martes, 16 de julio de 2013

No hubo tal Batalla del Santo Cerro, lo que aconteció fue un exterminio de aborígenes, en las inmediaciones del pueblo de Esperanza, línea noroeste.


No  hubo tal Batalla del Santo Cerro, lo que aconteció  fue un exterminio de aborígenes, en las  inmediaciones  del pueblo de Esperanza, línea noroeste.

La Concepción de La Vega, por su condición de ser el primer pueblo donde el colonizador europeo  sentó su  base para su proyecto colonialista en América, y debido a los atributos que le brindaba la naturaleza en el fértil valle  del cacicazgo de Magua,  el cual exclamó Cristobal Colón, “ es la tierra más bella que ojos humanos hayan visto”,  al quedar impresionado de la maravilloso del paisaje que se  bridaba a su pies  al ser contemplado desde la altura de un cerro, que  hoy gracia a la leyenda mal intencionada y llena de errores histórico, donde se sitúa  la célebre batalla de La Vega, entre los  aborígenes, que negaban a ser sometido a la esclavitud  por los verdugos,   el acto de  verdadero nacionalismo y  de lucha por la libertad del  ser humano,  en América. 
Estos acontecimientos  bélicos entre las fuerzas  imperiales española y los nativos  aborígenes, del  Cibao,  aún no se registran como primicias   por que  cada acto de nuestra histórica  precolombina, y colonial  está escrito por  gente interesada que   consideraron al nativo como cosas no como seres humanos,  y  al ser infieles,  no eran considerado, como  humano, si no  animales, seres  que no se le podía considerar y que ellos los conquistadores,  podrían disponer  de su vida  al momento que quisieran y  es ahí el trato como esclavo de la  más ínfima categoría  que se le dispenso 
Al plantar la Cruz, el cerro, que dominaba el valle, Colón, tomo dos lanzas y forma la cruz,  no, que tomo  dos varas del árbol del níspero,   fueron dos lanzas. Es  innegable la fe  en la divinidad que  el descubridor del Nuevo Mundo tenía  con  una gran fe en el Todopoderoso, pero  un clérigo.
En lo relacionado a la batalla entre  aborígenes  y españoles, por  situaciones  geográficas y de movilidad militar era imposible que las  tropas española se movilizaran en  dos jornadas  desde la Isabela  hasta  el mismo centro del Cibao, al pie del cerro donde  fue edificada la Fortaleza La Concepción y la Villa del mismo nombre. Cuando Las Casas,  dice que es el combate se  escenificaron  a dos días,  la interrogante es ¿se podía recorrer esa distancia en ese tiempo  a pies y con un ejército, por caminos  y territorios hostiles, propicio de embocadas?
El mito de que la Virgen de Nuestra Señora de la Mercedes, se le apareciera a los españoles y  que las  lanzas y flechas  lanzadas por los aborígenes se le revertieran, es  una quimera,  fruto de la mente enfermiza de un clérigo fanático  que  quizá  por  debilidad  vio visiones y  soñó esta  abarracaron  historiada. Que una  divinidad  fuese cómplice del exterminio de una raza que luchaba por no ser sometida a la esclavitud.
La esta parte de la historia debe ser analizada  hoy en día,  los  historiadores no se  pueden seguir prestando a esta barbaridad,  el daño que se le ha hecho y se le hará a las generaciones venideras cuando raspasen  los textos de la  historia del descreimiento, la colonización y el extermino de la raza  aborigen de Quisqueya, será incalculable  debe decir como algunos  lo han hecho que no fue en lo         que hoy es el Santo Cerro, de la Concepción de La Vega,  
Sobre esta batalla, llamada erróneamente del Santo Cerró. J. Inchaustegui, Tomo I, de la Historia Dominicana, 1955 dice, y citamos  “Los  aborígenes, deseosos de liberar a  Caonabo, e instigados por los hermanos de del cacique, se reunieron en número de 100,000,( Las Casas, exagera en la cantidad de combatientes aborígenes),  según Las Casas,  sigue diciendo el  historiador  dominicano, al mando de Maniocaotex, subalterno de Guarionex. El Almirante decidido a salir a combatirlo y cuando había  muchos enfermos, inútiles para la lucha, partió de la Isabela el  24 de marzo de 1495,  al frente de 200 hombres y 20 jinetes, acompañado del aliado Guacanagarix y sus gentes al Valle de La Vega Real. Dos días después se produjo el choque bélico, en la proximidades de lo que hoy es la  ciudad de Esperanza, en la línea noroeste,  en territorio de Guarionex”.
Al decir  que fue un extermino de una raza, no remontamos a lo que  expresa en historiador, Washington Irving,  en su obra  Vida y Viaje de Cristobal Colón, publicada, por Gaspar y Roig, Editores, Madrid 1852. Y reedición en Santo Domingo, 1974, pág. 316 y sig. “las balas de los arcabuces hacían morder la tierra a muchos guerreros y relampagueaban, al parecer por las selvas los rayos del cielo, retumbando en ellas  espantosos truenos. Alonso de Ojeda cargó impetuosamente el centro del ejército a la cabeza de su caballería, penetrando con lanza y sable por entre los indios, los caballos atropellaban a los desnudos y amedrantados combatientes. Los perros de presas se soltaron y precipitándose sobre los salvajes con sanguinaria furia, le tomaban de  la garganta, lo derribaban, los arrastraban  y les hacían pedazos. Los indios, no acostumbrados a grandes cuadrúpedos de ninguna especies, se chorizaban al verse perseguidos por aquellos  animales tan feroces. ¿ Qué resistencia podía oponer una multitud desnuda,  tímida, exenta de disciplinas, sin más armas que  clavas,  fechas y dardos de madera, a soldados cubierto  de acero,  provistos de arnas de hierro y fuego y ayudados por  monstruos feroces, cuya sola presencia cubría de terror el corazón  de las más fuertes”
En esta acción produjo una gran cantidad de muerto  por parte de los aborígenes,  con ella se  inicia y  decide a favor de los españoles la conquista militar del Cibao.  Esclavizándose, además gran cantidad  de indios, lo que fueron  enviado como esclavo a España, en cuatro navíos  al mando de Antonio de Torres.
Lo que es  evidente que la cruz nada tuvo que ver con la batalla  que se ha llamada   “Batalla de La Vega Real”,  que erróneamente se  conoce como “Batalla del Santo Cerro”

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