EL PERIODISMO.
El
Periodismo, bien y rectamente ejercido, favorece los intereses morales y
materiales de la sociedad, otro tanta
daña, perjudica, pudre y corre, desmoraliza y pervierte el abuso de la presa.
No es este un instrumento que adapta a la ignorancia o a la impericia; y
degenera en arma funesta cuando la
esgrime la mala fe.
Cuestiones de ética, cuestiones de didáctica, cuestiones
religiosas, políticas, económicas, administrativas, industriales, artísticas; todo lo que puede interesar y agitar al espíritu
humano, todo eso y más aún es
del dominio de la prensa periódica; todo es materia para su
entretenimiento y alimentación.
El
periodismo ilustrado es el que conduce
hábilmente a las discusiones y controversias en busca de la verdad moral, la
verdad científica, la verdad social; es
el que todo lo llena con su luz, para
que los combatientes no se ofusquen; es el que sugiere las mejores
inspiraciones durante el combate; el que
pronuncia la última palabra, el que determina la derrota en el campo del error;
el que entona el himno de triunfo después
de la victoria.
El
periodismo, profano por pumas
inexpertas, torpes o mal intencionadas, es,
al contrario, un llamamiento desordenado a la pasiones, a la mentira, al
exterior de la razón.
Con
el atrevimiento de su inconsciencia, él se mete en todo, habla de todo, juzga y
falla sobre todo, y desbarra en todo. ´pero aunque sus fallos, sus juicios y
sus discursos no son sino viento que pasa, humo que se disipa en los aires,
rumor que se extingue en el espacio de una semana, de un mes, de un año; de lo que tarda la verdad en dejar
ver sus puros reflejos, esos eclipses pasajeros son siempre
funestos, siempre malsanos, y dejan la
razón de los ignorantes enferma, el
ánimo de los discretos entristecido; la
vanidad de los malvados engreída, la fe de los buenos hondamente quebrantada.
Hoy
el mundo en los diferentes estamentos
mundiales, en el consenso de naciones, en los conclaves de todos las ramas del
saber humanos, científicos, celebridades
literarias, las academias de ciencias
de los países desarrollados, las
principales columnas de los más prestigiosos periódicos de los países,
hacen observaciones, recomendaciones en
largas discusiones, con argumentos luminosos, con caudal de las verdades que
sustentan, en busca de un acuerdo común,
el punto en donde todos entrevén la verdad. . pero el periodista
indocto, licencioso, ignorante, desde algún rincón del mundo con ridícula
soberbia sobre la opinión que tiene
sobre los hechos que no conoce atribuyes
los lauros, adjudica la palma
del triunfo a quien no merece, y condenando con desdén y en términos
incorrectos y soeces, contrario a la
doctrina que el no conoce ni comprende. .
El
remedio consiste en que, las leyes no permiten
que todo el mundo ejerza la medicina, tampoco se debiera permitir a la
ignorancia el ejercicio del periodismo,
a fin de que no propine venenos mortíferos a la sociedad, creyendo que le da salud
Fuente
consultada; Francisco Javier Billiág.
264-265ni. Obras III. Año VIII. La
Crónica 1882.Recopilacion y publicación de Mons, Hugo E. Polanco Brito.
Academia Dominicana de la Historia. Santo Domingo. 1987. Pág. 264-265
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