Una gran investigación sobre titulares de cuentas en paraísos fiscales llevada a cabo por varios diarios, entre ellos Le Monde, revela la magnitud de este fenómeno a escala internacional. La directora del diario opina que debe constituir una señal de alarma para la supervivencia de nuestros sistemas políticos.
¡Cuántas cosas se escucharon tras la convulsión financiera mundial de 2007-2008! Entonces no dejaban de repetirse consigas de este tipo: que las finanzas internacionales se regularían mejor, que se lucharía despiadadamente contra los paraísos fiscales, en resumen, que se acabaría con los agujeros negros de un sistema que permitía todo tipo de abusos. Las conclusiones del G20 celebrado en Londres parecían ser de lo más virtuosas.
Los Estados de este grupo prometían aplicar “medidas contra los paraísos fiscales”, amenazando con sanciones y aseguraban a la mínima de cambio que “se había acabado la época del secreto bancario”. Tras la crisis que acaba de sacudir Chipre, un paraíso fiscal apreciado por los oligarcas rusos y otros aficionados a la opacidad en la gestión de sus negocios, nos encontramos aquí, en Francia, en medio del torbellino del asunto Cahuzac, un escándalo de Estado que cuestiona la honradez y la transparencia elemental que se espera de cualquier responsable político, en especial de alto rango.

Una red tentacular

La actualidad a menudo se compone de vertiginosos sucesos encadenados. Pero dejemos una cosa clara: la investigación que empieza a publicar hoy Le Monde [en asociación con los diarios Guardian, Süddeutsche Zeitung, Le Soir y Washington Post], centrada en los entresijos de los paraísos fiscales a escala mundial, en su funcionamiento oculto y sus beneficiarios, no tiene su origen ni en los tumultos de Nicosia ni en los líos de Cahuzac.
Esta investigación se inició hace meses. Se basa en el acceso sin precedentes que ha tenido un consorcio internacional de periodistas de investigación a una gigantesca base de datos que revela el lado oculto del mundo de las empresas "offshore" en paraísos fiscales. Se han analizado, comparado y encajado 2,5 millones de archivos. El resultado es la revelación de la red tentacular de las finanzas en la sombra. En esta masa de documentos, se menciona a dos bancos franceses. Y también al extesorero de la campaña de François Hollande en 2012, Jean-Jacques Augier, que asegura no haber hecho nada ilegal al crear, a petición de un socio chino, empresas "offshore".

Los PIB de Estados Unidos y de Japón juntos

La revelación de casos individuales, por sorprendente que parezca, no debe ocultar el trasfondo del problema: los paraísos fiscales son una amenaza para la democracia. Socavan el Estado de derecho al hacer uso de la ocultación. Son la gran ganga para los infractores de todo el mundo. Favorecen el desvío de las riquezas públicas hacia Estados donde florecen la concusión y la corrupción. En este universo de una creatividad jurídica que parece ilimitada, se ocultan sumas colosales tras estas empresas pantalla. En total, una serie de ricos particulares poseerían en estas empresas el equivalente a los PIB de Estados Unidos y de Japón juntos.
Ante esta investigación, nadie puede pretender que los dirigentes políticos, a pesar de sus declaraciones, hayan puesto todos los medios a su alcance para actuar. Es urgente que se refuercen las normas, los medios de control, la cooperación transfronteriza. La lucha contra el blanqueo de capitales también pasa por ahí. Y los bancos occidentales amantes de los esquemas opacos difícilmente podrán evitar dar una respuesta clara. Al menos si quieren que, en medio de la crisis, se dé crédito a sus profesiones de fe sobre la ”ética”.