Caamaño: Héroes y antihéroes (y III)
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Luego, o concomitantemente, con la
formación del primer núcleo de hombres encabezado por Amaury Germán
Aristy, desde el cinco de agosto de mil novecientos sesentiocho, Caamaño
se dispuso a atraer a los hombres que estaban en Cuba a su llegada, que
respondían a la orientación del Movimiento Popular Dominicano (MPD).
Desde el día seis tuvo la información de que estaban dispuestos a integrarse a su proyecto, Andrés Ramos Peguero, el Chino Ramos Peguero, Guiguí, Cesar Rojas, Melvin Mañón, Tácito Perdomo y Manuel Matos Moquete. Para concretar el reclutamiento el dieciséis de agosto de mil novecientos sesentiocho efectuó una reunión con los responsables cubanos, Jesús y Quique, para planificar el entrenamiento de esos hombres, que comenzó el veintiuno de ese mes en un lugar llamado Punto Cero.
Ese entrenamiento consistía en un curso de armamentos y explosivos, así como tácticas de aplicación de esos instrumentos. Pero también trataba acerca de lo relacionado con la formación de esos compañeros, que incluía una efectiva decisión en la toma de conciencia, con criterios claros y firmes en la ideología, y en especial sobre la guerra revolucionaria. También se propuso orientarlos en otros aspectos de la formación militar y la disciplina revolucionara.
Sin embargo, a Caamaño no le fue tan bien con el grupo allegado al MPD que se encontraba en Cuba en 1967. Él hizo un enorme esfuerzo para atraerlos, entrenarlo y reeducarlos en torno a los propósitos del proyecto que encabezaba, aunque cometió cierto descuido en el tratamiento de algunos de esos hombres, que se consideraban con méritos revolucionarios, tales como a Andresito Ramos Peguero, Chino Ramos Peguero, Guiguí y César Rojas.
El fracaso más grande que tuvo Caamaño en Cuba en el reclutamiento de sus hombres se llamó Andresito Ramos Peguero. Andresito era un héroe. Luchó en 1959 en la resistencia cubana contra Batista bajo el mando del comandante Ameijeiras, y alcanzó el grado de capitán del ejército rebelde. Era una situación que se le reconocía en Cuba, y que nadie le regateaba, así como su gran valor al abandonar su posición en Cuba al inicio del triunfo de la revolución cubana, e irse a Santo Domingo a organizar el MPD, y luego seguir luchando en la clandestinidad en el país, ser perseguido y caer preso hasta ser temido como un veneno por el gobierno de Balaguer.
Andresito no fue al entrenamiento, aunque los demás sí. Dijo que no lo necesitaba, se creía comandante, y cuando se le propuso entrar en la tropa, él quería rango, y ponía condiciones, diciendo que él no era un combatiente cualquiera, y que necesitaba hablar con Caamaño directamente, no por intermedio de los cubanos. Solicitaba hacer una especie de pacto para entonces incorporarse. Era un competidor de Caamaño, así que lo desechó por problemático.
Caamaño necesitaba a su lado gente obediente, y que le reconociera como el único jefe en la nueva organización que se proponía fundar, y no que le impusiera condiciones. Andresito murió asesinado por la policía algún tiempo después en Santo Domingo, tratando de establecer una organización revolucionaria de lucha urbana.
Hubo desavenencias con el resto de los emepedeistas. Pues, luego de comprometerse, aunque Caamaño todavía no había tenido contacto directo con ellos, se echaron para atrás.
Estaban en misiones acordadas con los cubanos, cuando el quince de agosto del sesentiocho, en conversación con Jesús, el enlace cubano, las cosas quedaron bien claras. Jesús le informó detalladamente a Caamaño sobre el resultado de la reunión con el grupo B, que así se llamaba, para diferenciar esos compañeros del grupo de Amaury, o grupo A.
Esos compañeros -a excepción de Andresito Ramos Peguero, del Chino Ramos Peguero y de Guiguí- aceptaron efectuar curso de unos tres meses de duración y en las condiciones de compartimentación que se les planteó.
La situación se complicó con esos hombres, cuando Ulises, La Chuta, Pedrito y Pablito les contaban acerca de las desavenencias que había en algunos integrantes del Grupo A en relación con decisiones del mando, en particular en relación con la política de alianza con el PRD y otras organizaciones como el PCD.
Los del grupo B se pusieron a hacerle caso a los excatorcistas y se arrepintieron del compromiso, diciendo que así no podían ir a contactarme, cuando la fecha del encuentro estaba ya fijada.
El ocho de enero de 1969 le informó de la conversación con César Rojas y Manuel Matos Moquete, cuyo resultado arrojaba lo que planteaban, que querían irse para Sto.Dgo. a luchar, rompiendo con esa actitud el compromiso anterior con los compañeros cubanos de prepararse para integrarse a la lucha guerrillera en el Ejército Revolucionario que se estaba formando.
Cuando Jesús le dijo eso, Caamaño entró en cólera. Tildó esa actitud de vacilante y falsa. Llamó cobardes a los integrantes de ese grupo, quienes ante la seriedad del asunto se consideraban "embarcados", caso típico del charlatán pseudorrevolucionario. El resultado fue que en lugar de la entrevista con Caamaño, Tácito Perdomo, César Rojas y Manuel Matos Moquete fueron apresados y conducidos a la cárcel El Castillo del Príncipe en La Habana.
Desde entonces Caamaño se impuso la convicción de que cada vez con mayor razón, en esa etapa de preparación, se irían diferenciando los hombres. Así se evitaban actuaciones como ésa en el futuro, y ya en plena lucha, donde su efecto resultaría a la par que negativo embarazoso.
Decía que a quien se rajara en la lucha de este primer núcleo ejemplo de la fuerza guerrillera, lo fusilaría sin contemplaciones. El análisis de las experiencias le demostraba que un cobarde era un traidor en potencia. La experiencia le decía, tal como planteó el Che en Bolivia, que la guerra revolucionaria permite graduarse de hombres y de revolucionarios, y eso no lo resisten los débiles y los vacilantes.
Meses después, habiendo cumplido una sanción excesiva e injusta que le impusieron los cubanos y Caamaño, Manuel Matos Moquete fue "rehabilitado", y reintegrado al grupo guerrillero, hacia septiembre de sesentinueve. La reconciliación se produjo entre Caamaño y Manuel Matos Moquete con intercambio de expresiones de perdones y desagravios. Fue un combatiente que en adelante gozó del mayor respeto y de la confianza del héroe de la revolución de abril.
Desde entonces fue uno de los principales hombres de Caamaño en Cuba. Completó el número doce en el campamento. Cuando llegó había dos escuadras, y en mayo de 1970, cuando se incorporaron otros combatientes enviados por los Comandos de la Resistencia, Caamaño le confió la dirección de la tercera escuadra.
matosmoquete@hotmail.com
Desde el día seis tuvo la información de que estaban dispuestos a integrarse a su proyecto, Andrés Ramos Peguero, el Chino Ramos Peguero, Guiguí, Cesar Rojas, Melvin Mañón, Tácito Perdomo y Manuel Matos Moquete. Para concretar el reclutamiento el dieciséis de agosto de mil novecientos sesentiocho efectuó una reunión con los responsables cubanos, Jesús y Quique, para planificar el entrenamiento de esos hombres, que comenzó el veintiuno de ese mes en un lugar llamado Punto Cero.
Ese entrenamiento consistía en un curso de armamentos y explosivos, así como tácticas de aplicación de esos instrumentos. Pero también trataba acerca de lo relacionado con la formación de esos compañeros, que incluía una efectiva decisión en la toma de conciencia, con criterios claros y firmes en la ideología, y en especial sobre la guerra revolucionaria. También se propuso orientarlos en otros aspectos de la formación militar y la disciplina revolucionara.
Sin embargo, a Caamaño no le fue tan bien con el grupo allegado al MPD que se encontraba en Cuba en 1967. Él hizo un enorme esfuerzo para atraerlos, entrenarlo y reeducarlos en torno a los propósitos del proyecto que encabezaba, aunque cometió cierto descuido en el tratamiento de algunos de esos hombres, que se consideraban con méritos revolucionarios, tales como a Andresito Ramos Peguero, Chino Ramos Peguero, Guiguí y César Rojas.
El fracaso más grande que tuvo Caamaño en Cuba en el reclutamiento de sus hombres se llamó Andresito Ramos Peguero. Andresito era un héroe. Luchó en 1959 en la resistencia cubana contra Batista bajo el mando del comandante Ameijeiras, y alcanzó el grado de capitán del ejército rebelde. Era una situación que se le reconocía en Cuba, y que nadie le regateaba, así como su gran valor al abandonar su posición en Cuba al inicio del triunfo de la revolución cubana, e irse a Santo Domingo a organizar el MPD, y luego seguir luchando en la clandestinidad en el país, ser perseguido y caer preso hasta ser temido como un veneno por el gobierno de Balaguer.
Andresito no fue al entrenamiento, aunque los demás sí. Dijo que no lo necesitaba, se creía comandante, y cuando se le propuso entrar en la tropa, él quería rango, y ponía condiciones, diciendo que él no era un combatiente cualquiera, y que necesitaba hablar con Caamaño directamente, no por intermedio de los cubanos. Solicitaba hacer una especie de pacto para entonces incorporarse. Era un competidor de Caamaño, así que lo desechó por problemático.
Caamaño necesitaba a su lado gente obediente, y que le reconociera como el único jefe en la nueva organización que se proponía fundar, y no que le impusiera condiciones. Andresito murió asesinado por la policía algún tiempo después en Santo Domingo, tratando de establecer una organización revolucionaria de lucha urbana.
Hubo desavenencias con el resto de los emepedeistas. Pues, luego de comprometerse, aunque Caamaño todavía no había tenido contacto directo con ellos, se echaron para atrás.
Estaban en misiones acordadas con los cubanos, cuando el quince de agosto del sesentiocho, en conversación con Jesús, el enlace cubano, las cosas quedaron bien claras. Jesús le informó detalladamente a Caamaño sobre el resultado de la reunión con el grupo B, que así se llamaba, para diferenciar esos compañeros del grupo de Amaury, o grupo A.
Esos compañeros -a excepción de Andresito Ramos Peguero, del Chino Ramos Peguero y de Guiguí- aceptaron efectuar curso de unos tres meses de duración y en las condiciones de compartimentación que se les planteó.
La situación se complicó con esos hombres, cuando Ulises, La Chuta, Pedrito y Pablito les contaban acerca de las desavenencias que había en algunos integrantes del Grupo A en relación con decisiones del mando, en particular en relación con la política de alianza con el PRD y otras organizaciones como el PCD.
Los del grupo B se pusieron a hacerle caso a los excatorcistas y se arrepintieron del compromiso, diciendo que así no podían ir a contactarme, cuando la fecha del encuentro estaba ya fijada.
El ocho de enero de 1969 le informó de la conversación con César Rojas y Manuel Matos Moquete, cuyo resultado arrojaba lo que planteaban, que querían irse para Sto.Dgo. a luchar, rompiendo con esa actitud el compromiso anterior con los compañeros cubanos de prepararse para integrarse a la lucha guerrillera en el Ejército Revolucionario que se estaba formando.
Cuando Jesús le dijo eso, Caamaño entró en cólera. Tildó esa actitud de vacilante y falsa. Llamó cobardes a los integrantes de ese grupo, quienes ante la seriedad del asunto se consideraban "embarcados", caso típico del charlatán pseudorrevolucionario. El resultado fue que en lugar de la entrevista con Caamaño, Tácito Perdomo, César Rojas y Manuel Matos Moquete fueron apresados y conducidos a la cárcel El Castillo del Príncipe en La Habana.
Desde entonces Caamaño se impuso la convicción de que cada vez con mayor razón, en esa etapa de preparación, se irían diferenciando los hombres. Así se evitaban actuaciones como ésa en el futuro, y ya en plena lucha, donde su efecto resultaría a la par que negativo embarazoso.
Decía que a quien se rajara en la lucha de este primer núcleo ejemplo de la fuerza guerrillera, lo fusilaría sin contemplaciones. El análisis de las experiencias le demostraba que un cobarde era un traidor en potencia. La experiencia le decía, tal como planteó el Che en Bolivia, que la guerra revolucionaria permite graduarse de hombres y de revolucionarios, y eso no lo resisten los débiles y los vacilantes.
Meses después, habiendo cumplido una sanción excesiva e injusta que le impusieron los cubanos y Caamaño, Manuel Matos Moquete fue "rehabilitado", y reintegrado al grupo guerrillero, hacia septiembre de sesentinueve. La reconciliación se produjo entre Caamaño y Manuel Matos Moquete con intercambio de expresiones de perdones y desagravios. Fue un combatiente que en adelante gozó del mayor respeto y de la confianza del héroe de la revolución de abril.
Desde entonces fue uno de los principales hombres de Caamaño en Cuba. Completó el número doce en el campamento. Cuando llegó había dos escuadras, y en mayo de 1970, cuando se incorporaron otros combatientes enviados por los Comandos de la Resistencia, Caamaño le confió la dirección de la tercera escuadra.
matosmoquete@hotmail.com
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