudo constatarse que está situada sobre el cruce en ángulo recto de dos corrientes someras, por lo que podría corresponderse con lo encontrado en Europa.
 Ocupa una posición poco relevante dentro del conjunto ceremonial y por ello, da la impresión de que fue construida en época diferente a la del mismo.
La estructura funeraria más compleja estudiada, es el Templo de las Inscripciones, en Palenque (Chiapas), está situado sobre el cruce de dos corrientes someras que forman un ángulo de unos 89º,
 Correspondería a un enterramiento notable, o bien a un altar para ofrendas con sacrificio de víctimas. También podría haber sido empleado simultáneamente para ambos usos.
Coincidencias
 El análisis de la tumba situada en su interior, basado en los trabajos arqueológicos publicados, y su comparación con las estructuras europeas, proporciona indicios que apuntan a unas coincidencias  verdaderamente notables, que justifican plenamente la realización sobre la propia estructura, de un estudio a fondo y el posicionado exacto con respecto a ella, de la hidrología de su subsuelo.

La proyección en superficie de la corriente que circula hacia los 109º presenta una anchura de unos 4,0 m. La que circula hacia los 20º y que define la posición de la escalera frontal, de unos 6,5 m.
Según las pautas europeas, esta última debería ser la más somera. La determinación de sus respectivas profundidades aclarará este aspecto. 
La cámara funeraria o cripta, se sitúa aguas abajo de la corriente que circula hacia los 20º y se desarrolla a partir del punto de cruce, por lo que el sarcófago con el cadáver y la propia cámara, siguen el curso de la corriente, estando la anchura de la cripta ampliamente incluida dentro de la proyección en superficie de las dos márgenes.
La escalera de acceso a la cripta fue obstruida intencionadamente con relleno de tierra y piedras, por lo que la cámara quedó sellada con respecto al exterior, salvo por un pequeño conducto zigzagueante, al que se ha llamado “psicoducto”, que comunica con el exterior en la parte alta.

El cadáver fue depositado en un sarcófago de piedra, sellado herméticamente y cubierto por una doble losa, quedando por ello aislado del ambiente interior de la cámara.
En definitiva, esta disposición de la cámara sepulcral, supone “la creación de un volumen vacío dentro de la estructura maciza de la pirámide, aislado del exterior y empotrado metro y medio, en el nivel original del suelo que se desarrolla aguas abajo del punto de cruce”.
La estructura de los dólmenes de corredor europeos, vienen a contener notables coincidencias con la tumba del Templo de Las Inscripciones.
 Presentan variantes según los grupos culturales y las épocas en que fueron realizados, pero esencialmente consisten en una cámara sepulcral, construida con grandes losas de piedra hincadas verticalmente en el terreno.                                                                                                                     
El centro de la cámara se sitúa en la vertical del punto de cruce de dos corrientes someras de agua subterránea, que forman entre sí un ángulo igual o próximo a los 90º.
En su modalidad más elaborada, que son los dólmenes de corredor, el acceso a esta cámara se realiza a través de un pasillo con una estructura análoga a la de la misma, que se desarrolla siguiendo exactamente el trazado y dimensiones, de la proyección en superficie del curso de la corriente más superficial, aguas abajo del punto de cruce, por lo que presenta las irregularidades propias de un curso de agua natural.
Se conserva el suelo                        original, sin enlosarlo.
En definitiva, el conjunto cámara-corredor supone “la creación de un volumen vacío, aislado del exterior y en contacto directo con el suelo original, que se desarrolla siguiendo la corriente más superficial aguas abajo del punto de cruce”. 
Por lo anteriormente expuesto, entre los europeos parecía existir un especial interés hacia la superficie del terreno situada a lo largo de la corriente más superficial, aguas abajo del punto de cruce.

Este interés se pone claramente de manifiesto en el caso de las construcciones más elementales, constituidas por los menhires.
En todos ellos, el menhir se erige en el punto exacto del cruce de las dos corrientes subterráneas someras, haciendo coincidir sus dimensiones, cuando las circunstancias lo permiten, con las del cuadrilátero formado por la intersección de las mismas.
Cuando, como es lo más habitual, las dimensiones de este resultan excesivas, el menhir se talla en forma de una lámina de piedra, que se coloca en el lado del cuadrilátero en el que, simbólicamente, cierra el paso a la corriente más superficial que se dirige hacia el punto de cruce.

La cara principal del menhir, se orienta hacia aguas abajo de la corriente más superficial.
 
Esta particular disposición, hace que el observador, para poder contemplar la cara principal del menhir, tenga que situarse necesariamente, sobre el terreno situado a partir del cruce y aguas abajo de la corriente más próxima a la superficie.

También´en los monumentos funerarios notables, se repite esta especial disposición, que obliga al observador a situarse sobre la corriente más superficial y, siempre aguas abajo del punto de cruce.

De lo expuesto puede deducirse el que, por alguna razón todavía no conocida, esta superficie del terreno debe poseer unas características hidro-geológicas especiales, al parecer muy valoradas por los constructores europeos.
 Los indicios encontrados en México para la tumba de Pacal II, parecen señalar que también lo eran para la cultura maya.

Una vez realizadas las mediciones exactas, de la situación de la hidrología del subsuelo en las estructuras mexicanas, podrá comprobarse si también cumplen con las mismas pautas que las europeas.
Es entonces cuando se estará en condiciones, de poder verificar si son aplicables las mismas hipótesis planteadas para Europa, que en el caso de México, explicarían entre otras cosas, la finalidad del “psicoducto” con su trazado zigzagueante, aportando nuevos datos sobre su verdadera función técnica.

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