Entrada nueva en Progreso Wee
kly |
EE.UU. y Venezuela son diferentes. Algunos los caracterizarían como que no tienen nada que ver uno con otro.
Pero permítanme comenzar haciendo un paréntesis.
Hay
un movimiento en EE.UU. que intenta empequeñecer a los pobres, las
personas de color y todos los otros que no son considerados
suficientemente norteamericanos. Estos son los muchos no escogidos por
Dios en una forma perversa de cristianismo.
Ese
grupo quiere que creamos que los que han sido dejados fuera están
predestinados a no tener éxito (y llegar a al cielo, por cierto).
Entonces, ¿por qué derrochar nuestros buenos dólares provenientes de los
impuestos en estas personas que toman de aquellos que trabajan duro y
tienen éxito?
Por
lo tanto, los “predestinados” (los ricos) merecen las oportunidades.
Los “flojos” (pobres) debieran llevar el peso de lo que haga más ricos a
los ricos –los cuales a su vez ayudan al de poca suerte. Ya ustedes
saben, se derrama y les permite un pedacito de la torta de María
Antonieta.
Y
para que el derrame ocurra a un ritmo mucho mayor, ellos sugieren
reducir (algunos preferirían eliminar) los programas de la red de
seguridad –Social Security, Medicare, Medicaid, sellos para alimentos,
seguro de desempleo, educación asequible, etc.
Por
temor a una rebelión de los no escogidos, estos calvinistas del siglo
21 están tratando ahora de erosionar el acceso a un privilegio que ellos
temen que pudiera poner a todos en un plano de igualdad –el voto.
Fíjense cómo el Tribunal Supremo destrozórecientemente la Ley Derechos
Electorales. Al declarar inconstitucional la Sección 4, han hecho más
difícil que se inscriba un grupo selecto de ciudadanos norteamericanos.
En
EE.UU., más de la mitad de las personas elegibles para votar no están
inscriptos. Una gran mayoría de estos son negros, morenos y pobres.
Así
que parece razonable pensar que es ahí donde reside el temor. Si los
desposeídos fueran a inscribirse y a votar… pudieran decidir cambiar a
los que gobiernan. Pudieran nivelar el terreno de juego en contra de
enormes cantidades de dinero canalizadas hacia la política en beneficio
de los pocos.
En cuanto a Venezuela
Venezuela es un país de aproximadamente 30 millones de personas. EE.UU. tiene 10 veces más habitantes, con más de 300 millones.
Venezuela
es un país rico en petróleo y recursos naturales. Durante años, los más
altos escalones de la sociedad, una minoría, disfrutaron casi
exclusivamente de la riqueza de la nación. Los pobres, la mayoría,
básicamente eran ignorados. Las diferencias eran tan grandes que hasta
las alturas que rodean Caracas se denominaban de manera diferente. Los
ricos viven en colinas, los pobres en los cerros. El mismo grupo de
lomas y montañas, pero distinguidas unas de otras.
Entonces
llegó Hugo Chávez, un líder carismático que convenció a los pobres y
privados del derecho de representación para que se inscribieran y
votaran por él. Él prometió que usaría las riquezas de la nación para la
educación, atención médica, alimentos asequibles y cosas tan simples
como llevar el agua corriente a los cerros.
Pero
había un problema. Un cierto grupo de venezolanos se sintió ofendido.
Otros se sintieron robados y hasta asaltados. Como en EE.UU., por
ejemplo, donde había un grupo que se consideraba predestinado a recibir.
Y cuando los recursos les fueron “robados” a fin de llevar a médicos a
los cerros, educación a las masas y agua corriente a los pobres… esas no
eran las reglas del juego.
Mientras
tanto, y con un poco de ayuda del Tío Sam (reconózcanlo, toda la
evidencia apunta a la intervención de EE.UU. en el golpe de 2002, por
ejemplo), los venezolanos escogidos se rebelaron. Y ahora vemos la fea
evolución de esta revuelta en las calles del país sudamericano. Es una
tragedia que esperamos sea solucionada de manera pacífica y democrática.
Pero
permítanme fijar mi posición. Primero, no crean en las fotos e informes
engañosos que aparecen constantemente en los medios sociales, por
ejemplo. Lo que estamos viendo hoy en Venezuela es que una minoría de su
población (y sí, una minoría puede representar a 2 millones de
personas) se ha echado a las calles para quejarse del estado de un país
desde que la revolución de Chávez se hizo cargo de él. Pero el hecho más
interesante, creo yo, es que la mayoría –casi todos chavistas– no está
participando en esas protestas. Los que han recibido toda la ayuda desde
1999, por ejemplo, de los programas sociales de la revolución. Son la
mayoría. ¿O cómo pueden explicarse las victorias electorales desde 1999?
Incluyendo las locales en todo el país celebradas en diciembre del año
pasado…
Y
por favor, entiendan. Lo que está ocurriendo hoy en Venezuela es grave.
Y no disminuyo su importancia. Las calles no son seguras, la corrupción
está generalizada y hay un sinnúmero de otras cosas que pudiera
mencionar. Pero permítanme recordarles que antes de 1999 las calles de
Venezuela no siempre fueron seguras. Y la corrupción –bueno, los
ladrones eran menos, solo que se apropiaban de un pedazo mayor del
pastel.
Pero vayamos de nuevo a EE.UU.
Mi pregunta entonces es si la experiencia venezolana pudiera ocurrir aquí.
Responderé
de la siguiente manera: nunca olvidaré el año de 2007. Una gran mayoría
de norteamericanos, incluyendo casi todos mis amigos, estaban
convencidos de que Barack Hussein Obama tenía tantas posibilidades de
ser elegido presidente como yo.
¿Cuál
fue la fórmula que lo hizo ser elegido? Inscribir a nuevos electores,
la mayoría de los cuales habían sido descartados anteriormente por los
operadores políticos. Los marginalizados, los negros, los pardos, los
pobres. Hombres y mujeres que sentían que habían sido dejados fuera del
proceso.
Eso fue lo que hizo Obama.
Puede
que el presidente no haya resultado como esperábamos algunos de
nosotros. Pero él fue victorioso y la gente, hasta el día de las
elecciones, decía que el país no estaba listo para tener un presidente
negro.
No
es secreto para nadie que los calvinistas de hoy día, los que mencioné
anteriormente, están tratando de eliminar la red de seguridad social que
el presidente Roosevelt comenzó a tejer como resultado de la Gran
Depresión. Se pide a los pobres que soporten la carga para que los ricos
se hagan más ricos. Para no mencionar a los inmigrantes que realizan
los trabajos que la mayoría de nosotros ni pensaría en solicitar y que
hacen funcionar este país, y a quienes se culpa de todo.
Entonces me refiero nuevamente a la decisión del Tribunal Supremo de emascular la Ley de Derechos Electorales.
Muchos
en este país saben que si una mayoría del pueblo (no solo los electores
inscritos, sino todos los que son elegibles) decidiera votar por un
líder que prometiera el cambio y que esa persona cumpliera sus promesas…
¿Cómo creen ustedes que reaccionarían los que se consideran predestinados?
Una última cosa: hay más armas de fuego en este país en manos de la población general que el número de habitantes.
Progreso
Semanal/ Weekly autoriza la reproducción total o parcial de los
artículos de nuestros periodistas siempre y cuando se identifique la
fuente y el autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario