viernes, 14 de diciembre de 2012

ESCUELA RUDIMENARIA EN SANTO DOMINGO.


ESCUELA RUDIMENARIA EN SANTO DOMINGO.
Fuente: Obra Juegos Florales de La Vega Real, 1924, Litografía La Información, Santiago, año 1926,  auspiciada  por La Sociedad La Progresista, el Casino Central y la Sociedad Amor al Estudio. Este trabajo presentado por J. Furcy Pichardo. El cual obtuvo  un premio de $100.00 en oro.
Fragmento;
Lema; Edifiquemos en la escuela la Patria Libre y Próspera capacitando en ella para el trabajo de utilidad social y educando para la vida cívica y política.

Objetivos de la Escuela Dominicana.
El objetivo de la  Escuela Dominicana, debe ser; 1ro. Habilitar para el trabajo de utilidad social. 2do. Preparación para  la vida cívica  política

Cada pueblo especialmente cada región tiene un modo de ser propio  y característico, determinado por los recursos, necesidades, costumbres, carácter, forma de vida, religión, influencia atávica y origen histórico, que  singulariza su existencia, e indica  medios más convenientes y adecuados más  su desenvolvimiento y progresos.

De suerte que, es necesario tener muy  en cuenta  esas manifestaciones peculiares de cada región, en la obra de la educación  popular,  a fin de no olvidar  el interés social que se ´persigue en la escuela moderna.
Por otra parte, existe un principio idealista que tiene  por  base la unificación  de la enseñanza nacional de manera que cumpla su finalidad cívica política, preparando al ciudadano de mañana para  que se realice conscientemente la función  social que le corresponde.

Concepto sobre la escuela  moderna.
“mejor  que lo que  oímos, aprendemos lo que vemos, y  mejor que lo que vemos, lo que hacemos.”.
La misión  del magisterio nacional  es de las más nobles y honrosas, y la tarea es ardua y compleja, pues no existe la cooperación de los padres de familia ni hay el ambiente popular necesario.

El hogar cuando no es  indiferente se muestra hostil a causa de la  educación, y es precisamente allí donde se  inician las costumbres del niño y  encuentra  este constante ejemplo que  imitar. De suerte que la escuela  tiene que afrontar sola, a veces con el obstáculo de la insensatez, la noble lucha de preparar los ciudadanos de mañana formando sus conciencias para el bien y capacitándolos para  el trabajo de utilidad social.

El maestro no es únicamente el que está encargado oficialmente de enseñar en una escuela pública, la responsabilidad  de la educación deficiente y de los malos hábitos adquiridos  no en la escuela, en donde solo permanece algunas horas el niños, sino de todos los que tenemos nuestra parte de  intervención directa e indirecta; todos somos solidarios de la obra de educación, y tenemos el deber desde  el puesto que ocupamos humilde o elevado, de  dirigir a nuestras generaciones, por el camino de orden y del trabajo, de la justicia y la Paz, del respeto  y la obediencia, el amor y de la verdad, del patriotismo y la libertad.

La escuela no es simplemente ese recinto con unos cuantos pupitres, pizarrones y mesas donde  un maestro oficialmente enseña al que no sabe y donde asisten con regularidad los alumnos  de 7 a 14 años (Nota, hoy en día no es  la edad  de inicio escolar, hay que saber que este trabajo fue escrito  en 1924 y publicado dos años después en 1926, por lo que hay que situar la  situación de las escuelas públicas de ese entonces con la que tenemos hoy, los concepto son los mismos, y la situación del maestro es la mismo hoy es mucho más crítica. U.Solís), en  virtud de una Ley  de Instrucción Pública Obligatoria.

Sino que también el hogar, las  sociedades, los espectáculos públicos, el teatro,  el cine,  la calle,  el sacerdote,  el funcionario, los cafés,  el paseo,  el taller,  los amigos  o compañeros,  la prensa,  y todo lo que nos rodea constituye el ambiente nacional, suministra al niño una lección  constante que  influye en su educación  e indirectamente forma su espíritu  y su carácter.

A esta escuela corresponde una mínima parte del esfuerzo salvador que ha de realizarse  en todas  partes para que  el ambiente no tuerza  los buenos propósitos, ni se  posterguen las saludables y provechosas acciones, ni se prostituyen en   vicio o  en la maldad, los jóvenes que crecen sin normas la vida y de  conducta.

 Sin embargo, a la escuela se le pide  todo,  hasta que entre en el hogar y lo forme, pero ella no puede ser,  a veces, sino un reflejo del medio en que actúa con una tendencia útil; la  de formar el ejército  de las buenas acciones, es decir la de  encausar la actividad  latente en cada  individuo y estimularía para que no se detenga y  pueda moverse por sí sola en la lucha por la existencia.
La escuela debe  estar encargada de templar  el alma  para la vida.

Formación  del Maestro Dominicano.
Necesitamos maestros aptos capacitados pedagógicas, morales, física e intelectualmente, porque sabemos que  nada puede dar lo que  no tiene.
El personal encargado de  la docencia y de la  cultura de un pueblo debe estar perfectamente preparado para la función  social que se le confía, la cual debe considerase como de las más altas y nobles con que cuenta la civilización
El maestro no debe ser  cualquier advenedizo o improvisado gana sueldo que apenas si sabe  leer y escribir, carente de cultura, para el desempeño de misión tan delicada y trascendental como es la de formar al  ciudadano  del porvenir  útil a la sociedad y a la Patria.

No son sabios ni pedagogos teóricos los que quieren pues sabemos, que  pedagogos no es quien posee grandes conocimientos, sino quien sabe transmitirlo a los demás. Así como la sabiduría no está en quien  más sabe sino en  quien más entiende, pero  tampoco  se quieren maestros que debían  estar ocupando el lugar de los alumnos de una escuela primaria.

Desgraciadamente estos maestros cuyas consagración  y capacidad sea garantía,  eficiencia, casi no aparecen en Santo Domingo, porque nunca se han preocupado crear el estímulo de  fuerza que  despierte el de dentro, y no constituye una profesión bien  retribuida, ni se quieran segura para los que cumplen cabalmente, con  honradez y consagración, su cometido, solo los que no encuentran en  otras actividades de la vida los medios de subsistencia, son los que ocupan las plazas de maestro formando una legión  de empleados públicos sin vocación ni entusiasmo  por la causa que sirven muy raras veces se encuentras en un  maestro  apto que  rinda una  labor  satisfactoria
Para formar el maestro dominicano y seguir la evolución escolar moderna, convendría  enviar misiones pedagógicas  a otros países en donde la pedagogía científica está a gran altura experimental y la organización  de la enseñanza pública sea efectiva y adaptable a nuestro medio.

Estas misiones deberían estar constituidas por maestros  graduados sobresalientes  alumnos normalistas de los más distinguidos y aprovechados bajo idónea vigilancia, y  se  enviaran a esos países, para completar sus  conocimientos y perfeccionar sus estudios prácticos y teóricos a la vez que a imponerse a los verdaderos adelantos pedagógicos de esos centros de cultura más más avanzados, cuya organización  escolar pueda adaptarse a nuestra necesidades y recursos principalmente en lo que se refiere a la parte administrativa y pedagógica ( inspección e higiene, útiles y enseres, museos,  laboratorios, bibliotecas, jardines, programas) , muy particularmente para estudiar  la orientación nacional de la enseñanza en su aspecto de utilidad agrícola industrial dirigida en el sentido de  aprovechar los naturales recursos de cada región  y desenvolver convenientemente sus tendencias y actividades propias y así mismo en su aspecto cívico político.

Estos nuevos maestros quienes han recogido y asimilado objetivamente las impresiones del progreso y la civilización y perfeccionando sus conocimientos teóricos-prácticos, vendrán con mayor acerbo de experiencia escolar, de amor a la causa de la enseñanza y de  sabiduría a derramar la luz con que  se han enriquecido sus espíritus y sus inteligencias para que otros los recojan y a la vez la difundan por  todo el territorio de la República como nuncio efectivo de paz, trabajo y bienestar.

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