jueves, 28 de agosto de 2014

13 joyas maravillosas de Asia, un viaje fotográfico por Oriente

13 joyas maravillosas de Asia, un viaje fotográfico por Oriente

Santa Sofía y las mezquitas de Estambul, la Gran Muralla china, los templos y jardines de Kioto, el palacio de Potala, en Tíbet… Hacemos un recorrido en imágenes por algunos de los símbolos más reconocibles del continente asiático.

Uno de los grandes encantos de Asia es la mágica historia que esconde en sus monumentos, en sus ciudades milenarias, en sus maravillas naturales, en sus lugares recónditos… Los que hemos retratado para mostrarte en esta fotogalería son, en su mayoría, de sobra conocidos, pero nos siguen resultando impactantes, por algo la Unesco los ha distinguido como Patrimonio de la Humanidad. De la India a Nepal y de Camboy a Israel, pasando por China o Turquía, te animamos a una prueba de reconocimiento y acertar el nombre de estas joyas únicas de Oriente. * Usa las teclas derecha e izquierda para navegar por las fotos en la página
TAJ MAHAL
La inspiradora belleza de este mausoleo de mármoles y cúpulas nació como el homenaje de un desconsolado emperador a su esposa fallecida. Casi cinco siglos después de alzarse el Taj Mahal, en la India, sigue siendo un símbolo del amor que atrae a miles de visitantes cada día.
 
TEMPLOS DE ANGKOR
Acechados por la jungla, los templos de Angkor permanecieron durante siglos ocultos entre la espesura. Hoy, incluso excavados solo en parte, este legado fabuloso de la civilización jemer es uno de los yacimientos arqueológicos más fabulosos del Sureste asiático, con nada menos que 400 kilómetros cuadrados por los que se esparcen los templos que entre los siglos IX y XV sus reyes de atribución divina erigieron a la medida de los dioses.
 
LA GRAN MURALLA CHINA
Es el símbolo más reconocible de China, del voluntarismo de sus habitantes y también de su aislamiento secular. En una sencilla excursión desde Pekín puede caminarse por lo alto de algunos de los tramos mejor conservados de esta mole infinita que serpentea por las montañas del Norte del país.
 
BAHÍA DE HALONG
Este territorio anfibio en el que se concentran miles de abruptas islitas de paredes verticales forradas de vegetación aparece como un espejismo en la costa norte de Vietnam. Sus aldeas flotantes, sus pescadores, sus calas y grutas de belleza inspiradora hacen que navegar por su laberinto de canales compense por sí solo al haberse llegado hasta esta esquinada porción del Sureste asiático.
 
GHATS DE VARANASI
Varanasi, antaño llamada Benares y mucho antes Kashi, es uno de los lugares más santos del hinduismo. Sus fieles procuran ir a la ciudad en peregrinación al menos una vez en la vida y bañarse en el sagrado Ganges en cinco diferentes ghats, esas escalinatas que cercan su orilla occidental y en las que la vida y la muerte se trenzan con naturalidad pasmosa. Porque también morir en esta ciudad es un privilegio para los fieles, y sus cadáveres se incineran sobre algunos ghats, a la vista de cualquiera.
 
TEMPLOS Y JARDINES DE KYOTO
Quizá las artes del feng-shui con las que Kyoto fue diseñada hace siglos para ser capital imperial lograron el milagro de conseguir que la más tradicional y bella de las ciudades japonesas se librara de las bombas de la Segunda Guerra Mundial para hoy poder exhibirse con su envoltorio magnífico de templos y jardines únicos en todo el país.
 
SANTA SOFÍA Y LAS MEZQUITAS DE ESTAMBUL
Sultana donde las haya, Estambul no será la capital turca, pero sin duda es la gran joya de Turquía, amén de la única ciudad del planeta aposentada sobre dos continentes. Sus bellezas es esparcen a una y otra orilla del Bósforo y el Cuerno de Oro, y entre su horizonte, jalonado de alminares, brillan con luz propia Santa Sofía y sus mezquitas más elegantes de Süleymaniye, Nuruosmaniye, Eyüp…
 
PARQUE NACIONAL DE SAGARMATHA
Al pronunciar Sagarmatha, solo los amantes de la escalada se descubren ante su majestad; al decir Everest, la cosa cambia y cualquier simple mortal también se le cuadra. Pero ambos son una misma cosa, ya que es con aquel nombre con el que se designa en Nepal a la cima del mundo, a este monte que desde sus alturas regias preside sobre la cordillera del Himalaya el parque nacional que, bautizado en su honor, se le extiende a los pies.
 
PAGODAS DE BAGÁN
Son unos 2.270 los templos, pagodas y estupas que se yerguen en una treintena de kilómetros a la redonda de Bagán, en Myanmar, pero en la Edad Media, a partir de que el Rey Anawratha eligiera este enclave como el foco desde el que expandir el budismo Theravada, se estima que su número podría haber sido seis veces mayor. Hoy, la visión de esta enormidad erigida en el corazón de la antigua Birmania es una delicatessen a paladear con emoción y respeto.
 
PETRA
Abandonada por los nabateos, tan crecidos por su riqueza y su habilidad comercial que osaron desafiar al poder de Roma, Petra aparece como una visión onírica tras cruzar a pie, o en burro, el desfiladero del Siq que protege su entrada. Sus fachadas de aires grecorromanos labradas en las rocas del desierto hacen de ella una de las ruinas más románticas, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985.
 
SHANGHAI
En apenas medio siglo, Shanghai ha pasado de ser un puerto de pescadores venido a más a una de las megalópolis del planeta. La actual capital económica comercial de China, a pesar del poso de su pasado colonial, se convierte en una metáfora de rascacielos, modernidad y diversión que preconiza el despegue del gigante chino en el siglo XXI.
 
PALACIO DEL POTALA
Sobre el monte Rojo, dominando la ciudad de Lhasa, se levanta oníricamente este imponente palacio, epicentro del budismo en Tïbet y morada ancestral de sus líderes espirituales, los Dalai Lama, el último de los cuales tuvo que abandonar este reino de los Himalayas en 1959, pocos años después de haber sido invadido por China.
 
LUGARES SAGRADOS DE JERUSALÉN
Jerusalén para los cristianos, Yerushalayim o Al-Quds para los árabes; para todos es santa esta ciudad, por cuyos barrios se superponen y enredan los rastros de las principales religiones monoteístas del mundo. Aquí, más que en cualquier sitio, se alcanza a entender la reflexión del corresponsal norteamericano que iniciaba su crónica asegurando que “yo soy ateo, pero si Dios existe, seguro que debe estar por aquí cerca”.

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