LA
BELLEZA DE UN NIÑO-
Ni
la flor que abre su matizada corola al resplandor del sol,
Ni
el lago cuya tranquila pureza retrata el azul
del firmamento,
Ni el ave que vuela entre los rayos de luz,
Ni
el árbol que ostenta bajo un cielo
primaveral su pomposa corola de flores,
Ni
el manantial que arrastra arenas de oro reflejando en sus limpias ondas la belleza de sus márgenes.
Ninguna cosa creada, en fin, puede infundir deleite
semejante al que despierta en las almas el rostro de un niño donde aparece la hermosura
de nuestro ser.
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