miércoles, 15 de febrero de 2012

De hackeros y pinchadores de teléfonos


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DIARIO DE LA CIGUAPA 

De hackeros y pinchadores de teléfonos

De hackeros y pinchadores de teléfonos

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SARA PÉREZ

Periodista

Sobre mí

Periodista. Fue reportera de los diarios Ultima Hora, El Nacional y Hoy. Fue miembro del equipo de Investigación del diario Hoy. Escribió para la revista Rumbo. Actualmente reside Reading, Pensilvania, Estados Unidos.
Los graves acontecimientos ocurridos el pasado viernes tienen muchas lecturas, todas alarmantes. Unos contingentes de Policías de Operaciones Especiales,  con helicópteros, cascos negros, vehículos de asalto, armas largas y cortas, uniformes, antifaces, cuchillos, hachuelas, guantes, hombreras, rodilleras, botas, chalecos antibalas, corta uñas y cantimploras, clausuraron el periódico digital Siglo21 y allanaron oficinas y residencia del  señor Guillermo Gómez , cuyos programas jamás en mi vida he cometido el desacierto de sentarme a ver, ni siquiera ahora, que tal vez el conductor realmente tenga algo qué decir.
Entre esas lecturas, está el inquietante capítulo de la clausura del periódico, -estoy loca porque lo reactiven para leerlo, porque no lo conozco- que se ha vinculado con una serie de reportajes –al parecer, perturbadoramente fidedignos-  publicados por ese medio, que dirige el distinguido periodista Radhamés Gómez Sánchez, sobre la rampante corrupción gubernamental  y que replantea el tema de las amenazas a las libertades públicas, de prensa y expresión y las a veces solapadas y otras más explícitas tendencias y aspiraciones absolutistas de las autoridades del gobierno, empezando por el Presidente, que se ha vuelto Su Majestad, Luis XIV, de Villa Juana.
La ripiosidad de la acción no pudo ser más elocuente: la Fiscal del Distrito, Jenny Berenice Reynoso,  declaró que el periódico no era el objetivo de la intervención, pero lo primero que tumbaron (¿Accidentalmente?)  fue el servidor del periódico y lo primero que incautaron, por órdenes de no se sabe quién, fueron los archivos periodísticos, con supuestas pruebas de desfalcos y robos cometidos por funcionarios del entorno del Presidente.
También están los contenidos de unos correos electrónicos "hackeados"  a la primera dama, doña Margarita de Fernández, que oficiosamente se consignan entre las razones de los allanamientos y que tocan sensibles aspectos de los mecanismos de financiamiento que disfruta la candidata a vicepresidenta y de los generosos regalos de los que es afortunada destinataria, dejando sobre el tapete varias preguntas: ¿Con el dinero de quiénes?  ¿A cambio de qué? ¿Es legal? ¿Qué instancias debían intervenir para garantizar la legitimidad y transparencia de esa clase de transacciones? ¿Están esas instancias funcionando?
Otra lectura es la relativa al "hackeo"  y el espionaje,  es decir,  a la práctica de meterse a fisgonear ilegalmente en  correos,  teléfonos y  espacios , virtuales y físicos,  no de doña Margarita, que tiene a los cascos negros para que la protejan,  si es que alguien intenta arrugarle algún pétalo  -lo que hasta el momento no se ha probado-  sino de los restantes 11 millones de dominicanos a los que nadie ha defendido, mientras el negocio del  brecheo, la extorsión y el chantaje se ha consolidado y expandido en República Dominicana, con la tolerancia -y los auspicios- del gobierno, convirtiéndose en lo que es hoy: una próspera industria, que además es brazo auxiliar del crimen organizado y del  temido narcotráfico, tan repudiado por algunos reputados abogados, que extrañamente, hay que colocar entre los paladines y pioneros del fisgoneo ilegal.
Motivada por las esperanzadoras declaraciones de  la Fiscal Yenny Berenice Reynoso,  de que a ella no la compran, ni tiene miedo,  quiero hacer un modesto, pero fundamental aporte, por si  se dispone - y tiene con qué- a hacer una redada contra los "hackeros", "pinchadores" de teléfonos y  fisgones, que por décadas han campeado impunemente en la sociedad dominicana,  con el gobierno como proveedor de favores y recursos y a veces como cliente y azuzador.
Apostaría a que casi todos los equipos y la tecnología para el espionaje en manos privadas, han sido comprados con dinero del Estado. Y seguro que parte de esas tecnologías tenían como destino los organismos de seguridad  y acabaron en los laboratorios privados para el espionaje y extorsión.
El mío no es un aporte espectacular, ni novedoso, ni de conocimiento exclusivo. Es un dato tan viejo que está encogido de artritis, lleva triple ojera y verdea de moho. Lo conoce todo el mundo. No se esconde. Mi aporte para la Fiscal Reynoso consiste en la mención de un nombre consagrado en su penoso oficio: Frank Cabral.
De hecho, el Presidente de la República, Leonel Fernández, que es un seguidor de los Records Guinness, debía propugnar para que inscriban a la República Dominicana como el único país del Mundo donde todos conocen al husmeador principal, que no se molesta en disfrazarse, aunque parezca que sí lo hace, por las combinaciones de ropa que lo caracterizan y que cualquiera creería seleccionadas para que desde lejos se le alcance a ver la truculencia.
Los presidentes, los congresistas, los empresarios, los obispos, La Justicia, La Policía, los militares, los periodistas han permitido en silencio, cuando no han aplaudido y/o alimentado ostensiblemente, el crecimiento impune de una pústula que tiene por lo menos medio siglo manchando el alma nacional.
En otros sitios, los "hackeros", "pinchadores" de teléfonos  y figones van de incógnito.  En República Domicana, no. Si ellos nunca se han escondido ¿Por qué nosotros tenemos que pretender que no los estamos viendo? Eso  ayudará mucho a la investigación de la Fiscal, que no puede meter absolutamente a nadie preso por "hackear" correos y/o intervenir  teléfonos, sin antes pasar con los helicópteros y los cascos negros, por la casa de Frank Cabral, en el Ensanche Piantini y preguntar por el  accionista mayoritario y Director de la Escuela Nacional de Brecheros Inc.
No es que no se procesen  a los otros fisgones de segunda fila,  si los hay. Ojalá los recojan absolutamente a todos, pero el que no puede faltar bajo ninguna circunstancia es el cabecilla.
Conste que opino que periodísticamente es  correcto publicar, mientras haya dificultades  para el acceso a la información relativa a la administración pública, lo que sea que ponga en evidencia el robo de bienes públicos  y los manejos y relaciones económicas relevantes del sector privado con los ámbitos del gobierno. Esa es un área en la que el interés colectivo debe primar sobre los derechos individuales, porque compromete y afecta la sobrevivencia de la población.
El Señor Cabral, "enllave" del DNI y del F2,  "canchanchán" de los Vincho, compadre de Agripino –el mismo Agripino que ayer, martes, ocupaba espacio en el Listín, abogando por proteger la intimidad de la ciudadanía- recurrente compañero en mesa pública de uno de los asistentes del Presidente Fernández; esposo, o ex , de una  de las cónsules-botella del Ministerio de Relaciones Exteriores, pariente cercanísimo de contratistas gubernamentales, entre otras varias conexiones con el gobierno , tiene la más reconocida y exitosa carrera del país, en la industria de escuchar y oler ventosidades ajenas.
La descripción no es mía. El término "escucha pedos" con el que se califica a los fisgones de oficio, lo leí en alguna novela histórica,  (¿Sería en "Yo, Claudio", de Robert Graves?), puesta en boca de un emperador, mencionando a los calieses a su servicio en la época del Imperio Romano.
Cabral, el fisgón dominicano por antonomasia, con cuyas incidencias, tropiezos, detenciones y huidas  se pueden escribir varios tratados enciclopédicos, también ha aparecido en una novela, por demás notable,  "Los que falsificaron la firma de Dios", de Viriato Sención, recientemente fallecido. En esta se describen  las purulencias del régimen balaguerista y lo que se da por rigurosamente cierto en torno al personaje.
La primera hazaña, ejecutada en la remotísima adolescencia de un fisgón entonces bisoño, fue extorsionar a su padre, para que le comprara un carro, a cambio de no enseñarle a la madre las pruebas de algunas andanzas paternas.
El Padre de la Democracia dominicana, Balaguer, padecía la misma inclinación brechera de  Cabral y utilizaba los servicios de este,  que era más eficiente que las instituciones de "inteligencia" y "seguridad" (demasiado ocupadas, masacrando gente) averiguando incidencias domésticas, especialmente sexuales, que el  retorcido mandatario degustó con fruición hasta el final de su días.  Nadie sabe cuándo las acechanzas de conductas privadas tenían fines recreativos o de chantaje y manipulación política y persecución económica. O todo a la vez. Ese tipo de prácticas se mantienen hasta el día de hoy.
Las cintas grabadas  de los funcionarios y políticos, partidarios y de oposición, jueces, religiosos, empresarios y personalidades tenían las puertas abiertas  en el Palacio Nacional, aunque Balaguer siempre trató a Cabral con intermediarios, de lejos y con asco. Actualmente no lo censuran ni con el asco, lo cual está bien, porque si son todos de la misma calaña, no hay razón para mirar a nadie arrugando la nariz.
Por cierto, hace muy poco circularon grabaciones de un juez de la Suprema Corte de Justicia, así como circularon los videos privados del narcotraficante Agosto y de las jóvenes que lo acompañaban, que con todo y ser él un narcotraficante y ellas sus compañeras, tenían derecho a mantener  en privado sus videos sexuales y a que La Justicia les amparara en esos aspectos , en vez de que los oficiales de la Dirección Nacional de Control de Drogas, irrespetando derechos humanos, violando las leyes, saboteando su propia investigación, poniendo en ridículo a La Justicia y arrastrándose ellos mismos, tomaran la cinta y la comercializaran. Con el agravante–sin hablar de la agresión a las mujeres-  de aumentar el prestigio y "glamourizar" al reo porque lo que se comentó fue: "El tipo es un caballo".
A  la sórdida carrera de husmear contra objetivos individuales, a las que se dedica un creciente número de criminales y delincuentes, se le añaden  el espionaje empresarial  y más recientemente, los servicios de recopilación de datos, clonación de cuentas e intervenciones telefónicas, para los crímenes del  sicariato. Hay oficiales del DNI, la policía y otros organismos de "seguridad"  involucrados  en esas actividades.
A sus 73 años, el señor Frank Cabral, decano del fisgoneo, Magnum Cum Laude de las intervenciones telefónicas y PhD hackeando cuentas de correo, baila en todas las fiestas de la profesión a la que se ha dedicado y todavía vive vigilando nalgas ajenas, cuando ya hace tiempo que no puede controlar  ni los desbarres de la suya.
¿No será el momento de que el Presidente Fernández le asigne su pensión? De las suculentas, no de las de 78 pesos que le dan a algunos maestros.
Tal vez la Fiscal Reynoso pueda ayudar a agilizar el proceso.

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