Dominical / Cuba en la manigua
¡Es el sueño mío, es el sueño de todos; las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas! A la guerra de arranque, que cayó en el desorden, ha de suceder, por insistencia de los males públicos, la guerra de la necesidad, que vendría floja y sin probabilidad de vencer, si no le diese su pujanza aquel amor inteligente y fuerte del derecho por donde las almas más ansiosas de él recogen de la sepultura el pabellón que dejaron caer, cansados del primer esfuerzo, los menos necesitados de justicia. Su derecho de hombres es lo que buscan los cubanos en su independencia; y la independencia se ha de buscar con alma entera de hombre (…) ¡Ahora a formar filas! ¡Con esperar, allá en lo hondo del alma, no se fundan pueblos!
Así, alzado en su pasión y disuadido del destino de libertad para Cuba, José Martí le hablaba a los cubanos emigrados en Tampa, el 26 de noviembre de 1891. En poco más de tres años estallaría, el 24 de febrero de 1895, la “guerra necesaria”: el segundo aliento que pondría sobre los campos otra vez a hombres –y mujeres– urgidos por la vida de campaña.
Su cotidianidad, el modo en que sobrevivieron no solo a las balas enemigas, sino también el hambre y la pobreza; en que hicieron su diaria existencia, ocupados también de los “asuntos nimios”, con poco o nada para ejercerlos, es también el testimonio de su heroísmo.
La gesta que había comenzado en 1868 y que continuaba en 1895 estuvo llena de pies descalzos, de subsistencia, de frío y soledad. Para esos hombres –y mujeres– que resistieron, que hicieron de la vida en la manigua, y sus tácticas, fuente natural, memoria de lo que somos hoy, nuestra cultura y nuestra identidad, es preciso un homenaje en la víspera del 24 de febrero.
http://www.youtube.com/watch?v=2pJ79GKAr_k
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