ESCUELA RUDIMENARIA EN SANTO DOMINGO.
Fuente: Obra Juegos
Florales de La Vega Real, 1924, Litografía La Información, Santiago, año
1926, auspiciada por La Sociedad La Progresista, el Casino
Central y la Sociedad Amor al Estudio. Este trabajo presentado por J. Furcy
Pichardo. El cual obtuvo un premio de
$100.00 en oro.
Fragmento;
Lema; Edifiquemos en la escuela la
Patria Libre y Próspera capacitando en ella para el trabajo de utilidad social
y educando para la vida cívica y política.
Objetivos
de la Escuela Dominicana.
El objetivo de la Escuela Dominicana, debe ser; 1ro. Habilitar
para el trabajo de utilidad social. 2do. Preparación para la vida cívica política
Cada pueblo especialmente cada región
tiene un modo de ser propio y
característico, determinado por los recursos, necesidades, costumbres,
carácter, forma de vida, religión, influencia atávica y origen histórico,
que singulariza su existencia, e
indica medios más convenientes y
adecuados más su desenvolvimiento y
progresos.
De suerte que, es necesario tener
muy en cuenta esas manifestaciones peculiares de cada
región, en la obra de la educación
popular, a fin de no olvidar el interés social que se ´persigue en la
escuela moderna.
Por otra parte, existe un principio
idealista que tiene por base la unificación de la enseñanza nacional de manera que cumpla
su finalidad cívica política, preparando al ciudadano de mañana para que se realice conscientemente la
función social que le corresponde.
Concepto
sobre la escuela moderna.
“mejor
que lo que oímos, aprendemos lo
que vemos, y mejor que lo que vemos, lo
que hacemos.”.
La misión del magisterio nacional es de las más nobles y honrosas, y la tarea
es ardua y compleja, pues no existe la cooperación de los padres de familia ni
hay el ambiente popular necesario.
El hogar cuando no es indiferente se muestra hostil a causa de
la educación, y es precisamente allí
donde se inician las costumbres del niño
y encuentra este constante ejemplo que imitar. De suerte que la escuela tiene que afrontar sola, a veces con el
obstáculo de la insensatez, la noble lucha de preparar los ciudadanos de mañana
formando sus conciencias para el bien y capacitándolos para el trabajo de utilidad social.
El maestro no es únicamente el que está
encargado oficialmente de enseñar en una escuela pública, la
responsabilidad de la educación
deficiente y de los malos hábitos adquiridos
no en la escuela, en donde solo permanece algunas horas el niños, sino
de todos los que tenemos nuestra parte de
intervención directa e indirecta; todos somos solidarios de la obra de
educación, y tenemos el deber desde el
puesto que ocupamos humilde o elevado, de
dirigir a nuestras generaciones, por el camino de orden y del trabajo,
de la justicia y la Paz, del respeto y la
obediencia, el amor y de la verdad, del patriotismo y la libertad.
La escuela no es simplemente ese recinto
con unos cuantos pupitres, pizarrones y mesas donde un maestro oficialmente enseña al que no sabe
y donde asisten con regularidad los alumnos
de 7 a 14 años (Nota, hoy en
día no es la edad de inicio escolar, hay que saber que este
trabajo fue escrito en 1924 y publicado
dos años después en 1926, por lo que hay que situar la situación de las escuelas públicas de ese
entonces con la que tenemos hoy, los concepto son los mismos, y la situación
del maestro es la mismo hoy es mucho más crítica. U.Solís), en virtud de una Ley de Instrucción Pública Obligatoria.
Sino que también el hogar, las sociedades, los espectáculos públicos, el
teatro, el cine, la calle,
el sacerdote, el funcionario, los
cafés, el paseo, el taller,
los amigos o compañeros, la prensa,
y todo lo que nos rodea constituye el ambiente nacional, suministra al
niño una lección constante que influye en su educación e indirectamente forma su espíritu y su carácter.
A esta escuela corresponde una mínima
parte del esfuerzo salvador que ha de realizarse en todas
partes para que el ambiente no
tuerza los buenos propósitos, ni se posterguen las saludables y provechosas acciones,
ni se prostituyen en vicio o en la maldad, los jóvenes que crecen sin
normas la vida y de conducta.
Sin embargo, a la escuela se le pide todo,
hasta que entre en el hogar y lo forme, pero ella no puede ser, a veces, sino un reflejo del medio en que
actúa con una tendencia útil; la de
formar el ejército de las buenas
acciones, es decir la de encausar la
actividad latente en cada individuo y estimularía para que no se
detenga y pueda moverse por sí sola en
la lucha por la existencia.
La escuela debe estar encargada de templar el alma
para la vida.
Formación del Maestro Dominicano.
Necesitamos maestros aptos capacitados
pedagógicas, morales, física e intelectualmente, porque sabemos que nada puede dar lo que no tiene.
El personal encargado de la docencia y de la cultura de un pueblo debe estar perfectamente
preparado para la función social que se
le confía, la cual debe considerase como de las más altas y nobles con que
cuenta la civilización
El maestro no debe ser cualquier advenedizo o improvisado gana
sueldo que apenas si sabe leer y
escribir, carente de cultura, para el desempeño de misión tan delicada y
trascendental como es la de formar al ciudadano del porvenir
útil a la sociedad y a la Patria.
No son sabios ni pedagogos teóricos los
que quieren pues sabemos, que pedagogos
no es quien posee grandes conocimientos, sino quien sabe transmitirlo a los
demás. Así como la sabiduría no está en quien
más sabe sino en quien más
entiende, pero tampoco se quieren maestros que debían estar ocupando el lugar de los alumnos de una
escuela primaria.
Desgraciadamente estos maestros cuyas
consagración y capacidad sea
garantía, eficiencia, casi no aparecen
en Santo Domingo, porque nunca se han preocupado crear el estímulo de fuerza que
despierte el de dentro, y no constituye una profesión bien retribuida, ni se quieran segura para los que
cumplen cabalmente, con honradez y
consagración, su cometido, solo los que no encuentran en otras actividades de la vida los medios de subsistencia,
son los que ocupan las plazas de maestro formando una legión de empleados públicos sin vocación ni
entusiasmo por la causa que sirven muy
raras veces se encuentras en un
maestro apto que rinda una
labor satisfactoria
Para formar el maestro dominicano y
seguir la evolución escolar moderna, convendría
enviar misiones pedagógicas a
otros países en donde la pedagogía científica está a gran altura experimental y
la organización de la enseñanza pública
sea efectiva y adaptable a nuestro medio.
Estas misiones deberían estar
constituidas por maestros graduados
sobresalientes alumnos normalistas de
los más distinguidos y aprovechados bajo idónea vigilancia, y se
enviaran a esos países, para completar sus conocimientos y perfeccionar sus estudios
prácticos y teóricos a la vez que a imponerse a los verdaderos adelantos
pedagógicos de esos centros de cultura más más avanzados, cuya
organización escolar pueda adaptarse a
nuestra necesidades y recursos principalmente en lo que se refiere a la parte
administrativa y pedagógica ( inspección e higiene, útiles y enseres,
museos, laboratorios, bibliotecas,
jardines, programas) , muy particularmente para estudiar la orientación nacional de la enseñanza en su
aspecto de utilidad agrícola industrial dirigida en el sentido de aprovechar los naturales recursos de cada
región y desenvolver convenientemente
sus tendencias y actividades propias y así mismo en su aspecto cívico político.
Estos nuevos maestros quienes han
recogido y asimilado objetivamente las impresiones del progreso y la
civilización y perfeccionando sus conocimientos teóricos-prácticos, vendrán con
mayor acerbo de experiencia escolar, de amor a la causa de la enseñanza y
de sabiduría a derramar la luz con
que se han enriquecido sus espíritus y
sus inteligencias para que otros los recojan y a la vez la difundan por todo el territorio de la República como
nuncio efectivo de paz, trabajo y bienestar.
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