Mientras en los territorios palestinos se celebra el nuevo estatus de "Estado observador no miembro" en Naciones Unidas, en el vecino Israel el primer ministro Benjamín Netanyahu está siendo responsabilizado por lo que consideran una grave derrota diplomática.
El jueves, la Asamblea General de la ONU aprobó por 138 votos a favor, nueve en contra y 41 abstenciones la nueva condición para los palestinos, que lo equipara con la condición del Estado Vaticano.
Los que se opusieron a la propuesta fueron Estados Unidos, Israel, Canadá, República Checa (el único europeo), Palau, Nauru, Islas Marshall, Micronesia y Panamá (el único latinoamericano).
La mayoría de América Latina votó a favor, incluido México para sorpresa de muchos, porque se trata de un país que no reconoce a los palestinos como Estado. Se abstuvieron tres naciones de la región: Paraguay, Guatemala y Colombia.
El respaldo a la solicitud palestina superó incluso los cálculos más optimistas de la Autoridad Nacional Palestina y su presidente Mahmud Abbas, por lo que el nuevo estatus viene acompañado de una importante victoria diplomática.
Pero para lo que Abbas es un triunfo, para Netanyahu es un revés que algunos dentro de Israel salieron rápidamente a cobrarle.
"Bofetada" internacional
Temores israelíes
- Algunos países occidentales que votaron a favor de los palestinos han destacado que no se trata de un reconocimiento legal de un Estado palestino, algo que sólo se realiza bilateralmente.
- Aunque los propios palestinos rebajaron sus expectativas con respecto a lo que aspiraban hasta 2011 de un reconocimiento pleno, la nueva condición les permitiría acceder a organismos del sistema de la ONU, como la Corte Penal Internacional (CPI).
- Si ingresaran a la CPI, los palestinos podrían denunciar cosas como la política de contrucciones de asentamientos en los territorios palestinos, pese a los acuerdos suscritos en el pasado por Israel para detenerlos.
- También podrían presentar la política de asesinatos selectivos de líderes radicales palestinos o el bloqueo de sus territorios, cosas que consideran violatorias de las leyes internacionales.
La presidenta del opositor Partido Laborista, Shelly Yajimovich, considera que el resultado en la ONU es consecuencia de la política exterior de Netanyahu y la profundización del estancamiento en el proceso de paz con los palestinos.
En declaraciones a la prensa local, Yajimovich, dijo que Netanyahu y su canciller Avigdor Lieberman, han "avergonzado al país internacionalmente" y le han regalado a los palestinos una victoria histórica.
Zahava Gal On, presidenta del partido Meretz, de vocación pacifista, afirmó que la comunidad internacional "ha dado a Netanyahu un bofetón en la cara", aunque aseguró que la movida podría ayudar a que Israel se involucre de nuevo en el proceso de paz.
Sin embargo, a juzgar por las declaraciones de los principales voceros israelíes, es poco probable que el nuevo estatus palestino vaya a tener ese efecto.
El canciller Lieberman consideró que el discurso de Abbas en la ONU, pidiendo un "certificado de nacimiento para Palestina", demuestra que no está interesado en la paz.
En la edición del viernes del diario israelí Haretz, el especialista en asuntos diplomáticos Avi Issacharoff aseguró en un artículo de opinión que "Abbas nunca lo admitirá, pero le debe un enorme agradecimiento al gobierno israelí y en particular al canciller Avigdor Lieberman".
"Hace unos pocos días atrás parecía que Abbas podía evaporarse de la conciencia palestina e internacional en vista de los logros de Hamas durante la operación Pilar de Defensa", escribió Issacharoff, haciendo referencia a la reciente ofensiva militar israelí contra Gaza para neutralizar los ataques con cohetes de grupos radicales palestinos que venía sufriendo.
El analista destaca que ahora Abbas recuperó su posición de liderazgo, al menos en los círculos políticos del mundo árabe y logró un raro consenso entre los palestinos, divididos entre seguidores de Hamas, que gobierna de facto en Gaza, y los del Fatah de Abbas que controla Cisjordania.
ONU "hostil"
Regalo de aniversario
Hace 65 años, justo el 29 de noviembre de 1947, la misma Asamblea, con menos miembros que los que tiene en la actualidad, votó por la partición del protectorado británico en Palestina.
La intención era resolver lo que entonces se conocía como "la cuestión palestina" con la creación de un Estado judío primero, otro palestino después y la ciudad de Jerusalén como una autonomía bajo administración internacional.
Pero los acuerdos no se cumplieron y el mundo árabe e Israel se enfrascaron en guerras, que tras varios acuerdos llevaron a la precaria paz que hoy existe y que frecuentemente se ve interrumpida.
En sus palabras ante la Asamblea, antes de que se produjera la votación, Abbas tuvo duros calificativos para Israel, a quien definió como una "ocupación colonial racista" equiparable con un apartheid, el sistema de discriminación racial que rigió en Sudáfrica hasta los años noventa.
"El mundo ha podido ver un discurso difamatorio y venenoso, lleno de propaganda mentirosa contra el Ejército israelí y los ciudadanos israelíes", expresó Netanyahu en un comunicado difundido tras la intervención de Abbas.
"Alguien que desea la paz no habla de esa manera", dice la nota, en la que se añade que "no se creará un Estado palestino que no garantice la seguridad de los ciudadanos israelíes".
"El camino a la paz entre Jerusalén y Ramala pasa por negociaciones directas sin condiciones previas y no por decisiones unilaterales en la ONU".
Aunque Israel nació de una resolución en 1947 de la entonces novel ONU, sus gobiernos suelen acusar al foro mundial de "hostilidad" hacia el país y de pretender imponer una solución multilateral al problema con los palestinos.
"Temo que la Autoridad Palestina podrá usar a la ONU como un club político contra Israel", dijo el senador republicano estadounidense Lindsay Graham.
Grahamn y otros congresistas presentaron un proyecto de ley al Congreso que retiraría los fondos que EE.UU. aporta a la ONU, si los palestinos no entran en "conversaciones significativas" con los israelíes para solucionar sus asuntos bilateralmente.
Aunque la Casa Blanca dejó claro que no consideraba buena idea el cambio de estatus palestino, en Washington han reactivado los llamados para que las partes empiecen a hablar de paz y "dejen de provocarse en Nueva York o cualquier otra parte", como dijo la embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice.