Máximo Gómez y el antillanismo
Ponencia presentada en el Seminario Internacional Martí,
Gómez y el antillanismo, de la VI Reunión
del Consejo Mundial del Proyecto José Martí de la UNESCO, realizado en Santo Domingo,
República
Dominicana, del 23 al 25 de marzo de
2010.
Emilio
Cordero Michel.
Presidente de la
Junta Directiva de la Academia Dominicana de la Historia.
El tema del antillanismo o la
Confederación Antillana comenzó a discutirse en la segunda mitad del siglo XIX,
particularmente en la década de 1860, y se atribuyó su paternidad a Ramón
Emeterio Betances al plantearlo en 1868 a raíz del Grito de Lares y a Eugenio
María de Hostos, cuando habló del panantillanismo en la conferencia que
pronunció en el Ateneo de Madrid en diciembre de ese año.
En una ponencia que presenté en el
Cuarto Encuentro del Seminario Internacional Identidad Cultural en las Antillas
Hispanoparlantes, celebrado en Santiago de Cuba durante los días 5 al 7 de
julio de 1998, demostré que el antillanismo no nació en Puerto Rico con
Betances y Hostos, ni tampoco con José Martí y Máximo Gómez durante la lucha
independentista de Cuba, sino que se inició prácticamente en este país, en
enero de 1864, “(…)
cual flor endémica del proceso revolucionario de la guerra restauradora que se
inició el 16 de agosto del año anterior. Esto es: que República Dominicana fue
la cuna del antillanismo”.<<<< Emilio
Cordero Michel. República
Dominicana. Cuna del antillanismo. Cuarto Encuentro del Seminario
Internacional Identidad Cultural y Sociedad en las Antillas Hispanoparlantes,
Santiago de Cuba, 1998, p. 1. Inédito>>>>
Igualmente
señalé que con esa afirmación no pretendía restarle méritos a Betances, Hostos,
Martí o Gómez, ni negar el destacado rol que desempeñaron en dotar al
pensamiento antillanista de una estructuración ideológica y, mucho menos, que
intentara opacar su labor independentista, antianexionista y antiimperialista;
mi objetivo simplemente fue demostrar que ninguno de ellos engendró el ideario
antillanista ya que, en palabras de Betances:
“República
Dominicana fue la nación generatriz de la nacionalidad antillana”. <<<<< Eugenio
María de Hostos. Obras
Completas, Vol. I. La Habana, Casa de las Américas, 1976, p.
134>>>.Esto es, que en palabras de Hostos, fue: “(…) la
nación iniciadora de la nacionalidad antillana y del plan de la confederación”. <<<<Carlos M.
Rama. La
independencia de las Antillas y Ramón Emeterio
Betances. San Juan de Puerto Rico, 1980, p. 19>>>
Si bien es
cierto que Betances y Hostos señalaron que el antillanismo se generó e inició
en este país, tampoco fueron los restauradores encabezados por Matías Ramón
Mella, Ulises Francisco Espaillat, Pedro Francisco Bonó, Benigno Filomeno de
Rojas, Máximo Grullón, Manuel Rodríguez Objío y, particularmente, Gregorio
Luperón, quienes originaron la embrionaria idea de la unidad insular domínico-haitiana, primero, y de Cuba y
Puerto Rico, después; aunque ciertamente fueron quienes iniciaron las gestiones
para lograr la Confederación con Haití para luego, cuando las otras dos
Antillas hispanoparlantes lograran su independencia, crear la Confederación
Antillana.
Entonces, ¿quién fue que por primera vez planteó la
Confederación Antillana, sin señalar las vías para su integración? El Dr.
Roberto Cassá Bernaldo de Quirós, en la ponencia que presentará esta tarde,
titulada Antecedentes
del antillanismo en José Álvarez de
Toledo, anunciará que fue un personaje poco
conocido en el país y en el suyo, Cuba, a pesar de que, siendo teniente de
navío de la Real Armada Española nacido en La Habana y residente en Cádiz, fue
designado Diputado Suplente del Santo Domingo Español en las Cortes
Constitucionales celebradas en esa ciudad desde el 24 de septiembre de 1810 al
25 de junio de 1811 en las que formó parte de la Comisión de Guerra, hasta que
fue sustituido por el titular Francisco de Paula Mosquera y Cabrera.<<<< Wenceslao Vega Boyrie.
La
Constitución de Cádiz y Santo Domingo Santo Domingo, Editora Amigo del
Hogar, 1980, pp. 23, 27 (Fundación García Arévalo).>>> Álvarez de Toledo se
convirtió en luchador por la independencia de México entre 1812 y 1815 y en
Texas, bajo el mando del revolucionario sacerdote José María Morelos Pavón,
combatió a los monárquicos colonialistas.
Para concluir esta introducción y entrar en el tema de esta breve ponencia, deseo resaltar que con
la aparición de Álvarez de Toledo en el panorama antillano de inicios de la
segunda década del siglo XIX surgió un estrecho y fraternal lazo
internacionalista domínico-cubano. Él, representando al pueblo dominicano en
1811 en las Cortes de Cádiz y, en 1812, Gil Narciso, brigadier negro dominicano
que combatió a los franceses de Saint-Domingue bajo las banderas del Ejército
Real Español comandado por los brigadieres Biassou y Jean Francois; y el
también dominicano de Azua Miguel Hilario Herrera, autores intelectuales e
inspiradores del movimiento antiesclavista y revolucionario dirigido por José
Antonio Aponte, según afirmó el brillante historiador cubano José Luciano
Franco en su opúsculo “La conspiración de Aponte, 1812”, publicado en sus Ensayos
históricos.<< Ensayos
históricos, La Habana, Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 1974, pp.
132, 151, 154-158 y 161-163.>>>>
El antillanismo de Máximo Gómez
En mi ensayo El pensamiento social de Máximo
Gómez, luego de señalar que el Generalísimo
evidenció dos
personalidades: la del guerrero
invencible que con su táctica y estrategia bélicas derrotó a España, la del soldado
severo,
enérgico, de disciplina y sobriedad
espartanas, agrio, hosco y a veces tierno, su
faceta más conocida; y la de un hombre con una profunda sensibilidad social, revolucionario, defensor de
las
masas hambrientas cubanas explotadas por las para él
llamadas “clases
elevadas” propietarias de los medios de
producción de la sociedad colonial cubana,<<<< Emilio Cordero Michel. (Compilador). Máximo Gómez. A cien años de su
fallecimiento. Santo Domingo, Editora Búho, 2005, p. 350 (Archivo General
de la Nación, Vol. XIX)>>. Su vertiente menos conocida. En dicho trabajo solamente abordé tres aspectos de esa desconocida personalidad: su amor a los esclavos negros, al campesinado y al proletariado cubano. Hoy lo haré sobre su humanismo
que evolucionó hasta convertirlo en antillanista, antiimperialista y en una
especie de jacobino socialista que, según afirmó el historiador cubano Salvador
Morales Pérez:
“(…)
lo llevó a expresar hasta ciertos sentimientos sociales dentro de las confusas
ideas acerca del socialismo –Utópico– que predominaba en nuestras tierras por
aquella época”. <<<<
Salvador Morales Pérez. Máximo Gómez. Selección
de textos. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1986, p. 20 (Instituto
Cubano del Libro). >>>>
El humanismo de Gómez comenzó a evidenciarse en abril de
1898, cuando los Estados Unidos le declararon la guerra a España y el capitán
general de Cuba, Ramón Blanco, le escribió proponiéndole aliarse para
combatirlo, alegando que los pueblos cubano y español eran de una misma raza,
hablaban el mismo idioma y promulgaban la misma religión, mientras el pueblo norteamericano
era extranjero, de raza distinta, de tendencia absorbente e intentaba
apoderarse de la isla y exterminar a los cubanos debido a su sangre ibérica. El
Generalísimo le respondió rechazando la oferta y evidenció poseer un profundo
concepto de estos problemas, poniendo a la humanidad por encima de las ideas de
patria y raza.<<<< Emilio
Cordero Michel. “El pensamiento social de Máximo Gómez”. En Máximo Gómez A.
Cien años…, p. 353.>>>>
En este sentido señaló:
“Usted
dice que pertenecemos a la misma raza y me invita a luchar contra un invasor
extranjero; pero usted se equivoca otra vez porque no hay diferencias de sangre
ni de razas. Yo sólo creo en una raza: la Humanidad”
<<<<Máximo
Gómez. “Carta al General Ramón Blanco, Comandante en Jefe del Ejército Español
en Cuba, 20 de abril de 1898”. En Bernardo Gómez Toro. (Compilador). General Máximo Gómez Báez.
Revoluciones Cuba y Hogar. La Habana, Imprenta y Papelería de
Rambla, Bouza y Cía., 1927, p. 104. Existe edición dominicana con motivo de la
XIV Feria Nacional del Libro “Prócer Máximo Gómez”, Santo Domingo, Editora Alfa
& Omega, 1986. …>>>>
Este radical pensamiento humanista fue ampliado en
comunicación que Gómez le dirigió a Tomás Estrada Palma al concluir la guerra
de independencia y los yanquis ocupar
la isla: “No hemos luchado sólo para
nosotros y para Cuba, sino para la
civilización, para el mundo todo”.<<<<< Máximo Gómez. “Carta a Tomás Estrada
Palma, Central Narcisa, Yaguajay, 28 de octubre de 1898”. En Boletín del Archivo Nacional, tomo
XXXII, pp. 94-95, La Habana, 1931.>>>>
Y, finalmente, ratificó este ideal cuando desde Sagua la
Grande, el 12 de febrero de 1899, en su apoteósica marcha triunfal hacia La
Habana expresó:
“Cuba
no tiene más de un millón y medio de habitantes. Yo no vine aquí para ayudar
los intereses de este pueblo microscópico. Vine a obrar y a sufrir aquí porque
yo creí que peleaba por la humanidad”.<<<< En Gómez Toro. Revoluciones… Cuba y Hogar, p.
11.>>>>>
Naturalmente este humanismo fue el resultado de sus lecturas,
de la comprensión de la realidad social del pueblo
cubano, de sus
observaciones y experiencias de duro exilio en Jamaica, sus vivencias, trabajos
y miserias junto a antillanos, centro y suramericanos, culíes chinos e indios
en la construcción del canal de Panamá, residiendo en los barrios obreros de
Key West, Cedar Key, Tampa, Boston, New York, Philadelphia y laborando con sus
propias manos, cual Cincinato y sin éxitos, en las áridas tierras de La
Reforma, Laguna Salada, en la Línea Noroeste de este país. Esas vivencias,
algunas muy dolorosas por las
penalidades, pérdidas de hijos que sufrió y el contemplar como el naciente y
voraz imperialismo yanqui agredía y explotaba a Santo Domingo, Cuba, Puerto
Rico y Haití y el británico a Jamaica, lo convirtieron, a partir de 1886 con
Luperón, Hostos, Betances y, por supuesto, Martí, en un antillanista que devino
en antiimperialista.
En dicho año escribió a José D. Poyo Estévez: “Yo noto
leyendo la historia de ambos pueblos, desde la
época de la bárbara conquista, que entre Cuba y Santo Domingo,
más que con las demás hermanas de las Antillas, existe
una cadena de unión cuyo primer eslabón se encargaron los
españoles de fabricar con la sangre de Hatuey. El estrecho Canal
de los Vientos no es suficiente para desligar a dos pueblos
hermanos por la sangre y por idénticas desgracias y
dolores”. <<< Papeles
dominicanos de Máximo Gómez, 1era. edición. Santo Domingo, Editora
Montalvo, 1954, p. 30.>>>>
En 1895, ya en territorio cubano después de la caída heroica
de Martí en Dos Ríos, escribió desde Camagüey a Federico Henríquez y Carvajal:
“Sabe
Ud. que, enamorado del ideal cubano que lo es antillano, me he entregado por
entero a amarlo y defenderlo (…). A poco que estudiemos el mapa, vemos que
Santo Domingo es el llamado a ejercer, sin disputa y sin compromisos, la obra grandiosa
de salvar a Cuba para las Antillas”.15 Gómez, al igual que Luperón, Hostos, Betances y Martí, consideró que Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico debían unirse para salvarse y salvar a América
del imperialismo yanqui.
En la posdata de una carta que dirigió a su esposa Bernarda
Toro (Manana), quien residía en Monte Cristi, fechada el 27 de julio de
1896, en Altagracia de Venero, Camagüey, lugar donde murió en combate el
general Paquito Borrero, uno de los integrantes de “la mano
de valientes” que desembarcó en Playitas de
Cajobabo para iniciar con Martí la por él llamada
“guerra
necesaria”, dijo: “Santo
Domingo es la nación de todas las Américas, la
más
obligada por la ley de la historia y de la naturaleza (…) a ser la primera
aliada de la nación cubana. En vano los Yankees con su poderoso mercantilismo y
sus aspiraciones absorbentes tratan de enamorar a Cuba aprovechándose de sus
conflictos. Ella será libre, le pagará sus favores pero no se echará en sus
brazos y Santo Domingo será su predilecta y lo será por la sangre y por la
historia;
por su
sol y sus brisas. A Santo Domingo le conviene eso, le conviene a Cuba. De otra
manera no puede ser… Sueño con una ley, que con muy insignificantes
retribuciones declarase, lo mismo con Puerto Rico cuando fuese libre, que el
dominicano fuese cubano en Cuba y viceversa”.<<<<<
Máximo Gómez. “Carta a Bernarda Toro
(Manana),
fechada en Altagracia Venero, el 27 de julio de 1896 (Odisea del General José
Maceo)”. En Gómez Toro. Revoluciones… Cuba y Hogar, pp. 95-96.>>>>
Como ya dije, al final de sus días Gómez definió y depuró su
pensamiento antillanista al ligarlo estrechamente a su antiimperialismo cuando
contempló lo que hacían los yanquis en Cuba y en República Dominicana. Dos
declaraciones que hizo públicas lo prueban contundentemente. La primera, en
<<<< 20 de
septiembre de 1895” En Emilio Rodríguez Demorizi. Ob. cit. pp. 44-45.>>>
Como ya dije, al final de sus días Gómez definió y depuró su
pensamiento antillanista al ligarlo estrechamente a su antiimperialismo cuando
contempló lo que hacían los yanquis en Cuba y en República Dominicana. Dos
declaraciones que hizo públicas lo prueban contundentemente. La primera, en
1900 cuando escribió en el Album Homenaje del Club Político Cubano 27 de
Febrero, presidido por Don Federico Henríquez y Carvajal:
“La
libertad y la independencia de Cuba es la garantía de la libertad y la
independencia de Santo Domingo (…) si los hombres de pensamiento y bien
inspirados de las dos Antillas se preocupan de este pavoroso problema, no deben
descuidarse un momento en asegurar de una manera estable su independencia
absoluta. Se debe tener mucho miedo a los pretextos y después a los cañones de
los imperialistas del Norte”.17
La segunda, fue publicada en el Listín
Diario de esta ciudad, edición del 24 de
octubre de 1904, relativa a la Enmienda Platt impuesta en 1901 a Cuba “con el
apoyo moral de la flota yanqui” y “la
política del gran garrote” de Theodore
Roosvelt que la convirtió en una república neocolonial, y a El Laudo Arbitral,
igualmente establecido en este país en 1904, antecedente de las convenciones de
1905 y 1907 que también convirtieron a República Dominicana en una neocolonia.
Declaró el Generalísimo:
“El
Laudo aquí, como la Ley Platt en Cuba, es preciso matarlos, haciéndolos
innecesarios y nulos, lo que se conseguirá cuando se logre la desapariciónNo voy a referirme con amplitud a la extraordinaria y futurista obra El porvenir de las Antillas para no extenderme en esta ponencia. Sin embargo, quiero señalar que cunado Máximo
Gómez la escribió se situó como si lo estuviera haciendo en
otra época, 60 años después, a mediados del siglo XX, y “narrara
lo que él consideraba que vendría a
ser el porvenir del conjunto de las
islas antillanas”.19 En este ensayo, redactado en forma de
diálogo, el
Generalísimo se refirió a la importancia que le atribuía a las
poblaciones negras y mulatas de Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y
Jamaica y al papel que desempeñarían en sus respectivos procesos de desarrollo
histórico en la por él denominada “revolución de los desheredados”
que estallaría en la cuenca del Caribe
que: “daría
por resultado la sustitución de las clases altas −hasta
entonces en el poder− por las clases populares integradas
mayoritariamente por negros y mestizos que contarían
con el apoyo de amplios sectores de la población blanca”.20
En definitiva, planteóla unidad revolucionaria de los
antillanos para poder conformar lo que denominó: “una
comunidad histórica y de raza para evitar que los pueblos
antillanos desembocaran en la república oligárquica ligada
al imperialismo o en la demagogia y la inestabilidad de
la anarquía”.2
1Concluyo señalando que Gómez, al igual que Martí, vaticinó la
trascendencia antillana y continental de la independencia cubana si ésta se
lograba conforme a los planes y línea política trazada por el Apóstol. Al
efecto, señaló en el opúsculo dedicado a su escolta durante la Guerra de
Independencia:
“(…) en
Cuba y en esta guerra terrible, cruenta y prolongada, no puede haber nada
pequeño. ¡La independencia será un suceso magno! (…). Será un suceso de
trascendencia tanta para el mundo, que no habrá una sola porción de
Europa
y América que pueda sustraerse de su influencia bienhechora”.22
Pudo Máximo Gómez con esas palabras, cual moderno Nostradamus,
profetizar el triunfo de la Revolución Cubana del 1º de enero de 1959 dirigida
por Fidel Castro que produjo la verdadera independencia y ruptura neocolonial
de Cuba, hecho histórico que, en opinión del economista egipcio Samir Amir, ha
sido:
“la
tercera revolución popular auténtica del continente americano después de la de
los ex esclavos de Saint-Domingue (Haití a inicios del siglo XIX), luego de la
de los campesinos de México (1910-1920)”.23
Aún a riesgo de que me consideren un insano, me arriesgo a
afirmar que el Generalísimo, en su sueño antillanista y antiimperialista, así
pudo haberlo vislumbrado. . Máximo Gómez. “Mi Escolta”. En Gómez Toro. Revoluciones…
Cuba y Hogar, p. 118.
23. Samir Amin. “Cuba: una auténtica revolución”. Revista Casa de
las Américas, Año XLVIII, Nº 254, pp. 3-7. La
Habana, enero-marzo de
2009. (Edición conmemorativa del 50º
aniversario de la Revolución
Cubana). Reproducido en la revista Clío, Año 78, Nº 178, pp. 205-212. Santo Domingo,
julio-diciembre de 2009 (Academia Dominicana de la Historia). 19.
No hay comentarios:
Publicar un comentario