martes, 18 de febrero de 2014

LA PRESENCIA DE JOSE MARTI, EN LA VEGA.



LA PRESENCIA DE JOSE MARTI, EN LA VEGA.
NOTA: Este trabajo fue escrito,    a solicitud del director del Museo de Historia y Geografía, en Santo Domingo  ese entonces, José Chez Checo, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Máximo Gómez,  para ser ofrecido a manera de disertación en el Instituto Vegano de Cultura, como acto previo a la cabalgata conmemorativa del tercer y último viaje del inmortal  José Martí, de La Vega a Montecristi  
El día 28 de agosto del 1986, por su autor
Don Mario Concepción Susana
Compilación de Ubaldo Solís Ureña
La presencia de José Martí en La Vega no tiene sólo la significación de una  horada visita, sino que encierra todo un acontecimiento histórico, que bien merece el honoro de una constante evocación, dada la notable trascendencia que constituye tal suceso.
Por ese entendible motivo, se ha creído oportuno aprovechar el 150 aniversario del nacimiento de Máximo Gómez, el Libertador  de Cuba, para ofrecer por este medio alguna informaciones sobre la estadía de Martí en La Vega, ya que la  vida de  estos dos  superhombres estuvo ligada a través de su inmensa obra redentora, por lo que gracias  a su genio portentoso tuvo brillante realidad el ideal  de Cuba Libre que sustentaron con  a centrada devoción
Para hablar de Martí comenzaremos expresando que  estuvo vinculado a  La Vega, ciudad que visitó  en dos ocasiones, en los años 1892 y 1895, honrándola su planta de peregrino del ideal de redención  por el cual dio la vida, a  pocos días de su última visita  a nuestro pueblo, cayendo  heroicamente en Dos Ríos.
Según expresa Emilio Rodríguez Demorizi,  el 15 de septiembre de 1892 Máximo Gómez regresa a su finca  de La Reforma, situada en Montecristi, después  de despedirse en Santiago de los Caballeros de Martí, que sigue hacia la Ciudad de Santo Domingo.
Pero oigamos  en las propias palabras de Rodríguez Demorizi el relato de este primer viaje de Martí a Santo Domingo, al referirse a su partida de Santiago  con rumbo  inmediato a La Vega, en la forma que sigue:
<<<< A la puerta de Nicolás Ramírez, ya cumplida la patriótica  misión, con un largo  abrazo sin palabras se despidieron el Maestro y el Guerrero. El viejo Soldado volvió su caballo hacia sus labranzas y el peregrino tomó el camino  a La Vega Real. Nadie, que viera la sencilla, escena, pensara que todo el destino de un pueblo estaba  en el abrazo de aquel anciano, grave y enjuto, y de aquel soñador y poeta, que parecía  incapaz de alzar un pueblo y de  lanzarlo a la guerra, tan sólo  con la mesiánica espada de su palabra>>>>
EN EL SANTO CERRO Y EN LA VEGA
< acompañado de Ortiz, el guía experto que le lleva el escaso equipaje,  va Martí hacia La Vega, con  su gran sombrero de yarey. Ortiz, de la Otra Banda (Santiago de los Caballeros, RD) años después muere en Alto de Yaqué,- también sabe  contar cosas de  amor,  de trabajo y de guerra. Al paso  de su caballo, como de costumbre, Martí va  apuntando lo más saliente de la charla, que acorta  la jornada. Antes de llegar a La Vega abandonan el camino real y toman por   la izquierda la escalonada vereda que conduce al Santo Cerro.
¿Qué busca Martí, en la premura del viaje, por el místico Santuario, que ha  de alargarle el camino  y la fatiga?¿Quiere acercarse a Dios o quiere contemplar el valle maravilloso que ya conoce desde su ávida lectura de Enriquillo?. En la Iglesia, junto  al Santo Hoyo, donde Colón plantó su cruz de níspero invulnerable a las hachas y al fuego indígenas, ante la belleza portentosa del panorama ilimitado tan alabado por Las Casas, ha de meditar profundamente, porque es sitio de meditaciones y de recogimiento. Al abarcar con los maravillosos ojos y con los claros ojos del espíritu el valle inmenso, encontraría en él un símbolo de la obra titánica que estaba aconteciendo. Toda ella le daba luz como un amor de mujer en el corazón.
Para su recuerdo del sitio encantado bastaría  una frase.
CON MERECIDA PREDILECCIÓN  VISITÉ LAS REGIONES DE LA VEGA REAL, DONDE DOMINÓ EL INFORTUNADO GUARIONEX”.
Cayendo la tarde llegó Martí a orilla del Camú. Baja el río de la montaña y como un brazo amoroso rodea el talle  de la ciudad. Tras  el vedo del río está La Vega. Aquí ha de pasar la noche antes de proseguir  hacia Santo Domingo.
Como en toda parte, Martí se une a sus amigos cubanos y a los más notables de la intelectualidad y la política del país. En La Vega el más destacado de los hombres de letras es un hijo de cubano, Federico García Godoy. A su casa se  dirige el caminante. García Godoy recuerda fielmente la singular visita.
<<<<<< El recuerdo de nuestro primer y único contacto espiritual persiste  con fuerza  indeleble en mi memoria….  Eran como las ocho de la noche y me  encontraba solo en la sala de mi hogar…. En una mecedora, de espalda a la calle. De súbito sentí un breve ruido, como alguien se aproximara. Volví  rápidamente la cabeza.  En el umbral, un  hombree blanco, de mediana estatura, de cara expresiva, en que lucía un espeso mostacho y en que la mirada fulguraba, delatando una  inmensa  vida interior, se erguía sonriente ante mis ojos. Me levanté apresuradamente, dirigiéndome hacia el desconocido. En mi mirada se formulaba como una interrogación persistente…. ¡José Martí! Un abrazo muy estrecho nos unió seguida y prolongadamente. Espontánea, franca, cordial, como si fuéramos viejos conocidos, comenzó a desparramarse la charla… me abrió de par en par las puertas de su pecho… Avanzaba la noche. Muy de madrugada se proponía continuar su viaje. Quise acompañarle hasta  el sitio en que tenía  su posada. Allí reanudamos la interrumpida causerie…. Empecé a creerle en lo que me  aseguraba a  pie juntillas…nada era,  me repetía con  calor de arraigada creencia , lo que había hecho, en comparación con lo que le faltaba por hacer….. Antes de separarnos me regaló un librito suyo, “Versos Sencillos” y un ejemplar de la primera edición  de “Ramona”… En la primera página del tomito  de ritmos puso una dedicación, que no la escribo aquí para que no lo echen a mala parte los ruines  de corazón. Acerca  de “Ramona”, escribí poco después un comentario (en noviembre de 1893)… Nos  dependimos con un fuerte y prolongado abrazo…
Al otro día, 16 de septiembre, el  peregrino reanuda su viaje hacia el Ozama. A la puerta de los Motas, en la Sabana de Pontón, se asoman las curiosas doncellas a ver  a aquel extraño caminante de presencia tan distinguida y sombrero de yarey tan pobre. Y no podían imaginar que  desde los tiempos de Las Casas no pasaba por allí un hombre semejante
Siguiendo la  fuente  de Emilio Rodríguez Demorizi, en su obra “Martí en Santo Domingo,”, se evoca a la tercera visita que hiera el Apóstol de la Libertad Cubana a Santo Domingo, visita que mucho que ver con La Vega, comenzó la narración  desde su desembarco en Montecristi el 7 de  febrero de 1895, donde el General Gómez, le aguardaba impaciente.
El autor citado, prosigue en su  interesante exposición  “<<< luego de informar ampliamente acerca  del fracaso de Fernandita, mientras Mayia,. Sigue a Santo Domingo, Martí, Gómez y Collazo se dedican a buscar la  salida a la grave situación, por demás  angustiosa, dado los escasos recursos disponibles. Como  solución inmediata se resuelve pasar por La Vega a entrevistarse con  Eleuterio Hastton, encargado del movimiento separatista en Samaná, hombre  decidido y siempre activo  en toda ayuda a la causa
EN SANTIAGO Y LA VEGA.
El día 12, muy  de mañana, salen el General, Martí y Collazo hacia la Reforma, donde  pasan la noche y al día siguiente, de madrugada, salen para Santiago,  llegando el mismo día y alojándose en la casa de Nicolás Ramírez. Allí aguardan aviso  de Hatton para  ir  a encontrarse en La Vega. El sábado 15, en la noche, llegan Paquito Borrero y su  sobrino Fabio, desde Puerto Plata, y se le unen”
Como  era de rigor en esa época, para viajar de un pueblo a otro, se solicitaba pasaporte para transitar de Santiago a La Vega, el cual  es  expedido por la correspondiente autoridad  en la  forma siguiente;

“GOBIERNO CIVIL Y MILITAR
SANTIAGO DE LOS CABALLERO
República Dominicana
Concedo. Pasaporte a los Señores Máximo Gómez, Enrique Collazo, José Martí, Francisco Borrero y Nicolás Ramírez, para que  puedan dirigirse a La Vega por vía Santo Cerro, en sus  monturas y a diligencias personales.
Recomiendo  a las autoridades de su tránsito, darle paso libre
Dado en el Palacio  del Gobierno Provincial de
Santiago a 17 de febrero de 1895
El General Gobernado
Pedro Pepín
En una nota manifiesta Rodríguez Demorizi, con referencia al pasaporte transcrito procedentemente que  “que la indicación “vía Santo Cerro”, pudo ser  para despistar a los espías españoles, ya que ese vía alargaba mucho el camino y Martí, que habla con tanta minuciosidad de ese viaje, en  sus Apuntes, nada dice del Santo Cerro; sólo hay  una fugaz alusión al bello santuario que conoció en 1892.
La partida para La Vega y el Hatico, donde lo esperaba Hatton,  debió ser en la madrugada del 18 de  febrero del 1892. El pasaporte  estaba  firmando nada menos que por el célebre  hombre  de armas General Perieco Pepín, entre cuyos grandes hechos de valor se cuenta el recate  del cadáver  de Lilís, cuando fue muerto  en Moca, el 26 de julio de 1899, trasladándose a Santiago
El lunes 18, de madrugada, Martí y sus compañeros salen hacia  El Hatico,  cercanías de La Vega, donde se entrevistaron con Hatton. Todo queda combinado allí para salir  de Samaná, lo más pronto, en una goleta, sólo con algunos de sus hombres. Se resuelve que Hatton parta hacia New York, y así le avisa a Martí a Gonzalo de Quezada en la siguiente  esquela, escrita precisamente   desde esa ciudad.

La Vega, 18 de febrero de 1895

Sr. Gonzalo de Quezada
Secretario de la Delegación,
348 w.46th St., New York

Mi amigo muy querido:

Con comisión especial, y sólo fiable a hombres de su mérito, va a esa ciudad, a concertar detalles  con Tesorería, nuestro noble amigo el señor Eleuterio Hatton. El merece nuestra mayor estimación, y  yo ruego a usted que  en todo se le muestre, en lo oficial y en lo privado. Pocos hombres hay  de generosidad y reserva.

Saluda a V. muy afectuosamente

Delegado
JOSE MARTI

El ilustre historiador Manuel Ubaldo Gómez al referirse a esa visita de Martí a La Vega, se expresa del modo siguiente:

“Recuerdo perfectamente cuando el mes de febrero de 1895 estuvo en ésta, en la casa de Manuel Genao (El Hatico) el ilustre prócer de la Independencia Cubana. José Martí. Vi entonces a Mayía Rodríguez, cuando vino por el ferrocarril de Sánchez, desde su residencia  en Sabana de la Mar, a conferenciar con Martí y Gómez, quienes indudablemente escogieron las cercanías de La Vega, por residir en ella el ilustre general del ejército cubano don Serafín Sánchez.
En esta vez estuvo Martí una noche acompañado en la ciudad, y me consta que hablo  con Don Federico García Godoy. Me  parece que  estuvo también el general Paquito Borrero, sobre lo cual podría informarle  Pablito Borrero, su sobrino, quien entonces vivía en ésta y actualmente reside en Sosua.
Continuando con los testimonios consignados la obra de Rodríguez Demorizi, sobre estas memorables visitas de Martí a La Vega, se tiene el de San Julián Despradel  y Carlos, suministrado por Guido Despradel y Batista, y dice:
<<<  que allí estábamos. Martí manifestó algunos puntos sobre su política. San Julián expresa que Martí andaba con Don Máximo Gómez,  y con un mulato, de buen tamaño y lleno, con una chamarra y con un machete amarrado a la cintura. Andaban además otras personas que él no recuerda. Después  que Martí y Don Máximo hablaron con todo el mundo, llamaron a parte a Don Zoilo, quien era delegado del Gobierno aquí en La Vega. >>>>>>
>>>>>Martí habló en el mercado con Zamora, un cubano que residió en La Vega y quien  buscaba hombres y recursos materiales para la revolución cubana. Zamora era un buen hombre, de oficio carpintero, y vivía en ese tiempo  en una esquina, frente a la plaza del mercado. Donde está actualmente establecido Ramón Hernández, calle Rivas esquina  Progreso, hoy Padre Adolfo. Martí se reunió con varios compatriotas en casa  del cubano Santiago Zamora, calle Restauración  esquina Las Cerreras. Martí llegó a La Vega como a las 2:00 de la tarde y duró aquí como hora y media. Agrega  San Julián: Después supe que volvió  a La Vega. Y  en el Zajón, donde Don Manuel Genao, uno de los principales agricultores de esa región, volvió a entrevistarse con Zamora. No sabe  nada  de la visita a Don Federico García Godoy. Zamora, expresa San Julián, fue quien me señalo a Martí  y a Don Máximo, cuando estaban en la plaza  del mercado>>>>>>>
Otra evocación de esta viaje del Apóstol  Martí a La Vega es la del meritorio saldado de nuestra Patria Alejandro Trinidad, apodado Don Chicho,  quien declara que:

Martí se hospedo en la casa de Santiago Zamora. De aquí partió para Santiago. Con él fueron: Dionisio Gil,  y otros que no recuerda Zamora que era el comisionado de la Revolución cubana aquí en La Vega. Se  encargaba de reclutar gentes y de reunir víveres y dinero. Se  mandaron de aquí muchas semillas de ahuyama para sembrarlas en los campos de Cuba. Dicen que conoció a Serafín Sánchez. Martí llegó en el día y se fue en la noche del mismo día. En esta ocasión se constituyo un comité que laboraría por  la libertad de Cuba.


Enrique García-Godoy, hijo  del insigne Federico García Godoy, habla  de la visita  de Martí a su padre, y al efecto  expresa: “yo estaba pequeño, pero si recuerdo que Martí fue a casa, ya de noche,  como las ocho y papá mandó a buscara a don Nicolás Pereyra. Pero cuando éste llego ya Martí se había ido. Papá me  mostro la mecedora donde Martí se había sentado”

Por su parte doña Fresa García Godoy, hija de Federico García Godoy, dice: “Recuerdo que papá, con mucho misterio, lo mandaron a buscar para entrevistarse con Martí en el Hatico. El fue en coche. En eso días yo veía a papá muy preocupado”.

Don Napoleón Despradel  y Suarez padre  del Historiador Guido Despradel Batista, y Hermano de Fidelio y Lorenzo Despradel, veganos que lucharon  por la Libertad de Cuba, soldado el último manifiesta: “ que él supo que Martí había  estado  aquí en La Vega y que estuvo  donde Manuel Genao. El vio después, en el patio de su casa, a Cesar Salas, a Panchito Gómez y otro. Salieron  de aquí para embarcarse. Querían llevarse a Lorenzo, pero él se fue  más tarde.”

Respecto  de las agrupaciones que hubo en nuestro pueblo para colaborar con la causa  de la          Antilla Mayor. Dice Doña Elvira de Soñé, lo siguiente “se fundó aquí en La Vega una sociedad para ayudar a la Independencia de Cuba, de mujeres, entre ellas; Angelita Lavatard (cubana), Rosa Robiou, Elsita Espaillat, Felicia Ceara,  Chilina Valencia,  y ella, quien  era la presidenta. Hacían kermesse en la plaza del mercado, los domingos, para reunir fondos. Reunieron miles de pesos. Todo esto  era bajo la dirección  del Dr. Coronado, cubano residente aquí.

He aquí párrafo que el Dr. Coronado a doña Elvira, en diciembre de 1933, desde la Cabañas Cuba, “A mí me pasa igual. Siempre recuerdo la hospitalidad del pueblo dominicano a los pobres desterrados cubanos y el gran  concurso y ayuda para la causa de la Revolución  que  sosteníamos contra España…… Háblame de  mis amigos los Espaillat, los García (Carolina), los Despradel, los Robiou, Samuel Mendoza, el Juez a quien  bauticé un niño y de García Godoy”…. Agrega Coronado: “Le envió también un  certificado que dice así: “Dr. Ricardo Coronado, Certifica: Que en los años de 1896 a fines  de 1899, existió en la ciudad de La Vega, una Asociación de Damas denominada “Hijas Beneméritas de Cuba Libre”, de la cual, de la  cual era presidenta la entonces señorita Elvira García, la que lucho con  gran entusiasmo, recogiendo recursos para  sostener la guerra de los cubanos sostenían con España. A  pesar de los años transcurridos, aún existe en el corazón  de todo cubano un inmenso cariño y agradecimiento a las nobles Hijas Beneméritas de Cuba Libre, de la ciudad  de La Vega. Cabañas, República de Cuba Diciembre de 1933 (firmado) Dr. Ricardo Coronado, nota: en esa época  era quien suscribe  presidente del club Carlixto García y delegado  de  don Tomás Estradas Palma en la ciudad de La Vega
Además, existían  los clubes  llamados Jicara y La Restauración  que también se ocupaban  de recabar fondos  para la guerra de  Liberación de Cuba. La vega supo darse con  inigualado fervor  a la causa  de  Cuba, como pueblo que siempre se ha sumado   con decisión  a todo noble ideal

Así se tiene que el vegano Lorenzo Despradel (Muley), se enrolara como soldado de la guerra emancipadora de Cuba,  como diría su  ilustre hermano Fidelio Despradel,  “ a pelear junto al viejo Gómez, siguiendo las huellas de Martí”, abandonando el  periódico “ Albricias”, del cual formaba parte principal, y que se publicaba  en  Montecristi, como órgano propagador de la causa cubana. Lorenzo Despradel alcanzó el grado de Comandante del Ejército Libertador de Cuba y Secretario de Máximo Gómez, fue notable escritor y periodista y en Cuba dio a conocer  en una conferencia su  tesis “La Falsedad de nuestro origen Latino”

Otro vegano que se incorporo de lleno a la lucha libertadora de Cuba, lo  fue Dionisio Gil, hijo del  prócer Basilio Gil. Su actuación fue tan valiosa en esa guerra, principalmente en la acción de Peralejo, que mereció que se le  erigiera  una estatua en Cienfuegos, para constituirse en el primer monumento  de su clase consagrado a un dominicano en el extranjero.

Consideraciones de Don Mario Concepción, sobre la presencia cubana en la  ciudad de La Vega,  en  el último cuarto del siglo XIX, que constituyó al desarrollo de esta ciudad,  dice el ilustre vegano “  ahora bien se debe consignar a la vez que la emigración  de Cubana a La Vega de  fines del siglo XIX,  como consecuencia  de la guerra de Independencia de la Isla Mayor del Archipiélago Antillano, contribuyó mucho al adelanto de nuestro pueblo  vegano”

Más adelante dice “Fueron cubanos los que  introdujeron  el beisbol a La Vega, con Samuel  Mendoza y Ponce de León a la cabeza, así como los que  dieron mayor realce a nuestro carnaval, pues vinieron  actores, profesionales, músicos que aportaron nuevas ideas en ese sentido”. Así vino el gran músico cubano que se llamó Sindo Caray.
Asimismo, cubanos fueron los constructores  de dos edificios los llamados  palacios de Don Zoilo ( de éste sólo queda la ruina ya que fue  devorado por  un incendio y de su edificación quedan en la actualidad las paredes de ladrillos, aún no ha sido restaurados, por negligencias de las autoridades y de los propietarios del inmueble) y de Don Juan Ramón Sánchez ( desapareció por  la inconsecuencia y la ignorancia del valor  arquitectónicos de sus propietarios) otras edificaciones construidas por cubanos en La Vega, fueron la gobernación y la justicias,   todas bajo la dirección del maestro constructor Abelardo Lago, inspirados en edificaciones de la Habana.
Muchas  fueron las familias cubanas que  vinieron a residir a La Vega, entre ellas: los Cisneros, los Monte de Oca, Coronado, Borrero, Sánchez, Maldonado,  Zamora, Mendosa, Aguilera, cuyo último apellido cambió por el de Holguín, se dice que se debió  a que procedían de esa población  cubana

La Vega,  siempre tendrá  a orgullo haber sido honrada en dos ocasiones con la presencia  del glorioso José Martí. Hay dos hechos históricos en esa memorables  visitas, que merecen destacarse por su gran significación y son: El encuentro de Martí con Federico García Godoy en su vieja casa de la calle Colón, hoy Manuel Ubaldo Gómez, donde admiraba el apóstol cubano la rica biblioteca del insigne autor de  “Rufinito”, “Guanuma” y “ Alma Dominicana”, destruida por un incendio en 1925, y la entrevista del 1895 que sostuvo Martí,  y Máximo Gómez, en el Hatico, lugar  ya urbanizado, suceso donde se  tomaron acuerdo transcendentales  para la continuación  de la cruzada redentora del noble  pueblo de Cuba.

 NOTA Este trabajo fue escrito,    a solicitud del director del Museo de Historia y Geografía, en Santo Domingo  ese entonces, José Chez Checo, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Máximo Gómez,  para ser ofrecido a manera de disertación en el Instituto Vegano de Cultura, como acto previo a la cabalgata conmemorativa del tercer y último viaje del inmortal  José Martí, de La Vega a Montecristi  
El día 28 de agosto del 1986, por su autor Don Mario Concepción Susana,
































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