Esclavos de una mina en Ghana, África. Via LisaKristine.com
Al pensar en la esclavitud suelen venir a la cabeza imágenes de africanos en barcos rumbo a las colonias europeas en América; sin embargo, la esclavitud en nuestros días afecta a más personas que nunca y permite la reproducción de un ciclo de explotación mediante el cual, directa o indirectamente, se beneficia la economía mundial. Hacernos conscientes de la cantidad de personas que viven y son explotadas por la esclavitud nos permite pensar en la manera en que nuestros hábitos y prácticas –a instancias del capitalismo y su voracidad– están sustentadas en el abuso.
Cifra oficial de esclavos en el mundo según los gobiernos: 20.9 millones.
Cifra estimada de esclavos según fuentes independientes: 27 millones.
Cifra de niños esclavos: 5 millones.
Cifra estimada de esclavos a mediados del siglo XIX: 25 millones.
Cifra de niños estadunidenses vendidos como esclavos sexuales en 2011: entre 100 y 300 mil.
Ganancia neta producida por mano de obra de esclavos al año: $32 mil millones de UD.
Ganancia derivada de la esclavitud por países del primer mundo: $15.5 mil millones de USD.
Países con prácticas esclavistas: 58.
Industrias de bienes de consumo que dependen de la esclavitud: 122 (desde la industria camaronera en Asia hasta la de extracción de diamantes en África. Otras industrias beneficiadas son la de la sal, los tomates, el café, tabaco, chocolate, té, fuegos artificiales, carbón, textiles y entretenimiento para adultos.)
Precio estimado de un esclavo a mediados del siglo XIX: $40 mil USD de nuestros días.
Precio del esclavo promedio en nuestros días: $100 USD.
Generalmente tendemos a concebir la esclavitud como un oscuro episodio de nuestro pasado histórico. Sin embargo, al analizar con cierto detenimiento las condiciones actuales, y si recurrimos a algunos datos que afloran en estudios recientes, entonces podemos comprobar que este lamentable fenómeno social goza de mayor vigencia que nunca. Lo anterior resulta ciertamente paradójico si tomamos en cuenta que desde 1981 no existe país alguno que permita, al menos dentro de su marco legal, esta actividad.
Desde hace una década ya se había documentado en un estudio de Richard Re, publicado en la Harvard International Review, que alrededor del mundo existen, por lo menos, 27 millones de esclavos –y aunque resulte difícil de creer esto significa que actualmente hay más esclavos que a mediados del siglo XIX, cuando el auge de esta práctica provocaba que 25 millones de personas vivieran bajo este denigrante régimen–.
La mayoría de los esclavos contemporáneos se encuentran sometidos bajo este modelo producto de la obtención de prestamos financieros, informales, que deben luego de pagar con su trabajo. Pero si bien este formato tiene sujetos a aproximadamente el 90% de las personas que calificarían como esclavos, obviamente no es la único manifestación del sometimiento ilegal de una persona para realizar labores forzadas. Aquí deberíamos de incluir miles de casos de explotación infantil, trata de personas –sobretodo en contextos de prostitución–, o incluso lo que sucede con inmigrantes alrededor del mundo, a quienes les retienen sus pasaportes y les obligan a trabajar en condiciones miserables bajo la amenaza de ser entregados a las autoridades locales.
Un reporte publicado recientemente por la
SumAll Foundation, se propuso traducir en cifras la actualidad de la esclavitud.
Por medio del infográfico que resultó de este ejercicio, sabemos que, por ejemplo, un esclavo en Brasil, está destinado a generar $8,700 dólares a lo largo de toda una vida de arduo y forzado trabajo, mientras que su equivalente en la India deberá contentarse con solo $2,000. En cuanto a rentabilidad, lo más cotizado es poseer un esclavo sexual ya que este representa ganancias a su dueño de unos $18,000 dólares, si se encuentra en Tailandia, o de $49,000 si opera en California.
¿Sabías que tu vida cotidiana aprovecha la condición de esclavitud de miles de personas?
Hace unos años el músico y cineasta Justin Dillon decidió dedicar su vida a abolir la esclavitud contemporánea. Para ello formó un movimiento, y dirigió el documental
Call+Response. El éxito de este documental sobre la trata de personas fue tal que eventualmente el gobierno estadounidense se acercó a Dillon y le ofreció su respaldo para crear una iniciativa que amplificase el mensaje central: hacer conciencia entre la población mundial sobre este triste y poco publicitado fenómeno. En respuesta nació
Slavery Footprint, campaña cuya principal herramienta es un sitio web y una aplicación que, a través de un simple cuestionario, determina tus lazos con la esclavitud contemporánea, es decir, que tanto te beneficias de esta práctica –por más que la condenes abiertamente, es interesante confirmar que si realmente quieres desestimularla, entonces tendrás que cambiar algunos hábitos y sacrificar algunas de esas frívolas pertenencias a la cuales la mayoría nos hemos vuelto asiduos–.
Al terminar la encuesta (
haz click aquí para tomarla), la organización te ofrece diversas maneras de participar para erradicar el fenómeno. Más allá de lo intrigante de este ejercicio, el responder al cuestionarlo, el simple hecho de que exista te obliga a reflexionar sobre tu estilo de vida, sobre tus prioridades y tus hábitos. Además, implica dejar de ver esta problemática como algo ajeno a tu contexto particular genera un lazo de identificación que a la larga podría resultar determinante para modificar aquellas prácticas que nutren la existencia de un régimen que todos criticamos pero que, inconscientemente, todos incentivamos. Por ejemplo, en mi caso, tengo a 36 esclavos trabajando para mi, la mayoría de ellos ubicados en el sureste asiático.
Recordemos que uno de los requisitos indispensables para consumar la transformación que nuestro mundo requiere, es aceptar individualmente nuestra responsabilidad al ser de alguna u otra manera partícipes del modelo que hoy nos rige.
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