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Desde antes del 1660 había sido una
preocupación constante de los Sargentos de las Armas y de los Alcaldes
Mayores de Santiago de dotar a la Ciudad de una fortaleza, en el sentido
estricto de la palabra,
pues siendo como lo era, raya fronteriza con
el enemigo francés, y limitando sus márgenes occidentales con el vasto
Despoblado, que había creado el decadente poderío colonial hispano,
infestado ya por
turbas desenfrenadas de aventureros de la
Tortuga, que se habían radicado
firmemente en la parte Noroeste de La
Española, era muy fundado el temor y la consternación de los moradores
santiagueses,
de que inesperadamente se produjera otra no
grata visita como la última de DeLisle, cuyo recuerdo no olvidarían
jamás, por los despojos, violaciones, tropelías y humillaciones que
tuvieron que soportar de los
intrusos. Pero fuera que la perenne
estrechez de recursos de la colonia, más bien que el verdadero descuido e
indiferencia de las autoridades cuyo celo, devoción y valentía han
hecho eco en la Historia no
lo permitiese, lo cierto es que la llave
estratégica de la Banda Norte, centro militar, geográfico y comercial de
la región, que cerraba el camino a la Ciudad Capital de la Colonia,
presa codiciada del invasor desde
un comienzo, habría de conformarse con dos o
tres malos reductos escasamente fortificados, situados en cerros
aledaños a la ciudad.
Cuando en el 1674, y durante el gobierno de
Don Ignacio Zayas Bazán, se nombró Alcalde Mayor de Santiago, a Don
Andrés Núñez de la Torra, un súbdito fiel, celoso, activo y responsable,
quien escribe a
la Corte acerca de la importancia
estratégica y militar de esta plaza, y de que se la dotará de una
guarnición fija, y por último, acomete el mismo y su señora la
construcción de un reducto fortificado,
empresa que llevan a feliz término. La
tradición asegura que tal obra militar estuvo situada en el lugar que
ahora conocemos como el Cerro de Los Chirís, que en esa época era un
sitio elevado, abrupto y
boscoso, y en su porción Suroeste, para
limitar con las actuales calles Pte. Trujillo (Sol) y 17 de Julio (San
Luis).
Según los historiadores Charlevoix y Moreau
de St. Méry, Santiago era una ciudad abierta, que sólo contaba para su
defensa con uno o dos fortines, situados en las afueras de la población.
De acuerdo con
el historiador Don Antonio Delmonte y
Tejada, nativo de esta ciudad, en su magnífica obra Historia de Santo
Domingo, al hacer la descripción de la Ciudad de Santiago, dice que el
paseo público o alameda
quedaba en el cerro que existía al Sureste
de la ciudad. Este lugar me parece ser el mismo en donde ahora se
asienta la fortaleza San Luis. A mediados del 1802 o a principios del
1805, y siendo Don
Agustín Franco de Medina (y Guerrero), Jefe
de la Municipalidad santiaguesa de acuerdo con instrucciones del
Gobernador Ferrand, se ocupó de acopiar municiones, de reunir armas, de
depositar
víveres, de habilitar cuarteles, de formar
botiquines, y sobre todo, de echar las bases de la actual fortaleza San
Luis en el cerro quehasta ese entonces ocupaba La Alameda o Paseo
público de la ciudad,
preparando a Santiago de manera que pudiera
considerarse como una verdadera plaza fuerte, a fines de que impidiera
el tránsito de los invasores del Oeste en su marcha hacia la ciudad de
Santo Domingo. Para
este efecto, se talaron los árboles, se hizo
obra de relleno, se levantaron algunos rústicos cuarteles, se abrieron
zanjas y con la tierra se hicieron terraplenes. Don Ulises Franco Bidó
me aseguraba que su
abuelo Don Agustín había dirigido
personalmente estos trabajos, especialmente en el relleno del saliente,
que en forma de quilla de barco, forma parte del amurallado, al Oeste
del antiguo cuartel de Las
Banderas, a mano izquierda de la portada. En
cuanto al nombre de San Luis dado al recinto militar santiagués, no
habrá que dudar que fuera inspirado por el mismo Señor Franco y Guerrero
para honrar al
rey francés San Luis, que es él único entre
los tres San Luis del santoral católico, que era a la vez santo, rey y
guerrero, y tal vez, de paso, para bien dequistarse con Ferrand, que lo
llevaba también en su
nombre, Marie Louis, y de quien era íntimo.
Tal nombre de San Luis, más tarde, cuando la Reconquista, debió haberse
dejado de usar, ya que el despego y la repugnancia del hispano
dominicano por todo lo
que tuviese sabor a francés, era muy
marcado, y muy probable es que volviera a entrar en uso para los
1844-1850 cuando las negociaciones del Protectorado, primero, y el
reconocimiento de la Independencia
Dominicana, después, que se le solicitaban a
la nación francesa.
Para
el 1822, de acuerdo con el informe a su gobierno, de Mr. Mackensey,
Cónsul inglés en
Port-au-Prince, la ciudad de Santiago, sólo
contaba con dos o tres lugares fortificados; pero no se menciona en
dicho informe específicamente a la fortaleza San Luis. Muy posible es,
que tal lugar estuviese
en completo cuando no, o que pasará
desapercibido por este mismo abandono. Esto parece indicar más bien, que
tal lugar no fuese habilitado de modo permanente por las fuerzas
haitianas ocupantes, y sólo lo
fuese de tiempo en tiempo, ya que según la
tradición, los vecinos y hasta algunos comandantes de armas utilizaban
sus terrenos para siembras y crianzas de animales, cosa que fue muy
corriente hasta el 1890, en
que tal uso estaba ya en franca pugna con
las órdenes enmanadas del Gobernador Gral. José Dolores Pichardo y
Bethancourt (loló), que aspiraban a la cabal reorganización del recinto
militar. Los desamparos
tan frecuentes de la fortaleza en ese
entonces, ya que los militares comían en casas particulares, la poca
protección defensiva que prestaba la cerca de circunvalación,
consistente de barriles rellenos de tierra,
arena, y mezclote, hileras de espeques,
zanjas y terraplenes, y otros, la exponían a frecuentes golpes de mano,
que casi siempre obtenían éxito. Sirvan de ejemplos los siguientes: el
del 5 de Agosto del 1874
contra el Gobierno de González, el del 12 de
Enero de 1878 contra el último Gobierno de Báez, el del 16 de
Septiembre de 1886 contra el Gobierno de Woss y Gil, y el del 17 de
Febrero de 1889 contra el
Gobierno de Heureaux.
Los
haitianos durante su ocupación del 1821 al 1844, nada construyeron en
Santiago que mereciera la
pena de consignarse, y menos aún, después
del terremoto del 42, que todo lo destruyó, y en la fortaleza San Luis,
absolutamente nada, de acuerdo con el recuento de las pérdidas de
edificaciones sufridas por la
ciudad debido a ese sismo. A buen seguro que
las instalaciones del recinto militar se reducirían a lo mejor, a una
serie de ranchetas o barrancones, malamente entingladas de rústicas
costaneras y techadas de
yaguas o canas, y es de presumirse que los
españoles, cuando la anexión, no contaron con el tiempo material ni
moral indispensable para levantar edificación alguna estable, ocupados
como lo estaban, con
las operaciones militares contra los
restauradores dominicanos.
El
testimonio verbal del Señor Antonio Ottenwalder (Toño) confirma esto
último, ya que siendo
muchacho de 13 o 14 años, iba diariamente a
la fortaleza a llevarle el desayuno y el almuerzo a su padre, que
trabajaba de armero de los españoles, y decía que recordaba
perfectamente la hilera de ranchos
cobijados de yaguas que les servían de
cuarteles, hospital, depósitos; que estos se quemaron con el incendio
del 6 de septiembre 1863 que se originó del lado de afuera, al Sureste,
en la casa comercial del
Señor Archilles Michel. Dichos cuarteles
eran destartalados, sin pintar, antihigiénicos, pestilentes, y en su
mayoría estaban situados en la cortina Este, que hace frente al barrio
de Los Pepines.
Durante el Gobierno de Santana, en el el
Congreso Nacional autorizó la venta de algunos bienes nacionales en el
Cibao, para destinar su producido a la construcción de algunas obras en
Santiago. Es de
presumirse que en ese período se
construyesen en la fortaleza San Luis, la Comandancia de Armas, el
Arsenal, y uno que otro cuartel o cárcel, ya que se hubo de desistir de
la construcción de la Casa de
Gobierno, en el mismo sitio de la Cárcel
Vieja, lo cual lo fue para el 1858, por el Señor Juan Evangelista Gil,
Gobernador, de acuerdo con órdenes de Pte. Santana.
De acuerdo con el testimonio del Señor
Francisco Villanueva, quien prestaba servicios en la fortaleza en el
1880 para ese año ya estaban construidos los edificios que ocupaban la
Comandancia de Armas y las
cárceles La Rosa y El Clavel, las cuales es
posible que dataran de la época de Santana o de las primeras de Báez, y
el resto de los cuarteles, que eran de rústicas maderas, techadas de
yaguas o canas, fueron
destruidos paulatinamente, para ser
reconstruidos de otros materiales distintos, entre el 1880 y el 1890,
habiendo sido director de dichos trabajos el Gral. José D. Valverde,
quien estuvo al frente de ellos hasta
el 1886 cuando la revolución de Moya,
continuando las obras emprendidas hasta la inauguración de las dos
portadas, la del Norte y la del Este, (siendo esta última tapiada años
más tarde) y la terminación del
amurallado de ladrillos que la circunvalaba.
Tal inauguración tuvo lugar en el 1890, posiblemente durante la
celebración de alguna de las fechas patrias: 27 de Febrero o 16 de
Agosto, cosa que todavía no hemos
podido precisar.- La cancela de hierro que
cierra la portada Norte (la única ahora), fue hecha y colocada en el
1895, ya que anteriormente se usaban unos batientes de madera para
cerrarla, y en cuanto al plano
inclinado que sirve de aproche a dicha
portada, fue terminado con sus paredes de ladrillos laterales para esa
misma fecha, más o menos. En cuanto a la Torre y al reloj público que
adornan la fortaleza,fueron
regalados por el Pte. Heureaux a la Ciudad
de Santiago.
El
reloj había venido meses antes, y se habían propuesto diversos lugares
para su colocación, pero sin
resultados. El constructor de la torre fue
el ingeniero inglés Mr. Bubltwell, el mismo que colocó los techos en la
Iglesia Parroquial Mayor (hoy Catedral de Santiago Apóstol). Estos
trabajos estuvieron terminados
para el 1o. de Mayo de 1886. Durante el
gobierno del Pte. Cáceres en el 1910, se hicieron sustanciales reformas
en el recinto militar con vistas a acomodar los individuos del Batallón
que se destinaba a esta
plaza, a los que siguieron otras no menos
importantes de los infantes de la marina norteamericana que ocupaban
este país en el 1916. Durante esta era de Trujillo se han efectuado
diversas e importantes
reformas en la citada fortaleza, las cuales
no detallaremos por carecer de la nómina de las mismas.
Hasta
fecha muy reciente, y en el segundo decenio de este siglo, podía
contemplarse, por el frente de la
calle San Luis, un cuadro pintado al óleo en
la pared norte del antiguo cuartel de Las Banderas, hacia la izquierda
de la portada, que rememoraba la terminación de las obras emprendidas
por el Gobernador
Loló Pichardo. La composición pictórica del
cuadro era esta: Primera línea: Fortaleza San Luis; Segunda línea:
Reducto Patriótico, y Tercera Línea: 1890.. En medio y encima de la
inscripción de la primera línea,
presidía un flamante escudo nacional, en sus
más vivos colores. Mucho es de sentirse que la mano inculta del
blanqueador, primero, y la incuria, la ignorancia o indiferencia de
nuestras autoridades militares, a
seguidas, no hubieran restaurado este
distintivo que tan apropiadamente cuadraba a la escueta marcialidad de
nuestro bien plantado reducto militar.
Según referencias, y de acuerdo también con
los recuerdos de mi adolescencia, haré un recuento detallado de la
ubicación de las edificaciones de la fortaleza San Luis. A mano derecha
de la entrada: el
Cuartel Largo, cerrado en su extremo Sur y
abierto hacia el Norte, que daba a la calle; seguido al Este, la
Comandancia de Armas, de galería baja, y en su interior el cuarto
oscuro, considerándose un honor el
haber estado en el, al Sur de la
Comandancia, la Cárcel llamada La Rosa; entre esta y la anterior
edificación, del lado afuera, existía un aljibe, y sobre el mismo una
torre con su campana, para dar las
horas de acuerdo con el reloj pendular
colocado en el salón de la Comandancia, y seguido a la Cárcel, el
Arsenal Viejo, y entre este último y la hilera de edificaciones situadas
al Sur, había un espacio vacío, del
que se divisaba un bello panorama de los
cerros y caserío del Otro Lado (actual Bella Vista). En la cortina Sur;
el gran cuartel que incluía habitación para el Alcaide, y otro edificio
grande destinado a
cárcel, "El Clavel; en la cortina del Este y
en la del Norte existían: el cuartel dormitorio, largo y algo estrecho,
con planos inclinados de madera, que servían de camastros a los
soldados, luego venía un
espacio despejado, más al Norte, y dando
frente a la actual calle Vicente Estrella se encontraba el Cuartel de
Los Músicos, que luego fue destinado a Arsenal, y que fue destruido por
una explosión en el 1903, y
por último, y próximo a la salida, y al pié
de la Torre, el Cuartel de Las Banderas. Entre el Arsenal primitivo y La
Rosa existían una capilla para pasar su última noche los condenados a
muerte. Hemos de
creer inútil esta vieja enumeración con
vistas a ubicar los antiguos edificios, pues hay otros nombres
actualmente, otros usos, muchos de ellos ya no existen, y en cambio, hay
otros edificios más modernos.
A continuación
consignaré las fechas y daré un pequeño detalle de los hechos que en
ellas tuvieron
ocurrencia, y que se relacionan con la
fortaleza. 29 de Diciembre de 1821.- Juan Nuñez Blanco, de
Jacagua, prófugo de la justicia, y quizás
con miras a evadir su sanción, ante el descuido, la indiferencia o la
complicidad de las autoridades toma la fortaleza y enarbola en ella la
bandera haitiana. Este individuo
con el nombre de jefe político de una Junta
Pro-Unión a Haití, habría de seguir gobernando hasta la invasión de
Boyer, y más tarde, fue Comandante de Armas hasta la llegada de Herard.
6 de Marzo de 1844.- El Gral. Alexandre
Morissette, Comandante haitiano del Departamento de Santiago, abate en
la fortaleza la bandera de Haití, y se constituye prisionero de la Junta
Central
Gubernativa, conduciéndole en tal calidad a
la ciudad de Sto.Dgo., el Comandante Juan Alvarez Cartagena. Al otro
día, en la Comandancia de Armas dudan acerca de la bandera que deben
enarbolar, y
el Capitán Rafael Gómez, de Gurabo, sugiere
que se le ponga una cruz blanca a la bandera haitiana.
30 de Marzo de 1844.- El Gral. Tito Salcedo, al frente de las fuerzas cibaeñas, escalonadas como
reserva, se hace cargo de la fortaleza San Luis.
7
de Julio de 1857.- Don Benigno F. de Rojas, Don Domingo D. Pichardo,
Gral. Domingo Mallol, Pbro.
Dionicio de Moya, Gral. José D. Valverde, y
otros prohombres santiagueses, en la noche de ese día, desconocen el
Gobierno del Gral. Buenaventura Báez. Esta es la primera revolución
ideológica habida en
el país, y cuyos frutos benéficos, sin duda
se hubiesen reflejado en todos los sectores institucionales de la
nación, de no haberla frustrado por desgracia, la contrarrevolución de
Santana, quien estaba asesorado
por la camarilla de sus áulicos capitaleños.
1
de Septiembre de 1858.- El Coronel Julián Gómez, Comandante de las
fuerzas del gobierno de
Valverde, en la misma fortaleza y
personalmente, se encara al Gral. Santana, afeándole su conducta pasada.
Gómez se ve obligado a descolgarse por la parte atrás de la fortaleza,
que mira hacia el río, con
algunos soldados que le siguen, y se refugia
en la Línea Noroeste, a donde lo persigue la sala del Libertador que
armó, para ultimarlo alevosamente, el brazo de alguno de sus
partidarios.
20 de Abril de 1861.- A consecuencia del
pronunciamiento de la ciudad de Santiago, en favor de la Anexión a
España, el 25 de Marzo de este mismo año, las fuerzas españolas ocupan
la fortaleza San Luis.
Estas fuerzas estaban compuestas de 4
compañías de infantería del Regimiento la Corona, al mando del Coronel
Ramón del Portal y Santo Domingo. El desfile de estas fuerzas de
ocupación produce tal estado
de indignación en el ánimo del Gral. Domingo
Mallol, benemérito prócer separatista, que dado el estado precario de
su salud, pasa a mejor vida, días después.
6 de Septiembre de 1863.- Incendio de la
Ciudad, que comienza en la parte Sureste, aledaña a la Fortaleza, pone
en grave a prieto a los españoles que la ocupan, ya que era tan intenso
el calor de la
conflagración que temían que se incendiase
el polvorín, y los enfermos en el Hospital sufrían lo indecible con el
calor y el humo, asfixiándose muchos, Algunos de los techos de canas o
de yaguas de los ranchos
situados en la cortina del Este comenzaban a
incendiarse, por lo que hubo la necesidad de movilizar apresuradamente
los barriles de pólvora y los hospitalizados, y llevarlos hacia el lado
opuesto, en donde
había menos peligro. Unos aseguran que el
suceso fue puramente casual, obra de descuido de algunos bebedores que
se habían introducido en la tienda del Señor Michel, otros aseguran por
el contrario, que
fue ordenado por el Gral. Gaspar Polanco,
como medida estratégica, para que el humo y el calor molestaran a los
españoles, y a la postre, los obligaran a abandonar el recinto.
13 de Septiembre de 1863.- Desocupación de
la fortaleza por las fuerzas españolas, tras un asedio de catorce días.
Estas fuerzas emprenden la retirada hacia Puerto Plata, seguidas por
varias familias
dominicanas, españolizadas, y a donde
llegaron dos días después, bastante mermadas las primeras.
10
de Octubre de 1864.- (a las doce de la noche). Se reúnen en la
fortaleza San Luis, a iniciativa del
Gral. Gaspar Polanco, varios de los hombre
más importantes de la Revolución, y desconocen la autoridad del Pte.
Salcedo, manifestando el Gral. Polanco que el Vice-Presidente Espaillat
continuaría como tal, lo
mismo que los ministros. Seguidamente fue
proclamado como Presidente del Gobierno Provisional. A Salcedo lo
suponían en connivencia con Báez, que estaba en España, luciendo la faja
de Mariscal de
Campo español, y a quien le había escrito
Salcedo varias cartas, sugiriéndole en presencia en el país.
5
de Agosto de 1874.- El Gral. Juan Nepomuceno Nuñez, de Jácagua, hijo de
Juan Nuñez Blanco,
baecista ciento por ciento, con 50 hombres a
caballo, toma la fortaleza San Luis. Con el pretexto de libertar a su
hijo, pero en realidad para iniciar un levantamiento contra el Gobierno
de González; con tan
mala fortuna, que muere en la acción. Su
hijo guarda celosamente su cadáver, prefiriendo ser tomado nuevamente
prisionero, antes que abandonarlo. Este rasgo de devoción y de inmenso
amor filial de Juan
Evangelista, es respetado por los contrarios
azules, ya victoriosos.
12 de Enero de 1878- En
la madrugada de este día, los Grales. Ramón Fabián, Leonardo Liriano
(Cañano), Coroneles Perico Pepin, Bruno
Marmolejo, Polo Balbuena, seguidos por partidarios azules de los campos
vecinos, toman por asalto la fortaleza, sorprendiendo a la guarnición
que dormía, se apoderan
del parque y ponen en libertad a los presos
políticos. Este hecho de armas obliga al Gral. Damián Báez, Delegado del
Gobierno, y al Gral. Juan Evangelista Nuñez gobernador, y a muchos
amigos de la
situación, a salir de la ciudad, a la que
atacaron diferentes veces, siendo el más fuerte de los ataques el del 22
que duró todo el día, y en que se vieron reducidos los revolucionarios a
la fortaleza, desde la cual
rechazan a los sitiadores que no bajaban de
1500 hombres. Entre los que se distinguieron en la defensa de la
fortaleza, además de los que se han mencionado antes, figuraron los
jóvenes Francisco José
Espaillat, Sebastián E. Valverde (Chanito) y
Eliseo Morales.
13 de Julio de 1875.- En la noche
de ese día fue inaugurada con 20 alumnos la escuela de primera
enseñanza creada por el Gobierno del Gral.
González para clases y oficiales del Batallón Yaque. Asistieron el
Gobernador Gral. José D. Valverde, el Comandante de Armas y el Coronel
del Batallón Bruno Marmolejo.
8 de Mayo de 1881.
Se están dando los toques finales al Cuartel contiguo al Arsenal, en el
lado Sureste. Los trabajos son dirigidos por el Gral. José D. Valverde.
30 de Mayo de 1884 Por iniciativa del
Gobernador de la Provincia, Gral. Remigio Batista, se comienza la
construcción del Hospital militar de la fortaleza San Luis.
1o. de Mayo de 1886. Quedan terminados los
trabajos de la torre y montaje del reloj público. Los trabajos fueron
dirigidos por el ingeniero inglés Mr. Bultwell, el mismo que colocó el
techo en la Iglesia
Parroquial Mayor, que estaba en
construcción. La torre y el reloj fueron un regalo del Pte. Heureaux a
la ciudad de Santiago.
18 de Septiembre de 1886. En la madrugada de
este día, un grupo de cerca de 400 hombres compuesto de moyistas
santiagueses y veganos venidos del campamento de López, atacaron la
fortaleza por su parte
Este, pero no pudieron tomarla, y después de
una lucha cuerpo a cuerpo de más de dos hora, fueron derrotados poco
después del amanecer, terminando la lucha un poco más arriba de La
Altagracia. Los
derrotados estaban comandados por los
Grales. Chanito Valverde y Tilo Patiño.
17 de
Febrero de 1889. (Domingo de Carnaval). A las dos de la tarde, y estando
desamparada la
fortaleza, un grupo de jóvenes encabezados
por Tilo Patiño, Francisco A. Gómez, con algunos veganos, Juan Anico y
Juan E. González la asaltaron y se hicieron dueños de ella. La mayor
parte de los
comprometidos de Santiago no
correspondieron, por lo que no le quedó otro recurso al Gral. Patiño que
abandonar la fortaleza cinco días después.
4 de Septiembre de 1889.- Se reedificó el
Polvorín en la fortaleza San Luis, y se levantan bastiones de ladrillos y
piedras en sustitución de los barriles, espeques y terraplenes que
rodeaban el recinto militar.
Aún cuando estas obras se inauguraron en el
1890, quedaron terminados totalmente en el 1895, al colocarse en la
portada la cancela de hierro y construirse los dos muros laterales de
mampostería del aproche.
22 de Mayo de 1903.- El
encasquillamiento de una cápsula en el mecanismo del revólver
ametralladora produce un disparo, el cual da de lleno sobre algunas
latas de pólvora, ocasionando la explosión de todo
el Arsenal, en momentos en que visitaba el
edificio el Gral. Dionicio Frías, Ministro de Guerra, acompañado de
varias personas. La explosión del polvorín arrancó de cuajo el techo y
maderamen
proyectándolos a varios metros de distancia,
y lanzando por el hueco dejado a varias personas de las que estaban
dentro. Resultaron de la explosión entre muertos, heridos y lesionados
21 víctimas. Entre los
muertos figuraron los Grales. Dionisio Frías
y José Pepín, que murieron ese día.
21 de Enero
de 1904. El Gral. Ramón Cáceres, al frente de las fuerzas del Gobierno,
recupera tras un
combate de 12 horas la fortaleza ocupada por
Don Juan Isidro Jiménez, Jefe de la Revolución, quien tuvo que
descolgarse por la parte de atrás de dicha fortaleza, para tomar el
camino de la Línea Noroeste, y
luego, el del ostracismo.
14
de Febrero de 1904. La fortaleza rechaza victoriosamente el ataque
dirigido por los Grales. Andrés
Navarro, Toríbio L. García y Tomás de Jesús.
La resistencia estaba comandada por el Gral. Cáceres y las fuerzas
atacantes fueron derrotadas después de un sangriento combate, durante el
cual se habían
adueñado de la ciudad. Hubo muchos muertos y
heridos de una y otra parte, y entre las bajas de los defensores se
contó la del joven Antonio Bordas, de brillantes perspectivas.
7 de Abril de 1907. Solemne bendición e
inauguración de la Cárcel Pública, construida por la iniciativa del Hon.
Ayuntamiento de Santiago, con miras de mejorar la condición de la
penitenciaria provincial.
Después de bendecido el edificio por el
Pbro. Joaquín Rodríguez, Cura de La Altagracia, el Señor Abelardo Viñas,
Presidente del Hon. Ayuntamiento Comunal, hizo uso de la palabra para
entregar el
citado edificio al Gobierno, en manos del
Sr. Miguel A, Román hijo, Gobernador de la Provincia. Este edificio fue
habilitado el 10 de Junio de 1907.
22 de Septiembre de 1914. Después de haber
resistido un prolongado asedio, el Gral. Ml. Sánchez entrega la
fortaleza San Luis a las fuerzas Jimenistas que la sitiaban. La
guarnición se vio obligada a comer
burros, caballos, gatos y todas clases de
yerbas en los días finales del asedio. De ahí viene la denominación de
come burros para todos los que estuvieron en la fortaleza durante ese
asedio.
6 de Julio de 1916. Los infantes de Marina
de los Estados Unidos de América, en número de 1500, hacen su entrada a
la fortaleza San Luis, después de ocupar varios puntos estratégicos de
la ciudad y sus
alrededores. El Gral. Desiderio Arias, Jefe
de los Revolucionarios que ocupaban la ciudad, la había abandonado desde
el día anterior, y por tal motivo los Norteamericanos, la ocupan sin
disparar un tiro.
En la reunión que tuvo lugar en el salón del
Ayuntamiento se había con venido por unanimidad que la ciudad fuese
ocupada pacíficamente ya que no se contaban con recursos bélicos de
ninguna clase y en
vistas de la amenaza de bombardearla de los
marinos, que estaban a sazón acampados en Cuesta Colorada.
12 de Julio de 1924.- A la 1 p.m. fue izada
en la fortaleza la bandera Nacional, en un ambiente saturado de
verdadera unción religiosa y patriótica del pueblo congregado en las
calles que dan acceso a su
entrada. Esta bandera la regaló el Hon.
Ayuntamiento y fue confeccionada por las alumnas de la Escuela Méjico, y
socias del Club de Damas, y dirigida su confección por la Srta. Ercilla
Pepín. Este fue un acto
puramente oficial, ya que el recinto militar
estaba aún ocupado por fuerzas Norteamericanas. Al Teniente Antolín
Padilla de la P.N.D. le cupo el honor de izar dicha bandera.
30 de Julio de 1924. Desocupación total de
la fortaleza por las fuerzas Norteamericanas, las cuales tomaron el
camino de Pto. Plata y Santo Domingo, para embarcar a poco después. La
Policía Nacional
Dominicana se posesionó de ella
seguidamente.
23 de Febrero de 1930.
Pronunciamiento de la ciudad de Santiago contra el Gobierno del Gral.
Horacio
Vázquez. La Fortaleza correspondió
buenamente al movimiento cívico y levantado de la ciudadanía
santiaguesa, iniciandose así el período actual de paz, orden, y
bienestar, antítesis de aquel sombrío del
pasado, pleno de ansiedades confusión,
lágrimas y miserias.-
(+)
Para el 1806 era Don Agustín Comandante del Departamento del Cibao,
nombrado por el Gral.
Ferrand, Gobernador de la Colonia.
Desempeñando el cargo de Jefe de la Municipalidad Santiaguesa, para
Enero de 1802, y con la cooperación del Obispo francés Mauvieille y Don
José del Orbe,
Comandante de La Vega, decidió al Gral.
haitiano Clerveaux la entrega pacífica de la plaza de Santiago al Gral.
Clapperede, que días antes había desembarcado en Fort Dauphin,
procedente de la escuadra del
Almirante Magón. Clapperede formaba parte de
las fuerzas de ocupación del Gral. Ferrand, y fue el primer Comandante
del Departamento del Cibao, para ese entonces.
Nota: Datos suministrados por el Archivo Histórico de Santiago.
Por
los años iniciales del decenio de 1880 "La voz de Santiago" un
periódico no diario santiagues,
anotaba como el preso de confianza, en la
fortaleza San Luis, que se encargaba de dar la hora - golpeando un
hierro colgante con otro accionado a mano daba "las campanadas tan
rápidamente que
parecía alarma de fuego". Es decir, Santiago
de los Caballeros, carecía de hora pública, a campanadas de reloj, para
aquellos años. ( En el Archivo Histórico de Santiago se conserva un
minúsculo cañón con el
cual - se asegura - Don Furcy Foundeur,
nativo de Francia. Lo disponía para que se dispara justo cuando el sol
alcanzaba el cenit. Para ello colocaron una lente que concentraba los
rayos del astro rey
haciendo estallar la pólvora contenida en la
pequeña pieza artillera. La detonación - el cañonazo - anunciaba las
doce meridiano con exactitud astronómica.....siempre que no estuviera
nublado.)
Corriendo los años de 1880. El Presidente
Ulises Heureaux donó un Reloj Publico a Santiago de los Caballeros. Es
decir, a su ayuntamiento. (Santiago Municipio, o común entonces). Como
tardara
"bastante" el H. Cabildo santiagues en
poner el cronometro en funciones - no había donde colocarlo -
Juan Antonio Alix escribió unas décimas
criticas que comenzaban así "Señoi don Ayuntamiento, le mando a decí el
reloj que lo jaga de poi dio, de aliviaile su toimento". Décimas que
costaron el cantor del Yaque
varios días de prisión y cinco pesos de
multa. Para 1885 , Alix volvió a inspirarse sobre el tema del reloj.
Ahora lo hacia para celebrar la generosidad de Lilís al ordenar la
construcción del Reloj Publico donado
por Heureaux. El albañil José Pepín se
encargaba de la construcción. Planos de un extranjero. Bidwell?. Ese
reloj, donado por Lilís Heureaux, Presidente de R.D., tenia la
particularidad de dar los cuartos y
medias horas, además de la hora completa,
mediante campanadas pero, algo mas, también, a los tres minutos de
acabar de dar las campanadas cada hora... la repetía de "de nuevo".
El Honorable Ayuntamiento se encargo de
pagar a alguien para que el reloj anduviese bien. Fue uno de los deberes
de nuestro H. Ayuntamiento.
Para 1917 - quizás por falta de
mantenimiento, pero mas aun porque el reloj sólo tenia una sola esfera,
una sola cara - fue sustituido por el actual, en la torre de la
Fortaleza de San Luis. Es decir, por uno de
tres esferas o caras mostrantes a tres
puntos cardinales "distintos".
Donde
fue parar el Reloj Publico de Lilís? En la sesión del H. Ayuntamiento
santiagués celebrada el 1ro.
de Agosto de 1919, asistencia de los
regidores Gómez, Vice en funciones de Pte., Pastoriza, Espaillat,
Paulino, Battle y del Síndico cuyo nombre no aparece en la crónica
publicada por El Diario, se acordó
"Donar a la Iglesia P. Mayor el reloj
colocado en la torre de dicha iglesia, acogiendo la solicitud del Pbro.
Eliseo Bornia A., quien se ocupara de
enviarlo a la fabrica y hacerlo arreglar, para ser colocado de nuevo en
dicha iglesia, a fin de contribuir al ornato de la Ciudad" (Fin de la
breve cita tomada del El Diario de
fecha 2 de Agosto - Sábado - 1919, Año
XIII- Num. 8372.)
En
el Archivo Historico de Santiago se conserva una foto de la Iglesia -
hoy Catedral de Santiago el
Mayor - mostrante en su campanario norte el
famoso reloj de Lilís. Su única esfera "miraba hacia el sur, hacia el
Parque Duarte.
Tras este rastreo cabe de nuevo la pregunta,
Que se hizo el reloj donado por Lilís al Ayuntamiento Santiagues,
donado por éste a la Iglesia Mayor hoy Catedral?
Naturalmente, lo antes narrado sirve, sobre
todo, para colocar la ponencia relativa al arreglo, compostura del Reloj
Publico de la Torre de la Fortaleza San Luis. Cuando era Comandante del
Departamento Norte
P.N. el Gral. Duvergé, él comenzó esta
urgida tarea. Podría la Jefatura Superior de nuestra P.N. con sede en
ésta lograr ese objetivo tan loable?
Autor: J. Max Ricardo Román
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